Tareke Brhane, presidente de
“Comité 3 de Octubre”, una organización sin ánimo de lucro fundada tras el
hundimiento de un barco en Lampedusa (3 de octubre de 2013), en el que 368
personas perdieron la vida, pide firmas de solidaridad. El objetivo de dicha
organización es la adopción de un día conmemorativo en honor a los migrantes ahogados,
así como a las personas que arriesgaron sus vidas en un intento por salvarles.
“Todos ellos –recuerda Tareke– tienen nombres y
apellidos. Cada una de las 700 personas que se
ahogaron en el Mediterráneo este
fin de semana tienen un nombre y una historia. Lo sé porque yo podría haber sido una
de ellas. Huí de Eritrea cuando tenía 17 años, escapando de los
militares, de la guerra y de una dictadura feroz. Estaba desesperado. Nada me
podía parar, ni siquiera el miedo a morir en el mar. Fui rechazado en un primer
intento de llegar a Italia, pero lo intenté de nuevo, y lo conseguí”. Tareke
reconoce que la tragedia de este fin
de semana es la más grande en cuanto a pérdida de vidas humanas. “Semanas antes
–recuerda–, 400 personas perdieron la vida en un incidente similar. Y miles más perderán sus vidas en las próximas semanas
si la Unión Europea no actúa ahora.
En el año 2014, unas 219.000 personas cruzaron el Mediterráneo, y 3.500
personas perdieron la vida. Europa no puede seguir
contando víctimas y mirando hacia otro lado. La actual
operación de la UE en la zona de Tritón, se ha centrado principalmente en el
control de fronteras. Esta operación debe ser
reforzada para centrarse en las tareas de búsqueda y rescate.
Pero junto a esta operación mejorada, Europa también necesita adoptar vías
legales creíbles para las personas que huyen del conflicto. Firma
esta petición y exige a los gobiernos de la UE el despliegue urgente de una
operación de búsqueda y rescate a gran escala en el Mediterráneo,
así como la apertura de vías legales para evitar la muerte de las personas que sufren
persecución y huyen de estos conflictos”.
Soledad
Gallego recuerda que los miembros de la Unión Europea, España incluida, sabían
perfectamente que, en cuanto se consolidara el buen tiempo, decenas de miles de
personas, en su mayoría, refugiados de países en guerra, intentarían cruzar el
Mediterráneo desde las costas libias para alcanzar tierra europea. “En pocos
días –recuerda la periodista– se ha sabido de un naufragio en el que pueden
haber muerto 400 personas y de otro, en el que se deben haber ahogado otros 700
seres humanos. ¿Por qué no se enviaron
preventivamente más barcos de rescate a la zona? ¿Por qué no se aumentó la
labor de vigilancia con muchos más aviones? ¿Por qué no se orientaron más
satélites hacia la costa líbia? La explicación está seguramente en un documento
que hizo público ayer la agencia Reuters. Un documento de la Unión Europea en
el que se afirma que ampliar los dispositivos de rescate o de vigilancia podría
aumentar el número de personas que intentaran la travesía, hacer que más
personas tengan menos miedo y más esperanzas de ser rescatadas. La segunda parte de este asqueroso razonamiento, que
no se formula en el documento por su evidente brutalidad pero que es la
continuación lógica, es muy simple: quizás si se ahogan unos cuantos miles de
personas, si unos cuantos miles de hombres, mujeres y niños se ahogan sin que
nadie les ayude, cunda el miedo y sean menos las personas que se arriesguen.
Bien. Ahí estamos. Van unos mil doscientos seres
humanos ahogados en una semana. ¿Donde han colocado los expertos de la UE el
límite: cundirá el miedo cuando sean quince mil? ¿Veinte mil seres humanos
ahogados será una cifra suficiente para atemorizar al resto? ¿Nos bastará a
nosotros? ¿Nos dará miedo a nosotros?”
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