El 4 de mayo de 1976, a casi seis meses de la muerte
del dictador, nacía El País. Su salida levantó una ilusión que hasta ese
momento no conocíamos. La prensa había sido del Movimiento o sensacionalista.
O las dos cosas a la vez. Con su nueva
forma de hacer periodismo y con sus contenidos rigurosos, nos hizo ver que
aquello de la Transición iba en serio. Un director joven, Juan Luis Cebrián, al
frente de un equipo joven, ágil y comprometido con los nuevos tiempos fue capaz
de situar a la Prensa en el primer plano. Cuarenta años más tarde, la cara de
aquel nuevo nacido ni era la misma ni miraba los acontecimientos de igual
forma. Su inicial simpatía por el PSOE de Felipe González se transforma, cuando
le conviene, en apoyo de todo partido que esté dispuesto a seguir apoyándole
–pensamos concretamente en Ciudadanos–. De ahí marca sus vaivenes políticos, de
acuerdo con las oportunidades económicas siempre dispuestas a aprovechar. Así
como la inquina creciente contra el Partido Comunista, Izquierda Unida, o
Podemos, siguiendo las directrices de Cebrián, que ha pasado de director a
Consejero Delegado y después a Presidente de la empresa madre, Prisa. “Hoy,
este holding –recuerda RafaGAlmazán en Kabila– está en una crisis económica
importante, y se mantiene gracias a otras de sus empresas, por ejemplo, la
Cadena Ser, que mantiene un liderazgo aplastante de audiencia. La cosa salió a
la luz en 2012, cuando el periódico hizo un ERE salvaje que se cargó, además de
a ciento treinta trabajadores, a ilustres periodistas, que representaban la
esencia del diario: Maruja Torres, Enric González o Ramón Lobo, entre otros.
Además, el gran capo Cebrián actúa justo como lo hacían aquellos a los que
atacaba por los años setenta y ochenta, con criterios absolutistas, sin
soportar críticas y, lo que es más grave, confundiendo su situación privada con
la empresarial”.(….) “Hoy –termina RGAlmazán– Cebrián es un esqueleto, una
sombra de lo que fue, sin alma y con mano de hierro preside una empresa cuyo
medio más emblemático es un periódico que se está hundiendo y que en sus
últimos coletazos se lleva por delante todos los valores que un día pretendió
representar”.
Juan Luis Cebrián, presidente ejecutivo del
Grupo Prisa.
Juan Luis Cebrián era
entrevistado el pasado jueves por Pepa Bueno en el programa “Hoy por Hoy”, de
la Cadena Ser, con motivo de cumplirse el 40 aniversario del diario “El País”.
El presidente de Prisa hizo un alegato de la libertad de expresión y la
pluralidad informativa, comentarios que contradicen sus últimas decisiones,
como prohibir a los periodistas de su grupo intervenir en programas de laSexta
o vetar a profesionales de determinados medios en la Ser, como a Ignacio Escolar,
director de eldiario.es. “Cebrián –recuerda Qaesar– adoptó dichas medidas tras
relacionarle laSexta, El Confidencial y eldiario.es con los famosos ‘Papeles de
Panamá’ en una de las últimas revelaciones de este trabajo periodístico. Pero
esta vez, Cebrián no tenía al otro lado del micrófono a Escolar, sino a una
Pepa Bueno que no quiso, o no se atrevió, a preguntar por su participación en
empresas en paraísos fiscales y otros asuntos oscuros. La locutora se ciñó al guion
institucional y solo le preguntó por los 40 años de ‘El País’. Ni una palabra
al veto a la Sexta, a las prohibiciones, a la ‘censura’ de colaboradores en la
SER. Cebrián se explayó en hablar sobre el rigor y el mantenimiento de la línea
editorial que, en su opinión, mantuvo ‘El País’ a lo largo de estas cuatro
décadas”.
Juan Luis Cebrián, entrevistado por Pepa Bueno
en el programa “Hoy por Hoy”, de la Cadena Ser.
La entrevista de Pepa
Bueno a Juan Luis Cebrián era de autobombo. ElPlural.com la presentó como “el
monólogo de Cebrián”. “¿Por qué ha presentado acciones judiciales por
difamación? ¿Cuáles son los motivos?”, fue la pregunta con la que Bueno dio
paso a un monólogo de Cebrián sobre la libertad de expresión y la persecución
de la que, en su opinión, era objeto 'El País'. Argumentó que este tipo de ‘ataques
absolutamente injustificados y falsarios’ no eran nuevos y recordó cómo los
servicios de inteligencia del Ejército le habían hecho agente de la KGB o cómo
el juez Javier Gómez de Liaño pretendió meterle en la cárcel acusándole a él y
a Jesús Polanco, ya fallecido, de robar los depósitos de Canal +. ‘Desgraciadamente
–dijo Cebrián– es el precio del éxito,
añadiendo que lo que estaba en juego era el ‘prestigio del periódico.
