Rafael Gómez (en la primera fila a la derecha) con los compañeros del half frack 'Don Quichotte'
La 9ª Compañía de la División Leclerc, más conocida como La Nueve.
Rafael Gómez, el único superviviente español.
Hace unos días, los reyes
rindieron un homenaje a la compañía de republicanos españoles que liberó París.
La Nueve (Compañía de la División Leclerc) estaba formada por 146 aguerridos españoles,
verdaderos libertadores de París. Rafael Gómez, un zapatero republicano es el
único superviviente aunque, tras décadas de heroico anonimato, no acudió a la
cita de Felipe VI porque no quiso
separarse de la cama de un hospital de Estrasburgo en la que su mujer,
Florence, libra su última batalla.
Nacido,
en 1921, en Adra (hoy cuenta con 84 años), Rafael Gómez emigró a Francia
y sufrió maltrato en el campo de concentración de Saint Cyprian en los que se
hacinaban a los españoles huidos en el exilio. Luego logró salir con vida y se refugió
en Orán (Argelia). En la
capital de la Argelia francesa, se hizo aprendiz de zapatero para colaborar en
la economía familiar. Tenía entonces 18
años y, en 1940, tras la guerra de España, optó por hacer frente al fascismo.
“Cuando la Segunda Guerra Mundial se extendió por no norte de África –cuenta su
hijo, Jean Paul– ellos hicieron la guerra contra el nazismo, pero no con
Francia. Había muchos españoles que habían huido a Argelia, como mi padre que
entonces era muy joven. Republicanos, anarquistas, comunistas que, tras la
guerra de España, lucharon de forma voluntaria por la libertad, apuntándose a
La Nueve, a la que llegó tras la guerra de Túnez, cuando el general Philippe
Leclerc formaba en Marruecos la Segunda División Blindada. Eran 146 españoles
algo indisciplinados, al mando del capitán Dromme, que recibían las órdenes en
español, comían como en España e incluso pusieron apellidos españoles al
material”. La tarde del 24 de agosto de 1944, Rafael, al volante del half-track
Guernica, y el resto de sus camaradas españoles consiguieron llegar al centro
de París sin toparse con los alemanes y sin derramar una gota de sangre.
Rafael Gómez no da importancia
ahora a la gesta que vivió. Tampoco le gusta dar detalles. “Terminó
bien, se ganó y estamos contentos”, dice mientras añade con amargura: “Pero la
guerra…”. Evelyn
Mesquida, periodista y escritora española, ha relatado con detalle la historia
en su libro “La Nueve. Los españoles que liberaron París” (Ediciones
B) y sabe, tras entrevistar durante estos últimos años a media
docena de combatientes, que su trauma les empuja a silenciar lo ocurrido. La
Nueve ha luchado para que Francia reconozca, aunque sea tarde, sus méritos.
Rafael fue uno de los que condecorados por La Nueve. Son los hombres de que
fueron castigados en los campos de concentración, los que no lograron el apoyo
logístico para luchar contra Franco. Las grandes democracias abandonaron su
causa y la Francia Libre, de Charles De Gaulle, empeñada en afrancesar la
Resistencia y la liberación, se olvidó de ellos… Los mismos que escoltaron al
general con sus banderas republicanas por los Campos Elíseos fueron, luego,
conminados a abandonar sus estandartes. “No guardo ningún rencor” – asegura,
sin embargo, Gómez–. Me hizo mucha ilusión que me nombraran caballero de la
legión de honor”.
Derrotado Hitler, Rafael Gómez
volvió a Argelia. Allí se casó y tuvo cuatro hijos. En 1957 regresó a Francia,
a Estrasburgo. El reconocimiento le llega a través de los libros que hablan de
él. “En cada cementerio, en el camino
que va desde París hasta Baviera, hay una lápida con el nombre de un español.
Cuando acabó la guerra, de los 146 hombres de “La Nueve sólo quedaron 16” , se lamenta Jean Paul. Su
padre, Rafael, permaneció toda su vida en el anonimato, fabricando zapatos y la
obra de la que se siente más orgulloso: su familia. Y fue en 2004, cuando
llegaron los primeros reconocimientos tras la publicación del libro La Nueve, de Evelyn Mesquida. El homenaje de París, la
Legión de Honor… Pero a Rafael hoy sólo le importa cuidar de su esposa. Mira a
España tranquilo “porque es un país en paz”. “Después
de todo –le dice a su hijo Jean Paul- hemos tenido una vida buena”.
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