¿Teme Rajoy los otoños?
El “coñazo” del desfile, los líos con Miguel Sanz, presidente del UPN y del Gobierno de Navarra, el afán soberanista de Coalición Canaria y los casos de corrupción que han salpicado al PP, dejan a Mariano Rajoy, presidente de este partido, en una situación que aún puede empeorar. Todo acontece en un otoño que va con la derecha. Caen las hojas de los árboles mientras desde el tronco nacional del PP se miran con lupa las frases y dichos desprendidos. Todo es escrupulosamente analizado bajo el baremo de un partido que, desde la cúpula, no quiere perder ni el norte ni la fuerza que, en su momento, llegó a tener. Tras cuatro meses como líder oficial, un Rajoy otoñal que ve cómo, sin poderlo remediar, se le acumulan los líos en Navarra, en Canarias, en Baleares, en Valencia, Extremadura y Asturias. La unidad de la derecha que tanto costó levantar comienza a resquebrajarse. Dicen que los comicios europeos serán clave. Pero cada vez son más los que no creen que Rajoy aguante hasta las elecciones generales de 2012.
Claro que algunos advierten que, tras el desgaste de los socialistas en las dos legislaturas, el PP, con Mariano Rajoy en cabeza, ganará sin muchas dificultades las próximas elecciones. Pero no faltan los que pronostican una patente falta de moral de victoria que puede conducir al Partido Popular a un final sin precedentes. O que su posible ruptura termine en un nuevo partido menos contradictorio pero que no alcance los diez millones de votos conseguidos en las últimas elecciones. Y, por supuesto, no faltan las críticas contra un presidente del PP que tiene mala imagen entre el electorado. No pocos de los que un día le eligieron desaprueban hoy su gestión. Se agria la confianza puesta en él. Sospechan que no será capaz de superar a Zapatero, al que no deja de bombardear.
Hace unos días, estalló la noticia de que el PP de la Comunidad Valenciana ha incluido en la reforma de sus Estatutos una cláusula que blinda al presidente de la Diputación de Castellón, Carlos Fabra, imputado por la posible comisión de varios delitos contra la Administración Pública y fraude fiscal. El partido de Francisco Camps ha decidido incorporar la suspensión automática de funciones y militancia sólo cuando exista una condena firme en un procedimiento penal por la comisión de un delito doloso. El texto aparece recogido en el artículo 16, apartado 6, de la normativa interna, aprobada en el XVIº Congreso del PP, cuando Rajoy fue reelegido presidente. Suspensión que sólo afecta en casos de “alarma social”. Pero, para aplicarla se exige “siempre” el acuerdo de la mayoría absoluta del Comité de Derechos y Garantías.
Los socialistas se han cansado de pedir al PP un pacto contra la corrupción urbanística que Rajoy siempre ha rechazado. Desde la sede del PP no hacen más que insistir en la “presunción de inocencia”. Explican que no quieren culpar a alguien y que luego se demuestre que es inocente. Hace tan solo unos días se podía ver al ex alcalde de Vila- real, Manuel Vilanova, dando una rueda de prensa junto a Andrea Fabra, diputada castellonense, hija de Carlos Fabra y esposa de Juan José Güemes, consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid. Vilanova, que fue condenado por un delito de prevaricación por el Supremo en 2006, abandonó su cargo municipal pero no la presidencia local del PP. Al pedir explicaciones al PP valenciano, Ricardo Costa, secretario general, afirmó que no se le pensaba expulsar porque su gestión había sido “ejemplar”. La mano derecha de Camps incidió en que las competencias de permanencia en las estructuras del partido no sólo dependen de su partido sino que también es decisión de la dirección nacional. Mientras él lanzaba de esta manera la pelota al tejado de Génova, Carlos Fabra le da a la historia otra vuelta de tuerca, argumentando que no hay sentencia firme hasta que no se pronuncia el Tribunal de Estrasburgo.
Las hojas del otoño siguen cayendo mientras Rajoy, como buen gallego que es, sigue aguantando la llovizna.
Hay estaciones para todos los gustos. Veamos que nos depara el invierno, casi siempre terrible en atentados, y siniestralidad de toda indole. En el peor de los casos algunos falleceran lentamente, sin bienestar social, sin sopa boba, sin indemnizaciones a los parientes, sin bachillerato, sin la renta minima de inserción, sin sonrisa, sin cigarrillos, sin llaves, sin vino, sin compàñia, sin salud, sin higiene, sin recuerdos.
ResponderEliminarchiflos.