Los mineros de la Marcha Negra llegaron el martes a la Puerta del Sol de Madrid entre vítores y aplausos de miles de personas que les apoyaron. Eran mineros asturianos y leoneses, de Aragón, Castilla-la Mancha y Andalucía que no se esperaban este recibimiento: “Es impresionante la cantidad de gente que hay –comentaban algunos–. Luego dicen que Madrid es un pueblo de derechas. Me parece que no. Es un pueblo obrero, verdadero. La verdad es que estamos acojonados. Hemos tenido el mismo recibimiento que tuvimos en todos los pueblos durante toda la marcha”. Tras recorrer media España a pie, los mineros llegaron al kilómetro cero de la capital. Al pasar por delante de La Moncloa, gritaron: “Esto nos pasa con un Gobierno facha”, y fueron arropados por decenas de miles de madrileños que corearon a los trabajadores del carbón: “Estos son nuestros verdaderos campeones”, “Madrid, obrero, está con los mineros”. Con las linternas del casco encendidas y con uniforme de labor, los mineros entraron en la ciudad mientras los bomberos del Ayuntamiento madrileño, uniformados y formando el cordón de seguridad que les rodeaba, se ofrecieron voluntarios para escoltar la columna hasta la Puerta del Sol. A esta marcha, se incorporaron los líderes de UGT y CCOO, Cándido Méndez e Ignacio Fernández Toxo, y representantes del PSOE como el secretario de Organización, Óscar López, el exminitro de Defensa, José Antonio Alonso, el secretario general del PSM, Tomás Gómez, Soraya Rodríguez, portavoz del PSOE en el Congreso, y su homólogo de IU, Cayo Lara. “Este pueblo sí nos quiere” respondían los mineros con el puño en alto a su entrada en la plaza”.
Miles de personas acompañaron a los mineros, la mayoría vestidos de negro y con las luces de sus cascos encendidas, a su llegada a la Puerta del Sol.
Cientos de sindicalistas, junto a sindicatos alternativos, activistas del movimiento 15-M y partidos políticos de izquierda, acompañaron a los trabajadores de las cuencas y mostraron su solidaridad a grito de: “Madrid obrero, está con los mineros” y “El pueblo unido jamás será vencido”. En el acto, en el que intervinieron varios dirigente obreros, miles de personas permanecieron en la Puerta del Sol, gritando contra el presidente Rajoy y el ministro de Industria, José Manuel Soria, como principales dianas de las proclamas. Conchi, una minera de la cuenca del Nalón, comentaba con voz dura y firme: “Yo creo que lo que tiene que tener en cuenta el Gobierno, desde mi humilde punto de vista, es que los ciudadanos no somos el enemigo, los ciudadanos somos el motor de un país. Y pretenden hacernos pagar una crisis que nosotros no hemos generado. Nosotros nos levantamos a trabajar todos los días y es lo que queremos seguir haciendo: ir a trabajar”.
Grupo de antidistubios, disparando pelotas de goma contra los manifestantes.
Al día siguiente, miércoles, y, acompañados por los líderes de los sindicatos UGT, CCOO y representantes del PSOE, medio millón de personas, según los convocantes (10.000, según la delegación del Gobierno y 7.000, según la Policía), entre las que se contaban los numerosos apoyos del 15-M, partidos de izquierda y otros movimientos sociales, se dirigieron a las once de la mañana al ministerio de Industria, Energía y Turismo, para mostrar su rechazo por las medidas tomadas frente a los mineros y evitar el cierre de las minas de carbón. Pero la manifestación convocada por los mineros para protestar por el recorte de las ayudas al sector se convirtió muy pronto en una protesta ciudadana contra las reformas y recortes del Gobierno, La marcha bloqueó la principal arteria viaria de Madrid, el paseo de la Castellana, entre la plaza de Colón y la de Cuzco, a la que preveían llegar sobre las dos de la tarde. Allí, frente a la sede del Ministerio de Industria, tratarían de que el titular del departamento, José Manuel Soria, cediera a sus demandas y aceptase negociar las ayudas al sector. Los más de 200 mineros, acompañados por familiares, sindicalistas del resto de comunidades autónomas, se colocaron al frente de la manifestación, junto con partidos y colectivos sociales. Igualmente se sumaron a la manifestación los alcaldes de las cuentas mineras asturianas, encerrados durante tres días en sus ayuntamientos. La marcha de la minería en Madrid se desarrollaba con tranquilidad y en medio de un ambiente festivo hasta que un grupo de mineros que pretendía entrar en el Ministerio, derribó las vallas metálicas encadenadas alrededor del edigicio y vigiladas por una treintena de furgonetas de los antidisturbios, parapetados tras escudos protectores. Fue el momento en que comenzaron las cargas policiales y lanzamientos cruzados de piedras y pelotas de goma, con un balance de ocho detenidos (entre ellos sólo dos mineros) y 76 personas heridas. Las cargas policiales llegaron hasta los alrededores del estadio Santiago Bernabéu, donde aparcaban los autobuses, acabando con ocho detenidos y 76 personas heridas.
Los antidisturbios provocan más disturbios y detienen a varias personas heridas.