Prefieren dirimir el asunto en los tribunales que involucrar a los lectores en
batallas mediáticas’. Sin embargo, en ningún momento explicó con datos por qué
era falso lo publicado por El Confidencial o la Sexta sobre sus vínculos y los
de su exmujer con las sociedades offshore que habían desvelado los papeles de
Panamá. Todo ellos con la complicidad de Pepa Bueno, habitualmente muy incisiva
en las entrevistas. Cuando volvió a intervenir, sólo lo hizo para darle pie a
otra solemne manifiesto sobre el periodismo en general y el grupo Prisa en
particular: ‘Hay medios –sentenció– que son cínicos, mercenarios y demagógicos,
pero también hay medios críticos, independientes y democráticos. El País o la
SER son buenos ejemplos de ello. Es obligación de los periodistas luchar contra
esa perversión de los medios porque conforman la opinión pública y la opinión
pública es básica para la estabilidad de la democracia”.
Juan Luis Cebrián sustituye a Polanco como
presidente de Prisa, en julio del 2012.
Aparentemente tímido y
reservado en sus contactos personales, pero, al mismo tiempo, agresivo y
polémico cuanto le sacan de sus casillas, recuerdo a Juan Luis Cebrián en 1981,
durante sus vacaciones en Menorca, al que me acerqué para entrevistar. Fue una
breve entrevista que intenté continuar años más tarde. Sólo en 1995, tuve la
ocasión hablar con él en su despacho madrileño. La entrevista sufrió varias
interrupciones telefónicas, y, finalmente, me propuso continuarla más tarde. En
esta ocasión, Cebrián me dejó grabadas sus respuestas que hoy he vuelto a
escuchar. Me dijo que había comenzado a trabajar muy pronto, en Pueblo, en el
verano de 1962, entrando a hacer prácticas de periodismo. En realidad,
estudiaba Periodismo y Filosofía y Letras. “Empecé con esto –me dijo– porque se
me ocurrió que, a lo mejor, quería ser cura. Yo era muy religioso en el colegio
y estaba muy metido en esos rollos de los curas. Y, hablando con mis padres,
decidí que primero ingresaría en la Universidad, antes de tomar una decisión de
este tipo. Por eso estudié Filosofía, tratando de ganar tiempo, y Periodismo,
porque me divertía y apetecía”. A los catorce o quince años, dirigía su primer
periódico, “Yo soy pilarista”, la revista del Colegio de los Marianista que, en
su tiempo, también fue dirigida por Ansón, Jaiver Rupérez, Méndez Leite e
Ignacio Camuñas. En la corta entrevista inacabada, me enteré de su afición por
la política. “En el periódico –me contó, en esta ocasión–, me pusieron el mote
de ‘Joven Maura’ porque, en el comienzo de la transición, decían que yo iba a
ser el salvador de la derecha española y la modernizaría, puesto que nunca he
sido un hombre netamente de izquierdas ni he estado alineado en ningún partido
político. He sido fundamentalmente un liberal”. Le pregunté si El País lo había
contado todo o había sufrido cierto control por parte del Poder. Alago
alterado, me contestó: “Primero, nadie cuenta lo que pasa. No conozco a nadie que no haya mentido en su
vida, sea político, sea periodista, arquitecto o leñador, como dice la canción.
Ni creo que sea cierta esa definición de que la misión de los políticos sea
engañar y la de los periodistas, decir la verdad. No tengo esa visión tan
peyorativa de los políticos ni tan idealista de los periodistas. La cantidad de
periodistas que mienten y manipulan a diario, al margen de la enorme cantidad
de los que se equivocan por ignorancia, por falta de trabajo o de atención, es
también inmensa. Obviamente, el Poder tata de ocultar lo que perjudica y una de
las misiones de la prensa y de los periodistas es desvelar informaciones
interesantes y útiles para los ciudadanos, aunque perjudiquen al Poder. Y ahí
entran en conflicto. Pero esta visión tan angelical de los periodistas y tan
demoníaca de los políticos, desde luego, no es compartida por mí”.
Llegados a este punto,
Cebrián me pareció nervioso y, con cierta presura, me propuso acabar la entrevista
y dejar su continuación para otra ocasión. Pero la fecha para acabarla fue repetidas
veces pospuesta, quedándose definitivamente en blanco. Fue el único de los
periodistas entrevistados por mí que rompía un interviú, quedando en el aire
una serie de preguntas. En una de ellas, pensaba plantearle: “Como delegado de
Prisa, miembro del Consejo de Administración de Bankinter, vicepresidente de
Cinco Días y de Mercado… ¿Cómo estás con tus declaraciones a Hacienda?” Tuve
que esperar, de nuevo, la ocasión para continuar con la entrevista inacabada.
