El coronel García Peña, de paisano, el día del juicio en la Audiencia Pública.
El coronel García Peña, de uniforme, verde y cargado de medallas y condecoraciones.
Joan Miquel Perpinyá
Perpinyá señaló que el propio coronel Cuadri había dicho que “cada comandancia es un pequeño reino de taifas en el que el jefe hace lo que quiere”. Afirmación que calificó de “repulsiva y asquerosa”, en una democracia. Y aseguró que, sin la existencia de la AUGC, “no había la posibilidad de que esta gente respondiera penalmente de hechos presuntamente delictivos”. Perpinyá añadía que “se ha visto que cada cual hacía lo que quería” Y se preguntaba: “¿Quién nos garantiza que esto no ha pasado otras veces, como de hecho se ha oído decir en el testimonio que imputaba al coronel Cuadri?”. “Cuadri –escribe Perpigyá en su blog (jmperpinya.blogspot.com)– acusó a García Peña de que decidió no traer muebles a Palma y que vino con una mano delante y otra detrás, porque tenía la intención de comprarlos, una vez estuviera ya en la comandancia, aunque el comandante interventor le indica al menos en tres ocasiones que eso no podía hacerse”.
Perpignyá tiene curiosidad por saber si a García Peña le propondrán la separación del servicio, como a él le ocurrió, “o lo dejarán en algo menos grave, que para eso lleva tres estrellas de ocho puntas de coronel y, como dijo su defensor, ‘el coronel García Peña lleva 40 años de servicios al pie del cañón, no sesteando en las salas de oficiales ni en divanes de psicólogos buscando una baja’. Muchos de los presentes, al oír la solidez del argumento del defensor de García Peña en la sala de vistas, estuvimos a punto de poner a su nombre nuestras cuentas corrientes, las posibles herencias, los bienes muebles e inmuebles, pero luego, en los corrillos, pensamos que mejor era dejar las cosas como cada cual las tuviera, no fuera a ser que algún día le diera por echarse una siesta en la sala de oficiales”.
La Defensa de Cuadri, el letrado Rafael Perera, habló en su informe final de que todo el mundo conoce la austeridad con que viven los mandos de la Guardia Civil. “Aquí –comenta Perpinyá en su blog– por poco me echan de la sala a mí y a todos aquellos, periodistas incluidos, que no podíamos parar de reír... Lo cierto es que nadie podrá rebatir el argumento del letrado, Rafael Perera, porque es verdad que raramente oímos quejarse de su sueldo a los altos mandos de la Guardia Civil…” “Sólo somos –termina Perpinyá en un tono irónico de su escrito– los quejosos e insatisfechos miembros de las escalas inferiores quienes, habituados a la vida lujosa y opulenta que nuestras excesivas y insólitas nóminas nos permiten y casi obligan a llevar, desde que salimos de la academia hasta que nos jubilamos, llevados por un infinito afán de codicia y por una ambición desmedida y sin control, continuamente solicitamos al Gobierno que nos aumente aún más nuestras ya cuantiosísimas y suculentas nóminas para no tener que disminuir nuestro exagerado tren de vida”.
Ex secretario general de la AUGC (Asociación Unificada de la Guardia Civil), Joan Miquel Perpinyá, se personó como acusación particular en la “Causa Facturas” y evitó que la Fiscalía y los abogados defensores llegaran a algún tipo de acuerdo. Perpinyá, quien por su responsabilidad en la convocatoria de guardia civiles de uniforme en la Plaza Mayor de Madrid (enero del 2007), está suspendido de empleo y sueldo por 12 meses, aseguró a la prensa que los mandos del Instituto Armado “tienen privilegios absolutamente inexplicables en el siglo XXI”. “Han quedado patentes –decía Perpinyá, remontando a los tiempos franquistas– unos privilegios asquerosos por parte de mandos de la Guardia Civil que, cuando tienen un cambio de residencia, se destinan 4.000 euros de los impuestos de todos los ciudadanos para que les arreglen su casa”. Perpinyá reclamó “reformas integrales en un cuerpo que está muy lejos de haberse adaptado a los controles y parámetros democráticos de cualquier institución”.
Perpinyá señaló que el propio coronel Cuadri había dicho que “cada comandancia es un pequeño reino de taifas en el que el jefe hace lo que quiere”. Afirmación que calificó de “repulsiva y asquerosa”, en una democracia. Y aseguró que, sin la existencia de la AUGC, “no había la posibilidad de que esta gente respondiera penalmente de hechos presuntamente delictivos”. Perpinyá añadía que “se ha visto que cada cual hacía lo que quería” Y se preguntaba: “¿Quién nos garantiza que esto no ha pasado otras veces, como de hecho se ha oído decir en el testimonio que imputaba al coronel Cuadri?”. “Cuadri –escribe Perpigyá en su blog (jmperpinya.blogspot.com)– acusó a García Peña de que decidió no traer muebles a Palma y que vino con una mano delante y otra detrás, porque tenía la intención de comprarlos, una vez estuviera ya en la comandancia, aunque el comandante interventor le indica al menos en tres ocasiones que eso no podía hacerse”.
Perpignyá tiene curiosidad por saber si a García Peña le propondrán la separación del servicio, como a él le ocurrió, “o lo dejarán en algo menos grave, que para eso lleva tres estrellas de ocho puntas de coronel y, como dijo su defensor, ‘el coronel García Peña lleva 40 años de servicios al pie del cañón, no sesteando en las salas de oficiales ni en divanes de psicólogos buscando una baja’. Muchos de los presentes, al oír la solidez del argumento del defensor de García Peña en la sala de vistas, estuvimos a punto de poner a su nombre nuestras cuentas corrientes, las posibles herencias, los bienes muebles e inmuebles, pero luego, en los corrillos, pensamos que mejor era dejar las cosas como cada cual las tuviera, no fuera a ser que algún día le diera por echarse una siesta en la sala de oficiales”.
La Defensa de Cuadri, el letrado Rafael Perera, habló en su informe final de que todo el mundo conoce la austeridad con que viven los mandos de la Guardia Civil. “Aquí –comenta Perpinyá en su blog– por poco me echan de la sala a mí y a todos aquellos, periodistas incluidos, que no podíamos parar de reír... Lo cierto es que nadie podrá rebatir el argumento del letrado, Rafael Perera, porque es verdad que raramente oímos quejarse de su sueldo a los altos mandos de la Guardia Civil…” “Sólo somos –termina Perpinyá en un tono irónico de su escrito– los quejosos e insatisfechos miembros de las escalas inferiores quienes, habituados a la vida lujosa y opulenta que nuestras excesivas y insólitas nóminas nos permiten y casi obligan a llevar, desde que salimos de la academia hasta que nos jubilamos, llevados por un infinito afán de codicia y por una ambición desmedida y sin control, continuamente solicitamos al Gobierno que nos aumente aún más nuestras ya cuantiosísimas y suculentas nóminas para no tener que disminuir nuestro exagerado tren de vida”.
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