Ruth Toledano escribe un
artículo sobre Rita Maestre y sobre Cristina de Borbón. “Esta –dice al distinguir a ambas– luce en ocasiones
mantilla negra y jamás enseñaría un pezón, pero es posible que haya pagado
clases de merengue con dinero destinado a niños discapacitados. Rita Maestre
jamás luciría mantilla negra y no ha enseñado un pezón sino dos, para denunciar
los favores a la Iglesia. Pero Rita Maestre y Cristina de Borbón tienen dos
cosas en común. Ambas estudiaron Ciencias Políticas, aunque con muy distintos
resultados. Ambas han sido imputadas por presuntos, y muy distintos, delitos. A
Rita Maestre van a juzgarla por participar en una acción pacífica dentro de una
capilla que no tenía que estar ahí. En una Universidad pública que se mantiene
con fondos públicos. De un Estado que su Constitución declara aconfesional.
Rita Maestre era estudiante entonces, en marzo de 2011. Una de esas estudiantes
de las que el Estado debiera sentirse muy orgulloso: comprometida con su tiempo
y políticamente activa, preocupada por la defensa de los derechos
constitucionales y por la construcción de una sociedad más justa. Ahora es
concejala y portavoz del Ayuntamiento de Madrid: el Estado debiera sentirse muy
satisfecho porque alguien con esa responsabilidad proceda de una de sus
universidades, y no de alguna de esas otras, privadas, caras, elitistas, mero
eslabón entre un Colegio del Pilar y unas FAES.
A continuación, se ocupa
de Cristina de Borbón, al decir que “se sentará también en el banquillo. Hija y
hermana de reyes, responderá ante el juez por su presunta implicación en estafa
al Estado, del que esos directos familiares suyos han sido y son jefes. Nació y
creció rodeada de privilegios que no son de este tiempo, y se acostumbró a las
prebendas y a la impunidad. Consiguió enseguida un puesto de trabajo
interesante y muy bien remunerado, sin tener que realizar entrevista ni prueba
alguna para ello. Practicó mucha vela. Parió, parió, parió y parió. Compró y
reformó una casa de 8 millones de euros. Se descubrió que las empresas que
poseía con su marido formaban una trama delictiva y ahora vive un exilio triste
y dorado, con escoltas y colegios cuyas matrículas ascienden a casi 40.000
euros al año. Por cuatro, 160.000. El Estado, que le proporcionó una formación
que habría de ser exquisita, debería sentirse defraudado”.
Toledano se pregunte
con qué España nos identificamos: la que representa Rita Maestre o la que
representa Cristina de Borbón. “La que se indigna y rechaza un modelo que marca
la desigualdad y se nutre de corrupción, o la que se escandaliza por una acción
de protesta contra la injerencia de la Iglesia en las cuestiones del Estado. La
España valiente frente a la injusticia o la España puritana frente a un
sujetador. La España laica o la España meapilas. La España feminista o la
España sálica. Los juicios a los que ambas imputadas van a ser sometidas
representan las dos caras de una moneda que debiera dejar de estar en
circulación. Porque contrapone la inmoralidad y el nepotismo a una moral basada
en la conciencia de valores: regia y altiva, Cristina de Borbón luce en
ocasiones mantilla negra y jamás enseñaría un pezón, pero es posible que haya
pagado clases de merengue con dinero destinado a niños discapacitados; libre y
combativa, Rita Maestre jamás luciría mantilla negra y no ha enseñado un pezón
sino dos, para denunciar las favores de una Iglesia a la que le quedan por
pagar, en el banquillo, innumerables abusos, muchos de ellos relacionados,
precisamente, con pezones. En su gran mayoría, pezones más pequeños. (…) En el
banquillo se sentará con Rita Maestre la España de la Conferencia Episcopal y
con Cristina de Borbón, la España de la Corona. Se sentarán la Iglesia y la
Monarquía. En un Estado de derecho digno, la Justicia solo debería absolver a
la estudiante luchadora, a la edil madrileña”.
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