Ocasión que nunca más se presentó. Pero, a lo largo de los años, pude recoger
algunos de sus pensamientos plasmados a lo largo de su vida. Martín Prieto,
quien fue periodista en El País, dejó escrito sobre Cebrián: “Dirigió un
periódico que no sabía cerrar, despreció a todo el mundo, dejó sembrado el
camino de cadáveres, y se dedicó por la noche
a borrar todas las huellas de quienes cabalgaron junto a él… Luego, se
dedicó a torear él solo con la Radio El País cientos de millones por aquí, en
el semanario El Globo miles de millones para allá… No sé si es churrigueresco
pero, desde luego, este cantamañanas lo que resulta es muy caro. Saber por qué
Polanco sufraga sus desvaríos de tonto ‘pitiminí’ con ínsulas británicas es el
gran misterio a desvelar… Por cierto, ni te molestaste en responder a ese artículo titulado: ‘Polanco tiene un
muerto en el jardín’’”.
El 20 de julio de 1992,
Francisco Umbral, quien abandonó El País para pasar a El Mundo, escribía una
carta a Juan Luis Cebrián. “Querido Juan Luis Cebrián –le decía–, volverse
contra la propia profesión (aunque ésta se comparta con un Banco) es jugar al
dragón que se muerde la cola, y que suele quedar en doméstica y humilde
pescadilla… Tú, Juan Luis que eres un zorrito rubio, entrañable y peligroso,
primero te cargas de razón para luego entrar en materia, muy atalajado, echando
por delante los carros de combate de unos rumores, denuncias lóbregas e
imprecisas, cosas. Para atacar la difamación (una mano que le echas a Felipe
González, hombre), principias difamando, y difamando a los colegas más cercanos
de forma jeroglífica, tan hábil como ineficaz. Pero con Moncloa ya has
cumplido: la ley de difamación es necesaria porque detrás de los periódicos hay
Bancos, cuando tú eres la más hermosa conjunción de periodista bancario o de
ángel revolucionario del 82 que, como digo, se ha cogido las alas en la puerta
giratoria de un Banco. Fuiste, chico de la calle, el primero en recoger la
bandera de la libertad que estaba tirada en el suelo y hacer con ella un
periódico”. Catorce años más tarde, los redactores de la Sexta recuerdan cuando
Cebrián animaba a invertir en Panamá. Y airean los “papeles de Panamá”,
desatando una guerra entre los medios que los han publicado en España,
(laSexta, El Confidencial y eldario.es), y el Grupo Prisa. La aparición del
nombre de la ex esposa de Juan Luis Cebrián y de otras personas relacionadas
con el presidente del grupo editor de El País y la Cadena SER es el detonante.
Las referencias a Cebrián provocan la reacción inmediata del responsable de Prisa,
quien anuncia que presentará una querella, impulsada también por el propio
Grupo Prisa, contra los tres medios citados por haber publicado esas informaciones
que le relacionan con esas prácticas de evadir fondos al paraíso fiscal
panameño. Además, la Cadena SER deja de contar con Ignacio Escolar como
colaborador debido a que dirige eldiario.es, que se hizo eco de esas
informaciones que apuntan a la supuesta relación de Cebrián con los ‘papeles de
Panamá’.
“El Grupo Prisa
–escribe Gonzalo Cortiza el pasado martes en Eldiario.es– se niega a aclarar si Juan Luis Cebrián
contaba con el permiso del consejo de administración del grupo de medios de
comunicación para dar sus primeros pasos en el negocio petrolífero de la mano
del empresario hispano-iraní Massoud Farshad Zandi. Los contratos firmados por
Juan Luis Cebrián con la empresa editora contienen una cláusula de exclusividad
que obligaban al alto directivo de comunicación a pedir la ‘autorización
expresa’ del Consejo de Administración de Prisa en el supuesto de que iniciase
relaciones con otras empresas. La versión ofrecida por la portavoz oficial de
la compañía variaba en tan solo 15 minutos. En una primera conversación con
eldiario.es, aseguraba que Cebrián informó a la comisión de gobierno
corporativo del Consejo de Administración de la compañía, que no observó causa
alguna de incompatibilidad. Tan solo unos minutos después, la versión quedó
invalidada y sustituida por un simple: ‘Sin comentarios’. Según publica El
Confidencial, Juan Luis Cebrián fue consejero de Star Petroleum, de la que
tiene un 2% tras la donación que le hizo
su amigo Zandi, fruto de una ‘larga relación de amistad y de mutuo apoyo en
materias personales y profesionales’. Según la documentación revelada por El
Confidencial, Cebrián hizo coincidir su cargo de administrador en esta
petrolera controlada desde paraísos fiscales (Seychelles y Samoa) con sus
responsabilidades al frente del Grupo Prisa, del que es presidente ejecutivo.
La participación de Cebrián en Star Petroleum está valorada en seis millones de
euros y fue entregada al alto directivo de Prisa como un regalo personal del
empresario iraní. Star Petroleum es una vieja conocida de las ONG que trabajan
sobre el terreno en Sudán del Sur. En octubre de 2014, la organización no
gubernamental Global Witness advirtió en un informe de la opacidad que rodea a
la compañía. Tras siete meses de investigación, la ONG concluyó que ‘la
identidad de los propietarios últimos de la compañía es opaca’, un aspecto
‘preocupante’, dado que ‘los ciudadanos de Sudán del Sur no saben quién se
beneficiará de los acuerdos que firme su Gobierno” con ella. Sólo unas semanas
después de publicarse ese informe, Zandi se comprometía a regalar a Cebrián un
primer 1% de la compañía, según contrato firmado el 30 de octubre de 2014”.
