Dos jóvenes se descolgaban el 4 de mayo pasado por la fachada de la plaza de Las Ventas mientras una corrida tenía lugar en su interior. Llevaban pancartas que reivindicaban la abolición de la “fiesta nacional”. Un aficionado, irritado, intentó soltar los mosquetones que le sostenían en el aire. “Menos mal –explica José Valle– que un compañero lo evitó. Desde abajo le gritaban que me cortase las cuerdas. Están locos”. En plena corrida, cinco compañeros de la Fundación Equanimal irrumpieron en el ruedo y no precisamente para torear. Dos, con pancartas anti-taurinas; dos más, para protegerles y un quinto, simulando un desmayo para distraer la atención de la gente.
De esta manera, los anti-taurinos revindicaban los derechos de los animales, aún a costa de no ser comprendidos. “Lo que tiene delito es el maltrato que hacen ellos con los animales –criticaba Sara Lago–, no nuestras protestas. Sólo gritamos ¡abolición!, pero pasamos miedo, nervios y mucha tensión por la cantidad de gente que nos insultaba”. Algunas organizaciones como la “Plataforma para la Defensa de la Fiesta” anunciaron medidas legales contra los activistas. “No vamos a permitir que le saquen partido a la foto sólo ellos”, amenazaba su portavoz, Luis Corrales. “Han hecho manifestaciones en nuestras citas más importantes como la Feria de abril o la corrida de José Tomás en Barcelona y ahora vienen con esto. Parece que tengan una competición entre ellos a ver quién la lía más gorda”.
Por su parte, Joan Herrera, presentaba una batería de preguntas en el Congreso de los Diputados para conocer, entre otras cuestiones, la postura del Gobierno respecto a las corridas de toros y la financiación que reciben tanto los organizadores como las peñas y asociaciones. “Es una muestra de cinismo –criticó el representante de “Iniciativa per Catalunya-Verds “(IC-V)– que hayan aprobado una ley contra el maltrato animal y hayan excluido las corridas. Ellos se justifican alegando que se trata de una fiesta cultural y tradicional de España, pero no podemos olvidar que implican un sufrimiento y una tortura a estos animales”.
El hecho es que el interés de los españoles por esta “tradición” ha ido perdiendo peso con el paso de los años. El 55% de los interesados en los festejos en la década de los setenta se redujo hasta el 50% en los ochenta, y en torno al 30% en la última década del siglo XX. En julio de 2002, el estudio Intergallup cifró en 68,8% el índice de españoles que no mostraba ningún interés por las corridas de toros.
Mañana, continuará (Y II) Razones contra las corridas
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