El pasado 1 de abril, Raúl
Sánchez y Javier Biosca Azcoiti publicaban en Eldiario.es el reportaje “Radiografía
del voto a la extrema derecha en Europa”, en el que exponían dónde crecía ésta,
qué países eran excepciones y en qué se diferenciaban los partidos. Reino
Unido, Irlanda, Luxemburgo e Islandia son países sin extrema derecha en su
representación parlamentaria, mientras Hungría y Polonia la concentran en alza.
España ocupa el puesto 11 de los países con más presencia de partidos de este
tipo. Los autores del trabajo advierten que “la división de la derecha radical
populista en Francia no ha impedido a Marine Le Pen pasar hoy a la segunda
vuelta de las elecciones presidenciales enfrentándose al presidente Emmanuel
Macron. El pasado 3 de abril, el primer ministro de Hungría, el
ultraconservador Víktor Orbán, ganó las elecciones parlamentarias por cuarta
vez consecutiva y pese a la unión de prácticamente toda la oposición húngara.
Orbán incluso mejoró su resultado anterior con 135 de los 199 escaños y el
bloque opositor se quedó muy lejos, con 56”. A principios de año, también hubo
elecciones generales en Portugal y el porcentaje de voto a la extrema derecha,
encarnada en el partido Chega, se multiplicó por cinco, pasando del 1,4% al
7,4%. Portugal fue uno de los principales países europeos en el que la
ultraderecha aún no tenía una presencia significativa en el Parlamento. ElDiario.es
analizó el porcentaje de voto que recibieron las formaciones populistas de
derecha radical en los principales países europeos en las elecciones
legislativas y su evolución en los últimos años. En un extremo, estaba Hungría,
con un 60% (53,29% para Fidesz y 6,15% del Movimiento Nuestra Patria, creado
por rebotados de Jobbik –cuyo porcentaje no se puede añadir por su inclusión en
la alianza opositora–). En el otro extremo, Irlanda, donde la ultraderecha es
prácticamente inexistente (0,2%). Reino Unido e Irlanda ya eran los únicos dos
países de los grandes de Europa donde la extrema derecha era inexistente o no tenía
representación parlamentaria. Otros más pequeños como Luxemburgo e Islandia,
vivieron una situación similar.
En las elecciones parlamentarias de 2019, el partido del Brexit de Nigel Farage, la principal voz de la extrema derecha británica, no obtuvo ningún escaño (sólo consiguió una victoria simbólica en las elecciones de ese año al Parlamento Europeo, donde estaba claro que la presencia de eurodiputados británicos sería de unos pocos meses por la salida entonces en proceso de su país de la UE). “La razón del caso irlandés es que el voto populista ya está cubierto en la izquierda por el Sinn Féin. Tienen muchos votantes descontentos con el sistema y a los que aspiraría un partido populista de derechas. Además, a diferencia de la mayoría de partidos de izquierdas, son una formación nacionalista, lo que de nuevo cubre una base de posibles votantes para los populistas de derechas”, señala Duncan McDonnell, politólogo irlandés experto en populismo. El caso de Lituania es diferente porque la lista de partidos utilizada para este análisis se actualizó por última vez en enero de 2020 y, en marzo, meses antes de las elecciones, se formó el partido Alianza Nacional, que recibió el 2,2% de los votos (ningún escaño). Según el informe ‘State of hate: far-right extremism in Europe’ de 2021, elaborado por las organizaciones Hope not Hate, Amadeu Antonio Stiftung y Expo Foundation, esta nueva formación es de derecha radical, admira a Marine Le Pen y ha invitado a varios eventos a políticos del partido Alternativa para Alemania. Polonia es el segundo país del continente que concentra más voto ultra (50,4%) y se divide entre el gobernante PiS (43,6%) y la suma de varias formaciones radicales más (6,8%). Le siguen otros cuatro países que se mueven entre el 20% y el 30%: Bélgica, Suiza, Eslovaquia e Italia. España, con el 15% de Vox, se sitúa en el puesto número 11 de todos los países analizados. Polonia