El periodista Èric
Lluent contaba el pasado domingo, en su blog My Way: “Por qué dejo de colaborar
con la SER y los demás medios del Grupo PRISA”. Para Lluent, Cebrián representa
lo peor del sector periodístico. La podredumbre de esta profesión. “Los males
de unos medios controlados por la banca y en los que los periodistas somos
títeres explotados sin voz ni voto. Hasta aquí podíamos llegar, señor Cebrián”.
En su artículo, Lluent asegura haber aprendido mucho más escuchando la SER,
durante su adolescencia, que en los decepcionantes años de universidad en la
Facultad de Ciencias de la Comunicación de Barcelona. “Con once o doce años,
estaba enganchado a La Gramola de Joaquín Guzmán, en M80 Radio, también del
Grupo PRISA. Más tarde, descubrí ‘Hora 25’ con Carlos Llamas y su tropa de
tertulianos. Escuchaba sus voces desde la cama, en la absoluta oscuridad, y
aprendí con ellos qué era la crítica y qué era una línea roja en periodismo.
Cuando hablaban del PP o de las guerras promovidas por Occidente uno sentía
pasión por el periodismo. Cuando se ponían todos a criticar de forma uniforme a
los movimientos independentistas de Catalunya o del País Vasco, aunque muy
joven por aquel entonces, ya me daba cuenta de que algo pasaba, de que era
realmente extraño que, en ese tema, todos estuvieran de acuerdo cuando era
obvio que los catalanes o los vasco también tenían sus razones. Gracias a la
radio y, en concreto, gracias a la SER, me enamoré del periodismo. Desde los 13
años lo tuve clarísimo. Yo quería ser periodista”.
Eric
Lluent, periodista.
Para Eric Lluent, el
ejercicio del periodismo era un campo de batalla en el que se silenciaban las
luchas y el cuerpo a cuerpo en defensa de la libertad de expresión. “A lo largo
de mi carrera como periodista, que empecé a los dieciséis (en 2002) en Ràdio
Contrabanda y en todo tipo de medios de comunicación locales, estatales e
internacionales, he descubierto que, hoy más que nunca, la independencia
periodística es lo que determina la calidad de los contenidos y, por lo tanto,
la salud democrática de una sociedad. En 2012, empecé a colaborar semanalmente con
Ràdio Barcelona… Pensé que era la confirmación de que el esfuerzo y la pasión
que le había puesto al asunto habían valido la pena. Os podéis imaginar lo
feliz que estaba. Hacía radio en los mismos estudios a los que iba de
adolescente a ver cómo se hacía un directo. El olor de la planta 2 del edificio
de la calle Caspe, número 6. El color amarillo de los micrófonos. SER, en azul.
Y el sentimiento de empezar en una de las cunas del periodismo crítico de
nuestros días (con muchos matices, lo sé, pero, hace quince años, muy pocos dudaban
de que la SER y El País fueran la referencia periodística del Estado español). A
medida que pasaban los meses y el Grupo PRISA se convertía en una empresa
controlada por bancos y fondos de inversiones extranjeros, los principales
medios del grupo iniciaron un decadente proceso hacia la institucionalización
de la precariedad laboral, el sesgo informativo en cuestiones económicas y
políticas y la devaluación periodística de sus principales marcas, como la SER
o El País. A esto se le han sumado en los últimos meses episodios que me han
hecho replantear mi colaboración con los medios del Grupo PRISA. Destaco tres,
entre muchos otros: la persecución visceral y el ataque propagandístico
continuado a Podemos desde los editoriales de El País, el silencio sobre los
mensajes del Rey Felipe y la Reina Leticia a su ‘compi yogui’, imputado por las
tarjetas black de Caja Madrid, y el ataque de ira de Juan Luis Cebrián a raíz
de la publicación de unas informaciones que lo vinculan con los papeles de
Panamá. Cebrián ha echado de la SER al director de eldiario.es, uno de los
medios que publican la información sobre Cebrián, y ha forzado a sus
periodistas a no asistir a tertulias en medios como la Sexta o Antena3 (que
también publicaron la información). Hasta aquí podíamos llegar, señor Cebrián.
“Cebrián –termina Eric
Lluent en su escrito– representa lo peor del sector periodístico. La
podredumbre de esta profesión. Los males de unos medios controlados por la
banca y en los que los periodistas somos títeres explotados sin voz ni voto.
Hasta aquí, Cebrián. Usted es una caricatura de todos los males que afligen el
periodismo hoy en día. Espero que también sea usted el síntoma de la decadencia
de un grupo que ha traicionado a sus periodistas y a sus oyentes, lectores y
telespectadores. Deseo, con todo mi corazón, que algún día pueda volver a pisar
Ràdio Barcelona o que me sienta orgulloso de publicar en El País. Pero he
tomado la decisión de no volver a hacerlo hasta que usted deje el grupo y
exista una alternativa en la que los periodistas y el periodismo sean los
protagonistas, y no sus intereses económicos o los de los accionistas
mayoritarios del grupo”.
