El catedrático de farmacología y exjefe de servicio del Hospital Vall d'Hebron relata en una entrevista a Daniel Sánchez Caballero, publicada en ElDiario.es, las prácticas de la industria farmacéutica y cómo centran sus esfuerzos en que la población se sobremedique más que en encontrar curas para enfermedades: “Curar no es negocio”, sostiene. “No podemos confiar en la investigación publicada, en la invención y exageración de enfermedades y en el mito del colesterol”. Desde el índice de su ‘Crónica de una sociedad intoxicada’ (Península), Joan-Ramon Laporte, catedrático en la Universidad Autónoma de Barcelona, promete guerra y cumple. Con la perspectiva de haber sido jefe del servicio de farmacología del Hospital Vall d'Hebron de Barcelona, Laporte repasa en su libro cómo se ha llegado a una situación en la que, según denuncia, la población está sobremedicada a base de prescripciones excesivas, de enfermedades “inventadas o exageradas” bajo los dictados de una industria, la farmacéutica, oscura, centrada en la venta de medicamentos y que invierte más en promocionar sus productos y formar a los médicos en la prescripción de fármacos que en investigación y desarrollos de nuevas curas. Durante la entrevista, Laporte no se calla nada, expresa sus dudas sobre cuánto de lo que relata conoce la sociedad y reivindica un sector público más involucrado en el sector farmacéutico. Uno diría que entre la población puede que exista esa idea de que las grandes farmacéuticas priorizan el negocio sobre la salud, por decirlo suavemente, pero no sé si a nivel general se conocen las prácticas que relata en el libro. Entra en cuestiones con detalle, sobre todo, en relación con el fraude en el desarrollo de medicamentos. Primero, el secretismo que rodea todos los estudios de farmacología experimental. Tiene una lógica comercial, sin duda, pero el secretismo sigue en la investigación clínica y ahí estamos hablando de experimentar con seres humanos. Además, se adulteran los datos y se manipulan. Laporte explica en su libro cómo los datos de la investigación clínica son convenientemente manipulados para dar una apariencia del fármaco que no es la realidad en cuando a su eficacia y seguridad. Las acciones de todos los fármacos son muchas, aunque nos vendan solo una, como si fuera una bala mágica diseñada específicamente para ejercer una acción y solo una acción. Los resultados de la investigación clínica no es que tengan ejemplos de fraude, sino que tienen fraude o manipulación sistematizada y ocultamiento de los efectos adversos. Luego está el consumo, que en 20 años se ha duplicado. Ahora, estamos en 24 recetas por habitante al año y, en 2003, estábamos en 11 ó 12.
¿Por qué ha sucedido esto? se pegunta Juan Ramón Laporte. “Muchos medicamentos han sido comercializados con una eficacia que es más bien supuesta, basada en variables digamos vicariantes o subrogadas, como el colesterol para el infarto o la osteoporosis para las fracturas o la carga viral para enfermedades víricas, etcétera. Es conveniente estudiar cuáles son los efectos de este aumento del consumo sobre la salud pública. He intentado cuantificar cuántas enfermedades, cuántas incapacidades, cuántas muertes son causadas por medicamentos. No tanto para hacer una estimación muy precisa, que no la hay porque faltan estudios, pero sí para, por lo menos, dar el orden de magnitud logarítmica de la cuestión. Si son diez por millón, 100 por millón, ó 10.000 por millón. En España hay más de medio millón de ingresos hospitalarios atribuibles a medicamentos; hay unas –y esto tomando las estimaciones más conservadoras– 16.000 muertes a causa de efectos indeseados de medicamentos sólo en hospitales. Nos interesa estudiar el eslabón final de la cadena de desarrollo de un fármaco, el consumo. Pero si todos los demás (investigación y desarrollo, regulación, registro, autorización, etcétera) funcionan mal, también el consumo. Y es lo que intento mostrar, centrándome en los aspectos que yo más conozco, que no es la fabricación sino la regulación en términos de farmacovigilancia de los efectos adversos, las patentes y la manera en que las compañías farmacéuticas han modificado sus prácticas en los últimos años. Las compañías ya no son estos sitios donde un fármaco se investiga desde el inicio de la molécula hasta que sale al mercado, sino que los medicamentos se compran en Wall Street: las grandes compañías multinacionales buscan empresas biotecnológicas o de otro tipo, pequeñas, que tengan una molécula interesante y las compran enteras o les compran el producto y ya está”. Parra remediar o al menos mitigar esta deriva que denuncia Juan Ramón Laporte propone algunos ejes referidos al sistema sanitario porque, “aunque hay que cambiar muchas cosas, donde se prescriben o consumen los medicamentos, donde ocurren los