Brendan McMonigal (a la izquierda) junto a su director de tesis. Crédito de
la fotografía: University of Sydney.
Alberto Sicilia escribe en Principia Marsupia
(Público.es) un artículo así titulado, en el que recuerda que los que le leen
con frecuencia saben que pelea una particular cruzada personal desde su blog
para demostrar que los científicos también tienen sentido del humor. “Puede que los
investigadores seamos feos, tímidos, hipócritas, vanidosos, impacientes,
obsesivos, rencorosos y egoístas –continúa recordando–. En general somos
también muy malos en la cama. Pero tenemos sentido del humor.
“En entradas anteriores os hemos presentado a Tim
Blais, el físico que explica la teoría
de cuerdas a ritmo de Freddie Mercury, nos ha visitado Kate
McAlpine, la investigadora que le compuso
un rap al bosón de Higgs y hemos explicado la multitud de chistes
matemáticos escondidos en los Simpsons. Hoy tengo el honor de
presentaros a Brendan McMonigal, un estudiante de doctorado en el
Departamento de Física de la Universidad de Sydney, que propuso
matrimonio a su novia a través de un artículo científico. El estudio se titula “Interacciones
a dos cuerpos: un estudio longitudinal” y podéis leerlo completo al final
de este post. La sinopsis dice así: “En este trabajo estudiamos la
interacción de dos cuerpos a lo largo de un periodo extendido en el tiempo, en
una variedad de lugares y rodeados de numerosos de cuerpos adicionales. En una
fase posterior del estudio realizamos tests complementarios. Finalizamos
proponiendo la continuación indefinida de este experimento”.
“McMonigal incluye también el siguiente gráfico FELICIDAD
EN FUNCIÓN DEL TIEMPO
“El resultado de nuestro estudio queda reflejado en la Figura 1 y muestra que, con
un alto grado de confianza matemática, la felicidad proyectada es una función
creciente con el tiempo. Teniendo en cuenta esta conclusión, el autor propone a
Christie [apellido] la continuación indefinida del estudio.”
“¿Y esta chanza le funcionó al
bueno de Brendan?, os preguntaréis. Pues sí, la historia tiene final feliz. Pero
claro, resulta que Christie, su novia, también se dedica a la física teórica.
Los científicos no destacaremos por nuestra valentía. Pero tenemos sentido del
humor”.
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