Obligado por las
circunstancias, el presidente del Grupo Prisa, se ha convertido en un tipo
peligros para los que no piensan como él. Nadie, en su entorno, se atreve a
decir lo que piensa Juan Luis Cebrián cuando arremete contra los periodistas
que publican su vinculación familiar con los papeles de Panamá. Como reacción
contra ellos, propone al resto de consejeros o directores de los medios de la
compañía la interposición de una querella en nombre de Prisa mientras estos
últimos bajan embarazosamente la vista y piensan unánimes que es un disparate
involucrar a la empresa en un asunto estrictamente personal de su presidente. Y
prohíbe a sus periodistas acudir a La Sexta y la cadena SER. De hecho, despide
a su colaborador habitual Nacho Escolar, director de Eldiario.es que, junto a
El Confidencial, publica unas informaciones que Juan Luis Cebrián considera
“absolutamente falsas” y con una “clara intención difamatoria”. Es el mismo
argumento utilizado inicialmente por el ministro José Manuel Soria antes de que
acabara dimitiendo, al no poder desmentir las evidencias documentales que le
atribuían la titularidad de una sociedad radicada en paraísos fiscales. Quien
fuera durante años un referente periodístico e intelectual indiscutible, uno de
los principales artífices de que El País llegara a ser principal medio escrito
en España, reaccionaba de esta forma.
“En todo caso –opina
Marlo en Andaluces.es–, el periodista y académico, luego reconvertido en
excepcionalmente remunerado –pero no infalible– ejecutivo, no logra estar a la
altura de su propia leyenda. Ser una leyenda es un incordio, una cadena de
acero que restringe tu capacidad de movimientos. Hay ciertas cosas que una
leyenda no puede hacer jamás, pues, si las hace, deja de inmediato de ser una
leyenda. Pero, ¿tenía Cebrián motivos de peso para querellarse contra los
medios que han publicado sus supuestas vinculaciones panameñas? No lo sabemos,
pero, si los tuviera, tales motivos serían estrictamente personales, no
empresariales o institucionales: las filtraciones no involucran a una compañía
llamada Prisa, sino a un particular llamado Juan Luis Cebrián. Con esa
estrategia de arrastrar a toda una empresa –que, además, ya tiene bastantes
problemas para salir adelante–, el jefe de Prisa entierra los últimos restos de
su dorada leyenda profesional en el fango de Panamá y certifica una vez más la
amarga máxima según la cual la codicia no necesariamente te convierte en un
hombre rico, pero la riqueza sí te convierte fatalmente en un hombre
codicioso”.
El
periodista de la SER, Javier del Pino y la periodista de la Sexta, Cristina
Pardo, en el programa “A vivir que son dos días”.
“Cabreado como una mona
por aparecer junto a implicados en los famosos ‘Papeles de Panamá’, la pasada
semana, Juan Luis Cebrián ordenaba echar a Ignacio Escolar, tertuliano de la
cadena SER, y prohibió a los periodistas del grupo Prisa colaborar en programas
de La Sexta. Solo unas horas después, Javier del Pino, presentador del programa
de la SER ‘A vivir que son dos días’, daba paso a Cristina Pardo, risueña
presentadora de la cadena pequeña de Atresmedia: ‘Como cada sábado, Cristina
abría su diccionario de términos políticos…’ Con dos cojones”. Así empezaba
Javier Pérez de Albéniz su artículo “A luchar que son dos días” en
Elcuartopoder. Y así explicaba este detalla periodístico con más agallas que
cualquiera de los gestos heroicos desde la primera línea de fuego. “El mérito
de Javier del Pino –reseñaba Pérez del Albéniz– es enorme. Porque no es lo
mismo la crítica despiadada o el gesto solidario desde un blog minoritario como
éste, o desde la comodidad de un retiro o una jubilación, o desde la prensa de
la caverna, que desde el mismísimo ojo del huracán. De hecho, la inmensa
mayoría de grandes profesionales del periodismo relacionados con Prisa, esos
que dan doctrina desde columnas de opinión, tertulias o videoblogs, muchos
incluidos en los programas de la cadena SER, han callado como ratas ante los
desvaríos y los vetos de Cebrián. Tiempos duros para los periodistas. Para los
que arrancan, porque no hay futuro. Para los que hemos pasado por algunos de
los principales medios, porque sabemos que nunca volveremos a coger una de las
grandes olas. Y para los que aún se encuentran bien posicionados, porque
carecen de esas alternativas profesionales que les permiten arriesgar, poner en
juego su estatus, su nómina, y mostrarse dignos, críticos y solidarios: si
trabajas para Prisa y te ponen en la calle, lo tienes jodido para volver a
tener unas condiciones económicas y de visibilidad parecidas. Chitón, entonces.
