Fidel Castro murió el pasado 25 de noviembre.
Desde que el 31 de julio de 2006, día en que anunció que entregaba el poder en su hermano, Raúl Castro, la muerte de Fidel Castro ha sido la noticia que cada cierto tiempo ha sobrevolaba por doquier. Una década después, se ha hecho realidad. El líder cubano, Fidel Castro, moría, el viernes, 25 de septiembre del 2016. A lo largo de esta semana, las cenizas del ex mandatario, recorrieron el país durante cuatro días. El Gobierno de la isla anunciaba nueve días de duelo nacional en los que cesaron las actividades y espectáculos públicos y ondeó la bandera nacional a media asta en los edificios públicos y establecimientos militares. “Fidel Castro, el Comandante inmortal de la revolución cubana –escribió Santiago Alba Rico, filósofo y columnista, en un artículo titulado así en CuartoPoder.es–, libró y perdió su última batalla –como cumple a todo ser humano– a los 90 años de edad. Desde 2006, no era ya presidente de su país y, desde 2010, tampoco máxima autoridad del ejército: en esa fecha se ascendió a sí mismo a ‘soldado de las ideas’. Pasó los últimos años retirado de la vida pública leyendo periódicos sin parar, obsesionado por el destino de la humanidad como especie. A los 90 años, uno se convierte irremediablemente en un ‘abuelito’. Con más memoria en su cabeza que algunos ordenadores y más historia en su cuerpo que muchas bibliotecas, Fidel tenía, sí, preocupaciones de ‘abuelito’ planetario y, retirado del ejercicio directo del poder, volcado en sus ‘reflexiones’, había ido alejándose de la geopolítica, para concentrar toda su atención en la amenaza nuclear, el cambio climático y los progresos de la ciencia. La última vez que lo escuché en La Habana cerró su intervención en tono apocalíptico y, al mismo tiempo, combativo: ‘Si a la Humanidad le quedan diez años, habrá que ponerse a luchar, no a llorar’, dijo (…) Fidel se ha muerto sin haber hecho el socialismo y sin decirnos cómo se hace. Sabemos lo que es el capitalismo, el fascismo, el racismo, el patriarcado, pero no el socialismo. Su revolución fue del siglo XX y no se puede repetir. Nos legó un ejemplo pero no un sistema. Deja huérfanos incluso a sus enemigos en un mundo en el que Cuba, en pleno reflujo de América Latina y del planeta entero, no es ya el modelo. Lo jodido es que tampoco tenemos otro… En Cuba, en España, en EEUU, en Siria, seguir esa senda –llamémosla ‘democracia’– será la mejor manera de recordar a Fidel y mejorar su legado. Hasta siempre, Comandante”.
El rey Juan Carlos abraza al presidente
mexicano, Enrique Peña Nieto, a su llegada a la Plaza de la Revolución.
El rey emérito de España Juan
Carlos I viajó a La Habana (Cuba) para participar en uno de los actos en
homenaje a Fidel Castro. Don Juan Carlos fue en representación de España, país
en el que nació el padre de Fidel, el terrateniente Ángel Castro, de origen
gallego. El rey emérito no podía olvidar una anécdota ocurrida durante la
Cumbre Iberoamericana, celebrada en Madrid, en 1992, cuando, durante una cena,
Fidel alzó su copa para brindar por el entonces monarca: “No soy realista –dijo
entonces–, soy juancarlista”. Juan Carlos asistió a los eventos programados por
el comité organizador de las exequias. Luego, las cenizas de Fidel recorrieron los
casi 1000 kilómetros, desde La Habana hasta Santiago de Cuba, su provincia
natal, y los cubanos le rindieron tributo durante casi una semana. “Ciudadanos”
no quiso que España enviase representación de primer nivel al funeral de Fidel
Castro. El partido de Albert Rivera consideró que había que atender “la
condición de dictador del fallecido dirigente” cubano y limitarse a mandar
alguien de segunda fila, como por ejemplo “un secretario de Estado”. Pero nadie
le hizo caso. “Ciudadanos” preguntó al Gobierno si había tenido en cuenta la
“condición de dictador” de Castro para decidir la representación de España en
el funeral. Desde “Podemos”, partido que tildó a Castro de “referente”,
criticaron que en la delegación española no estuviese incluido Alfonso Dastis,
ministro de Exteriores, y que fuera don Juan Carlos quien encabezase la
delegación. “Es al ministro a quien le corresponden las relaciones diplomáticas
del Estado”, señalaron desde la formación morada. Pero, durante estos días,
Dastis se encontraba junto a los Reyes, en Portugal, en una visita de Estado.