y Hungría son los países con mayor voto ultra en Europa. “Aunque estas formaciones difieren mucho unas de otras, como por ejemplo Vox y el partido independentista belga, Interés Flamenco, sí comparten unas características similares que sitúan a todos en la familia política de la derecha radical populista. El académico Cas Mudde identifica tres grandes elementos comunes en todos ellos: nativismo, autoritarismo y populismo. Nativismo definido ‘como ideología que sostiene que los Estados tienen que estar habitados exclusivamente por miembros del grupo nativo y que elementos no nativos (personas e ideas) amenazan el Estado nación homogéneo. Incluye una combinación de nacionalismo y xenofobia’, señala Mudde en su libro ‘Populist radical right parties in Europe’ (2007). “Autoritarismo como la creencia en una sociedad rigurosamente ordenada en el que las violaciones a la autoridad se castiguen severamente. Según esta interpretación, incluye ley y orden y moralismo convencional punitivo, pero no implica necesariamente una actitud antidemocrática”. Por último, el populismo entendido como “ideología que considera que la sociedad se divide en dos grupos homogéneos y antagónicos, ‘el pueblo puro’ frente a la ‘élite corrupta’ y que sostiene que la política debe ser una expresión de la voluntad general del pueblo. En la democracia populista, nada es más importante que la ‘voluntad general del pueblo’, ni siquiera los derechos humanos o las garantías constitucionales”.
De acuerdo con Popu-List, el voto en Europa a la derecha radical en 2004 era del 5% y en 2019 pasó al 15%. Mette Wiggen, profesora de la Universidad de Leeds especializada en movimientos de extrema derecha en países escandinavos dice que lo importante no es analizar solo sus resultados electorales, sino “ver su éxito en cómo han fijado la agenda y cómo han influido sobre los partidos tradicionales. Mirar la UE, cerrar fronteras y mantener fuera a refugiados e inmigrantes ha sido más importante que salvar vidas. Hay un amplio consenso sobre la ‘securitización’ de la migración”, dice. “Muchos de estos partidos han estado ahí desde hace más de una década, como en el caso del Frente Nacional en Francia, y han sido bastante poderosos. Yo hablaría de una ola de la derecha radical populista en términos de influencia y expansión territorial en los últimos años”, dice Annika Werner, politóloga experta en derecha radical europea y profesora en la Universidad Nacional de Australia. “Entran en gobiernos más a menudo y tienen más influencia sobre otros partidos tradicionales, especialmente los conservadores”. Haciendo un análisis de la evolución del voto de las formaciones de derecha radical en los principales países europeos se puede observar que España y Portugal han sido los últimos en los que han emergido fuerzas de extrema derecha. “Vox y Chega al final han sabido emerger a partir de un partido de centroderecha más respetable. No son fuerzas que nacen de partidos aún más radicales de extrema derecha que existen en ambos países. Hay todo un estigma hacia esos partidos por la dictadura. Vox y Chega no tienen tanto ese problema”, dice la politóloga Mariana Mendes. Riccardo Marchi, autor del libro ‘La nueva derecha antisistema: el caso de Chega’ explica: “Los partidos de centroderecha en Portugal tendían a no definirse como formaciones de derechas porque tenían miedo de la etiqueta y la relación con la dictadura. Aquí es aún más destacado que en España porque allí fue una transición pactada, pero aquí fue por ruptura y revolución”. En los dos países, ese crecimiento de la derecha radical populista se produce a expensas del porcentaje de voto de los conservadores. Un fenómeno que se repite en muchos otros Estados. “Las primeras víctimas [del auge de la extrema derecha] han sido los partidos conservadores tradicionales, que siempre habían sido los partidos dominantes en la derecha y de pronto les surge competencia por ese extremo”, dice Werner.
