martes, 29 de enero de 2013

¿Una infanta en el banquillo?

El rey Juan Carlos con Iñaki Urdangarin y Cristina de Borbón, en Barcelona, el 23 de mayo de 2009.


Iñaki Urdangarin, en Palma de Mallora, frente al Palacio de Justicia.

“¿Una infanta en el banquillo? –se pregunta Arturo González en Público.es–. “No sería grato que ocurriera, aunque no es temerario afirmarlo en razón de la nueva imputación contra Iñaki Urdangarin por dos delitos de fraude fiscal cometidos a través de Nóos cuyo capital se reparten al 50% entre el referido imputado y la esposa, la infanta doña Cristina... Pues, por muy al margen que estuviera en la práctica de las andanzas de su marido, no cabe la menor duda que tuvo que firmar escrituras, transferencias y declaraciones a Hacienda. Si a esto añadimos la actuación eficiente del asesor real de las infantas, nos encontramos ante un inevitable aprieto procesal, ante una situación de máxima incomodidad familiar y pública frente el pueblo español… No en vano, el Rey afirmó la necesidad de que la ley sea igual para todos… Es sabido que la justicia, con sus torpes vaivenes, no está bien valorada por los españoles. Sin embargo, estimo que, n el presente caso, una actuación justa, lógica y garantista haría subir el aprecio hacia este poder del Estado, entendiendo el mismo no solo como tal, sino como servicio público a favor de los ciudadanos”.

Recordemos que la infanta Cristina de Borbón animó, en 2002, a Iñaki Urdangarín a crear el Instituto Nóos porque le veía profesionalmente “frustrado” cuando trabajaba en la empresa de marketing deportivo Octagon S. L., con un salario de 210.000 euros anuales. Así figura en uno de los correos electrónicos que el exsocio del duque de Palma, Diego Torres, entregara al juez instructor del caso Urdangarín. El 11 de diciembre del 2002, el yerno de don Juan Carlos confesaba a Iñaki de Mujica, un íntimo amigo: “Mi frustración va en aumento”. Urdangarín asegura en ese correo electrónico que una de las razones de su malestar es que los responsables de Octagon S. L. “piensan que yo soy el abrepuertas de la compañía”, dando a entender que la empresa utilizaba su vinculación familiar a la Casa Real como tarjeta de presentación para hacer negocios.”Desnudo ante ti mi estado y mi alma. La consultoría es muy solitaria; hoy me siento solo en la empresa”, prosigue el duque de Palma. “Cristina vive como yo mi frustración. Una vez más se pone mi camiseta y me anima”. Y añade: “Dos personas de común admiración por parte de Cristina y mía lo ven claro, y de manera razonada piensan que el mundo está hecho para valientes”.

El exjugador internacional de balonmano explica que cuenta con el apoyo incondicional de la infanta Cristina para romper su relación con Octagon S. L. y crear “una empresa propia entre Diego y yo”. Se refiere a Diego Torres, quien, pocos meses después, se convierte en su socio y vicepresidente del Instituto Nóos. “Me encuentro en una situación donde me piden cuentas a corto plazo de una inversión de crecimiento a largo”, se lamenta. “Choco con formas de actuar muy personalistas. Es una empresa familiar donde los dos presidentes llevan la compañía desde un modelo de gestión soberanista, autosuficiente y poco permeable”. Ante tanta “frustración” profesional, Urdangarín llega a una conclusión: “Quiero ser mi propio jefe. No puedo ocultar mi embriaguez ante un reto. Tengo fuerza y ese punto de valentía que me permite pensar en saltar el precipicio”. Urdangarin reconoce al grupo de colaboradores “que han sido colaboradores y profesores míos de Esade en el área de Política de Empresa. He descubierto que rodeado de buena gente, crezco. Podrás pensar que no los conozco, pero tengo buen feeling”.

Diez años después, los dos antiguos socios del Instituto Nóos se declaran la guerra ante el juzgado que lleva el caso. La Casa del Rey, dando un nuevo paso para renovar y reforzar su mensaje de diciembre de 2011, cuando aparta a Urdangarin de toda actividad institucional por su conducta “no ejemplar”, no duda en eliminar la sección personal del Duque de Palma de la web de la institución, lo mismo que ocurrió con Marichalar, ex esposo de la infanta Elena, quien, además, lo desahuciaron del Museo de Cera. No así las infantas Elena y Cristina, quienes siguen en la web real. Y esta última, al contrario de su marido, sigue sin ser imputada.



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