efectos adversos, es en el sistema sanitario. En primer lugar, el sistema sanitario español debería seleccionar entre los medicamentos autorizados cuáles son los que más le conviene. Es imposible la gestión del conocimiento de los médicos sobre las 16.000 especialidades farmacéuticas que pueden prescribir, con 3.000 moléculas comercializadas como fármacos en España. Esto un médico no lo puede conocer. Cuando hay tantos fármacos diferentes en el mercado pero que, en realidad, muchos son esencialmente lo mismo, se crea confusión a todos los niveles de la cadena del medicamento: en el control de calidad por parte de la agencia, en la selección de los medicamentos a financiar por el sistema sanitario, entre los prescriptores. Y se crea confusión en los usuarios. A lo largo de mi vida profesional, he hecho estudios en los que se mostraba que una persona tomaba el mismo fármaco varias veces y en dosis muy altas porque estaba en marcas comerciales diferentes. El segundo eje sería que es inaudito que los médicos del sistema sanitario público se informen sobre los medicamentos por la industria farmacéutica. La información que circula sobre medicamentos es elaborada por los departamentos de marketing de la industria farmacéutica. No puede ser. El tercer eje, la formación continuada. El 90% de los cursos acreditados de formación continuada en España son alentados, promovidos, pagados o presentados directamente como promovidos por la industria farmacéutica. Los conocimientos para la práctica de cualquier especialidad médica se duplican cada siete u ocho años. Esto quiere decir que, a lo largo de los 40 años de una vida profesional, se duplicarán seis o siete veces. ¿Quién les cuenta las novedades? Básicamente, la industria. Hay mucha ósmosis entre compañeros, naturalmente, pero la industria también mete sus mensajes en esta ósmosis que, de este modo, no aparecen como mensajes con un origen comercial”.
El médico y catedrático habla en su libro de cuánto gasta la industria en promoción comercial y a cuánto tocaría por médico. Dice que se gastan más en marketing que en I+D, que parece bastante indicativo de cómo funciona el sector. “En 2011, la industria dedicó un 24,4% de su volumen de negocio a promoción comercial. El volumen de negocio fue de 15.800 millones de euros en 2011, de manera que se dedicaron a promoción 3.857 millones, sin contar el negocio generado fuera del sistema sanitario público. La mayor parte de este gasto se dedica a la promoción dirigida a los médicos. Si, en 2019, había 207.000 médicos en ejercicio en España, esto da 18.600 euros de media por médico colegiado y año, algo que quizá ayude a entender cómo la industria teledirige el comportamiento prescriptivo del conjunto del Sistema Nacional de Salud”. Y añade: “sin que el teledirigido se dé ni siquiera cuenta”. Escribe que hay medicamentos que se toman muchísimo más de lo necesario, sea en el tiempo o en cantidad, y cita como ejemplo de esta práctica el omeprazol. “Toda la presión de protocolos y demás está dirigida a promover el uso crónico continuado, y, si puede ser, durante toda la vida del mismo medicamento. Por eso la industria tiene poco interés en desarrollar antibióticos, porque los tratamientos antibióticos duran poco. La idea de un departamento de marketing, tal como la oí hace unos años, es que de cada visita médica se originan 35 prescripciones adicionales. ¿Cuánto cuesta una visita médica? ¿Cuántas visitas hace el visitador al día? A partir de aquí se echan cuentas. Si tú originas 35 prescripciones de un antibiótico para una semana es poco. Si originas 35 prescripciones de omeprazol es mucho mejor, porque es un cliente para toda la vida o al menos unos cuantos años. Bajo este prisma, el omeprazol viene propuesto no como un fármaco, sino rebautizado como protector gástrico, como si fuera una tirita que le pones al estómago. Pero es un fármaco, inhibe la secreción de ácido en el estómago. Y, recuerdo, los fármacos no tienen una sola acción farmacológica. El omeprazol, aunque es extraordinariamente seguro en comparación con otros, a la larga puede producir insuficiencia renal, aumento de las fracturas de fémur, aumenta las infecciones, las diarreas graves y las neumonías. El estómago es una barrera ácida de protección de entrada de virus y bacterias, y una vez suprimida esta barrera de protección entran muchas más bacterias en nuestro cuerpo y por eso hay más infecciones. Un protector gástrico es como un bastón para caminar, por qué dejar de usarlo si va bien. Y así prosigue el consumo. En el sistema sanitario español es mucho más fácil prescribir un medicamento que retirarlo. Muy a menudo se dice que esto es porque el paciente quiere que le prescriban un medicamento. No es cierto. Los estudios indican que la gente se toma muy bien que le quiten un medicamento”.