La tensión se desbordó con los disparos de pelotas de goma a manifestantes que estaban relativamente cerca de los agentes, en lugar de rebotarlas contra el suelo. Parapetados tras sus escudos y armados hasta el cuello, los antidisturbios se agruparon en una esquina de la sede y comenzaron a grabar a los manifestantes, lo que causó las protestas de los concentrados, aumentando la tensión. Luego, la Policía cagó varias veces contra los manifestantes disparando las pelotas de goma para dispersar a los manifestantes y algunos de estos respondieron arrojándoles piedras. Muy pronto se provocó el caos, con personas contusionadas, golpes y brechas. Hubo quienes aseguraban que los policías disparaban a la cabeza, en lugar de disparar al suelo como tienen la obligación. Las cargas repentinas de los antidisturbios, con lanzamiento de pelotas eran respondidas con lanzamientos de piedras y adoquines, así como con petardos por parte de algunos asistentes. Más tarde, los mineros se fueron acercando a los aparcamientos del estadio Santiago Bernabéu, la zona donde se aparcaron los más de 500 autobuses que llegaron el martes desde las cuencas mineras para clamar por el futuro del carbón en sus localidades. Allí se produjeron los mayores altercados entre policías y manifestantes. “Han rodeado los autobuses –denunciaron los mineros– y han empezado a disparar a todo el que se encontraba por delante”. Los agentes, por su parte, defienden su actuación con el “ataque” de los manifestantes hacia ellos. Varios grupos lanzaron petardos, botellas y latas contra los agentes. Unos les llamaron “asesinos a sueldo”. “Vergüenza me daría ser policía”, gritaban otros, mientras les lanzaban decenas de plátanos para que resbalasen. Varias personas recibieron impactos en la espalda.
Las calles aledañas a Sol fueron controladas por los antidisturbios.
Sobre las 19.30 miles de personas se volvieron a concentrar en apoyo a los mineros y contra los recortes anunciados por el Gobierno en la madrileña Puerta del Sol. Dos horas más tarde ya se habían registrado varias cargas policiales y al menos nueve detenidos. Los antidisturbios volvieron a actuar violentamente contra los concentrados en la puerta del Sol. Las carreras y altercados se extendieron por el centro de Madrid hasta el barrio de Lavapiés. Varios contenedores de la zona fueron calcinados. Ni los protagonistas de la marea negra, ni los turistas que paseaban por Sol, ni los compradores que apuraban el día para disfrutar de las rebajas se libraron del encuentro con los antidisturbios. Los agentes, entraron incluso en las tiendas y bares donde la gente se había refugiado para identificar a más posibles detenidos. Los incidentes de este día terminaron con diecisiete detenidos y 76 personas heridas, según la Jefatura Superior de Policía de Madrid. Uno de los policías entró en la librería de El Corte Inglés y golpeó con la porra a dos chicas que venían de la calle. Varios contenedores de basura fueron incendiados en la calle Preciados, mientras la Policía Nacional cerraba los accesos del metro de la citada plaza, y clausuraba las salidas de El Corte Inglés, quedando algunos clientes en su interior. Con la Puerta del Sol medio llena, los manifestantes improvisaron barricadas con contenedores y cajas de cartón de los comercios de la zona, especialmente en la calle Preciados. La plaza quedó totalmente tomada por la Policía Nacional, mientras que los concentrados se dispersaban por las calles adyacentes.
Rajoy se excusa con que hace “lo único que se puede hacer”.
Pero el día no fue sólo negro para los mineros. También lo fue para los funcionarios, pensionistas, jubilados y para la gente con menos ingresos. Unos minutos después de que finalizase el pleno del Congreso del mismo día, Rajoy explicó el mayor ataque al estado del bienestar desde la llegada de la democracia, imponiendo medidas que implicaban la subida del IVA, la reducción del subsidio de desempleo, la supresión de la paga de Navidad a los funcionarios y otros impuestos siempre afectando a los más débiles y dejando intacto el dinero de los más poderosos. Lo que provocó otra concentración improvisada a las puertas del parlamento, en donde expresaron su rechazo al nuevo tijeretazo del Ejecutivo. Apenas unos minutos antes de que finalizara el pleno del Congreso, varias decenas de personas, la mayoría funcionarios descontentos se concentraron improvisadamente a las puertas del Parlamento para expresar su rechazo al nuevo tijeretazo del Ejecutivo. De hecho, el presidente del Gobierno se vio obligado a salir por la puerta de atrás del Congreso para esquivar a los concentrados. La batalla se trasladó del Parlamento a las calles.
Unas 300 personas, la mayoría funcionarios, se acercaron a la puerta principal del Congreso de los Diputados para protestar por los últimos ajustes anunciados por Mariano Rajoy.
El presidente Rajoy tuvo que esquivar a los concentrados que vieron cómo el Gobierno del PP anunciaba suprimir sus días libres y les arrebataba el derecho a percibir la paga extraordinaria de navidades. “Ahí, está, la cueva de Alí Babá”, fue uno de los gritos coreado durante la protesta, vigilada de cerca por otro fuerte dispositivo policial formado por agentes antidisturbios y policías montados. “¡Ladrones, ladrones!”, fueron otras de las protestas escuchadas. O “¡Paralización de la Administración!”. En la madrileña calle de Génova, sede general del PP, varias decenas de funcionarios de la Audiencia Nacional cortaron momentáneamente la calzada al grito de "No a los recortes. Manos arriba; esto es un atraco”. “Queremos turrón y polvorones”, reivindicaron otros, ante el anuncio de la supresión, este mismo año, de su paga extra de Navidad. “No firméis, no negociéis, no subáis”, reclamaron, por su parte, las casi 200 personas, también funcionarios públicos, que aguardaban en la sede del Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas a los miembros de la Mesa de la Función Pública, aunque los manifestantes se oponían incluso a que se produjera la reunión. “Nuestro dinero se lo dais a los banqueros”, protestaban otros o “¡Rajoy, mentiroso”.
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