Por su parte, el partido morado dio otro paso y decidió enviar una delegación a
Cuba para participar en los actos. También el dirigente 'abertzale', Arnaldo
Otegi, que pensaba viajar a Cuba para asistir a los actos de homenaje, pero fue
impedido por las autoridades francesas y norteamericanas, al no poder sobrevolar
el espacio aéreo estadounidense “por haber sido condenado por terrorismo”.
La CIA no pudo con él.
Fidel murió de viejo, habiendo
superado las 638 formas en que trataron de asesinarlo. Escribe María de Sancha
en El Huffington Post: “Fidel Castro ha sobrevivido a diez presidentes de EEUU.
Pero no ha sido por gusto de los Servicios de Inteligencia estadounidenses. El
líder cubano se convirtió en la obsesión de la CIA y del FBI desde que ascendió
al poder, y fue objeto de multitud de atentados, algunos de lo más
disparatados. Se dice que el presidente John F. Kennedy pidió consejo al
creador de James Bond para deshacerse de Castro, lo que arroja luz sobre las
ideas más exóticas para asesinarlo. La web de la CIA reconoce varios de estos
intentos y señala que, desde muy pronto, la agencia se dio cuenta de que no
tendrían éxito. ‘Es uno de los líderes más invulnerables del mundo’, señaló mientras
apuntaba a Robert Kennedy como el pez gordo más obsesionado con Castro,
particularmente tras el fracaso de Bahía de Cochinos. El comité del Senado de
EEUU que investigó los abusos de la Inteligencia norteamericana durante la
Guerra Fría contabilizó hasta ocho atentados contra la vida de Castro entre
1960 y 1965. Un documental recogió estrategias para desprestigiar a Castro en
lugar de matarlo. La mayoría de los atentados contra su vida fueron liderados
por expatriados cubanos entrenados por la CIA pero, oficialmente, sin apoyo de
EEUU. El intento de asesinato más reciente se había desarrolló en el año 2000.
Castro tenía programada una visita a Panamá, y se fraguó un plan para poner 90
kilos de explosivos debajo del podio desde el que hablaría. El personal de seguridad
cubano realizó el chequeó de seguridad habitual y ayudó a abortar la trama.
Cuatro hombres fueron detenidos, entre ellos un exiliado cubano veterano de la
CIA, pero recibieron, poco después, un
perdón presidencial… Como dijo el mismo Castro una vez: “Si sobrevivir a
atentados fuera un deporte olímpico, yo obtendría el oro”.
Fidel Castro encontró en Hugo Chavez y Evo
Morales socios idóneos para un eje boliviariano en Latinoamérica.
Con el triunfo de la Revolución
Cubana, en 1959, comenzó la hostilidad de Estados Unidos que no veía con buenos
ojos el derrocamiento del dictador Fulgencio Batista y la expropiación de las
empresas estadounidenses. Tres años más tarde, John F. Kennedy aprobaba las
medidas más duras del embargo. Bahía de Cochinos y la crisis de los misiles
fueron el punto álgido de un enfrentamiento que se perpetuó durante décadas. La
Habana se entregó a los brazos de la Unión Soviética. Este apoyo terminó con la
caída de los regímenes comunistas de Europa del Este y Washington aprovechó
para endurecer el bloqueo, pero, con el nuevo milenio, La Habana encontró un
apoyo inesperado en los gobiernos progresistas de países latinoamericanos como
Venezuela. Un 49 por ciento de estadounidenses creyó que la situación sería más
o menos la misma. Pero, un 43 por ciento creyeron que, en los próximos años, se
produciría una apertura. Un reciente estudio del Pew Research Center revela que
un 73 por ciento de los estadounidenses apoyaban el restablecimiento de
relaciones diplomáticas con Cuba y un porcentaje similar, un 72 por ciento,
respaldaban el posible fin del embargo comercial impuesto desde hace más de
medio siglo.
