Don Juan Carlos y Doña Sofía aparecieron a las siete menos seis minutos de la tarde del domingo en el pabellón Bizkaia Arena de Bilbao, en donde se disputaba la final de la Copa del Rey de Baloncesto. “La Casa Real era consciente de lo que podía pasar”, según explica Mario Hernando, director de comunicación de la liga ACB. Y pasó, tal como se esperaba, cuando el público reaccionó con pitidos, silbidos y voces de “Fuera, fuera”. Las protestas fueron tan fuertes que taparon el himno que sonaba así como el aplauso de los espectadores cercanos al palco real.
Llevaba el Rey Juan Carlos sin problemas en el campo desde el 13 de mayo del año pasado, en la final de la Copa del Rey de fútbol, cuando Athletic y C. F. Barcelona se enfrentaron en campo valenciano. En aquel encuentro en directo, TVE no ofreció imágenes del estadio del Mestalla durante la interpretación del himno nacional. En esta ocasión, sí. El Rey saludó tímidamente mientras las autoridades se afanaban en aplaudir para contrarrestar el abucheo de la mayoría de los 16.000 aficionados que abarrotaban el estadio bilbaíno. Pero la pitada sonó aún más fuerte que el himno nacional por los altavoces y, durante los primeros acordes, acortados, gran parte de aficionados vascos y catalanes sacaron a relucir sus grandes ikurriñas y senyeras y lanzaron sus gritos contra el Rey. Fue tal el abucheo que los encargados de sonido decidieron subir el volumen del himno, pero los espectadores subieron también la intensidad de los pitos y los gritos. El bochorno duró 33 segundos.
Don Juan Carlos y doña Sofía, que acudían por primera vez juntos a este evento deportivo, fueron recibidos con esa sonora pitada. Dicen que la presencia del Rey en el palco de autoridades, donde el Monarca se sentó junto al lehendakari, Patxi López, pasó bastante desapercibida, aunque hubo un momento en el que la afición baskonista se acordó de él para dedicarle el cántico: “Paga el abono, Juan Carlos paga el abono”. Lo contradictorio del caso es que, por una parte, los espectadores deseen la victoria deportiva bautizada como “Copa del Rey”, sin que nadie rechace la asistencia al partido, y, por otra, desairen tan fácilmente al Rey y provoquen estas protestas cuando están a punto de ganarla. Aunque, afortunadamente, la democracia permite que se abuchee a la Corona.
Claro que no faltan los que rechacen los abucheos. Antonio Basagoiti, presidente del PP del País Vasco, censura el “cinismo” que, a su juicio, tuvieron quienes silbaron a don Juan Carlos y doña Sofía y que luego, “cuando están a solas”, se ponen a sus órdenes, por lo que denunció que “hacen del cinismo su actividad política”. Y augura que “la próxima vez que venga el Rey, habrá más tranquilidad”. Alberto Núñez Feijóo, presidente de la Xunta, opina que los silbidos a los reyes son por parte de “una minoría que hace mucho ruido” ya que “en el País Vasco la mayoría es respetuosa con las instituciones”. Por su parte, Esperanza Aguirre califica de “absolutamente impresentables” la pitada y los abucheos. Según la presidenta de la Comunidad de Madrid, se trata de una actitud igual de reprobable que los “insultos” que recibió la pasada semana el ex presidente del Gobierno José María Aznar. En cuando a los gestos incontrolados de Aznar, Aguirre ni los mencionó.
Un náufrago ateo rodeado de tiburones en el pacifico dijo: ¡Dios mio! Acaso la blasfemia sea la mejor de las oraciones. Quienes pitaran a los reyes en la cancha de Bilbao son monarquicos sin saberlo. Sólo la indiferencia condena a los dioses.
ResponderEliminarchiflos.