Joan-Ramon
Laporte es muy crítico con el tratamiento que se hace de la
depresión. ¿Por qué? “Porque los fármacos son malos. Las pruebas para decidir
si un producto es antidepresivo o no son un chiste. Por ejemplo, el test de la
natación forzada. Ponen a una rata en un cubo con agua y miden el tiempo que el
animal está intentando escaparse hasta que para y simplemente va moviendo
lentamente los brazos para mantenerse a flote. Entonces dicen que parar de
luchar es como la depresión, es tirar la toalla. Si un animal dura más tiempo
haciendo este esfuerzo es que el fármaco que le damos es antidepresivo.
Imagínate. La cocaína haría el trabajo, o la anfetamina. Yo no les llamo
antidepresivos porque es un mal nombre. No son anti, es un nombre comercial.
Los antipsicóticos no son específicos para una psicosis ni para la depresión.
Los llamados antidepresivos aplanan las emociones, tanto las positivas como las
negativas, y eso a algunas personas en ciertas situaciones les puede parecer
beneficioso porque les quita una parte de su sufrimiento, pero no parece que
haya más que eso. Los ensayos clínicos son fraudulentos, están manipulados,
publicados de manera selectiva. Los pocos en los que les ha salido el fármaco
superior al placebo los han publicado varias veces, de manera que parezcan
varios ensayos clínicos. También hay que ver cómo los ensayos usan las escalas
de depresión. Las escalas en patología mental o en la enfermedad de Alzheimer
miden cosas que pueden no ser iguales para todo el mundo. El insomnio, por
ejemplo, te cuenta hasta cuatro puntos en la escala de depresión. Querer
suicidarte también te cuenta entre uno y cuatro puntos según la intensidad.
Creo que no son cosas iguales. Para cada paciente, cada síntoma tiene una
importancia diferente. Y después están los efectos adversos, que son
muchísimos, son graves y, curioso, para varios fármacos se hacen públicos justo
cuando caduca la patente del medicamento”. España, advierte Daniel Sánchez, es
el primer país del mundo en consumo de benzodiacepinas. ¿Por qué? ¿Qué nos hace
especiales? “No lo sé –contesta Laporte–, pero me imagino que no será porque en
España haya diez veces más ansiedad o más insomnio que en Alemania, donde el
consumo de las benzodiacepinas es diez veces más bajo. ¿Hay diez veces menos
insomnio, menos ansiedad? Me inclino por responder que no, que lo que hay son
actitudes diez veces diferentes de los médicos que prescriben estos fármacos.
Quizá en Alemania se prescriban igualmente, pero para una duración muy corta,
como dicen los ensayos clínicos, y si puede ser no más que un uso puntual. En
cambio, aquí los estudios de utilización de estos medicamentos nos indican que
la enorme mayoría de los consumidores las toma desde hace más de un año y más
de dos. En España es muy fácil prescribir y muy difícil desprescribir –una palabra que no me gusta nada– o retirar el
medicamento”.