Tras la histórica visita del entonces
presidente estadounidense, Barack Obama, en marzo de 2015, Fidel Castro
publicaba: “Hermano Obama”, artículo en el que elogiaba “su origen humilde y su
inteligencia natural evidentes”. Sin embargo, también advertía de que “no
necesitamos que el imperio nos regale nada. Somos capaces de producir los
alimentos y las riquezas materiales que necesitamos con el esfuerzo y la
inteligencia de nuestro pueblo (...). Nuestros esfuerzos serán legales y
pacíficos, porque es nuestro compromiso con la paz y la fraternidad de todos
los seres humanos que vivimos en este planeta”, apuntaba. De hecho, a pesar de
la visita de Obama a Cuba, nunca se produjo una reunión entre Fidel Castro y el
presidente estadounidense. El tono fue similar a la reflexión publicada en
octubre de 2014, apenas unas semanas antes del anuncio conjunto de Obama y Raúl
Castro de una nueva etapa en las relaciones bilaterales. Castro criticaba así el
artículo de 'The New York Times', que defendía poner fin al bloqueo contra
Cuba: “El artículo está escrito, como puede apreciarse, con gran habilidad, buscando
el mayor beneficio para la política norteamericana en la compleja situación,
cuando los problemas políticos, económicos, financieros y comerciales se
acrecientan”. El 19 de abril de 2016,
Fidel reconocía: “Pronto seré ya como todos los demás. A todos nos llegará
nuestro turno, pero quedarán las ideas de los comunistas cubanos como prueba de
que, en este planeta, si se trabaja con fervor y dignidad, se pueden producir
los bienes materiales y culturales que los seres humanos necesitan, y debemos
luchar sin tregua para obtenerlos”.
“Fidel ha muerto –escribía
Ignacio Ramonet, catedrático y director del periódico “Le Monde diplomatique,
en español” y autor de “Fidel Castro: biografía a dos voces”, la biografía más
completa del líder histórico cubano–, pero es inmortal. Pocos hombres conocieron
la gloria de entrar vivos en la leyenda y en la historia. Fidel es uno de
ellos. Perteneció a esa generación de insurgentes míticos –Nelson Mandela,
Patrice Lumumba, Amilcar Cabral, Che Guevara, Camilo Torres, Turcios Lima,
Ahmed Ben Barka– que, persiguiendo un ideal de justicia, se lanzaron, en los
años 50, a la acción política, con la ambición y la esperanza de cambiar un
mundo de desigualdades y de discriminaciones, marcado por el comienzo de la
guerra fría entre la Unión Soviética y Estados Unidos… Fidel soportó la
embestida de nada menos que diez presidentes estadounidenses (Eisenhower,
Kennedy, Johnson, Nixon, Ford, Carter, Reagan, Bush padre, Clinton y Bush
hijo). Tuvo relaciones con los principales líderes que marcaron el mundo
después de la Segunda Guerra Mundial (Nehru, Nasser, Tito, Jrushov, Olaf Palme,
Ben Bella, Boumedienne, Arafat, Indira Gandhi, Salvador Allende, Brezhnev,
Gorbachov, François Mitterrand, Juan Pablo II, el rey Juan Carlos, etc.). Y
conoció a algunos de los principales intelectuales y artistas de su tiempo
(Jean-Paul Sartre, Simone de Beauvoir, Arthur Miller, Pablo Neruda, Jorge
Amado, Rafael Alberti, Guayasamin, Cartier-Bresson, José Saramago, Gabriel
Garcia Marquez, Eduardo Galeano, Noam Chomsky, etcétera). Bajo su dirección, su
pequeño país (100 000 km2 y 11 millones de habitantes) pudo conducir una
política de gran potencia a escala mundial, echando hasta un pulso con Estados
Unidos cuyos dirigentes no consiguieron derribarlo, ni eliminarlo, ni siquiera
modificar el rumbo de la Revolución cubana. Y finalmente, en diciembre de 2014,
tuvieron que admitir el fracaso de sus políticas anticubanas, su derrota
diplomática e iniciar un proceso de normalización que implicaba el respeto del
sistema político cubano”.
