En las terrazas vaticanas, la polémica fiesta que enojó al Papa Fracisco.
El pasado 27 de
abril, mientras 800.000 personas atestaban las calles de Roma para asistir a la
canonización de Juan Pablo II y Juan XXIII, 150 elegidos celebraban un lujoso
convite a poca distancia de donde el pontífice de origen argentino oficiaba
misa. Era en la azotea de la prefectura que preside el cardenal Versaldi, presidente
de la prefectura vaticana de Asuntos Económicos, junto a la plaza de San Pedro,
donde importantes empresarios, influyentes periodistas y religiosos ajenos a la
austeridad de Francisco, departían animadamente y degustaban un catering
cuya factura ascendió a 18.000 euros. Versaldi esgrime a su favor que, al
menos, el dinero no salió de las arcas vaticanas, sino de dos empresas
privadas, una aseguradora y una petrolera. Aunque, tal vez, la primera opción
hubiera sido más conveniente ante los interrogantes que plantea la segunda. El
cardenal ha responsabilizado a una subalterna, quien, para más inri, forma
parte de la comisión encargada de reformar las finanzas de la Santa Sede. El Papa
Francisco, que ya ha destituido al obispo alemán de Limburgo por gastarse 30
millones de euros en la reforma de su residencia y que no oculta su descontento
con el cardenal Tarcisio Bertone, quien pretende retirarse en un ático de 350 metros en el mismo
Vaticano, es el mismo que renunció a instalarse en el palacio del Vaticano,
prefiriendo vivir en la habitación 201 de la residencia
de Santa Marta, almorzar en un comedor comunitario y pasear entre la multitud por la misma plaza de
San Pedro.
La “organizadora” de la fiesta fue Francesca
Chaouqui, relaciones públicas asesora de Francisco que también forma parte de la Comisión para la
reorganización de las oficinas económicas y administrativas del Vaticano, y que
ha desmentido que esté detrás de este evento. El Papa Francisco,
según el semanario italiano,”L’Espresso”, mostró su malestar por el gasto
ofrecido en la Ciudad
del Vaticano durante las canonizaciones de Juan Pablo II y Juan XXIII. El
diario adelanta en su edición digital una serie de imágenes en las que aparecen
cerca de 150 invitados en la azotea del edificio de la Prefectura para los
Asuntos Económicos, donde disfrutaron de una fiesta y catering
al término de la ceremonia de canonización. Además, añade que, posteriormente,
se celebró una eucaristía en la que se dio la Comunión dentro de uno de los vasos del
catering, hecho que tampoco ha sido del agrado del Pontífice. Entre los
invitados figuran conocidos periodistas italianos, como Bruno Vespa
o Maria Latilla;
personalidades políticas, como Marco Carrai, colaborador y brazo derecho del
primer ministro Matteo Renzi; o el presidente del banco vaticano, el IOR,
Ernst von Freyberg. El diario también indica que la invitación fue enviada en
nombre de la Prefectura
y que, en la misma, constan los nombres de dos de los patrocinadores de la
fiesta: el seguro médico Assidai, que aportó 13.000 euros para las sillas y
estructuras de madera en las que estuvieron los invitados; y la petrolera
italiana Medoilgas,
que financió los 5.000 euros restantes en concepto de 'buffet'.
Chaouqui asegura
que se trata de noticias para “desacreditarla” a ojos del pontífice, pero el
semanario publica algunos mensajes de la asesora en los que agradece su
colaboración a los patrocinadores. “Como muchos de
vosotros, yo también me he quedado sorprendido
e indignado por esta mezcla (entre lo mundano y lo religioso)”,
se defendió. “He iniciado inmediatamente la búsqueda de una respuesta que
todavía está en curso y he informado a todas las autoridades superiores para
intentar encontrar al responsable de
todo esto, que choca con el
espíritu de una canonización y, sobre todo, con el estilo que el papa
Francisco quiso dar a esta celebración, un estilo de sobriedad y de
participación popular”, concluyó el cardenal Versaldi. “No puedo revelar lo que el Papa ha dicho cuando vio las fotos –dijo
el cardenal Giuseppe Versaldi–. Pero puedo asegurar que estos episodios no volverán
a producirse”. En efecto, el
banquete VIP en el Vaticano parece que enfureció al papa Francisco.
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