Sarkozy, que votó en París, fue escondido durante la campaña. AFP
Los notables del UMP (Unión por un Movimiento Popular), partido sarkozysta, prefirieron ocultarlo, en un intento de evitar el descalabro augurado por todos los sondeos. Ningún presidente de la Vª República había perdido tan deprisa el favor de los franceses. Y nadie se ha sorprendido de que los candidatos a alcalde y a consejeros departamentales de la UMP hayan preferido esconder durante la campaña electoral al presidente Sarkozy quien, hace diez meses, prometía cambiarlo todo y batía récords de audiencia.
Las elecciones municipales y cantonales francesas han confirmado, en su primera vuelta, el revés pronosticado por los sondeos a la UMP, aunque la derecha podría limitar sus pérdidas. Su secretario, Patrick Devedjian, se ha apresurado a calificarlas de “pequeña derrota”, pero, en ningún caso, de “voto de castigo”. El hombre que fuera sarkozysta de choque, hoy peleado con el presidente al haberse quedado sin cartera ministerial, reconoce ante las cámaras de la cadena TF1 que "no son resultados buenos, por supuesto" y pide "que los electores de la derecha no se desanimen". En privado, según un reportero de la radio France-Inter, dijo: "Lo que teníamos anunciado era una catástrofe nuclear y se ha producido. Ahora vamos a intentar salir con vida”.
Después de la victoria aplastante de Sarkozy, la izquierda francesa reconquistaba nueve ciudades y la derecha, dos. Pero el número de sus votos no cantaron tanto como se creía. Socialistas, comunistas y verdes consiguieron un 47 por ciento y la UMP, un 45 por ciento. En las elecciones Cantonales, que también se celebraban ayer la mitad de las circunscripciones del país para renovar a los representantes en los consejos generales de los departamentos, la ventaja de la izquierda fue más clara: un 48% frente al 41%. La participación no superó el 61 por ciento. Pero la “sanción al presidente” no fue reconocida por los suyos. Un total de 12 ministros de derechas fueron elegidos o reelegidos en la primera vuelta y los resultados fueron "más equilibrados que los previstos”.
En el campo de la oposición, Ségolène Royal, ex candidata socialista a las presidenciales, se felicitó del "voto de castigo" propinado al Gobierno. A su juicio, “ha aumentado fuertemente la desilusión y el enfado” de los franceses. Para ella lo del domingo pasado fue un "voto sanción" por "el descenso dramático del nivel de vida" en el país, y pide que "la cólera" y la "advertencia" se amplifique el próximo domingo, con ocasión de la segunda vuelta. “Es la única manera de tomar las riendas del poder local”. Pero François Hollande, ex esposo de Royal y primer secretario socialista, evitó hablar de esta sanción al Gobierno y prefirió esperar a la segunda vuelta, para el próximo domingo.
El primer ministro francés, François Fillon, hizo hincapié en que las cifras del domingo "son más equilibradas de lo que se nos había avanzado", y acusó a la oposición de querer dar a estos comicios una dimensión política nacional que "no corresponde a las realidades y a las necesidades locales". La derecha resistió bastante bien en ciudades donde aparecía amenazada y en Marsella la segunda ciudad más grande del país, donde el actual alcalde conservador, Jean-Claude Gaudin, se situó por delante del candidato socialista, Jean-Noel Guérini (41% frente al 39%) y tiene perspectivas de mantenerse en el cargo. El alcalde de París, el socialista, Bertrand Delanoë aseguró que, en la segunda vuelta, solo pactaría con los ecologistas. El ultraderechista, Jean Marie Le Pen, y la extrema izquierda, del trotskista Olivier Besancenot, pasaron casi inadvertidos. François Bayrou, presidente del MoDem (Movimiento Democrático), partido centrista, tras los resultados de anoche, en torno al 5 por ciento, ha decidido no dar una consigna general a sus candidatos sobre las alianzas para el próximo domingo. Nicolás Sarkozy, en el momento de votar, pensó que no todo estaba perdido. Y, a través de su influencia, quiere reivindicar el esplendor y gloria de su república a través de su buen hacer. Otra cosa es que lo consiga.