En el caso de Grecia, por ejemplo, se ve cómo el auge y posterior caída de la extrema derecha ha influido directamente en los resultados obtenidos por los conservadores de Nueva Democracia. En Francia, el relativamente nuevo fenómeno Macron tiene un impacto importante, al igual que sucede en Italia con el “Movimento 5 Stelle”. Muchas de estas formaciones de derecha radical populista ya se han consolidado “y están aquí para quedarse”, dice Werner. Por su parte, Wigen explica: “Ya no recogen solo votos protesta. Son formaciones establecidas con amplios programas políticos que cubren áreas como los partidos tradicionales, pero de forma muy diferente. Algunos son neoliberales, incluso libertarios, pero la tendencia es a ser favorable al sistema de bienestar y al intervencionismo estatal para asegurar que la población etnonacional reciba prioridad en el mercado de trabajo, vivienda, sanidad y bienestar”. “La xenofobia y el sistema de bienestar chovinista han sido normalizados. Incluso partidos socialdemócratas a la izquierda lo promueven. El peor ejemplo es Dinamarca, el que fuera el país más tolerante de Europa tiene una primera ministra socialdemócrata y populista que renuncia a sus obligaciones internacionales para devolver a solicitantes de asilo a Siria. También acordaron quitar a los refugiados sus pertenencias para contribuir al coste de su estancia”, dice Wigen, experta en el auge de la extrema derecha en países nórdicos. La influencia de estos partidos ha aumentado notablemente en los países nórdicos, dice Wigen. “En Dinamarca, la extrema derecha tiene poder desde hace dos décadas y ha pedido políticas más estrictas de inmigración a cambio de apoyar coaliciones minoritarias. Ya en 2021 estaba en vigor un sistema de bienestar chovinista en el que tus derechos dependen de tu estatus de ciudadanía”. “El año pasado, el Partido del Progreso en Noruega celebró que el Parlamento aprobase su propuesta de aumentar de tres a cinco los años para tener acceso a la ciudadanía. El partido estuvo en el Gobierno entre 2013 y 2020, tan solo dos años después del ataque de extrema derecha cometido por Anders Breivik”, dice Wigen. “Prometieron cambiar su retórica contra los inmigrantes, pero solo ha empeorado. Además, el atacante había sido miembro del partido”. “En Suecia ningún partido quería colaborar con Demócratas de Suecia, pero el año pasado dos partidos tradicionales dijeron que estaban dispuestos a hacerlo. La formación ultra consiguió casi el 18% en 2018, la tercera fuerza, y probablemente es buena idea empezar a tomarse en serio a sus votantes. Los socialdemócratas cerraron las fronteras con Dinamarca en 2016 para parar el flujo de refugiados, lo que se vio como una victoria de Demócratas de Suecia, que llevaban tiempo pidiéndolo”.
Con más de 67 millones de habitantes, Francia es la séptima economía del mundo, el país más visitado, uno de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y potencia nuclear. Además, el país vecino es socio fundador de la Unión Europea. Un país que hoy, domingo, celebra nuevas elecciones, con la presencia de Emmanuel Macron y Marine Le Pen. La noche electoral de la primera vuelta dejó algunas sorpresas en Francia. La segunda vuelta que hoy tiene lugar se presenta más incierta que la que libraron hace cinco años. El presidente sigue siendo favorito, pero los sondeos elaborados vaticinan una diferencia mucho más ajustada que entonces: el de Ipsos estima un 54% de los votos para el presidente y 46% para la líder de extrema derecha; el de Ifop, 51% para Macron, 49% para Le Pen. “El actual jefe del Estado y la candidata de la Agrupación Nacional (RN) se han esforzado en reafirmar la división establecida en su momento entre progresistas y nacionalistas, rompiendo la tradicional alternancia derecha-izquierda”, analiza el diario Le Monde. En el último momento, Macron, Le Pen y el líder de izquierdas, Jean-Luc Mélenchon, recibieron un impulso a costa del voto del resto de candidatos, que obtuvieron peores resultados de lo que se esperaba. Los tres más votados acabaron agrupando casi tres cuartas partes de los sufragios. Mélenchon, en particular, se quedó a un paso de dar la sorpresa, con un 21,95%. Una cifra