Angela Merkel impuso la jubilación a los 63 años. En España se retrasó hasta los 67.
Después de una
concentración de dos días con todos sus ministros en el palacete de Meseberg,
Merkel tragaba saliva e inspiraba profundamente al anunciar la primera medida
de la gran coalición alemana: rebajar la jubilación a los 63 años. Era el 24 de
enero del 2014. El mismo país que había presionado al resto de sus socios
europeos a no permitir por más tiempo las jubilaciones antes de los 67 años
realizaba una reforma de sus propias pensiones que reabría la jubilación a los
63 años y que sería aprobada un mes
después en el Consejo de Ministros para ser inmediatamente promovida al
Parlamento en forma de proyecto de ley. Durante la rueda de prensa posterior a
la reunión gubernamental, el vicecanciller socialdemócrata, Sigmar Gabriel, defendía
la reforma, alegando que “las personas de las que estamos hablando han
trabajado en condiciones durísimas, han conocido la semana laboral de 6 días y
mucho más que 40 horas. Para mi generación y para los alemanes más jóvenes que
yo, se trata de una obligación moral”.
Esta imposición del
Partido Socialdemócrata (SPD) durante las duras negociaciones para lograr el
acuerdo de coalición tendría un coste cercano a los 60.000 millones de euros
hasta 2020. La ministra de Trabajo, la también socialdemócrata, Andrea Nahles,
incluía, además, mejoras para las madres con hijos nacidos antes de 1992, y
subidas en las pensiones de invalidez. Hasta 2019, los gastos adicionales de
todo el conjunto de reformas se pagarían con las reservas del seguro de
pensiones y con la renuncia a una baja de las cotizaciones, según lo previsto.
Sólo a partir de 2020 se destinaría dinero adicional proveniente de la
recaudación fiscal. A partir de ese año, el aporte del fisco al seguro de
pensiones debería aumentarse en torno a los 400 millones de euros al año y
subirían las cotizaciones del 18,9% actual hasta el 19,7% del salario bruto,
para cubrir así los gastos adicionales.
Mientras tanto, en
España, el retraso de la edad de jubilación de 65 a 67 años fue una de las
grandes concesiones de España a la Eurozona, ante la fuerte presión de
Alemania. En la UE, la edad rondaba los 65 años con gran variedad de
particularidades. En Francia, Nicolas Sarkozy retrasó la edad mínima de
jubilación de 60 a 62 años. Su sucesor, François Hollande planteó elevar el
periodo de cotización hasta los 44 años para cobrar la pensión completa, frente
a los 41,5 años actuales. En Italia, se accedía a la pensión a los 58 años y,
desde 2009, aumentaba gradualmente. La suma de la edad de jubilación y los años
de cotización deben ascender a 96.
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