María Isabel Chorobik de Mariani, Chicha, fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo.
El papa Francisco habla con Estela de Carlotto y Juan Cabandié, el miércoles pasado, en la plaza de Sant Pedro.
María
Isabel Chorobik de Mariani, “Chicha, viuda del director de orquesta argentino, Enrique José Mariani,
es una activista de derechos
humanos en la Argentina, fundadora y segunda presidenta de la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo. Chicha
de Mariani, recuerda cómo, en 1977, un cura le animó a dejar de buscar a su
nieta, Clara Anahi, “porque estaba muy bien donde estaba en ese momento, con
gente de mucho poder”. Chicha lleva 36
años buscándola y ha aportado pruebas fundamentales para juzgar a los
responsables de la última dictadura militar argentina. En una entrevista con
Cecilia Valdez, Chicha precisa que, en su carrera de obstáculos, destaca el
oscurantismo de la Iglesia
y que Jorge Bergoglio, el actual papa Francisco, tuvo un papel oscuro en este proceso. A petición de la Fiscalía y de la asociación
Abuelas de Plaza de Mayo, Bergoglio fue llamado como testigo, para que
declarase sobre la apropiación por parte de los militares de los bebés que
nacían en cautiverio durante la dictadura y pidió dar su declaración por
escrito.
"Mi experiencia en la iglesia católica –reconoce Chicha de Mariani– es penosísima, porque, aunque no iba a la iglesia, siempre llevé en los genes el catolicismo de los polacos. Pero, cuando llegó esta tremenda tragedia de la desaparición y muerte de tantas personas en Argentina, recurrí a la iglesia, como tanta gente, y allí tuve la desgracia de encontrarme con las puertas cerradas. Monseñor Montes, por ejemplo, que era obispo auxiliar dela Catedral de La Plata , me recibió con
muchísimo afecto porque conocía a mi hijo y a mi nuera que se habían preparado
con él para su boda. Me dijo entonces que volviera, que iba a conseguir
noticias de la niña, y cuando volví me dijo que no me molestara y que dejara
de buscar a la criatura porque estaba muy bien donde estaba en ese momento,
con gente de mucho poder. Y como me puse a llorar a gritos, diciéndole que
estaba hablando de mi nieta, se puso de pie, me señaló la puerta y me echó de
la catedral. Una experiencia similar tuve con Monseñor Grasselli, de la
capilla Stella Maris de la marina y otros obispos y sacerdotes a lo largo de
estos 36 años de búsqueda.
"Mi experiencia en la iglesia católica –reconoce Chicha de Mariani– es penosísima, porque, aunque no iba a la iglesia, siempre llevé en los genes el catolicismo de los polacos. Pero, cuando llegó esta tremenda tragedia de la desaparición y muerte de tantas personas en Argentina, recurrí a la iglesia, como tanta gente, y allí tuve la desgracia de encontrarme con las puertas cerradas. Monseñor Montes, por ejemplo, que era obispo auxiliar de
Según De Mariani, la iglesia católica sabía
perfectamente lo que pasaba con los niños que entregaban y que nacían en
cautiverio. Y confirma que complementaban
la tarea de los militares. Asegura que Berglogio hubiera sido para ella muy
distinto si no conociera la historia de la Iglesia en la dictadura. “No espero nada de él
porque jamás olvidaré el rechazo de la Iglesia a tantas peticiones recibidas de madres y
abuelas pidiendo saber de sus hijos”. Recuerda las gestiones que realizó Alicia
de la Cuadra ,
otra de las Abuelas de la Plaza
de Mayo. “Me contó los trámites que estaban haciendo con los jesuitas, quienes
en el pasado habían recibido muy importantes donaciones (estancias, casas,
etc.) de la familia De la
Cuadra. Habían recurrido a los jesuitas, al padre Arrupe, quien
los derivó a Bergoglio. Justamente, el día que el señor De la Cuadra llevaba la carta de
Bergoglio a Monseñor Picchi en la sede del episcopado platense, yo estaba
esperando que me recibiera el mismo Monseñor y el señor De la Cuadra me habló muy esperanzado
de la búsqueda de su pequeña nieta… Como era de esperar, no hubo ningún
resultado de todo ese trámite. De manera que, para mí, Bergoglio es un hombre
de la Iglesia
y se comportó como tal”.
Las estrategias y maneras de proceder de Chicha de Mariano han sido siempre las mismas: averiguar y leer lo máximo posible de todo, no perderse ninguna publicación importante, recibir todas las denuncias sobre niños, archivarlas y ponerlas en orden. Reconoce que “fuimos estúpidamente a España a pedir ayuda y comprensión, a pedir lo que ellos mismos no habían solucionado”… “Ay! Mira –reconoce a Valdez–, yo lloro muy poco. Traté de tragarme las lágrimas y trabajar, trabajar y trabajar. Pero lloré de rabia y de vergüenza cuando supe que había esa cantidad de niños desaparecidos desde la época de Franco. Me desarmé porque hemos ido tantas veces a España a pedir ayuda y comprensión, una ayuda que sólo nos dio Baltasar Garzón. Y ver que hemos estado allí tan estúpidamente ignorantes, que íbamos a pedir lo que ellos mismos no habían solucionado y que son como 30.000. Me puse a llorar y ese día lloré de vergüenza y de bronca porque puedan suceder cosas así. Porque entonces, ¿en qué crees?
Las estrategias y maneras de proceder de Chicha de Mariano han sido siempre las mismas: averiguar y leer lo máximo posible de todo, no perderse ninguna publicación importante, recibir todas las denuncias sobre niños, archivarlas y ponerlas en orden. Reconoce que “fuimos estúpidamente a España a pedir ayuda y comprensión, a pedir lo que ellos mismos no habían solucionado”… “Ay! Mira –reconoce a Valdez–, yo lloro muy poco. Traté de tragarme las lágrimas y trabajar, trabajar y trabajar. Pero lloré de rabia y de vergüenza cuando supe que había esa cantidad de niños desaparecidos desde la época de Franco. Me desarmé porque hemos ido tantas veces a España a pedir ayuda y comprensión, una ayuda que sólo nos dio Baltasar Garzón. Y ver que hemos estado allí tan estúpidamente ignorantes, que íbamos a pedir lo que ellos mismos no habían solucionado y que son como 30.000. Me puse a llorar y ese día lloré de vergüenza y de bronca porque puedan suceder cosas así. Porque entonces, ¿en qué crees?
Sin embargo, Estela de Carlloto, presidenta de
las Abuelas de Plaza de mayo, pidió hace unos días ver al papa y éste le citó
el pasado miércoles en una audiencia
general en la plaza de San Pedro junto con otras 100.000 personas. Pero
Francisco se acercó a ella y hablaron durante dos minutos. Carlotto le entregó
una carta pidiéndole que abriera los archivos de la iglesia de argentina y del
Vaticano para ver si había información de sus hijos desaparecidos y nietos
robados (aún hay 400 sin identificar). También le rogó que advirtiera a los
miembros de la iglesia sobre el “pecado” de ocultar información sobre
“secuestros, asesinatos y robos de bebés perpetrados por el terrorismo de
Estado”. La respuesta del papa fue: “Cuenten conmigo, estoy a su disposición”.
Y Carlotto quedó conforme. Veremos en qué quedan sus palabras.
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