“No es fácil escribir sobre Fidel
Castro –escribe Agnese Marra en Público– menos aún en una época donde la fotografía
siempre sale en blanco y negro. Donde las personas se definen como héroes o
villanos, indios o vaqueros, víctimas y verdugos. Donde los titulares abren con
celebraciones en Miami y llantos en La Habana. Pero no describen el nudo en el
estómago, la melancolía, la indiferencia o un cierto desdén que pueda causar la
muerte del líder más famoso de América Latina. El mismo que a veces de manera
intencional y otras sin pretenderlo, cambió el destino de millones de
latinoamericanos… Las contradicciones son muchas. Fidel Castro fue el hombre
que desafió la hegemonía norteamericana en América Latina, concretamente hasta
diez de sus presidentes. Fue quien defendió e implementó las ideas de justicia
social. Quien convirtió a una pequeña isla del Caribe en el símbolo de la
izquierda latinoamericana y que ofreció la posibilidad de pensar que las cosas
se podían hacer de otra manera. Fue quien acogió y protegió a las víctimas de
las dictaduras latinoamericanas de los 60 y 70. Y quien no condenó la dictadura
argentina porque éstos vendían granos al régimen soviético. También fue el
hombre que decretó un día de luto por la muerte de Franco. El que apoyó la
represión sangrienta de la primavera de Praga de 1968. El hombre que persiguió
con cárcel y a veces ejecuciones a sus opositores. Y a los homosexuales. Según
García Márquez también era alguien capaz de comerse 28 bolas de helado de una
sentada (así lo cuenta en su libro Jon Lee Anderson). Una persona educada, gran
orador, con educación jesuita, repiten casi todos los que le conocieron”.
Fidel Castro, con el
escritor colombiano y premio Nobel de literatura, Gabriel García Márquez,
“Este cubano de origen gallego
–continúa Agnese Marra– fue sobre todo un símbolo gracias a la creación de un
relato que manejó como nadie: el de la independencia latinoamericana. Esa
suerte de antiimperialismo y nacionalismo que hoy muchos denominan populismo de
izquierdas y que resulta imposible de comprender sin conocer la historia del
continente. La América Latina de la segunda mitad del siglo XX no se puede
entender sin Fidel Castro, como la permanencia de este dirigente en el poder
durante 47 años tampoco se puede concebir sin la necesidad de esta región de
defender un relato en el que la identidad, la independencia, la igualdad y la
justicia se enfrentaran a los demonios coloniales, a las élites criollas y al
control norteamericano… Fidel Castro fue, junto a los 82 revolucionarios que se
subieron al Granma los que después de tres años de lucha de guerrillas,
derrocaron al dictador Fulgencio Batista y, el 1 de enero de 1959, hicieron
realidad, al menos durante un tiempo, el sueño de libertad, independencia y
justicia, lo que Eduardo Galeano resumió así: Transformaron una colonia en una
patria”. Cuba fue capaz de exportar a 158 países pobres, donde los niños morían
por desnutrición, más de 15.000 médicos y profesores. Médicos cubanos que fueron
a trabajar incluso a los rincones más remotos de estos países. “Cuando estalló
la crisis del ébola –reconoce Pablo Bustinduy, secretario de relaciones
internacionales de ‘Podemos’–, Cuba, una isla de 11 millones de habitantes
sometida a un bloqueo y a la subordinación del bloque socialista, fue el primer
país que envió sobre el terreno médicos y enfermeros, lo mismo que en el
terremoto de Haití. O en prevención de huracanes, donde han desarrollado una
capacidad técnica de primer orden mundial. Cuba asumió la tarea de formación y
capacitación de cuadros, sobre todo en los ámbitos sanitario, educativo y
deportivo, lo que le llevó a forjar relaciones, sobre todo con los países no
alineados, que han sobrevivido al colapso de la lógica de la guerra fría”.
