Cerca de un millar de asistentes abarrotaron ayer noche el auditorio Marcelino Camacho, en donde un numeroso grupo de músicos y artistas españoles y de otros países rindieron tributo al poeta-cantautor, Quintín Cabrera, fallecido hace dos semanas por complicaciones de un trasplante de pulmón y conocido por su constante defensa de las causas revolucionarias. En el homenaje póstumo, participó una veintena de intérpretes –entre ellos, Eliseo Parra, Olga Manzano, La Troupe de la Merced, Luis Pastor, Elisa Serna, Arístides Moreno, el Mecánico del Swing, Silvia Tabbush, Desakordes, Adolfo Cedrán– que hicieron patente su reconocimiento a Cabrera, “uno de los artitas más comprometido en la lucha contra la injusticia y la razón”.
El concierto, auspiciado por IU, CCOO, PCE, U. U. por la República y otros muchos organismos, se celebró bajo el cartel “Tus amigos te cantan”, y la bandera de la República fue como un justo tributo y recuerdo a quien fuera “uno de los artistas más comprometidos en la lucha contra la injusticia y la sinrazón”. Cabrera se instaló en España en 1968. Le conocí en su primera época cuando vivía en Barcelona y hablaba catalán con sus hijos y amigos. Siempre identificado con la Revolución Cubana, el autor de “Yo nací en Montevideo” (1975) admiraba a figuras de la isla como Carlos Puebla y Benny Moré y compartía ese cariño con otras de América Latina, entre ellas, Atahualpa Yupanqui y Caetano Veloso. En julio de 1967 asistió en Cuba, junto con sus compatriotas Daniel Viglietti y Aníbal Sampayo, al Primer Encuentro Internacional de la Canción Protesta, que organizó la Casa de las Américas.
Uno tras otro, los artistas que subieron al escenario no dejaron de recordar aspectos de su vida y de cantar sus letras de sus canciones, armonizadas con nuevos y frescos arreglos., haciendo su memoria actual y eterna. En efecto, Quintín, “que no dejó de dar batalla y de armarla, no en nombre de uno u otro rey, sino contra todos ellos, como buen rojo, gran republicano y tremendo solidario”, estuvo durante tres horas, en la memoria de todos. El artista había fallecido, pero no el luchador, “porque su lucha continuará, si queremos empujarla; no el poeta, porque su poesía seguirá siempre tan actual; ni el cantautor, porque su música será llevada en los corazones”.
“Qué fue de los cantautores de estos últimos treinta años? –se preguntó Luis Pastor– Unos están y no cantan, otros cantan y no están”. Los Suburbanos cantaron la última letra de Quintín. Felipe Barrio y Matías Avalos recordaron “Que vida tan diferente la mía y la suya, señor Presidente”. Arístides Moreno memoró el lado humorístico y cómico y sus hijos, Daimon y Ferrán, junto su mujer, Loles, mostraron aspectos más íntimos y humanos del artista que “dio conciertos no pagados, siempre que se lo pidieran, y si había dinero, no lo llamaban a él sino a gente más mediática. Pero lo hizo todo con mucho amor”. Su vida se resume en el amor y la revolución. El acto terminó con su canción “Prontuario criminal. Jarabe vietnamita”, cantado por todos sus amigos en el escenario y el canto de la Internacional por todo el público.
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