En última Cumbre Iberoamericana, celebrada el pasado mes de octubre en Asunción, la Casa Real española ocultó a las autoridades paraguayas los “datos relevantes del estado de salud” del rey cuando entrega de la ficha médica de todos los mandatarios asistentes era un requisito obligatorio. La decisión fue un motivo más de cierta alarma sobre su estado de salud por más que el responsable de Comunicación de la Casa Real, Ramón Iribarren, reconociera a “El Confidencial” que La Zarzuela no los había entregado porque el equipo de facultativos que le atiende habitualmente “olvidó rellenar la ficha médica”. Iribarren seguró que el jefe del Estado “goza de un buen estado de salud, más allá de ciertas dificultades para caminar o subir escaleras”.
Las especulaciones acerca de su estado de salud se dispararon tras la intervención quirúrgica a la que fue sometido, en mayo de 2010, en el Hospital Clínico de Barcelona para extirparle un nódulo en el pulmón derecho. La operación desató las alarmas en la opinión pública ya que, apenas dos semanas antes, el Rey había pasado con total éxito, según informó La Zarzuela, su habitual chequeo anual. Un mes después, fue operado de la rodilla derecha, en la que se le implantó una prótesis para compensar el desgaste articular que padecía desde que, en 1991, sufriera una rotura de tibia mientas practicaba el esquí. A primeros de septiembre, ya fue intervenido de una rotura en el tendón de Aquiles de su pie izquierdo. Y el martes pasado apareció en un acto oficial con un fuerte hematoma en su ojo izquierdo y magulladuras en la nariz, que La Zarzuela atribuyó a “un pequeño accidente doméstico”. Según la versión oficial, el Rey se disponía a abrir una puerta del palacio cuando un ayudante hacía lo mismo en sentido contrario y le golpeó en la cara. Más sorpresa causó su cara cuando, el 7 de marzo, durante la recepción oficial en el palacio de El Pardo al presidente de Chile, Sebastián Piñera, el monarca apareció en público luciendo también un ojo morado que la Casa Real atribuyó a un “efecto óptico”.
Se me antojan que son demasiados accidentes para un jefe de Estado rodeado de tantas previsiones y más, cuando el peculiar estado real de Juan Carlos con sus problemas de salud trastocan su agenda de las últimas semanas, debiendo limitar al máximo sus viajes al extranjero, al menos los oficiales. El pasado día 7, la Casa Real informaba que suspendía su agenda de trabajo por consejo médico a causa, de una sobrecarga en su tendón de Aquiles operado. Sin embargo, el monarca viajó en esa misma fecha al Golfo Pérsico en visita privada: primero a Kuwait, invitado por el jeque Sabah al Ahmad, y luego a Emiratos Árabes para asistir al Gran Premio de Abu Dhabi de Fórmula 1.
Por eso cuando, el lunes, 22, el rey se presentaba a la prensa, al presentarse en el Palacio Real con el ojo izquierdo morado, algunos periodistas, más que sorprenderse del inusual accidente de su ojo izquierdo, producido por un golpe de una puerta, encontraran más que normal que se hubiera producido otro accidente de los que el monarca suele familiarizarse últimamente. Lo normal, en este caso, era su vital anormalidad.
Mañana. (II) El mutismo de la Casa Real.
Las especulaciones acerca de su estado de salud se dispararon tras la intervención quirúrgica a la que fue sometido, en mayo de 2010, en el Hospital Clínico de Barcelona para extirparle un nódulo en el pulmón derecho. La operación desató las alarmas en la opinión pública ya que, apenas dos semanas antes, el Rey había pasado con total éxito, según informó La Zarzuela, su habitual chequeo anual. Un mes después, fue operado de la rodilla derecha, en la que se le implantó una prótesis para compensar el desgaste articular que padecía desde que, en 1991, sufriera una rotura de tibia mientas practicaba el esquí. A primeros de septiembre, ya fue intervenido de una rotura en el tendón de Aquiles de su pie izquierdo. Y el martes pasado apareció en un acto oficial con un fuerte hematoma en su ojo izquierdo y magulladuras en la nariz, que La Zarzuela atribuyó a “un pequeño accidente doméstico”. Según la versión oficial, el Rey se disponía a abrir una puerta del palacio cuando un ayudante hacía lo mismo en sentido contrario y le golpeó en la cara. Más sorpresa causó su cara cuando, el 7 de marzo, durante la recepción oficial en el palacio de El Pardo al presidente de Chile, Sebastián Piñera, el monarca apareció en público luciendo también un ojo morado que la Casa Real atribuyó a un “efecto óptico”.
Se me antojan que son demasiados accidentes para un jefe de Estado rodeado de tantas previsiones y más, cuando el peculiar estado real de Juan Carlos con sus problemas de salud trastocan su agenda de las últimas semanas, debiendo limitar al máximo sus viajes al extranjero, al menos los oficiales. El pasado día 7, la Casa Real informaba que suspendía su agenda de trabajo por consejo médico a causa, de una sobrecarga en su tendón de Aquiles operado. Sin embargo, el monarca viajó en esa misma fecha al Golfo Pérsico en visita privada: primero a Kuwait, invitado por el jeque Sabah al Ahmad, y luego a Emiratos Árabes para asistir al Gran Premio de Abu Dhabi de Fórmula 1.
Por eso cuando, el lunes, 22, el rey se presentaba a la prensa, al presentarse en el Palacio Real con el ojo izquierdo morado, algunos periodistas, más que sorprenderse del inusual accidente de su ojo izquierdo, producido por un golpe de una puerta, encontraran más que normal que se hubiera producido otro accidente de los que el monarca suele familiarizarse últimamente. Lo normal, en este caso, era su vital anormalidad.
Mañana. (II) El mutismo de la Casa Real.
Suelen ser las puertas del servicio doméstico y acceso a las cocinas, las que pueden abrirse en un sentido u otro. Generalmente recubiertas con una chapa en la parte baja para empujar a golpe de patada, ocupadas las manos con bandejas, platos, soperas y otros enseres de las cuberterias y vajillas. El Rey probablemente entraba o salía de la cocina, pero, ¿porqué...? ¿Algo no estaba bién...? ¿No estaba caliente la sopa...? ¿El bistec no estaba suficientemente pasadito, como a el le gusta...? ¿Acaso acudía el Rey mismo por un salero, harto de que no se lo pongan en la mesa por mandato de Sofía...? Aguardamos con impaciencia e ilusión que todas estas cuestiones y otras muchas más, sean resueltas por el Sr. Tello con su brillante interpretación y manejo de las claves española-intrahistórica y sociológica-historicista.
ResponderEliminarchiflos.