Fidel Castro y Nelson Mandela, posando en La
Habana, el 26 de julio de 1991.
Los años dorados del régimen
cubano se dieron entre la década de los sesenta y los ochenta. Dieron alas a
organismos como la CEPAL y a las teorías económicas de la Dependencia,
denunciando que el continente no podía seguir siendo el patio trasero del Mundo.
La revolución cubana también inspiró a la Teología de la Liberación, que se
convirtió en el brazo social de los excluidos latinoamericanos. Fue en esa época cuando la isla del Caribe fue
forjando su lugar en el tablero de la geopolítica, como socia de la Unión
Soviética en el continente latinoamericano. Cuba no sólo apoyó a las guerrillas
de la región que surgieron en los sesenta, setenta y ochenta, sino que se
convirtió en la gran inspiración de la mayoría de ellas. Si la pequeña isla lo
había conseguido, el resto también podía. Salvo cortos amagos, el milagro
cubano no se repitió en la región. Las tropas castristas tuvieron más éxito en
sus incursiones en África, especialmente en Angola donde ayudaron a derrotar a
las tropas de la República de África del Sur y con ello aceleraron la caída del
régimen del apartheid. Años después, Nelson Mandela iría a Cuba para
agradecerle personalmente a Castro su labor por el pueblo sudafricano. La caída
del Muro de Berlín, en 1989, y el colapso de la Unión Soviética, en 1991,
marcaron un antes y un después en el sueño de la revolución cubana que, a pesar
de haber conseguido logros sociales importantes, también vulneraba derechos
fundamentales como el de la libertad de expresión entre que no siguieran las
pautas del régimen. A principios de los
noventa, fueron los años del “periodo especial” en los que la isla, además de
sufrir un recrudecimiento del embargo norteamericano, se vio también sin la
ayuda soviética. Los cubanos tuvieron que hacer un sacrificio enorme para
mantener el “ideal socialista”. Fidel quería conservar las políticas de gasto
social y decidió abrir la isla a determinadas inversiones extranjeras e hizo
una fuerte apuesta por el turismo internacional. Según el periodista Jon Lee
Anderson (biógrafo del Che Guevara y de Fidel Castro), “los pilares de salud y
educación se deterioraron sobremanera a lo largo de los años, mientras que el
influjo de turistas y sus dólares introdujeron nuevas tensiones sociales y
desigualdades económicas”.
Fidel Castro con el venezolano, Hugo Chávez.
Castro fue uno de los primeros en
señalar que la deuda externa latinoamericana era impagable, y, una vez más, orientó
a los latinoamericanos a unirse frente a las políticas neoliberales del
Consenso de Washington. A finales de los noventa y comienzos del 2000 encontró
a uno de sus compañeros más importantes de sus últimos años: el ex presidente
de Venezuela, Hugo Chávez. Ambos fundaron, en 2004, la Alianza Bolivariana para
los Pueblos de Nuestra América (ALBA) como contrapunto de la Organización de
los Estados Americanos (OEA) y para crear “un marco de integración distinto al
del modelo neoliberal”, sumando adeptos entre los países del Caribe. El ALBA,
en 2006, se convirtió en una enorme zona de libre comercio basada en la
creación de mecanismos que aprovechaban las ventajas cooperativas entre las
diferentes naciones asociadas para compensar las asimetrías entre dichos
países. Sus principales áreas de incidencia fueron el transporte y las
comunicaciones, como “modelo de desarrollo económico en beneficio de los
pueblos”, y la aplicación del TCP (Tratado de Comercio de los Pueblos). El ALBA
también puso entre sus pilares la erradicación del analfabetismo, una de las
políticas de mayor éxito del gobierno cubano. En la primera década del 2000,
Venezuela y Bolivia entraban entre las nuevas naciones que podían presumir de
haber acabado con ese problema. Además de Chávez, Cuba y Fidel encontraron el
apoyo de Brasil durante los gobierno de Lula y Dilma Rousseff. La mayor
potencia sudamericana, dentro del marco de la política internacional de
cooperación Sur-Sur marcado por Lula, hizo que Cuba se ubicara entre uno de sus
socios preferenciales. Brasil invirtió en la isla en infraestructuras y en
investigación petrolera, y Cuba ofreció su mano de obra profesional más
conocida: los médicos.
