España se declara olímpica pese a los recortes.
Pese a los recortes de fondos y a
la falta de apoyo oficial, el deporte español se ha llevado siete medallas
olímpicas de oro, cuatro de plata y seis de bronce, así como 38 diplomas. Las
grandes bazas no fallaron en Río 2016 y se descubrió una hornada de talentos
emergentes que ya miran a Tokio 2020. Pero lo que ignoramos, al disfrutar ante
el televisor del espíritu olímpico, es que muchos de estos deportistas pasan
años peleando por una beca que les permita dedicarse a la competición. Durante
dieciséis días estuvimos pendientes de esta competición, pero la competición de
verdad está antes y después, en los centros de entrenamiento. Y años a la
sombra.
Alejandro Blanco, presidente del
COE, lo declaraba hace unos meses en una entrevista: “El gran secreto es que
logra resultados espectaculares pese a que la inversión es tan baja”. Los 306
españoles que compitieron en Río de Janeiro cumplieron con las expectativas
creadas. E igualaron el número de medallas de Londres 2012. Pero, durante este
ciclo, el deporte sufrió más recortesque nunca, incluyendo la larga lista de
damnificados a costa de la crisis. Los presupuestos del Estado han arañado
millones y millones a un sector al que solo se mira en caso de alegrías. Y los
deportistas españoles saben muy bien por la crisis que están pasando, pese a las alegrías de haber conseguido estas
medallas y diplomas.
“No solo el deporte de élite ha
sufrido –escribe Jorge Yusta en Pùblico.es–, las ligas nacionales se han visto
privadas de estrellas extranjeras y han visto cómo el talento patrio tenía que
emigrar de manera masiva. Las federaciones, asfixiadas en sus arcas, no han
podido ni han sabido adaptarse a los nuevos tiempos. Y el deporte base tampoco
se ha quedado ajeno al descalabro. Sin embargo, a la hora de celebrar las
medallas nunca han faltado los mensajes al sprint de la Casa del Rey, del
presidente en funciones, de ministros y de cualquier político de turno.
Algunos, incluso, apropiándose del mérito de los éxitos ajenos”.
En España, la mayoría de los
deportistas trabajan y luego entrenan, pese a la falta de ayudas. En un momento
de crisis como la actual, invertir en deporte no está bien visto por los gobernantes
del PP. Y la Liga de Fútbol sostiene este año con 15 millones de euros al resto
de deportes. Pero, pese a todo, se van dando pasos que invitan a confiar en que
los próximos años los deportistas que garanticen éxitos, puedan vivir de lo que
practican. El elevado número de diplomas (38) es el más claro síntoma del gran
estado de forma del deporte español y de que los deportistas están en disposición
de alcanzar la gloria, pese a faltarles un solo paso.
El Programa ADO es realizado por
la institución española Asociación Deportes Olímpicos para apoyar el desarrollo
y promoción de los deportistas nacionales de alto rendimiento a nivel olímpico.
Fue establecido en 1988 s para lograr un buen resultado en los Juegos Olímpicos
de Barcelona 1992. Y, en la actualidad, trece patrocinadores privados ayudan a
los atletas españoles. Telefónica promocionó a 22 que compitieron en Río de
Janeiro. Fue la empresa más presente en estas becas ADO. Es un negocio que
funciona y que las grandes compañías no quieren dejar pasar. Las últimas han
sido Danone y ElPozo, que centra sus becas en el equipo Paralímpico. Alejandro
Blanco llegó a manifestar: “Si no hay dinero público y no hay un patrocinador,
no puedes avanzar. Si seguimos por el mismo camino, es el precipicio”. Y RTVE,
fiel colaborador del equipo olímpico español, ya ha anunciado que no emitiría
los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 y ha disminuido su contribución de forma alarmante.
El futuro para los atletas españoles se presenta turbio y poco esperanzador.
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