El pasado 17 de agosto, un tribunal ruso declaraba culpables a las integrantes del grupo de punk “Pussy Riot”, una banda de rock feminista que denunció la falta de transparencia política, de libertad de expresión y la persecución de los opositores. Tres integrantes de este grupo fueron acusadas de “vandalismo basado en el odio religioso” por interpretar una canción protesta en la principal catedral ortodoxa de Moscú el pasado mes de febrero. Toda la acción duró sólo unos minutos y molestó mínimamente a quienes utilizaban la catedral para otros fines, en especial religiosos. La fiscalía consideró que actuaron de una manera sumamente vulgar en un lugar como aquel y que la canción interpretada era “insultande y un sacrilegio par los ortodoxos”. El juez las condenó a dos años de prisión en un centro penitenciario. Amnistía Internacional afirma que el juicio de las encausadas tuvo motivación política y que fueron enjuiciadas injustamente por una acción de protesta legítima, si bien potencialmente ofensiva. La organización considera a las tres activistas presas de conciencia, detenidas únicamente por la expresión pacífica de sus creencias. Y las acciones de solidaridad se extendieron en más de cincuenta ciudades de todo el mundo.
John Dalhuisen, director del Programa Regional para Europa y Asia Central de Amnistía Internacional considera que “las autoridades rusas deben anular la resolución judicial y poner en libertad a las integrantes de Pussy Riot de forma inmediata e incondicional. Lo que hicieron fue algo calculado y para causar un efecto de shock, y lo lograron para muchas personas. Pero, al condenarlas a dos años de cárcel, Rusia está imponiendo unos límites a la libertad de expresión equivocados”. Pussy Riot interpretó la canción protesta “Virgen María, líbranos de Putin” en la catedral de Cristo Salvador de Moscú, con las caras de las integrantes cubiertas con pasamontañas. La canción pedía a la Virgen que se hiciera feminista y desterrase a Vladimir Putin. De esta forma, criticaba la dedicación y el apoyo que mostraban a Putin algunos representantes de la iglesia ortodoxa rusa. Fue una de las diversas actuaciones organizadas como protesta contra Vladimir Putin en el periodo previo a las elecciones presidenciales de Rusia de marzo.
El juicio contra Pussy Riot comenzó el 30 de julio en el Tribunal de Distrito de Khamovnicheskii de Moscú y duró ocho días. El juez desestimó la mayoría de las peticiones del equipo de la defensa de citar a testigos. En junio, más de 200 personalidades de la cultura rusa, escritores, músicos y actores conocidos, firmaron una carta abierta de apoyo a las tres procesadas, recogiendo alrededor de 45.000 firmas más. Un grupo de creyentes ortodoxos envió una carta abierta al patriarca Cirilo, dirigente de la iglesia ortodoxa rusa, pidiendo clemencia para las tres detenidas. Y, en agosto, un grupo de abogados publicó otra carta en la que afirmaban que las acciones de las tres mujeres no podían considerarse delito y que formular cargos contra ellas vulneraba las leyes rusas.
Dos miembras de Pussy Riot abandonaron su país, bajo el temor de ser perseguidas por el proceso. Amnistía Internacional lleva a cabo una campaña en favor de las prisioneras, consideradas presas de conciencia. Curiosamente, las estrellas musicales rusas más importantes han optado por el silencio. No quieren poner en peligro su principal fuente de ingresos provenientes de conciertos privados para millonarios y actuaciones en la televisión. Pero un centenar largo de artistas rusos (escritores, actrores y músicos) han firmado una carta pidiendo la libertad de las tres condenadas del grupo Pussy Riot. Aún quedan una docena de mienbros del grupo activo que se ha convertido en un gran colectivo.
John Dalhuisen, director del Programa Regional para Europa y Asia Central de Amnistía Internacional considera que “las autoridades rusas deben anular la resolución judicial y poner en libertad a las integrantes de Pussy Riot de forma inmediata e incondicional. Lo que hicieron fue algo calculado y para causar un efecto de shock, y lo lograron para muchas personas. Pero, al condenarlas a dos años de cárcel, Rusia está imponiendo unos límites a la libertad de expresión equivocados”. Pussy Riot interpretó la canción protesta “Virgen María, líbranos de Putin” en la catedral de Cristo Salvador de Moscú, con las caras de las integrantes cubiertas con pasamontañas. La canción pedía a la Virgen que se hiciera feminista y desterrase a Vladimir Putin. De esta forma, criticaba la dedicación y el apoyo que mostraban a Putin algunos representantes de la iglesia ortodoxa rusa. Fue una de las diversas actuaciones organizadas como protesta contra Vladimir Putin en el periodo previo a las elecciones presidenciales de Rusia de marzo.
El juicio contra Pussy Riot comenzó el 30 de julio en el Tribunal de Distrito de Khamovnicheskii de Moscú y duró ocho días. El juez desestimó la mayoría de las peticiones del equipo de la defensa de citar a testigos. En junio, más de 200 personalidades de la cultura rusa, escritores, músicos y actores conocidos, firmaron una carta abierta de apoyo a las tres procesadas, recogiendo alrededor de 45.000 firmas más. Un grupo de creyentes ortodoxos envió una carta abierta al patriarca Cirilo, dirigente de la iglesia ortodoxa rusa, pidiendo clemencia para las tres detenidas. Y, en agosto, un grupo de abogados publicó otra carta en la que afirmaban que las acciones de las tres mujeres no podían considerarse delito y que formular cargos contra ellas vulneraba las leyes rusas.
Dos miembras de Pussy Riot abandonaron su país, bajo el temor de ser perseguidas por el proceso. Amnistía Internacional lleva a cabo una campaña en favor de las prisioneras, consideradas presas de conciencia. Curiosamente, las estrellas musicales rusas más importantes han optado por el silencio. No quieren poner en peligro su principal fuente de ingresos provenientes de conciertos privados para millonarios y actuaciones en la televisión. Pero un centenar largo de artistas rusos (escritores, actrores y músicos) han firmado una carta pidiendo la libertad de las tres condenadas del grupo Pussy Riot. Aún quedan una docena de mienbros del grupo activo que se ha convertido en un gran colectivo.
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