Lo cual es una lástima porque, si algo exige el momento actual, es compromiso,
denuncia y lucha. Grandeza. También en el mundo del periodismo. Javier del Pino
ha tenido un gesto que puede parecer insignificante pero que, insisto, resulta
heroico. Tanto como para que se haya convertido en único e irrepetible. En el
entorno de Prisa, empresa con una cuadra de profesionales de enorme prestigio,
con ideas muy claras sobre términos como censura, soberbia o libertad de
expresión, es imposible encontrar un golpe de efecto similar. Lo cual habla muy
bien del presentador de ‘A vivir que son dos días’. Y muy mal del resto de
leyendas de la casa”.
“Casi ocho de cada diez
informadores –escribe Víctor Sanpedro en el artículo ‘Postureos e imposturas de
la Prensa’, en Público.es– admiten ceder a las presiones de las fuentes.
Varios, por ejemplo en El País, dimitieron de sus puestos de trabajo: les
imponían titulares contrarios a sus informaciones. Ese sí es un gesto honesto y
coherente. Lo contrario al postureo. Todo gran periodista tiene una biografía
plagada de enfrentamientos con sus superiores y los dueños de los medios en los
que trabajaron. De hecho, su carrera laboral está jalonada de tensiones
corporativas y cambios de trabajo, a la búsqueda de contextos de mayor
autonomía. En las antípodas, el postureo periodístico es impostura cuando, en
lugar de profesional incómodo, se actúa como propagandista de su jefe y sus
intereses. Los dineros negros de Juan Luis Cebrián (y allegados) en Panamá
suscitaron un debate muy interesante. Todos se han retratado, por acción u
omisión. Sus palabras y silencios revelan que, entre los empresarios más
blindados en la cobertura estándar de los escándalos, figuran algunos dueños de
la Prensa. Entre sus servidores más fieles, están los trabajadores precarizados
y las estrellas con deontología inexistente, pero abundante minuta. Por otra
parte, están los medios demandados por Cebrián, acompañados de otros muchos,
aunque poco conocidos. Nos les infravaloren. Han demostrado vitalidad, con
nuevos modelos de negocio y de producción de noticias. Apoyándose en
comunidades que les sostienen y colaborando, entre sí y con los públicos más
activos. Son el germen de un cuarto poder en red, que viene a sustituir al régimen
mediático del 78. Su crisis ha estallado en vísperas del quinto aniversario del
15M y de unas nuevas elecciones. Apoyemos a los profesionales y medios que no
incurren en postureos e imposturas, con más suscripciones y filtraciones”.
Juan L. Cebrián y Felipe González.
El Confidencial
del 25 de abril informaba que Felipe
González no solo tiene a su pareja actual, Mar García Vaquero, y a su íntimo
amigo, Jesús Barderas, en los papeles de Panamá. Otras personas muy vinculadas
al expresidente del Gobierno y empresarios afines al PSOE, que crearon una
organización sin ánimo de lucro para la izquierda, también aparecen entre los
clientes vip del despacho Mossack Fonseca. Destacan Massoud Farshad Zandi, una
persona muy afín a Juan Luis Cebrián, presidente de Prisa, con el que tiene
negocios conjuntos, y Javier Merino, marido en proceso de divorcio de Mar
Flores. “Los documentos a los que han tenido acceso El Confidencial y La Sexta,
en una investigación liderada por el Consorcio Internacional de Periodistas de
Investigación (ICIJ) y el diario alemán 'Süddeutsche Zeitung', ponen de
manifiesto que, al mismo tiempo que, en Madrid, se ponía en marcha la Fundación
Atman para el Diálogo entre Civilizaciones, repleta de personalidades próximas
al PSOE, desde Panamá se constituían varias sociedades domiciliadas en Seychelles,
Samoa y Niue que les dieron amplios poderes a estas mismas personas. Zandi, un
empresario con nacionalidad española, presidente de la Fundación Atman y el
principal aportador de los fondos, es uno de los privilegiados que tenían un
largo número de empresas en estos paraísos fiscales opacos para la Agencia Tributaria.
Zandi, de origen iraní. Zandi es vecino de Cristiano Ronaldo en la lujosa
urbanización de La Finca, donde tiene una casa valorada en ocho millones de
euros. Allí suele recibir a sus amigos más próximos, entre los que se
encuentran Felipe González y Juan Luis Cebrián. Los tres idearon el lanzamiento
de la Fundación Atman, que se registró el 22 de abril de 2004 y se presentó en
público en octubre de ese año. Una organización que fue bautizada como la FAES
de la izquierda, en relación con la organización política del PP dirigida por
José María Aznar”.