Joan-Ramon Laporte advierte que hay un capítulo en el libro que tiene un subtítulo que dice que curar no es negocio. “Hace unos diez años se sacaron unos medicamentos para la hepatitis C, el Sovaldi o Sofosbuvir y demás, los primeros de la nueva serie de medicamentos ultra caros, con un coste de ochenta y tantos mil dólares por paciente. La empresa que los sacó, la multinacional estadounidense Gilead, se hizo muy rica, sus acciones subieron mucho. Pero la gente con hepatitis C o bien son pobres, que no llegarán nunca al tratamiento, o bien son ricos que ya se curaron. Las previsiones de ingresos caían al cabo de pocos años y un informe de Goldman Sachs se preguntaba si curar a los pacientes es un modelo comercial sostenible. ‘Un modelo comercial sostenible’. Esta frase resume la contradicción entre salud y mercado. Cuando a uno lo curas ya no es cliente, y lo que busca la industria son clientes”. Daniel Sánchez le pregunta cuál cree que debe ser el papel del sistema público en todo este proceso. En el libro menciona el caso específico del dolor de espalda. Las 'farmas', dice, no lo van a estudiar porque no les interesa. Debería hacerlo el sistema sanitario público. ¿Es viable que el que el sistema público decida sobre qué vamos a investigar y qué vamos a desarrollar (y en consecuencia qué no)? Laporte contesta que es viable porque el sistema público es muy potente si quiere, pero depende de las prioridades que tenga y la comprobación de la efectividad no está entre las prioridades actuales de los sistemas sanitarios públicos. “En el libro cuento varios ejemplos de cómo los sistemas sanitarios públicos han podido o bien reconfirmar la eficacia de algún fármaco o bien descartar que un fármaco más caro era mejor que otro más barato y más seguro para la misma enfermedad. La investigación en el sistema sanitario público tiene, si es independiente, la ventaja de la independencia y la transparencia. Otra ventaja es una comprobación de lo que en la práctica se ha visto en ensayos clínicos, la diferencia entre lo que en términos técnicos llamamos eficacia y efectividad. La eficacia es la capacidad de un fármaco o de cualquier intervención para mejorar el curso de una enfermedad y se mide en comparación con placebo en un ensayo clínico. La efectividad es cómo esto se traduce en la práctica, y no siempre son lo mismo. La tercera ventaja sería la investigación en el marco del sistema de salud, los ensayos clínicos y demás estudios cuando no se mete con calzador, cuando la investigación sale de preguntas que se hacen los propios médicos para mejorar su práctica y ellos participan en la investigación. Esto aumenta de una manera extraordinaria el caudal de conocimiento del sistema de salud”… “Porque –añade Daniel Sánchez–, lo que es indubitado es que el sistema público en muchas ocasiones pagamos dos veces, y a un alto coste, por lo mismo. Primero financia la investigación básica, luego llega un momento en el que se le vende ese producto a una gran farmacéutica y cuando esta lo desarrolla y lo pone en la calle lo volvemos a comprar a precio de mercado”. A lo que Laporte advierte: “Porque lo que es indubitado es que el sistema público en muchas ocasiones pagamos dos veces, y a un alto coste, por lo mismo. Primero financia la investigación básica, luego llega un momento en el que se le vende ese producto a una gran farmacéutica y cuando esta lo desarrolla y lo pone en la calle lo volvemos a comprar a precio de mercado. Efectivamente, pagamos dos veces y además la segunda vez que pagamos lo hacemos por unos datos que han producido las compañías farmacéuticas. Ellas son las que realizan los ensayos clínicos sin controles externos. Los datos no son accesibles para investigadores interesados y esto a mí me parece realmente un problema”.