que no hubiera sido posible sin captar a votantes potenciales de la socialista Anne Hidalgo (1,75%) y del ecologista, Yannick Jadot (4,63%). Un fenómeno similar ocurrió en la extrema derecha con Le Pen, que firmó su mejor resultado histórico a costa de Éric Zemmour, que finalmente no alcanzó los dobles dígitos (7,07%) como se esperaba, y a costa de una parte del electorado de la candidata de la conservadora Valérie Pécresse, que se hundió por debajo del 5%. Justo 20 años después de la primera –e inesperada– clasificación del Frente Nacional para la segunda vuelta de unas elecciones presidenciales, Marine Le Pen obtuvo un nuevo récord para su formación rebautizada como Agrupación Nacional, mejorando los registros de 2017. “Tanto el presidente como varios de sus ministros –escribió Armando Herrero para ElDiario.es– están subrayando el riesgo sobre una alianza de Le Pen con Vladímir Putin y sobre la salida de Francia de la Unión Europea, que se vería amenazada por una ‘internacional populista y xenófoba’, en caso de victoria de la líder de Agrupación Nacional. Este escenario supondría que un país fundador de la UE y uno de los motores de la economía comunitaria esté gobernado por la extrema derecha euroescéptica. La posibilidad de una victoria de Le Pen inquieta a Bruselas y Berlín, dos de los objetivos recurrentes de los ataques de la presidenta de la Agrupación Nacional”. “La victoria de Le Pen tendría repercusiones mucho más allá de Francia”, escribe el Financial Times. “Supondría un terrible golpe para la democracia liberal en el mundo occidental y sumiría a los Veintisiete en la confusión, justo cuando Estados Unidos y sus aliados están enzarzados en un tira y afloja por Ucrania con la Rusia autoritaria del presidente Vladímir Putin”.
Con el crecimiento del Frente Nacional en los años 80, comenzaron a aparecer las coaliciones de todos los partidos contra el de Jean-Marie Le Pen. El punto culminante de ese frente republicano fueron las elecciones presidenciales de 2002, con un llamamiento unánime a votar por Jacques Chirac. Pero, desde entonces, no han dejado de aparecer grietas en la coalición. En esta ocasión, socialistas, ecologistas y comunistas –cuyo candidato Fabien Roussel logró un 2,3% de los votos– rápidamente pidieron el voto para Macron, para evitar la victoria de la extrema derecha. Sin embargo, el partido presidencial teme la abstención del electorado de Mélenchon y de una parte de la derecha moderada. Al igual que en 2017, cuando también se quedó a las puertas de la segunda vuelta (19,58%), Mélenchon ha anunciado que consultará con sus bases qué actitud adoptar. Entonces, el voto en blanco fue la opción preferida. En cualquier caso, Mélenchon hizo un claro llamamiento en la noche electoral contra la extrema derecha. “No debemos dar ni un solo voto a Le Pen”, repitió varias veces. Mientras, en el partido de derecha Los Republicanos (LR), el diputado Eric Ciotti, que había declarado que votaría por Zemmour en caso de duelo con Macron, anunció que no dará su voto al presidente. “Tres cuartas partes de los franceses han votado en contra del sistema vigente, en contra de las políticas de Macron”, justificó Ciotti. La candidata de LR, Pécresse, sí pidió el voto –a título personal– para Macron. Diez años después de la victoria de François Hollande, Anne Hidalgo ha obtenido un resultado aún peor que el de Benoît Hamon en 2017 (6,36%). La alcaldesa de París intentó llevar una campaña basada en su experiencia y en la de los alcaldes socialistas, pero ha sido incapaz de generar interés en sus propuestas. Las malas encuestas que le persiguen desde que anunció su candidatura han acaparado la cobertura mediática sobre su campaña. Ahora, el partido trata de reagruparse de cara a las legislativas del próximo 12 de junio. Pero, además de los malos resultados, tiene el problema de la división interna: este domingo por la noche, mientras miembros del equipo de campaña de la alcaldesa llamaban a una “unión de las fuerzas de izquierda” con los ecologistas y los comunistas, el secretario general, Olivier Faure, abandonó rápidamente el cuartel general de Hidalgo para llamar a una refundación de la izquierda, en una declaración separada.
