Fotomontaje de El Ventano.
“Soy un toro bravo –ha declarado el ministro de cultura, José Ignacio Wert– me crezco con el castigo”. A Wert en realidad le gustaría ser torero –escribe en su web Carlos Carnicero, bajo el título “Del paseíllo al desolladero–. Pero se ha equivocado de analogía, aunque ha acertado en sus expectativas de futuro. Salió al ruedo con aires pretenciosos y retadores, como ocurre con los toros. Ya ha recibido banderillas y está siendo picado, aunque se ha llevado por delante los sueños de muchos ciudadanos. Pero no le espera más que uno o varios pinchazos profundos en la espalda y el descabello. Aunque puede que le corten algunas oreja, e incluso el rabo, pero no para darle gloria sino para regocijo de muchos ciudadanos. El narcisismo tiene siempre algo de ridículo. Es un exhibicionismo que termina por ser agotador incluso en el más brillante de los payasos... Cuando salga del Gobierno volverá al ostracismo político. Y no falta mucho porque sus provocaciones alimentan una indignación sobrevenida que debe caer sobre las espaldas de Rajoy. Porque, que nadie se engañe, Wert es un asesino de nuestro estado de bienestar que trabaja como vicario, por encargo”.
Es uno de los muchos artículos escritos sobre Wert en la prensa diaria. En otro, Jorge M. Reverte dice en El País del conocido bombero torero: “El bombero torero era el jefe del espectáculo que recorría los pueblos de España hasta no hace demasiado tiempo. Iba armado de una manguera, que le servía para tirar a los enanos al suelo y para desviar la atención de los animales cuando procediera. O sea, que templaba y mandaba, como los toreros de verdad, aunque por otros procedimientos. El objetivo de la fiesta era, por supuesto, hacer que el público se desternillara. Mariano Rajoy ha debido ser testigo alguna vez de aquel espectáculo. Y puede ser que quiera emular el espíritu del bombero, enviando a algunos de sus ministros para hacer de enanos provocadores. Por ejemplo, el ministro del Interior, al que envía a provocar a la vaquilla catalana con unos informes policiales que no tienen autor…, el ministro de Hacienda, que amaga con sacar unos miles de millones a los defraudadores y, como no le sale bien, se engancha oportunamente al enchironamiento de un chorizo disfrazado de empresario, y dice que el experimento ha valido la pena. O el de Justicia, Ruiz Gallardón, que fustiga a la vaquilla de los desposeídos poniendo unas tasas judiciales disparatadas que sirven para disuadir a cualquiera de, por ejemplo, denunciar a un tipo que les ha vendido acciones preferentes de Bankia aprovechándose de que no saben leer bien. Y qué decir del ministro José Ignacio Wert. Qué gracioso con todas las cosas que se le ocurren por salvar a España, a su cine o a la lengua. No digamos a la religión católica, a la que defiende con un entusiasmo que no habría soñado el cardenal Rouco Varela. Wert puede conseguir, él solito, que Artur Mas se reponga del repaso de las urnas…
“Lo que pasa es que Mariano Rajoy no tiene la misma gracia que el bombero torero, y sus enanos carecen de la dignidad de los de antes… La tarea del bombero torero se está complicando. Ni los más cerrados entre los paseantes de la calle de Goya de Madrid o entre los clientes del Samborn’s de Barcelona pueden maquear de gobierno. El bombero torero tiene, como les gusta decir a todos los políticos ganadores, la legitimidad que le han dado las urnas. Pero su juego de bromitas y manguerazos ha llegado al final. Los enanos que ha sacado a la plaza están magullados, y las vaquillas embravecidas por tanto castigo. Lo peor es que es un profesional, y va a intentar que el espectáculo dure hasta el final, hasta lo que estaba pactado con el respetable, que ya no se ríe nada, que le está cubriendo el ruedo no de almohadillas, porque no las hay, sino de sillas de tijera. Esperemos que tarde mucho en sacar al ruedo al ministro de Defensa”.
Mañana, el bombero torero se enfrentará, a una maratoniana jornada parlamentaria relacionada con la Ley Orgánica de Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE), que comenzará con la sesión de control al Gobierno. José Ignacio Wert deberá responder a una batería de preguntas parlamentarias y una interpelación. Posteriormente, el ministro comparecerá en la Comisión de Educación, Cultura y Deporte, a petición propia y de la propia Comisión. El espectáculo de Wert enfrentado a los parlamentarios de la oposición promete un miércoles entretenido y hasta humorístico por sus inesperadas salidas ante la batería de preguntas, interpelaciones y comparecencias por la LOMCE (Ley Orgánica de Mejora de la Calidad Educativa).
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