Iñigo Sáenz de Ugarte
escribe, en Eldiraio.es, el artículo titulado “El retrato de Juan Luis Cebrián”
en el que dice: “Primer director de El País, fue el primer responsable de su
éxito periodístico y económico. Años después, fue el principal culpable del
hundimiento económico de Prisa. En los últimos años, ha debido de ocuparse de
conseguir nuevos accionistas para la empresa y de las relaciones con los bancos
que se convirtieron en accionistas porque era imposible devolver los créditos
recibidos. Cebrián continúa recibiendo una compensación económica multimillonaria,
lo que ayuda a explicar por qué, a los 71 años, sigue en el puesto. La empresa
es cada vez más pobre y él es cada vez más rico”. Para Sáenz de Ugarte, el titular
con el que El País anunciaba en portada la futura presentación de la querella
era: “Prisa emprende acciones legales contra La Sexta, ElConfidencial.com y
ElDiario.es”. Nada de la información refutada se refería a la empresa, sino
estrictamente a Juan Luis Cebrián. “Pero, para insertar esos artículos en esa
supuesta conspiración que se remonta a los primeros años de la Transición, él
necesitaba confundirse con Prisa. En la entrevista del jueves repitió la misma
argumentación: ‘Es el prestigio y la influencia de El País lo que está en juego
a la hora de atacarnos’. En realidad, no. Si acaso, sería el ‘prestigio y la
influencia’ de su presidente lo que podrían estar siendo cuestionados y lo que
debería hacer reflexionar a los principales accionistas de la compañía. Eso no
impide que, al mismo tiempo Cebrián alegue que él no es como los demás ni su empresa
como las otras: ‘Nosotros nos debemos a nuestros lectores y a nuestros oyentes.
No podemos involucrar a nuestros lectores y nuestros oyentes en eso que se
llamaban batallas mediáticas. Nunca hemos participado de ellas’ (la guerra del
fútbol con Mediapro debió de ser sólo una película de la Marvel con muchas
entregas”. Sáens de Ugarte recalca “Ahora obliga a Prisa a encabezar una
ofensiva jurídica contra otros medios para defender su reputación personal.
Como hacen los políticos cuando les pillan en situación comprometida, lo niega
todo en términos generales (es una ‘difamación’), pero se cuida mucho de bajar
al detalle. No niega que su mujer haya aparecido como apoderada de una sociedad
en las Seychelles. No niega que su amigo empresario le ha donado un paquete
accionarial de una empresa petrolífera valorado en millones de euros. No niega
que esa empresa opera a través de paraísos fiscales. A José Manuel Soria le
cazaron mintiendo o dando una versión falsa de los hechos cuando quiso dar un
desmentido concreto. Cebrián es más listo o está en una posición que no le
obliga a ofrecer una explicación. Se limita a anunciar una querella”.
Noviembre del 2014.
Cerca de 11.000
periodistas han sido despedidos en España durante los últimos años y 28.000
están parados, según la Federación de Asociaciones de Prensa de España. Pero,
salvo honrosas excepciones y como era de esperar en este país, la mayoría de
los medios apenas se han ocupado del necesario análisis de qué significan la
libertad de expresión y el derecho a una información veraz en democracia. En su
lugar, han dedicado editoriales y grandes espacios a la habitual avalancha de
reproches e insultos contra el “arrogante” “dictador“, “nazi“, “estalinista”,
“bolivariano”, “filoiraní” y todas las otras lindezas dedicadas al jefe
podemita. Es la opinión de Emilio Arrojo que, bajo el título ‘No es periodismo,
es propaganda’, escribe en Público.es: “El mercado de la información en España
se reparte principalmente entre unos ocho grandes grupos mediáticos,
propietarios de los cerca de 500 medios de prensa del país y bajo control
financiero de conocidas entidades bancarias o multinacionales. En principio es
un mercado bien abastecido para 47 millones de habitantes, pero con una
peculiaridad destacable que ya advertía el año pasado el Instituto Reuters de
Periodismo: los españoles son quienes más interés muestran por las noticias,
entre ocho países europeos analizados, y sin embargo son también los que más
desconfían de los medios en general. Las suspicacias también están en la calle.
El periodismo es la segunda profesión más desprestigiada, cuando más necesario
debería ser, en unos momentos decisivos de transición política para una
población mayoritariamente empobrecida y hastiada de las tramas de corrupción
política y empresarial que han enriquecido a una minoría privilegiada (…).
Igualmente la imparcialidad informativa del sector privado está en entredicho
tras las expulsiones de periodistas críticos con el PP como la reciente de
Ignacio Escolar de la cadena SER, la del pasado de M. A. Aguilar, en El País o
la de J. Cintora de Las mañanas de cuatro, de Mediaset, entre los más
conocidos. En las últimas semanas el ‘maléfico’ líder de Podemos, P. Iglesias
ha sido acusado de no entender el derecho a la libertad de expresión al
personificar en ‘un currito’ la oscura relación de algunos medios con
destacados grupos financieros. Al contrario, lo entiende muy bien y con sus
comentarios ha puesto sobre la mesa la guerra ideológica desatada por las
principales empresas de comunicación aliadas del poder económico”.