Miles de personas manifestaban hace una semana en las calles de numerosas ciudades de Francia contra la líder de la extrema derecha, Marine Le Pen, candidata a la elección presidencial frente al actual jefe de Estado, Emmanuel Macron. Las protestas se concentraron en París, pero también en ciudades como Rennes, Lyon, Nantes y Besançon, y hasta en 50 localidades del país, convocadas por sindicatos y organizaciones como SOS Racismo, bajo el lema de “Contra la extrema derecha y por la justicia y la igualdad”, así como “Ni un voto para Le Pen”. “Más vale un voto que apesta a un voto que mata”, se leía en una de las pancartas de la concentración de la capital. Numerosos manifestantes adelantaron que votarían a Macron, aunque sean contrarios a sus ideas, para evitar que Le Pen sea elegida. Pero otras pancartas mostraban al mismo tiempo el rechazo de muchos electores a recurrir al llamado “frente republicano”, es decir, votar por el candidato contrario a la extrema derecha para impedir su llegada al poder. “Ni Macron ni Le Pen” era uno de esos eslóganes, en una jornada en la que también hubo en París una protesta anti-Macron, organizada por el ex número dos de Marine Le Pen, Florian Philippot, quien aseguraba en redes sociales que se esperaban “un millón de personas”. Finalmente, fueron unos cientos de personas. El mismo sábado, por la noche, se cerraba la consulta que el partido La Francia Insumisa, del izquierdista Jean-Luc Mélenchon, organizó para preguntar a sus simpatizantes cuál debe ser la postura del partido: votar por Macron para evitar a Le Pen o abstenerse o votar en blanco. Según los últimos sondeos, publicados en la revista “L'Obs”, estarían dispuestos a abstenerse o votar en blanco el 24 de abril, un 29 % votaría a Le Pen y un 31 % a Macron. Mélenchon obtuvo en la primera vuelta más de 7,7 millones de votos, el 22 % del escrutinio, por detrás del 23,1 % de Le Pen y el 27,8 % de Macron. Al contrario que otros líderes de la izquierda, Mélenchon ha llamado a votar contra Le Pen, pero no ha pedido el voto para Macron.
Sólo unos días antes de que se celebrase la segunda vuelta de las elecciones presidenciales francesas, la Fiscalía de París abrió una investigación contra Marine Le Pen, líder del ultraderechista Reagrupamiento Nacional (RN), por supuesta malversación de fondos. Según la agencia alemana DPA, el Ministerio Público abrió la investigación tras recibir un informe de la Oficina Antifraude de la UE (OLAF), fechado el 11 de marzo, que acusa a la dirigente de extrema derecha de haber malversado unos 137.000 euros de fondos europeos durante su etapa como eurodiputada, entre 2004 y 2017. El abogado de Le Pen, Rodolphe Bosselut, rechazó la acusación en declaraciones a Mediapart, advirtiendo que se reservan el derecho a emprender acciones legales contra los antiguos ayudantes o prestadores de servicios que pudieran haber malversado fondos sin el conocimiento de Le Pen. Subrayó que la OLAF no es una agencia independiente y criticó que se hubiese filtrado esta información apenas una semana antes de la votación del 24 de abril. El informe señala a otros tres antiguos eurodiputados del partido Agrupación Nacional de Le Pen, antiguo Frente Nacional: el padre de Le Pen, Jean-Marie Le Pen; la expareja de Le Pen, Louis Aliot, y el exvicepresidente del partido, Bruno Gollnisch. En total, habrían malversado 486.000 euros que se abonaron a proveedores cercanos al partido ultraderechista. Aliot, actual alcalde de la ciudad de Perpiñán, también negó las acusaciones en declaraciones a la televisión FranceInfo. Por otra parte, un 14 por ciento de los electores franceses prevé una manipulación de los resultados de los comicios presidenciales de hoy, domingo, un dato que se dispara al 30 por ciento si se tiene en cuenta únicamente a los simpatizantes de la ultraderechista Marine Le Pen. En líneas generales, son los votantes ultraderechistas los más recelosos con el sistema. Entre los seguidores del izquierdista Jean-Luc Mélenchon, la duda se extiende al 18 por ciento, mientras que el dato cae al 7 por ciento entre los votantes del actual presidente galo, Emmanuel Macron, según un sondeo de la firma Ipsos elaborado a partir de más de 2.000 entrevistas. En líneas generales, un 48 por ciento de los franceses ve posible que se manipulen las elecciones, si bien el sondeo no pregunta expresamente cómo sería posible este fraude. Siete de cada diez votantes de Le Pen piensan de esta manera, si bien la duda es mayoritaria también en el caso de los seguidores de Zemmour y de Mélenchon. Le Pen y Macron se enfrentan hoy, domingo, en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales. Para este cara a cara, reedición del que ya vivieron ambos políticos en 2017, parte como favorito el actual inquilino del Elíseo, si bien los sondeos le conceden una distancia de unos diez puntos porcentuales sobre la líder de Agrupación Nacional.
