Hoy se inauguran los Juegos Olímpicos de Pekín. (Foto de Nic Bothma. Efe)
Mil cámaras grabarán unos juegos con una audiencia potencial de 4000 millones de espectadores. Un negocio redondo de 2.250 millones de euros para el Comité Olímpico Internacional, que aporta unos mil millones para Pekín. Un acontecimiento puesto en marcha bajo los imperativos del régimen dictatorial chino. Éste censura las críticas de Bush, un presidente a la vez criticado por los norteamericanos, y ha obligado a todos los deportistas, ayudantes y entrenadores a firmar una serie de cláusulas que prohíben a los atletas tener una relación directa con los medios de comunicación. “En ningún caso –dice la Carta Olímpica–, un atleta, un entrenador, un miembro del personal oficial ni cualquier otro participante acreditado puede actuar como periodista o equivalente”. De igual forma, la censura china prohibió a los atletas mantener blogs en los que algunos pensaban relatar sus vivencias personales.
Hoy, ocho de agosto del 2008 (8-VIII-08), a las ocho de la tarde (2 de la tarde en España) se inician los Juegos Olímpicos en el estadio pekinés “El nido del Pájaro”, ante 91.000 espectadores sentados y bajo 30.000 lanzamientos pirotécnicos Dieciséis días de alta competición por parte de más de 10.000 atletas de todo el mundo que practicarán 28 deportes en 31 instalaciones. Las autoridades chinas intentan presentar la mejor cara de Pekín, ciudad con casi dieciséis millones de habitantes, con estadios, líneas adicionales de metro, nueva terminal del aeropuerto por parte del arquitecto británico, Norman Foster, un teatro de la ópera del francés Paul Andreu y un plan de embellecimiento de la ciudad que forzó el desalojo de un millón y medio de personas de sus viviendas, en muchos casos en medio de protestas de los afectados que las autoridades han tratado de ocultar. Recordemos cómo prohibieron a los taxistas raparse la cabeza, dejarse barba y comer ajo crudo porque consideraron que daba mala imagen.
Mil cámaras grabarán unos juegos con una audiencia potencial de 4000 millones de espectadores. Un negocio redondo de 2.250 millones de euros para el Comité Olímpico Internacional, que aporta unos mil millones para Pekín. Un acontecimiento puesto en marcha bajo los imperativos del régimen dictatorial chino. Éste censura las críticas de Bush, un presidente a la vez criticado por los norteamericanos, y ha obligado a todos los deportistas, ayudantes y entrenadores a firmar una serie de cláusulas que prohíben a los atletas tener una relación directa con los medios de comunicación. “En ningún caso –dice la Carta Olímpica–, un atleta, un entrenador, un miembro del personal oficial ni cualquier otro participante acreditado puede actuar como periodista o equivalente”. De igual forma, la censura china prohibió a los atletas mantener blogs en los que algunos pensaban relatar sus vivencias personales.
Los perjudicados protestaron por lo que consideraron un atropello de sus derechos fundamentales. Y, al final, se les permitió, pero se les prohibió hablar de "política". El Gobierno chino está dispuesto a bloquear a cualquier medio de comunicación juzgado como “subversivo” por los censores de turno. En cambio, trata de vender una imagen de país moderno, un gigante asiático imbatible, aunque cada vez sean más evidentes las constantes violaciones de los derechos humanos, denunciados por Amnistía Internacional.
Más de 100.000 policías y miembros de las fuerzas de seguridad pretenden garantizar que no se interrumpa el perfecto funcionamiento de las pruebas. Las autoridades aseguran que están preparadas para superar cualquier amenaza. Y sueñan con superar con sus atletas, el medallallero de los EEUU. Es para ellos una cuestión de orgullo nacional, lo mismo que lo es para los EEUU. China lograba en Atenas 32 oros, tres menos que los norteamericanos. Ahora está dispuesta a conseguir más de 40. Cuenta para ello con un elevado orgullo y sentimiento nacional.
Más de 100.000 policías y miembros de las fuerzas de seguridad pretenden garantizar que no se interrumpa el perfecto funcionamiento de las pruebas. Las autoridades aseguran que están preparadas para superar cualquier amenaza. Y sueñan con superar con sus atletas, el medallallero de los EEUU. Es para ellos una cuestión de orgullo nacional, lo mismo que lo es para los EEUU. China lograba en Atenas 32 oros, tres menos que los norteamericanos. Ahora está dispuesta a conseguir más de 40. Cuenta para ello con un elevado orgullo y sentimiento nacional.
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