Hospital San Juan De Dios (Sevilla)
Cuenca.
Cuenca.
El esperpento es un
género literario creado por Ramón del Valle-Inclán, escritor español de la
generación del 98, en el que se deforma la realidad, recargando sus rasgos
grotescos, sometiendo a una elaboración muy personal el lenguaje coloquial y
desgarrado. Urania Berlin, aplica el término, preguntando
en un versado artículo en Lo que somos: ¿Hasta cuándo, doctor Esperpento?
“España –dice Urania– es un país dado a
continuar las tradiciones cavernarias o atávicas más absurdas y supersticiosas,
sobre todo si tienen un contenido mitológico-religioso asociado al culto
católico. No es exclusivo de aquí, pero sí resulta una de sus peores señas de
identidad que, desde luego, debería formar parte, a todos los efectos, de eso
que llaman marca España, horterada de nuevo cuño nacionalfranquista que se
inventaron los del PPSOE para picar a los ‘indepes’, no más. El rancio
costumbrismo aldeano español consiste en ver desfilar a la Inquisición en las
calles (las procesiones, para entendernos) durante una odiosa semana que
despide aroma a ejecuciones y torturas medievales, asistir a espectáculos
taurinos donde un animal es objeto de toda suerte de maltrato físico (mientras
el circo romano aplaude la desdicha del animal) o bien celebrar verbenas
integristas tipo Xacobeo o la ofrenda de Estado al “Apóstol” Santiago. Todos
ellos, por supuesto, debidamente oficializados y publicitados desde organismos
e instituciones públicas, ya sea dotándoles de legalidad mediante festividades
religiosas, reglamentos-decretos gubernamentales (la carnicería taurina) o bien
declarando el ‘interés turístico’ de turno (desfiles procesionales, etc.)…
Berlín
no deja de demandar que, en la sanidad pública, se haga inexcusable suprimir
mitos que están asociados a la superchería e imaginería religiosa. Y, más
concretamente, se pregunta: “¿Cuántos centros hospitalarios públicos llevan el
nombre de un científico especialista en medicina o cualquier otra materia
científica? Juraría que el Ramón y Cajal madrileño, algún franquista como
Gregorio Marañón, que defendió el golpe de Estado de 1936 y pare usted de
contar…Bajo el disfraz de Complejos Hospitalarios Universitarios hay decenas de
hospitales y clínicas con nombres de santos y vírgenes que han sido tomados de
una religión (la católica) que no debería tener presencia alguna en el ámbito
público y ya no digamos en el espacio científico-sanitario o, mismamente, en el
educativo (la escuela concertada).
“Para
colmo del despropósito incluso, sin tener relación con el catolicismo pero
vinculado a él, un hospital del Estado sigue llevando el nombre de un genocida
franquista: el General Yagüe, en Burgos, que no fue precisamente médico sino
promotor del terror fascista en la guerra civil española (en Badajoz,
concretamente), con miles de muertos en su haber; y, hasta no hace mucho, el
Hospital de A Coruña se llamaba Juan Canalejo (a nombre de otro probado
criminal falangista). ¿Alguien se imagina en Alemania un hospital con el nombre
de alguno de los criminales de guerra más odiosos del III Reich, como Heinrich
Himmler o Adolf Eichmann? Sólo puede explicarse esta ominosa permanencia,
cuarenta años después y en plena “democracia”, si los mandarines municipales o
estatales de turno profesan la misma fe fascista que el asesino en serie de
Badajoz… Para mayor desvergüenza, hospitales de relativamente reciente creación
(como el de La Rioja, 2007) tuvieron la genial idea de bautizarlo (o
rebautizarlo) como San Pedro. Ni siquiera la sanidad privada es tan pródiga en
hacer uso del revival de nomenclatura fundamentalista religiosa del que hace
gala la sanidad pública. ¿Para cuándo una ‘transición’ democrática en los
nombres de los hospitales públicos españoles?”.
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