El debate presidencial entre Macron y Le Pen se perdió en tecnicismos. Ambos se volvieron a ver las caras, protagonizado en la noche del miércoles un debate televisivo en el que expusieron sus programas electorales y confrontaron posturas. Entre las disidencias del actual presidente y la ultraderechista: el reajuste de las normas fiscales para hacer frente a una inflación disparada, la postura frente a la invasión rusa de Ucrania y el papel que debe jugar la Unión Europea. Le Pen mejoró en el ejercicio del debate, pero no fue suficiente. Macron la ganó en los detalles. Durante más de dos horas y media protagonizaron un duelo sobrio que despistó a media audiencia con las cifras y los tecnicismos cuando los franceses esperaban un partido de vuelta de infarto. Macron acusó a su contrincante de depender del Gobierno de Rusia y de un banco del mismo país que, en 2015, concedió un préstamo a su partido que todavía no ha sido reembolsado por Agrupación Nacional. “Usted fue una de las primeras responsables políticas en reconocer el resultado del referéndum de Crimea. ¿Por qué lo hizo? ¿Por qué depende del poder ruso y de Putin?”. Le Pen se justificó diciendo que si tuvo que ir a pedir dinero a un banco ruso fue porque ningún banco francés se lo prestaba. Efectivamente, la Agrupación Nacional, en el 2014 Frente Nacional, contrató un préstamo por casi 10 millones de euros con el banco ruso First Czech-Russian Bank (FCBR), comprado en 2016 por Aviazaptchast, dirigida por exmilitares rusos y a la que según una investigación se la vincula con blanqueo de dinero. “Soy una mujer libre –se defendió ella– y soy una patriota. Siempre he defendido Francia y a los franceses. Somos un partido pobre y eso no es deshonorable”, respondió Le Pen. La candidata ultraderechista no dudó en intervenir en el debate con una de las mentiras más utilizadas por la extrema derecha y que rebosa racismo, uniendo la inseguridad con la migración. “Nos enfrentamos a la barbarie, al salvajismo”, sentenció. Defendió la prohibición del velo musulmán en el espacio público, una cuestión que también produjo el choque de ambos candidatos. Macron, por su parte, se mostró a favor de permitir a las mujeres que portasen el velo si así lo querían. “No hay que confundir el islam y el islamismo”, añadió. Las encuestas aseguran que ganó el actual presidente de la República, quien fue incisivo y estuvo muy agresivo. Le Pen quiso ofrecer su lado más moderado, aconsejada por sus ayudantes para evitar la imagen belicosa que ofreció en el debate de hace 5 años, cuando perdió ante Macron en 2017, en segunda vuelta. Pasó de la confrontación y apostó por la economía social. Pidió bajada de impuestos en la energía y que los franceses se jubilen “entre los 60 y los 62 años para disfrutar de una jubilación completa y deben tener entre 40 y 42 años cotizados”. Era la última baza de Le Pen para dar la vuelta a las encuetas, que daban unos 10 puntos de ventaja a Macron sobre ella en la segunda vuelta.
