El Rey Juan Carlos y el rey Salman, mano a mano. "No es el momento para hacer negocios aquí", le confesó el monarca saudí.
El exteniente del
Ejército de Tierra, Luis Gonzalo Segura, se dirige en un artículo al rey, Juan
Carlos I, “avergonzado de su
comportamiento”. “Majestad –escribe en Público.es –, por lo que nos hemos
podido enterar sus súbditos, le dieron un homenaje en Arabia Saudita. Entiendo
que a dicho acto acudió en representación de España, de la que sigue cobrando
algo más de 187.000 euros anuales (sin contar lo gastado en sus viajes dado que
el Gobierno se ha negado a responder). Y aunque no fuese así, al seguir
cobrando y ejercer un cargo hecho a su medida se debe a unas ciertas
obligaciones. Todos sabemos que es muy del gusto de frecuentar a sátrapas. No
es la primera vez que lo hace, pero no queda bonito que lo haga y menos después
de los atentados de París. Desde la abdicación hasta el mes de abril ha
recorrido más de 55.000 kilómetros en viajes por el mundo. Y, entre tanto viaje
no tuvo tiempo para acudir al entierro de los últimos militares fallecidos en
el accidente aéreo, lo que supongo se debe a que no era tan entretenido como
asistir a la Fórmula 1. Mejor las carreras y los homenajes que los entierros de
sus soldados. Ha representado a España
en Arabia Saudita, que este año ha decapitado a 151 personas, y parece ser que
se pretende decapitar a otras 50, por delitos tales como adulterio, traición,
relaciones sexuales entre homosexuales, tráfico de drogas, apostasía o
‘brujería’ Además, lo ha hecho en un momento en el que se multiplican las
denuncias por la colaboración de este país con el ISIS o, como mínimo, la
permisividad del mismo con aquellos que han colaborado con el ISIS”.
Gonzalo Segura se
lamenta de la sentencia a muerte a Ashraf Fayad, por apostasía. “Quizá tuvo la
oportunidad de charlar con el rey Salman, del que es tan amigo, sobre lo que
sucede en Yemen, donde las organizaciones de derechos humanos han denunciado a
Arabia Saudita por crímenes de guerra: 5.700 muertos en ocho meses de conflicto
(de ellos, 2.577 son civiles, incluyendo 637 niños)”. Y lamenta la
intermediación de Juan Carlos para que Arabia Saudita adquiriese entre 200 y
270 carros de combate, “decisión que pisotea los derechos humanos, la
democracia, el derecho internacional y las mencionadas denuncias de crímenes de
guerra que ha recibido Arabia Saudita por sus actos en Yemen. Lo que no debe extrañar
a nadie siendo ministro de Defensa Pedro Morenés, un señor que se ha
enriquecido con la venta de bombas de racimo (por cierto, Arabia Saudita no ha
firmado el tratado que prohíbe su uso. No solo fueron esos carros de combate,
sino que le hemos vendido armas a Arabia Saudita por valor de más de 700
millones de euros en los últimos años, por mucho que el gobierno alegase que
nos habían dado garantías de uso final y apropiado. Por supuesto, masacrar a
población civil en Yemen es un uso muy apropiado y muy final”.
Gonzalo Segura repasa
parte del pasado del rey Juan Carlos I y comenta que se puede comprobar que ha
sido acusado de cobrar comisiones por la venta de petróleo (Roberto Centeno,
catedrático de economía y exconsejero de Campsa, denunció que cobraba entre 1 y
2 dólares por barril), de estar relacionado con el tráfico de armas (“Un rey,
golpe a golpe” de Rebeca Quintáns, bajo el seudónimo de Patricia Sverlo) o de
tener una fortuna de difícil justificación (unos 1.800 millones de euros, según
el New York Times) dado que ha sido capaz de multiplicar sus ganancias
(inferiores a 10 millones de euros en sus años de reinado) hasta por 180. “No
sé lo que rondará su cabeza a estas alturas de la vida o si habrá hecho una
reflexión profunda sobre sus vivencias, pero si confía en que las historiadoras
en las que se están convirtiendo Esperanza Aguirre (“España no estuvo en la
guerra de Irak”, “El franquismo no se impuso por la fuerza”) y Ana Botella (“El
PP y la reforma laboral es la ideología que más progreso ha traído a la
humanidad”), escriban la historia de su reinado, descártelo. No creo que
funcione”.
Como ciudadano, Gonzalo
Segura le transmite su repulsa por sus relaciones con Arabia Saudita y la
profunda vergüenza por su comportamiento. “Le pediría, por el bien de todos,
que se disculpe, abdique de su abdicación, deje cualquier cargo que ostente y
renuncie a cualquier salario que perciba. Después de eso, visite a todos los
sátrapas, criminales de guerra, traficantes de armas y dictadores que le
apetezca, diviértase en sus fiestas, coma y cene con ellos, vea vídeos de las
decapitaciones o los bombardeos, charle con los poderosos que financian al
ISIS, váyase de montería con personas que hayan sido vinculadas al tráfico de
armas… Pero mientras nos represente, ¡no nos avergüence!”.
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