Hace unos meses, el cartel de la Semana Santa de Sevilla se hizo viral durante su presentación. El cristo resucitado fue el protagonista de la ilustración de Salustiano García, autor del cartel que tanto dio que hablar. Eva Cifuentes nos lo recuerda en Diariocrítico: “Y es que este Jesucristo ocasionó multitud de reacciones. La imagen de cristo es muy icónica para anunciar la Semana Santa, pero Salustiano decidió plasmar la imagen de un cristo más jovial y con un vestuario que para muchos era demasiado ‘sugerente’. A muchos les encantó la vuelta de tuerca del artista, pero también contó con una gran cantidad de detractores que llegaron incluso a pedir la retirada del cartel por considerar que no respetaba los valores religiosos.
“La polémica surgió hace meses y como todo, acabó pasando. Pero ahora, en plena Semana Santa, los memes sobre el cartel volvieron a correr como la pólvora en redes sociales. ¿El motivo? Las lluvias que provocaron la suspensión de algunos pasos y procesiones como La Madrugá. Ante el cambio de tiempo, los internautas publicaron el cartel de Salustiano, pero con modificaciones para representar bien la realidad del momento. Cristo llevando paraguas, cambiando su túnica por un chubasquero... los memes no cesaron y volvieron a ser una de las principales tendencias en redes sociales.
Amparo de la Gama aclara en ElConfidencial del viernes que no todo son tronos, saetas y Cristos dolientes, los símbolos que marcan la Semana Santa en Andalucía. “España se vuelve católica en estas fechas, pero, a la sombra del gran despliegue litúrgico, acampan otras religiones mayoritarias que celebran sus festejos propios de la época. Un crisol de culturas sigue sus propias tradiciones, algunas más ancestrales que las del propio cristianismo. ‘En Andalucía la religión mayoritaria es la católica y va seguida de los ortodoxos, afincados en casi su totalidad en la zona de la Costa del Sol. La tercera confesión es la musulmana, sobre todo en Málaga y Almería, y por último los protestantes que engloba también a luteranos y evangélicos. El único obispo que tienen es en Gibraltar. Cada confesión tiene su forma de celebrar la Pascua’, explica Rafael Vázquez, padre para la Doctrina de la Fe en la Conferencia Episcopal y delegado de Ecumenismo y Diálogo Interreligioso. La Semana Santa se convierte en un reclamo turístico y la Iglesia es consciente de ello. Las hermandades y cofradías han asumido gran poder y control en los últimos años en cuanto a posicionamiento. El tema de las excesivas subvenciones, tiene ya un nutrido grupo de detractores que no comulgan con las ayudas. ‘Las hermandades surgieron asociadas a los oficios, y los donativos que daban originalmente eran caritativos, como extensión de la Iglesia. Pero es cierto que, con el tiempo, se ha ido desvirtuando la imagen de las hermandades, y es un poco de lamentar y hay que corregirlo. El dinero cuando aparece en la Iglesia y en las hermandades acaba estropeándolo todo, porque al final son los ayuntamientos los que acaban subvencionándolas a su gusto’, opina Rafael Vázquez.
Frigiliana, con una
población aproximada de 3.000 habitantes, es la localidad malagueña en la que
la Semana Santa tiene otro aspecto digno de ser conocido: la procesión de la de
“la Niña Bonita”, en la que solo participan mujeres de todas las edades, en
riguroso luto y con velas en las manos, acompañando a la Virgen de los Dolores
reconvertida en Virgen de la Soledad, un icono semanasantero ligado a la mujer.
La Virgen es acompañada por entre doscientas y doscientas cincuenta mujeres
pudiendo ver niñas desde los cuatro años, mujeres de mediana edad e incluso de
90 años. Las mujeres de más edad se ubican más cerca del trono. En el
transcurso de la procesión se apagan las luces de las calles quedando solo la
luz de la luna llena y la de las velas que guían a la imagen mariana, bajo un
tremendo silencio roto solo por las voces femeninas de temas dedicados a La
Soledad. Una singular procesión que sume el casco antiguo en una total e
inquietante oscuridad, quedando iluminados los rincones por donde transita por
la tenue luz de los cirios portados por cientos de mujeres rigurosamente
enlutadas. Según la web municipal de turismo de Frigiliana, “es la luz, solo la
temblorosa luz de las velas y el silencio, un silencio fugazmente interrumpido
por el lamento de una saeta y el canto de las mujeres, lo que convierte a la
procesión de la Virgen de la Soledad en una manifestación autóctona, imitada en
su forma en otros muchos lugares, pero nunca alcanzados su espíritu y esencia a
los que solo se llega por el camino de la fe”. A los nazarenos o penitentes se
les denomina túnicos. A los capirotes o capuchones, faraona y al descendimiento
se le conoce por el desprendimiento.
