Que Esperanza Aguirre tenga casi
imposible convertirse en la alcaldesa de Madrid es un alivio para no pocos. Por
lo menos, lo público dejará de desmantelarse y los corruptos serán denunciados
y castigados. Cantantes como Coque Malla ha expresado su satisfacción en las
redes, en un texto difundido en sus cuentas de Facebook y deTwitter, camino de convertirse en viral al
ironizar sobre cómo un “personaje” como la lideresa pretendía hacerse con los
mandos del ‘vuelo’ de Madrid.
“Hola a todos –saluda el
cantante–. Rompo el silencio que había guardado durante todos estos días por
razones personales que no vienen al caso, para ponerme un poco cursi y decir
que, por primera vez en mucho tiempo, me siento orgulloso de ser madrileño.
“Por primera vez en mucho tiempo,
en mi ciudad se ha hecho presente la sensatez. Porque no es sensato que un
personaje como Esperanza Aguirre hubiese vuelto a ganar por mayoría absoluta. Y
creedme cuando os digo que lo de ‘personaje’ lo digo sin animadversión. ¡Me
encantan los personajes! Groucho Marx era uno maravilloso, o Dalí, o El Fary, o
Mickey Mouse, o Mick Jagger… o yo mismo, con mis chalecos, mis pelos de punta y
mis canciones pseudo-románticas. Esperanza es un gran personaje con su
vocecilla, sus persecuciones policiales, sus modelitos y su calculada y
peligrosa inocencia. Pero los personajes debemos estar donde nos toca:
entreteniendo y amenizando al público, en los escenarios, en los platós de
televisión, en las películas, en las viñetas de los cómics, en las revistas de
cotilleo o en los cabarets… pero no gobernando las instituciones. Estas –me
parece lógico pensar y desear– deben estar en manos de gente sensata, prudente,
educada, relajada, culta y preparada. Y me da igual del partido que sea.
Manuela Carmena me transmite todo eso de manera muy clara. Y me atrevo a decir
que hasta la señora con el visón más caro y el caniche más repelente de toda la
calle Serrano –sin ella saberlo ni admitirlo, claro– va a ser más feliz con una
alcaldesa como esta mujer. Porque es como si, en un vuelo transoceánico, por
razones oscuras e incomprensibles, una rubia loca con calcetines blancos y
zapatitos de tacón, amordazase al comandante, se pusiese a pilotar el avión y a
gritar -de manera que todo el pasaje la escuchase-: “Ay que chuli, ¿para qué es
este botoncito rojo? ¿Lo aprieto a ver qué pasa?” Esa es la sensación que me
transmite esta gente cuando les veo ocupar puestos de semejante
responsabilidad.
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