El miércoles pasado, un día después de la muerte de Santiago Carrillo, Julio Anguita, como si quisiera contraprogramar el entierro del histórico comunista, presentaba en Córdoba el movimiento “Frente Cívico. Somos mayoría”. Con él, Anguita espera aglutinar a los ciudadanos afectados por la crisis. Dice que “los partidos han envejecido” y que “todo el andamiaje de la Transición se ha venido abajo”, por lo que propone un nuevo sistema electoral o una nueva concepción de partidos políticos y elude utilizar las palabras derecha e izquierda. Piensa que la izquierda en España es “tímida, timorata y también ha envejecido. Ha caído en la rutina, está esclerotizada. Todo es perfectamente empeorable, hasta que surja nuevamente la caridad de los conventos, que el mercado lo solucione todo, que la gente con dinero tenga guardias personales, como en la Edad Media, porque la Policía oficial ya no sirve… Estamos mentalmente llegando. La gente, a veces, lo dice y no se está dando cuenta de lo que está diciendo. La están conduciendo a que lo diga. Aparte de que el Frente Cívico tendrá su propio discurso, yo voy a decir el mío. Nunca he ofrecido nada. Esto es un puesto de lucha: ven. Sin más alharacas y sin más lenguaje florido”.
Anguita dejó de ser coordinador general de IU a finales de octubre del 2000, en una asamblea. Convocó a los medios de comunicación a una rueda de prensa y dijo: “En dos años, voy a estar callado”. Y cumplió. Cambió de trinchera, pero no de lucha. “En mi vida –recuerda– siempre he tenido que dimitir antes. Dimití de alcalde, tuve que dimitir de presidente de IU-CA, y, antes, de coordinador de IU. De la misma manera, tuve que ir siempre apagando fuegos. Mi vida ha sido una permanente tensión y eso, después, lo va a pagar la salud. Pero bueno…”
Anguita cree que, en España, ha faltado el siglo de la razón. “Hemos sido un país de consignas, de grandes sentimientos, de emotividades. Muy poco de razón. Somos un país que no tiene miedo a ponerse delante de un toro pero ve un libro y se echa a temblar”. No quiere giros mesiánicos en su discurso. Y precisa que se trata de “evitar salvadores”. “Estamos en un momento de excepción –destaca–, afrontamos una crisis de sistema, que ha llevado a una situación de emergencia no conocida en la historia de España y para la que no existe salida”. Está muy preocupado por la deuda pública, “impagable”, a su juicio: “Cuatro billones de euros no hay quien los pague y es imposible crecer económicamente y crear empleo”. Tampoco ve muy claro que, con una economía deprimida, se pueda crecer y crear empleo. “El elemento más dramático de la crisis es que el 57% de los jóvenes no tiene horizonte de trabajo, y eso es que un país se acaba”. El problema de esta mayoría social, según Anguita, es que existe, “pero no para sí, pues no está homogeneizada y hay enfrentamientos, tensiones, visiones ideológicas y votantes distintas”. Y añade: “La mayoría no está unida, y, aunque sí hay unas minorías más activas, también hay una inmensa mayoría que está en su casa”. Anguita critica cómo los partidos se han convertido “en maquinas electorales” y ya no queda nada del concepto de las formaciones políticas. “Antes, los partidos se articulaban en torno a ideologías, valores, gente que pensaban lo mismo, y ahora, no”, añade. Considera que la situación de España es de “extrema excepción”. Y sostiene que más de 20.000 personas respaldan su Frente Cívico, una iniciativa popular sin carnés ni mesas de convergencia o alianzas, que pretende reconquistar los derechos sociales.
Anguita cree que, en España, ha faltado el siglo de la razón. “Hemos sido un país de consignas, de grandes sentimientos, de emotividades. Muy poco de razón. Somos un país que no tiene miedo a ponerse delante de un toro pero ve un libro y se echa a temblar”. No quiere giros mesiánicos en su discurso. Y precisa que se trata de “evitar salvadores”. “Estamos en un momento de excepción –destaca–, afrontamos una crisis de sistema, que ha llevado a una situación de emergencia no conocida en la historia de España y para la que no existe salida”. Está muy preocupado por la deuda pública, “impagable”, a su juicio: “Cuatro billones de euros no hay quien los pague y es imposible crecer económicamente y crear empleo”. Tampoco ve muy claro que, con una economía deprimida, se pueda crecer y crear empleo. “El elemento más dramático de la crisis es que el 57% de los jóvenes no tiene horizonte de trabajo, y eso es que un país se acaba”. El problema de esta mayoría social, según Anguita, es que existe, “pero no para sí, pues no está homogeneizada y hay enfrentamientos, tensiones, visiones ideológicas y votantes distintas”. Y añade: “La mayoría no está unida, y, aunque sí hay unas minorías más activas, también hay una inmensa mayoría que está en su casa”. Anguita critica cómo los partidos se han convertido “en maquinas electorales” y ya no queda nada del concepto de las formaciones políticas. “Antes, los partidos se articulaban en torno a ideologías, valores, gente que pensaban lo mismo, y ahora, no”, añade. Considera que la situación de España es de “extrema excepción”. Y sostiene que más de 20.000 personas respaldan su Frente Cívico, una iniciativa popular sin carnés ni mesas de convergencia o alianzas, que pretende reconquistar los derechos sociales.
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