Las elecciones municipales y cantonales en Francia confirman el retroceso popular del Nicolás Sarkozy. No es que el presidente de la República se haya presentado a las urnas para ser de nuevo votado. Pero sí su hijo, Jean, quien, cambiando su incipiente carrera de actor por la de político de su partido, fue elegido en el mismo lugar en donde su padre iniciara su andadura como alcalde. Y lo cierto es que el descalabro de popularidad del presidente, atractivo animal sexual, ha pasado factura a su partido en estas elecciones. Aunque nadie le quita el derecho de sustituir a Cecile, su primer mujer, por Carla Bruni, su nueva compañera, cantante y ex modelo, en sus primeros meses de presidente, Sarkozy ha cometido la imprudencia de airear su vida privada con un placer no disimulado, lo que ha provocado cierto escándalo y ha encendido cierta alarma. El mes pasado sufrió una caída de diez puntos y sólo cuenta con la aprobación del 39 por ciento de los ciudadanos. Los asalariados recuerdan cómo, ante las promesas del presidente, se han quedado con más trabajo pero no más sueldo. Los jubilados lamentan que sólo les hayan subido las pensiones un 1,1%, cuando el anuncio electoral fue de un 25% en cinco años. El francés medio le reprocha haberle engañado y el presidente tiene hoy una popularidad bajo mínimos.
Los notables del UMP (Unión por un Movimiento Popular), partido sarkozysta, prefirieron ocultarlo, en un intento de evitar el descalabro augurado por todos los sondeos. Ningún presidente de la Vª República había perdido tan deprisa el favor de los franceses. Y nadie se ha sorprendido de que los candidatos a alcalde y a consejeros departamentales de la UMP hayan preferido esconder durante la campaña electoral al presidente Sarkozy quien, hace diez meses, prometía cambiarlo todo y batía récords de audiencia.
Las elecciones municipales y cantonales francesas han confirmado, en su primera vuelta, el revés pronosticado por los sondeos a la UMP, aunque la derecha podría limitar sus pérdidas. Su secretario, Patrick Devedjian, se ha apresurado a calificarlas de “pequeña derrota”, pero, en ningún caso, de “voto de castigo”. El hombre que fuera sarkozysta de choque, hoy peleado con el presidente al haberse quedado sin cartera ministerial, reconoce ante las cámaras de la cadena TF1 que "no son resultados buenos, por supuesto" y pide "que los electores de la derecha no se desanimen". En privado, según un reportero de la radio France-Inter, dijo: "Lo que teníamos anunciado era una catástrofe nuclear y se ha producido. Ahora vamos a intentar salir con vida”.
Después de la victoria aplastante de Sarkozy, la izquierda francesa reconquistaba nueve ciudades y la derecha, dos. Pero el número de sus votos no cantaron tanto como se creía. Socialistas, comunistas y verdes consiguieron un 47 por ciento y la UMP, un 45 por ciento. En las elecciones Cantonales, que también se celebraban ayer la mitad de las circunscripciones del país para renovar a los representantes en los consejos generales de los departamentos, la ventaja de la izquierda fue más clara: un 48% frente al 41%. La participación no superó el 61 por ciento. Pero la “sanción al presidente” no fue reconocida por los suyos. Un total de 12 ministros de derechas fueron elegidos o reelegidos en la primera vuelta y los resultados fueron "más equilibrados que los previstos”.
En el campo de la oposición, Ségolène Royal, ex candidata socialista a las presidenciales, se felicitó del "voto de castigo" propinado al Gobierno. A su juicio, “ha aumentado fuertemente la desilusión y el enfado” de los franceses. Para ella lo del domingo pasado fue un "voto sanción" por "el descenso dramático del nivel de vida" en el país, y pide que "la cólera" y la "advertencia" se amplifique el próximo domingo, con ocasión de la segunda vuelta. “Es la única manera de tomar las riendas del poder local”. Pero François Hollande, ex esposo de Royal y primer secretario socialista, evitó hablar de esta sanción al Gobierno y prefirió esperar a la segunda vuelta, para el próximo domingo.
El primer ministro francés, François Fillon, hizo hincapié en que las cifras del domingo "son más equilibradas de lo que se nos había avanzado", y acusó a la oposición de querer dar a estos comicios una dimensión política nacional que "no corresponde a las realidades y a las necesidades locales". La derecha resistió bastante bien en ciudades donde aparecía amenazada y en Marsella la segunda ciudad más grande del país, donde el actual alcalde conservador, Jean-Claude Gaudin, se situó por delante del candidato socialista, Jean-Noel Guérini (41% frente al 39%) y tiene perspectivas de mantenerse en el cargo. El alcalde de París, el socialista, Bertrand Delanoë aseguró que, en la segunda vuelta, solo pactaría con los ecologistas. El ultraderechista, Jean Marie Le Pen, y la extrema izquierda, del trotskista Olivier Besancenot, pasaron casi inadvertidos. François Bayrou, presidente del MoDem (Movimiento Democrático), partido centrista, tras los resultados de anoche, en torno al 5 por ciento, ha decidido no dar una consigna general a sus candidatos sobre las alianzas para el próximo domingo. Nicolás Sarkozy, en el momento de votar, pensó que no todo estaba perdido. Y, a través de su influencia, quiere reivindicar el esplendor y gloria de su república a través de su buen hacer. Otra cosa es que lo consiga.
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