“España busca héroes y los héroes no existen
–escribía David Trueba el pasado domingo en su columna de El País que suelo leer habitualmente–.
Siempre son un malentendido… Los cientos de miles que salieron a aclamar a los
novios en la boda de la infanta en Barcelona, algunos años atrás, también
confundían folclore con admiración. Buscaban héroes de foto, ideales de
perfección, y se encontraron otra cosa. A lo mejor hasta se encontraron a ellos
mismos, con su declaración de renta fraudulenta amparada en que todos lo hacen,
¿no? …Un país que espera a la lotería para fundamentar su entusiasmo señala
hacia el camino más corto y menos costoso para lograr sus sueños. Obsesionados
como andamos por el éxito y el triunfo, nos importan bastante poco las maneras
y el proceso para alcanzarlo, siempre que no te pillen. Los medios tienen una
curiosa responsabilidad, porque no saben retratar la normalidad”.
El mismo día, este columnista, director de cine y
guionista, arrasaba en la 28ª edición de los Goya con “Vivir es fácil con los
ojos cerrados” Mejor película, dirección, guión original, actor (Javier Cámara)
actriz revelación (Natalia de Molina) y música original. En resumen, que no
tuvo más remedio que reconocer que su suerte había cambiado. “Se me acabó esto
tan bonito de ser un perdedor –declaraba–, con lo cómodo que es”. Y supo ganar
con la misma sencillez con la que, años antes, había sabido perder. “Siempre he
sido muy buen participante. Un año te toca a ti; otro, no. Formas parte del
mismo juego: alguien tiene que perder para que uno gane”. De todas formas,
reconoce lo comentado por Thomas
Bemhardt: “Que te den un premio es como que te caguen en la cabeza”. Y advierte
que hay que tener cuidado, “porque los premios tienen un componente de
sumisión, de domesticación. No es que me considere una persona sin domesticar,
pero sí que hay que sacarlos rápido de tu vida”.
La autenticidad y sencillez de este personaje que
navega entre columnas de periódico,
guiones y dirección de películas, compagina con su generosidad, pensando en
regalar uno de los Goyas a Juan Carrión, el profesor de inglés que fue a un
rodaje en Almería en los sesenta para conocer a John Lennon y cuya historia
narra su película, y dedicando el premio a los periodistas. “Primero, porque es
mi profesión. Luego, porque sois los últimos en iros. ¿Cómo no vais a formar
parte de este oficio? Y también porque creo que los medios de comunicación
están pasando un momento malo en lo empresarial, muy parecido al de la industria
del cine”.
Comenta el grave error político cometido por el
ministro de ministro de Cultura que se ausentara de los Goya con “problemas de
agenda” y habla de la relajación del PP. “El cine –comenta– no está en su
contra. No es lo que ellos creen; es muy plural y hay mucha gente, de
izquierdas y de derechas. Somos una industria que da trabajo, riqueza y visión
exterior”. Pero reconoce también que es una industria en agonía y que “hacer
cine en España, hoy día, no es solo heroico, sino realista. Cada vez hay menos
rodajes, menos salas y menos taquilla”. Por mi parte, he decidido algo inusual
en mis costumbres marginales. Voy a hacer una excepción en mi vida casi de anacoreta
y un día de estos asistiré con los ojos bien abiertos a la proyección de “Vivir
es fácil con los ojos cerrados”.
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