Otros comentarios, imágenes, fotos y fotomontajes:
El Consejo de Seguridad
de la ONU aprueba una resolución que pide un alto el fuego inmediato en Gaza.
Ha sido aprobado con 14 votos a favor y una abstención, la de Estados Unidos.
Que, por primera vez, no veta a favor de Israel. En respuesta, Netanyahu ordenó
bombardeos sobre Rafah esta misma noche, asesinando a, al menos, 15 palestinos
incluidos 4 niños. Es un GENOCIDIO
impune por el servilismo occidental.
Hay veces que a los ciudadanos nos la cuelan con planes complejos e intrincadas maniobras y cuando nos queremos dar cuenta ya nos la han jugado. Pero al final, cómo son las cosas, parece que no les hace falta ni complicarse. Illes Balears se ha convertido en la primera región que elimina la oficina contra la corrupción. El Parlament ha aprobado con los votos de PP y Vox la nueva Ley de creación del registro de transparencia y control del patrimonio y de las actividades de los cargos públicos. Esto que suena confuso supone en realidad la liquidación en un plazo de seis meses de la Oficina de Prevención y Lucha contra la Corrupción. Según las derechas la entidad supone un gasto “superfluo” e “innecesario”. Claro. (Tremending).
El PP de Madrid propone como consejero de la Cámara de Cuentas regional al expresidente socialista de la Comunidad de Madrid, Joaquín Leguina. De aprobarse el nombramiento, Leguina, a punto de cumplir 83 años, cobrará 100.000 euros anuales. La propuesta ha sorprendido a algunos, pero a otros, no tanto. Leguina fue expulsado del PSOE en diciembre de 2022 por pedir el voto para Isabel Díaz Ayuso durante la campaña electoral de las elecciones autonómicas de Madrid en 2021. Es más, el PP presume de incorporar a personas de otros partidos, pero en el caso de Leguina no hay que olvidar que se ha vuelto, como dice Ana Pardo de Vera en el artículo que publica este martes sobre el exsocialista, bastante derechuzo. (Tremending)
Cristos con impermeable
como si fueran “Poncho Pilatos”, la “cerveza del Gran Poder”, procesionando por
las calles con el “Cristo del traumatismo craneoencefálico” o las mejores
representaciones de Jesucristo realizadas por políticos y famosos… Llegó la
Semana Santa y, mientras unos muestran su devoción, otros buscan sacarle una
vez más el lado divertido. Incluso hay quien hace ambas cosas, porque
(sorpresa) se puede creer en algo y bromear con ello. O no creer, pero
respetarlo y, a la vez, encontrarle la gracia y el cachondeo. Es fácil si lo
intentas y no te empeñas en buscarle los tres pies al gato de la commedia y en
ofenderte hasta por cómo viven las cosas los demás. (Tremending)
El humor en la prensa de esta semana: El Roto, Peridis, Eneko, Enrique, Vergara, Manel F, Antón, Asier y Javier, Ermengol, Riki Blanco, Sansón, Tonín…
Pep Roig, desde Mallorca:
Los vídeos de esta semana:
Joan Ramon Laporte: la industria farmacéutica se inventa enfermedades
Parlem amb Joan-Ramon
Laporte
Mi querida cofradía. Días
de Cine TVE
Semana Santa de
Frigiliana
SEMANA SANTA: SEVILLA se
queda sin MADRUGÁ por PRIMERA VEZ en 13 AÑOS | RTVE Noticias
La Madrugá de Sevilla
llora en forma de lluvia
Antonio Banderas se
emociona al cantar el himno de su Hermandad tras suspenderse la procesión
Polònia - T19xC28 -
28/03/2024
El flautista de Chamartín
– Polònia