Mis primeros contactos con Pedro Serra se iniciaron a principios de los setenta. Coincidieron con mis trabajos periodísticos en “Última Hora”, vespertino de Pepín Tous, un aventurado periodista casado con la actriz Sara Montiel, quien terminó vendiendo el diario a Serra. Éste, con métodos más que discutibles alejados no pocas veces de la ética profesional y pagando en un principio salarios de miseria, transformó el periódico, casi en ruinas, en uno de los más rentables de las Baleares.
Recuerdo perfectamente mi salida de este vespertino, a finales de 1976. Primero me fui yo y el fotógrafo Sebastián Terrasa. Luego, el reportero Toni Torres, atraídos todos por el Grupo Zeta, cuyos reportajes de investigación y elevados emolumentos sobresalían, en aquellos momentos, del resto de la prensa. Cuando Serra vio que este Grupo no sólo le “robaba” sus reportajes, sino a sus fotógrafos y periodistas, montó en cólera. Pero, al final, Serra, que no pudo vencer a su contrincante, consiguió la amistad de Antonio Asensio. Ambos, surgidos de parecidos negocios, con idénticos objetivos y la misma trayectoria social, unieron posteriormente sus metas en la emisora Antena 3 Televisión, de la que Serra fue accionista.
Llevaba yo varios años trabajando en Zeta cuando, en junio de 1984, Pedro Serra me llamó y me hizo una oferta tentadora. “Tú eres el único periodista –me dijo entonces, intentando hacerse conmigo– que no ha venido a buscar trabajo al hacerme con el periódico “Baleares”. Pese a la publicación en “Tiempo” del reportaje de Miró, reconozco que he sido yo quien te ha ido a buscar”. Debo recordar que, en esta revista, yo había denunciado los tejemanejes de Serra en relación con el legado del pintor Joan Miró, que acababa de morir en Mallorca. “Pero la verdad es que no te guardo rencor–añadió en tono generoso–. Es más, para que veas que voy en serio, te ofrezco un trabajo de colaborador en el diario Baleares y en Ultima Hora, sin que, por supuesto, tengas que abandonar tu puesto de “Interviú”. Pídeme lo que quieras por reportaje”.
Me quedé un tanto sorprendido por su oferta, dudando si contestar en aquel momento. Le dije, casi sin pensarlo, que podía escribir a razón de tres o cuatro mil pesetas el folio, lo que entonces ya me parecía una suma más que tentadora. Entonces se adelantó a mi propuesta: “Te daré 15.000 por cada personaje que presentes en el diario Baleares y 25.000 por reportaje realizado para Ultima Hora”. Teniendo en cuanta que el salario base de un redactor no superaba entonces las cincuenta mil pesetas mensuales, la oferta era más que tentadora. Por un reportaje semanal podía llegar a ganar más del doble de lo que ganaban la mayoría de sus redactores.
Recuerdo perfectamente mi salida de este vespertino, a finales de 1976. Primero me fui yo y el fotógrafo Sebastián Terrasa. Luego, el reportero Toni Torres, atraídos todos por el Grupo Zeta, cuyos reportajes de investigación y elevados emolumentos sobresalían, en aquellos momentos, del resto de la prensa. Cuando Serra vio que este Grupo no sólo le “robaba” sus reportajes, sino a sus fotógrafos y periodistas, montó en cólera. Pero, al final, Serra, que no pudo vencer a su contrincante, consiguió la amistad de Antonio Asensio. Ambos, surgidos de parecidos negocios, con idénticos objetivos y la misma trayectoria social, unieron posteriormente sus metas en la emisora Antena 3 Televisión, de la que Serra fue accionista.
Llevaba yo varios años trabajando en Zeta cuando, en junio de 1984, Pedro Serra me llamó y me hizo una oferta tentadora. “Tú eres el único periodista –me dijo entonces, intentando hacerse conmigo– que no ha venido a buscar trabajo al hacerme con el periódico “Baleares”. Pese a la publicación en “Tiempo” del reportaje de Miró, reconozco que he sido yo quien te ha ido a buscar”. Debo recordar que, en esta revista, yo había denunciado los tejemanejes de Serra en relación con el legado del pintor Joan Miró, que acababa de morir en Mallorca. “Pero la verdad es que no te guardo rencor–añadió en tono generoso–. Es más, para que veas que voy en serio, te ofrezco un trabajo de colaborador en el diario Baleares y en Ultima Hora, sin que, por supuesto, tengas que abandonar tu puesto de “Interviú”. Pídeme lo que quieras por reportaje”.
Me quedé un tanto sorprendido por su oferta, dudando si contestar en aquel momento. Le dije, casi sin pensarlo, que podía escribir a razón de tres o cuatro mil pesetas el folio, lo que entonces ya me parecía una suma más que tentadora. Entonces se adelantó a mi propuesta: “Te daré 15.000 por cada personaje que presentes en el diario Baleares y 25.000 por reportaje realizado para Ultima Hora”. Teniendo en cuanta que el salario base de un redactor no superaba entonces las cincuenta mil pesetas mensuales, la oferta era más que tentadora. Por un reportaje semanal podía llegar a ganar más del doble de lo que ganaban la mayoría de sus redactores.
Naturalmente, la serie de reportajes que debía escribir para el “Baleares” debería llevar por título general el elegido por él: “Retratos sicológicos para bien o para mal de mallorquines famosos”. Y me dejó leer el primero de ellos, escrito por una tal María Lluc Gayá, a la que no conocía. Lo había subtitulado: “Perfil de un hombre gris: José Zaforteza”. Se trataba del abogado y empresario mallorquín, ex decano del Colegio de Abogados y ex senador que, en aquel momento, era el presidente de Caja de Ahorros de Baleares, “Sa Nostra”. Serra me indicó que mi primer reportaje en “Ultima Hora” debía ser precisamente sobre el monumento al Corazón de Jesús, subvencionado por el mismo personaje. Y me dispuse a escribirlo.
No me extrañaría nada el hecho de que, si sigues hablando de Pedro Serra, tus artículos se queden sin comentarios. Admiro tu honestidad al no aumentar tu lista de lectores y comentaristas, cosa que hacen todos los que muestran sus escritos por Internet y detesto la cobardía de tus colegas que no se atreven a opinar sobre los actos mafiosos de ese vulgar y multimillonario periodista que ejerce su caciquismo en las Islas Baleares. Enhorabuena y adelante. Anónimo
ResponderEliminar