Rouco Varela, presidente de la Conferencia Episcopal, escandalizado por la publicidad de los "autobuses ateos".
Albert Riba, presidente de la UAL.
Albert Riba, presidente de la Unión de Ateos y Librepensadores (UAL), señala lo absurdo de este razonamiento episcopal y no entiende cómo expresar sus propias convicciones de forma clara, pero respetuosa con todos los ciudadanos, pueda ofender a la Iglesia. “En una sociedad democrática –argumenta–, la única idea verdaderamente blasfema es aquella que trata de limitar los derechos ciudadanos para impedir cualquier posible crítica contra privilegios heredados que contravienen la esencia misma del Estado democrático”. Según Riba, la nota de los obispos españoles “parte del supuesto, absolutamente ilegítimo, de que las creencias religiosas son verdades objetivas que no pueden ser cuestionadas y que, por dicho motivo, deben ser acogidas de forma acrítica por el conjunto de la sociedad civil”. Para la UAL, la libre manifestación de la opción religiosa o no religiosa de los ciudadanos en el espacio público es un derecho fundamental cuyo ejercicio no puede ser restringido por ningún tipo de censura previa… Y considera que la declaración de los obispos españoles constituye una falta de respeto que ofende gravemente a los que carecen de convicciones religiosas y difunden de forma pacífica y respetuosa sus opiniones y su modelo de convivencia en la sociedad.
Otros artículos de blogueros hablan de esta interferencia de la Iglesia en la publicidad de los autobuses. “Los derechos fundamentales –escribe Stevie en “La isla Mágica”– son iguales para creyentes, no creyentes y mortales en general. Deduzco, entonces, que la Iglesia Católica dejará de socavar los derechos fundamentales de todos aquellos que no comulgan con su doctrina y retirará de los espacios públicos todo tipo de símbolos, imágenes, iconos, espacios televisivos, radiofónicos, y por supuesto la celebración pública de sus rituales más característicos, semana santa, navidad, etcétera”.
“Por supuesto, si estuviera en manos del cárdeno caudillo, se prohibiría la circulación del bus en cada ciudad del país. Pero no sólo eso, se impondría de nuevo aquellas tradiciones que jamás se debieron perder, como las clases obligatorias de religión (católica), los cristos en las aulas, la misa en latín, los curas con sotana, las colas de los domingos en misa, las ofrendas a todas las vírgenes que son sólo una, y por encima de todo la unión de un pueblo feliz para renegar del mal encarnado en satanás. ¡¡¡Pero no sólo eso!!! Si estuviera en las garras del capitán abate, se prepararía una hoguera en cada plaza de cada ciudad, de cada villa, de cada pequeña aldea ibérica donde se quemarían, ante la extasiada mirada de todos los asistentes, a cada uno de los perros infieles que hayan osado enfrentarse públicamente a la Verdad Absoluta e Intocable que representa Dios”.
Antonio María Rouco Varela y sus afines se permiten sentirse ofendidos por unos anuncios que circulan en los autobuses madrileños que ni afirman ni niegan la existencia divina, sino que aconsejan dejar de preocuparse por la existencia de Dios e invitan a disfrutar de la vida. El cardenal arzobispo de Madrid ve el mensaje como un alejamiento de la España Católica de siempre y un “utilizar espacios públicos para hablar mal de los creyentes, lo que es un abuso que condiciona injustamente el ejercicio de la libertad religiosa”. Es la manera de reaccionar del presidente de la Conferencia Española frente al “escándalo de los autobuses ateos” Asegura el cardenal que “la fe no es fuente de preocupación insana, sino de consuelo y de libertad” y apela a las autoridades competentes para que “tutelen como es debido el derecho de los ciudadanos a no ser menospreciados y atacados en sus convicciones de fe”. Porque la libertad de expresión “debe ser tutelada y los medios no deberían ser utilizados para socavar los derechos fundamentales”. En cambio, el santo varón no tiene ningún reparo en acaparar el espacio público para imponer sus dogmas y condenar al gobierno socialista, y elogia la decisión de los responsables municipales de Roma, Milán y Zaragoza, que “han sabido compaginar la tutela de los derechos de libertad religiosa y de libertad de expresión y no han cedido espacios urbanos” para atacar el sentimiento de los creyentes.
Albert Riba, presidente de la Unión de Ateos y Librepensadores (UAL), señala lo absurdo de este razonamiento episcopal y no entiende cómo expresar sus propias convicciones de forma clara, pero respetuosa con todos los ciudadanos, pueda ofender a la Iglesia. “En una sociedad democrática –argumenta–, la única idea verdaderamente blasfema es aquella que trata de limitar los derechos ciudadanos para impedir cualquier posible crítica contra privilegios heredados que contravienen la esencia misma del Estado democrático”. Según Riba, la nota de los obispos españoles “parte del supuesto, absolutamente ilegítimo, de que las creencias religiosas son verdades objetivas que no pueden ser cuestionadas y que, por dicho motivo, deben ser acogidas de forma acrítica por el conjunto de la sociedad civil”. Para la UAL, la libre manifestación de la opción religiosa o no religiosa de los ciudadanos en el espacio público es un derecho fundamental cuyo ejercicio no puede ser restringido por ningún tipo de censura previa… Y considera que la declaración de los obispos españoles constituye una falta de respeto que ofende gravemente a los que carecen de convicciones religiosas y difunden de forma pacífica y respetuosa sus opiniones y su modelo de convivencia en la sociedad.
Otros artículos de blogueros hablan de esta interferencia de la Iglesia en la publicidad de los autobuses. “Los derechos fundamentales –escribe Stevie en “La isla Mágica”– son iguales para creyentes, no creyentes y mortales en general. Deduzco, entonces, que la Iglesia Católica dejará de socavar los derechos fundamentales de todos aquellos que no comulgan con su doctrina y retirará de los espacios públicos todo tipo de símbolos, imágenes, iconos, espacios televisivos, radiofónicos, y por supuesto la celebración pública de sus rituales más característicos, semana santa, navidad, etcétera”.
“Por supuesto, si estuviera en manos del cárdeno caudillo, se prohibiría la circulación del bus en cada ciudad del país. Pero no sólo eso, se impondría de nuevo aquellas tradiciones que jamás se debieron perder, como las clases obligatorias de religión (católica), los cristos en las aulas, la misa en latín, los curas con sotana, las colas de los domingos en misa, las ofrendas a todas las vírgenes que son sólo una, y por encima de todo la unión de un pueblo feliz para renegar del mal encarnado en satanás. ¡¡¡Pero no sólo eso!!! Si estuviera en las garras del capitán abate, se prepararía una hoguera en cada plaza de cada ciudad, de cada villa, de cada pequeña aldea ibérica donde se quemarían, ante la extasiada mirada de todos los asistentes, a cada uno de los perros infieles que hayan osado enfrentarse públicamente a la Verdad Absoluta e Intocable que representa Dios”.
La falta de adecuación a la norma constitucional y el deficit de convivencia con que se manejan esos tipos haría plausible la ilegalización de esta secta, considerada por muchos como una red internacional de pedófilos.
ResponderEliminarchiflos.
"No sé si dios existe o no, pero en caso de que exista estoy seguro de que mi duda no le molesta"
Mario Benedetti.