Entramos ya en la sección
de humor. “Palma está de moda, pero sin los palmesanos”, titula Pep Roig en
Última Hora de hoy, tras leer en ‘El País semanal’: ‘Londres muere de éxito’. “Se
refiere a que ‘Los multimillonarios desplazan a las clases medias a los
suburbios, mientras arrecian los escándalos de lavado de dinero’. ¿Sólo
Londres? Palma también está de moda y, en las mejores casas del casco antiguo,
se habla cada vez menos en mallorquín, pues a la nueva generación autóctona le
resulta casi imposible competir con el capital procedente de allende los
límites insulares. Así, casas y mansiones del centro histórico de Ciutat que,
hasta hace poco, permanecían en estado letargo y en alarmante proceso de
deterioro, han experimentado una especie de renacimiento, a base de reformas y
restauraciones adecuadas, en forma y precio, a la nueva oferta de compraventa
de la zona privilegiada de la ciudad. Esa situación no es nueva, pero sí por su
volumen. Todo empezó con la loable intención de la reforma integral del casco
antiguo de Palma que promovió Ramón Aguiló, entonces alcalde socialista,
después del desastre del derrumbe de un edificio en el Puig de Sant Pere, que
causó varios muertos. El casco histórico de Palma se caía en pedazos, por el
abandono de los propietarios afectados por la franquista Ley de Arrendamiento
Urbano que mantenía alquileres de miseria. La reforma del Puig disponía que allí
continuarían los antiguos moradores, familias de modesta economía, como así fue
en su mayoría. Siguió la reforma de Sa Calatrava y Sa Gerreria, pero sin que se
diera el mismo supuesto. Es difícil para un mallorquín comprar una casa en esas
zonas. Los jóvenes palmesanos ahora viven en Santa María, Inca, Lloseta, porque
Palma está de moda”.
Juan Luis Cebrián
prohíbe a sus periodistas usar la letra pe, la jota y la uve, según fuentes de
Rokambol que así continúa: “Ningún redactor del diario El País podrá, a partir
de esta misma tarde, escribir correctamente la palabra pan o jilguero, entre
otros miles de palabras de uso cotidiano, y tendrán que recurrir a complicados
circunloquios que en la mayoría de los casos no harán sino alargar innecesariamente
las noticias y aburrir soberanamente al lector. La estrafalaria orden dada por
Cebrián todavía no ha sido asimilada por los periodistas, que atribuyen la
medida a una rabieta del presidente petrolero de PRISA por un comentario
escuchado en el ascensor acerca de la peculiar e inversa relación entre la
obscena cilindrada de su automóvil y su integridad profesional. El angustiado
comité de redacción ha solicitado que les sustituyan las palabras prohibidas
por otras de menor uso, como la uve doble, la equis o la zeta, a lo que Cebrián
se ha negado tajantemente. ‘Y me estoy pensando de que la hache y la i griega
tampoco me hacen mucha gracia’, ha llegado a amenazar el empresario, y también
académico de la Real Academia de la Lengua Española, quien también ha
confirmado su intención de vetar las comillas inglesas antes de verano. La
cabecera del rotativo, que al prescindir de la letra pe ya no tendrá ningún
sentido, tampoco se libra de la nueva normativa, de manera que El Aís podría
perder la minúscula parte de identidad que aún le quedaba, según la Asociación
de Sociólogos Estupefactos de España. Respecto a la prohibición de utilizar
comillas inglesas, la SGAE ha advertido a Cebrián de los riesgos legales que
supone no entrecomillar a autores ajenos a la redacción del diario y le ha
recordado que el paréntesis panameño no está aceptado en España”.
La libertad de
expresión provoca a veces vómitos por parte de los controladores de la misma.
Los comentarios de Mafalda; España, un país sin
paro, sin desahucios, sin corrupción; Voto para las próximas elecciones; ¡Sueñan
los androides con ovejas eléctricas?; La justicia no es igual para todos y Si
exportas armamento.
El humor de esta semana
en la prensa: El Roto, Peridis, Forges, J. R. Mora, M. Fontdevila, Sansón,
Vergara, A. López, Pat, Ros, Ferranmartín,
Mel…
Pep Roig, desde
Mallorca: No nos defraudarán, Duelo, pero poco, Hecha la ley…, Fracaso universal, La tabarra,
otra vez y Que lo dejen.
Ignacio Escolar despedido de la SER, por el exclusivo empeño de Juan Luis Cebrián.
Ignacio Escolar despedido de la SER, por el exclusivo empeño de Juan Luis Cebrián.
Jota L POV.
Ángela Merkel quiere que el Gobierno español trabaje más, aunque esté en funciones. Pero Mariano Rajoy tiene un plan muy astuto para huir del control de la cancillera alemana. Polònia - Polònia - 05/05/2016 Polònia.
Ángela Merkel quiere que el Gobierno español trabaje más, aunque esté en funciones. Pero Mariano Rajoy tiene un plan muy astuto para huir del control de la cancillera alemana. Polònia - Polònia - 05/05/2016 Polònia.
Spanish Brass Luur Metalls en el Palau de la Música de Valencia. 22 de Julio 2011. Toccata & Fugue. J.S.Bach. Spanish Brass Luur Metalls SpanishBrass
Franz Schubert (1797-1828) escribió durante el que sería su último año de vida una de sus obras más populares: la Ständchen (Serenata), siendo difundida en diversas versiones orquestales. Escuchada con devoción, su belleza y serena melancolía. conmueve, y refleja el sentimiento que Schubert pone en ella
Franz Schubert - Serenata (Ständchen/Serenade)
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