La Iglesia vasca se ha rebelado contra el futuro obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla Aguirre, y, por elevación, contra el estilo de Iglesia propugnado desde Madrid por el cardenal Rouco Varela y, desde Roma, por Benedicto XVI. En una iniciativa sin precedentes, 131 sacerdotes firmantes, de los que 85 son párrocos de Guipúzcoa (el 77% de la diócesis), han suscrito un documento público en el que muestran su “disconformidad” con el elegido por el Vaticano para sustituir a Juan María Uriarte. Una designación que les ha causado, según dicen, dolor y profunda inquietud y con la que no comulgan ni en el fondo ni en la forma. Los curas desaprueban radicalmente el proceso de designación, que ven como “una clara desautorización” del trabajo de la diócesis y un intento de “variar el rumbo” que, en los últimos 30 años, marcaron los obispos Setién y Uriarte. La protesta eclesial se suma a las duras críticas lanzadas contra el nuevo obispo por el PNV o Eusko Alkartasuna.
Munilla, con 44 años, fue titular de Palencia en 2006 y el obispo más joven de España. Cuatro años más tarde, el defensor de los movimientos ultra-conservadores y furibundo anti-nacionalista, parece destinado a acabar con la primacía abertzale en la Iglesia vasca. Los curas guipuzcoanos no le perdonan que, durante sus años como párroco de Zumárraga, no obedeciera las consignas de Uriarte, hasta el punto de recomendar a los jóvenes con vocación sacerdotal y religiosa que se formasen fuera de Euskadi, en seminarios conservadores como los de Toledo, Getafe o Pamplona.
Su nombramiento como obispo de San Sebastián supone un giro en la línea seguida hasta ahora por dicha diócesis, caracterizada por su doctrina eclesial y su discurso político. La designación de un prelado cercano al ala más conservadora, hace prever un cambio sustancial en la Iglesia guipuzcoana, que se ha mantenido fiel en las últimas décadas a la senda que abrió el obispo Setien, desde 1979. Tampoco se cumplen los deseos de monseñor Uriarte, que recientemente presentó su renuncia al gobierno pastoral de la diócesis vasca por motivos de edad y salud y que confiaba en que Roma optara por un sucesor menos traumático para la sociedad guipuzcoana.
Al ser anteriormente elegido obispo de Palencia, Mkinilla ya había generado mucha controversia en sus artículos y comentarios en diversos medios de comunicación. Opiniones que suscitaron respuestas críticas por parte de diversas personalidades de la clase política El diputado general del territorio, Markel Olano, ya opinó hace unos días, ante la previsible designación, que la titularidad de Munilla sería “muy negativa” para la Iglesia guipuzcoana. En su condición de cristiano, el máximo responsable del ente foral, aseguró que una “amplísima mayoría de los creyentes” de este territorio acogen la noticia con una “hondísima preocupación”.
Joxé Arregui, uno de los firmantes del comunicado de los curas vascos, denuncia que, durante sus años como sacerdote en Zumárraga, José Ignacio Munilla guardaba “fichas” de sus compañeros de presbiterio y de otros sacerdotes pertenecientes a la diócesis de Guipúzcoa. “Tal y como le consta a mucha gente que ha tenido acceso a la carpeta en el ordenador parroquial –sostiene el teólogo vasco–, en esas fichas hay clarísimos elementos de conspiración o de maniobras eclesiales un poco turbias”. Y añade que en la citada carpeta “aparecen conversaciones y escritos de los obispos más integristas de la Conferencia Episcopal Española”. Cuando Munilla fue ordenado obispo y dejó la parroquia se olvidó de ella. Más tarde, envió a una persona de su confianza “para hacer una copia de la misma y borrarla”, continúa Arregui. Sin embargo, el enviado de Munilla fue pillado “con las manos en la masa”. Desde la diócesis de Palencia, estas denuncias resultan “alucinantes”. En privado, colaboradores de Munilla constatan que el obispo “está tranquilo y seguro de la misión que se le ha encomendado”, aunque también “un poco harto” de las críticas.
Pues que vengan a la Cibeles, a manifestarse como hace todo el mundo en la España Autonómica.
ResponderEliminarYa tengo ganas de ver a los nuevos antidisturbios. Los curas serían un buen banco de pruebas.
chiflos.