viernes, 17 de junio de 2016

Los sindicatos llaman al boicot a la Eurocopa de Francia si Hollande no retira la reforma laboral.




En 2012, la mayoría de los votantes franceses eran seducidos por François Hollande que clamaba contra la impunidad de los poderes financieros. El nuevo presidente logró capitalizar el descontento de la población con Nicolas Sarkozy, convirtiéndose en  el primer presidente de izquierdas desde hacía quince años. Cuatro años después, el paro ha aumentado, se ha recortado el gasto público, se ha subido el IVA y liberalizado las profesiones reguladas… Pero la medida más impopular, con un 70% de rechazo ciudadano, ha sido la reforma laboral que propone primar los acuerdos de empresa sobre los convenios colectivos, rebajar las indemnizaciones, aumentar el horario laboral legal y facilitar los despidos.

El líder de la CGT (Confederación General del Trabajo), Philippe Martíne, advirtió hace unos días que la pelota estaba en el tejado del Gobierno. E insistió en que, de no ser desechada la ley de la reforma laboral, interrumpirían el torneo de la Eurocopa que se celebra este verano en Francia., culpando de ello al propio Gobierno. Pero el primer ministro, Manuel Valls, advirtió que “no se puede bloquear un país” ni poner en riesgo “sus intereses económicos”. Y, a pesar de las semanas de movilizaciones callejeras y de todas las huelgas convocadas, Hollande se negó a ceder a las demandas presentadas y a retirar su reforma laboral.
A ocho días del comienzo de la Eurocopa de fútbol, el Gobierno francés trató, por todos los medios y con desigual fortuna, de desactivar las huelgas que amenazaban con paralizar el transporte por carretera, aéreo y ferroviario. Valls envió un mensaje de calma a los aficionados que tenían previsto desplazarse al torneo de fútbol: “Se puede venir a Francia en coche, en avión y espero que en tren –dijo–. Pero no cederé en la reforma laboral porque haya una amenaza de huelga en los trenes”.

La CGT advirtió que continuaría con su campaña de paros y manifestaciones para presionar al Gobierno. El Gobierno se encontró bajo presión para encontrar una solución antes de que comenzase la Eurocopa 2016 de fútbol en Francia, una competición que la CGT amenazó con interrumpir. Pero, el Ejecutivo no estuvo dispuesto a renunciar a esa ley, aunque admitió enmiendas que no cuestionasen su “filosofía”. Y los sindicatos formalizaron una cascada de convocatorias de paros en el transporte público. El paro en el transporte metropolitano de París se ha prolongado más allá del inicio de la Eurocopa. Todas estas protestas han sido el preludio de nuevas jornadas de movilización general para el 14 de junio, cuando el país estaba sumergido en el interés mediático internacional del torneo de fútbol.

Hollande asegura que su reforma laboral “no se retirará” pese a las protestas en toda Francia. En una entrevista concedida al diario Sud Ouest, Hollande reiteró su determinación y afirmó que no cedería ante las presiones. Defendió que su proyecto “proporciona un mejor rendimiento a las empresas y ofrece nuevos derechos a los empleados”, algo que considera “necesario”. Y ha sido duramente criticado por la sociedad. Renfe afrontó nuevas jornadas de huelga de las convocadas por el sindicato de maquinistas Semaf, al no haber ningún acercamiento con la operadora.

El líder de la CGT, Philippe Martinez, se enfrentó al Gobierno con miles de personas reunidas en asamblea contra la reforma laboral, a través de flashmobs, la ocupación de espacios públicos o la incorporación de jóvenes alejados del mundo sindical. Y el 14 de junio, con la Eurocopa ocupando ya portadas y horas de televisión en todo el mundo, se producía la última gran jornada de manifestaciones. Según los sindicatos convocantes, Force Ouvriere, CGT y Solidaires, más de un millón de personas desfilaron en París, cifra reducida por la Prefectura. Y, tras los incidentes violentos de la marcha de París, el Gobierno francés ha anunciado su intención de no autorizar más manifestaciones si la preservación de “bienes y personas” no puede ser “garantizada”. Manuel Valls criminalizó las protestas contra la reforma laboral y quiere prohibir las manifestaciones. Y denegaron los permisos para más protestas en las calles si no sacaban de ellas a los alborotadores, un día después de los violentos disturbios entre jóvenes enmascarados y policía durante manifestaciones en París. El primer ministro Manual Valls acusó al CGT de no hacer nada para frenar a cientos de violentos que saquearon tiendas, arrancaron los adoquines de la calle y rompieron las ventanas de un hospital infantil durante varias batallas campales el martes. La policía respondió con gases lacrimógenos y cañones de agua, con docenas de heridos en ambos lados. Y los sindicatos culpan al Gobierno de provocar el caos. La policía ha arrestado a más de 60 personas. Muchos de los alborotadores iban vestidos de negro, con bufandas y gafas para repeler el gas lacrimógeno y cascos en caso de haya cargas policiales. Aunque no pertenecen a ningún grupo identificable, los expertos dicen que son una mezcla de jóvenes desilusionados, anarquistas y anticapitalistas. Masivas protestas contra las reformas laborales en París RT en Español

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