Una "huida" a toda prisa.
Tanto su esposa, Bruni, como Sarkozy, rodeados de sus guardaespaldas, subieron rápidamente las escalerillas del avión y trasladaron al primer ministro israelí, Ehud Olmert, y al presidente, Simon Peres, a automóviles blindados en la pista. Hasta que se aclaró la situación. Uno de los guardias asignados a la patrulla de seguridad se había pegado un tiro en un aparente suicidio. "De ninguna manera fue un intento de asesinato", dijo el portavoz policial. Pasados unos minutos, se confirmó que el incidente no había representado una amenaza para nadie y los dos líderes israelíes regresaron al avión para informar a Sarkozy y darle la definitiva despedida. Sin embargo, la familia del guardia, cuya muerte perturbó la ceremonia de partida del presidente francés, se negó a creer en la tesis del suicidio.
Fuera de Israel y en su país de origen, lejos de estas sorpresas desagradables, el presidente francés, Nicolás Sarkozy, intenta moderar su estilo de vida y cambiar su gusto desmesurado por el lujo, según informó su esposa. Carla Bruni asegura que, "a pesar de mis inclinaciones izquierdistas", votaría por él. Sarkozy se ha ganado el apodo de “presidente bling bling” (término que alude a la ostentación de la riqueza que hacen los raperos) por su fascinación por todo lo que brilla, especialmente las gafas de sol de la marca Ray Ban y los relojes Rolex, así como las vacaciones de lujo y sus arrebatos de cólera pública. El seguimiento que la prensa ha hecho de la relación entre el presidente, de 53 años, y Bruni, cantante y modelo italiana de 40, ha ido acompañada, según los últimos sondeos, de una pérdida de popularidad. Sin embargo, Bruni, evoca la pasión que siente por su marido, así como su “inimitable” capacidad de trabajo y asegura que votaría por él, pese a su oposición a la política de inmigración. En una de sus canciones reconoce: "Soy una niña, a pesar de mis 40 años y de mis 30 amantes. Soy una niña".
Post Data: Me quedaba en el tintero la noticia del día: España fue, al fin, campeona futbolística de Europa, aunque periódicos, emisoras y blogs de todo género, se encargarán de recordarlo durante días, quizás semanas.
El martes pasado, cuando el presidente francés, Nicolas Sarkozy, y su esposa, Carla Bruni, concluían su visita a Israel, siendo despedidos en el aeropuerto de Tel Aviv por el ministro israelí, Ehud Olmert y su séquito, fueron sorprendidos por un susto de muerte. En efecto, mientras la banda militar tocaba una marcha en honor a los invitados, en esos mismos momentos oyeron un disparo procedente de uno de los policías que custodiaba el aeropuerto a unos metros de ellos.
Tanto su esposa, Bruni, como Sarkozy, rodeados de sus guardaespaldas, subieron rápidamente las escalerillas del avión y trasladaron al primer ministro israelí, Ehud Olmert, y al presidente, Simon Peres, a automóviles blindados en la pista. Hasta que se aclaró la situación. Uno de los guardias asignados a la patrulla de seguridad se había pegado un tiro en un aparente suicidio. "De ninguna manera fue un intento de asesinato", dijo el portavoz policial. Pasados unos minutos, se confirmó que el incidente no había representado una amenaza para nadie y los dos líderes israelíes regresaron al avión para informar a Sarkozy y darle la definitiva despedida. Sin embargo, la familia del guardia, cuya muerte perturbó la ceremonia de partida del presidente francés, se negó a creer en la tesis del suicidio.
Fuera de Israel y en su país de origen, lejos de estas sorpresas desagradables, el presidente francés, Nicolás Sarkozy, intenta moderar su estilo de vida y cambiar su gusto desmesurado por el lujo, según informó su esposa. Carla Bruni asegura que, "a pesar de mis inclinaciones izquierdistas", votaría por él. Sarkozy se ha ganado el apodo de “presidente bling bling” (término que alude a la ostentación de la riqueza que hacen los raperos) por su fascinación por todo lo que brilla, especialmente las gafas de sol de la marca Ray Ban y los relojes Rolex, así como las vacaciones de lujo y sus arrebatos de cólera pública. El seguimiento que la prensa ha hecho de la relación entre el presidente, de 53 años, y Bruni, cantante y modelo italiana de 40, ha ido acompañada, según los últimos sondeos, de una pérdida de popularidad. Sin embargo, Bruni, evoca la pasión que siente por su marido, así como su “inimitable” capacidad de trabajo y asegura que votaría por él, pese a su oposición a la política de inmigración. En una de sus canciones reconoce: "Soy una niña, a pesar de mis 40 años y de mis 30 amantes. Soy una niña".
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