Horas después de la votación de la primera vuelta, Macron se desplazaba a Denain, antigua capital del carbón y del acero en el norte, donde el partido de Le Pen obtuvo uno de sus mejores resultados. También llevó su campaña a Mulhouse, en Alsacia, un territorio donde Mélenchon quedó en cabeza en la primera vuelta. “Sin ir a buscar a los electores de izquierda de forma descarada con un giro programático de 180 grados, con su desplazamiento al norte, tierra obrera no elegida al azar, Macron trata de multiplicar las señales”, publica Libération en un editorial. En estos viajes, explica a los votantes estar dispuesto a cambiar el “ritmo” y “los límites” previstos en la reforma de las pensiones y que no “excluye” un referéndum sobre la cuestión. La edad de jubilación podría reducirse gradualmente con una “cláusula de revisión” a los 64 años, en vez de a los 65 previstos inicialmente. “Estoy dispuesto a hacer una reforma que no entre en vigor hasta 2030 si sentimos demasiada ansiedad entre la gente”. Por su parte, el programa económico de Le Pen es aún más liberal que hace cinco años. Y la candidata espera que las medidas sociales –como la bajada del IVA en gastos energéticos y el bloqueo de precios en materia alimentaria– seduzcan a votantes progresistas. “Sin embargo, no hay que rascar mucho para que la política social de Marine Le Pen aparezca como lo que es: un barniz”, advierte en un artículo L'Humanité, diario de izquierdas. La táctica de Le Pen se basa en la asunción de que los votos de los otros dos candidatos de extrema derecha (Éric Zemmour y Nicolas Dupont-Aignan) son seguros. Y en que la derecha moderada –que solo obtuvo un 4,7%– no constituye una reserva potencial de votos tan interesante como los votantes de Mélenchon y los que se abstuvieron. Curiosamente, el expresidente Nicolas Sarkozy, que hasta ahora había guardado silencio sobre la campaña, pidió la semana pasada el voto para Macron. Aunque es poco probable que su apoyo ayude mucho al actual presidente a ganar credibilidad entre los votantes progresistas. “Tenía el programa más completo –lamenta Valentin, funcionario en la treintena que ha votado por el candidato de Francia Insumisa en las dos últimas elecciones–, las mejores propuestas, todos los medios lo han reconocido, incluso los de derecha. Pero, de cara a la segunda vuelta, no sé qué voy a hacer y puede que no vaya a votar”. Mélanie, que trabaja en una empresa de comercio electrónico en la región parisina, tiene las mismas sensaciones. “De todas formas, no creo que Marine [Le Pen] gane. Ni me he planteado qué puede pasar si llega a ganar”. Y la líder de extrema derecha cree que puede conseguir que una parte de los votos de Francia Insumisa vayan al antiguo Frente Nacional, pese a que Mélenchon exhortó insistentemente a sus simpatizantes tras conocerse los resultados de la primera vuelta a “no dar ni un solo voto a la señora Le Pen”. En este sentido, Brice Teinturier, director del instituto demoscópico Ipsos, explica a la agencia France Presse que, a día de hoy, “un 34% del electorado de Mélenchon tiene intención de votar a Macron, un 30% a Le Pen –más que en 2017– y un 36% de quedarse en casa”. Todo se dirimirá en unas horas.
Tras una semana frenética
en la que los candidatos lo han dado todo, esta última fotografía de Macron
despertó muchas reacciones en las redes sociales. Las imágenes y vídeos de los
candidatos se estudiaron al milímetro, pero la última foto de Soazig de la
Moissonnière, fotógrafa oficial de Macron, ha causado gran revuelo y ha
despertado muchas dudas. La fotógrafa la tituló “Un día con el candidato” y, en
la imagen, se ve al todavía presidente sentado en el sofá, riéndose y con la
parte superior de la camisa desabrochada enseñando el pecho, lleno de vello.
Una pose distendida pero poco habitual para un candidato a presidente. Tan poco
habitual que se ha vuelto viral en redes sociales y ha sido objeto de múltiples
comentarios y mofas.
