“Los periódicos italianos –escribe
Anibal Malvar en su artículo ’La muerte
anunciada del papa Francisco’– andan muy garibaldinos estos días. Este papa
Francisco no ceja en su recalcitrante empeño de
vestirle transparencias a la Banca Vaticana. O sea, que el papa quiere que
sepamos qué cuentan las cuentas del Banco de Dios. Y eso parece que incomoda un
tanto a la más alta curia. Lo que propone Francisco es una auditoría, hacer
públicas las tripas financieras del Banco Vaticano, no financiar a
dictaduras asesinas, dejar de blanquear el dinero de la mafia, abandonar su
estatus de paraíso fiscal y otras menudencias escasamente significativas, pero
engorrosas para los profesionales de la salvación de almas. El primer papa que
intentó lavar el Banco Vaticano –Juan Pablo I–apareció
fiambrito en su cama a los 33 días de ser elegido. Y el segundo, Ratzinger,
dimitió. Y es que los designios del señor son incluso más inescrutables cuando
hay dinero de por medio. Así que cuidadito, Francisco, con excitar con
transparencias financieras a tu dominguero e iracundo jefe. (…)
“Ahora
este papa Francisco se muestra decidido, también, a morir asesinado. Lo
cual ya va pareciendo costumbre pontifical insana. Eso de airear las cuentas de
la Banca Vaticana, según dicen los periódicos locales de allí, no está sentando
bien entre la alta curia. Que, según relata L´Estampa,
acusan a Bergoglio de
‘sovietización’ de la Basílica de San Pedro y alrededores. No me extraña que Pablo
Iglesias haya declarado que no le importaría
tener una entrevista con este papa. Si es que yo creo, también, que a este
Vaticano lo financia Venezuela. Lo único que me preocupa hondamente de
este asunto, a parte de la certeza de que van a asesinar a un papa, es que la
iglesia vaya por delante, en ideas e iniciativas, del sistema financiero. La
iglesia siempre ha sido muy lenta. Que se lo pregunten a Galilei, condenado a cadena perpetua en 1633
por hacerse unas risas con el geocentrismo de Ptolomeo. Cierto
es que a finales del siglo XX el papa Juan Pablo II reconoció
‘ciertos errores’ en este delicado asunto. Considero oportuno recordarlo,
porque el sistema financiero no ha reconocido ninguno. Y ya digo que nuestros
amados mercados, a la hora de reconocer, me parecen más lentos que la iglesia
con Galilei. Que ya es decir. Que la iglesia sea más veloz que el sistema
financiero en este tema de la transparencia de la banca se atisba preocupante.
Sobre todo para la iglesia. Y para este pobre papa. En el paraíso fiscal del
Vaticano están en juego 7.000 millones de euros legales y todo el dinero negro
que sigue levitando en santidad por sus cámaras ocultas y por sus sociedades off-shore. Coppola debería
ir buscando financiación para rodar El Padrino IV. Va a tener la posibilidad de
plantar, al inicio de los créditos, esa frase tan odiada entre la cinefilia:
basada en hechos reales. Y, esta vez, con razón. Pobre papa”.
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