Otras imágenes,
fotomontajes y fotos sorprendentes:
Gerard Piqué llevó la Nueva Copa Davis de Tenis a Madrid. Ayuso recurrió a Piqué para desbloquear la compra de material sanitario de China. Ahí lo dejo. (Skakeo FanZine)
El pasado martes, en los pasillos de la Cámara Castellanoleonesa, la periodista de La Sexta, Andrea Ropero, intentó hacer unas preguntas a Díaz Ayuso cuando Miguel Ángel Rodríguez, su jefe de prensa, le cortó el paso de forma brusca, alegando que la presidenta madrileña ya había ofrecido declaraciones y protagonizando una encendida discusión. Juan Lobato, secretario general de los socialistas madrileños, dice que Rodríguez debe pedir perdón ante su “prepotencia” y “falta de respeto”. Unidas Podemos registró otra petición de comparecencia de Rodríguez para que explique “sus actividades de asistencia y asesoramiento de la presidenta”. Y Más Madrid solicitó la comparecencia de MAR, jefe de gabinete de Isabel Díaz Ayuso, por “el trato brindado a la prensa en el viaje institucional de la presidenta de la Comunidad de Madrid al Parlamento de Castilla y León, el día de la toma de posesión de Alfonso F. Mañueco como presidente.
Este fue el comentario de Wyoming en El Intermedio, de la Sexta: “El periodismo se está convirtiendo en una profesión de riesgo. Deberías haber pedido una armadura”. y Andrea Ropero contestó: “Viendo cómo se comportan algunos, quizás debiera haber pedido un airbag”.
“Que el primer gobierno en coalición con Vox comience con el empujón a una periodista debería aclarar muchas cosas”.
Viendo la educación de la alumna, Isabel Díaz Ayuso, en la Asamblea, no sorprenden demasiado las formas del maestro, Miguel Ángel Rodríguez. El jefe de Gabinete de la presidenta madrileña se hizo viral, tras pegar un empujón y encararse a la periodista de La Sexta, Andrea Ropero, durante la toma de posesión de Alfonso Mañueco como líder del gobierno regional de Castilla y León. Un empujón indecente cuando la periodista trataba de preguntar a Ayuso si echaba de menos a Feijóo ¿Tendría miedo a que Ayuso hable sin guión? (Tremending)
En la imagen, la protesta
contra la guerra de Putin en Ucrania, organizada en San Petersburgo, la ciudad
natal del líder del Kremlin. Crédito de la foto: jackwdart
El humor, en la prensa de esta semana: Forges, El Roto, Peridis, Eneko, Vergara, Manel F., Enrique, El gallo Macron, Shooty, Salles, Kap, Ferranmatín, Riki Blanco, Malagón, Miliki y Duarte…
Pep Roig, desde Mallorca:
Los vídeos de esta
semana:
El auge de la ultraderecha en Europa
Las fuerzas populistas de extrema derecha están en ascenso en Europa: el viceprimer ministro italiano, Matteo Salvini, lanzó una alianza de partidos populistas de derechas para las próximas elecciones europeas, mientras que en España el partido Vox logró entrar al parlamento en las últimas elecciones generales.
¿Quiénes son los líderes de la extrema derecha en Europa?
El bloque de extrema
derecha obtuvo el voto joven en la primera ronda de las elecciones francesas.
¿Qué podría pasar en la
guerra en Ucrania si Le Pen toma el poder en Francia? - ARV
Los cuatro momentos del
debate entre Macron y Le Pen | El País
Miguel Ángel Rodríguez empuja a Andrea Ropero por intentar preguntar a Ayuso.
Rusia ha recrudecido su
ofensiva en el este de Ucrania tras 56 días de guerra, 24 horas después de
anunciar que iniciaría la segunda fase de su “gran ofensiva” sobre el Donbás.
Moscú lanza un ultimátum
a la resistencia en Mariúpol tras 56 días de guerra
La llegenda de Sant Jordi
– Polònia
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Advertimos a los lectores
de esta web que la semana que acaba con abril cerramos por irnos de vacaciones.
Volveremos la primera semana de mayo.