Más de un millón de personas, según datos
oficiales, despidieron a Fidel Castro en la Plaza de la Revolución.
El homenaje póstumo al fallecido
líder cubano tuvo lugar en la Plaza de la Revolución de La Habana. Entre los
asistentes se encontraban los presidentes de Venezuela, Nicolás Maduro; de Bolivia,
Evo Morales; de Nicaragua, Daniel Ortega; de Ecuador, Rafael Correa; de México,
Enrique Peña Nieto; de El Salvador, Salvador Sánchez Cerén; de Panamá, Juan
Carlos Varela; y de España, el rey emérito, Juan Carlos I…Tanto Donald Trum
como su vicepresidente, Mike Pence, calificaron al mandatario de “brutal
dictador”, el primero, y de “tirano”, el segundo, declinando asistir a la Cuba
de Fidel. Las cenizas del expresidente, amado y odiado por igual, un personaje
que despertó pasiones y odios enfrentados, fueron instaladas en ese emblemático
lugar, donde permanecieron dos días. Acudieron al homenaje cerca de un centenar
de representantes de países, entre gobiernos, organismos internacionales, instituciones
y partidos políticos. Un homenaje que reunió a representantes de los gobiernos
de América Latina y de gran parte de África y Asia, así como alguno de Europa. Y
el miércoles, emprendieron el camino inverso de la “¡Ruta de la Libertad”, la
ruta recorrida por los barbudos de Sierra Maestra, liderados por Fidel, al
triunfar la Revolución. En el regreso, surgió el nombre de “Caravana de la
Eternidad”. La ceremonia de inhumación se realiza hoy, domingo, en el
cementerio de 'Santa Ifigenia', de Santiago de Cuba.
Un
coche militar transportó los restos de Fidel Castro.
La “Caravana de la Eternidad”
avanzó en medio de un silencio casi desgarrador. En total, recorrió en tres
días unos mil kilómetros a la inversa del camino que siguió el Ejército
Rebelde, entre el 1 y el 8 de enero de 1959, tras el triunfo de la Revolución. El
recorrido de la caravana que contenía las cenizas de Fidel Castro, desde la
Plaza de la Revolución hacia Santiago de Cuba, se inició el miércoles. El desarrollo de la caravana fue semejante en
todas las ciudades y pueblos que visitó. Primero recorrió la carretera central,
escoltada y acompañada por cientos de personas que acudieron a verla pasar.
Después, entró a la plaza central de cada lugar y recibió el homenaje de la
gente, que cantó himnos y cánticos como “Yo soy Fidel” y “Comandante en jefe,
¡ordene!”. Los medios oficiales, los únicos que fueron subidos en la caravana,
hicieron referencias históricas y recordaron lo que había pasado en cada lugar
al paso de la caravana, hace 47 años. Los paralelismos, las comparaciones con
el 59 y la fuerte carga simbólica fueron continuos…
Fidel Castro y su hermano, Raúl Castro.
Tras la muerte de Fidel Castro,
la revista Forbes ha calculado que el dictador cubano dejará a su hermano Raúl
Castro una herencia valorada en 900 millones de dólares. Esa cantidad
convertiría al líder revolucionario en uno de los mandatarios más ricos del
mundo. En concreto, lo situaría en la séptima posición de su lista por delante
de la reina Isabel de Inglaterra y de Beatriz de Holanda. Según la publicación,
Castro tenía unos 110 millones de dólares en el año 2003 y logró multiplicar
esa fortuna por ocho hasta la fecha de su muerte.
Ban Ki
Moon, Secretario General de la ONU, firma el libro de condolencias.
El secretario general de la
Organización de las Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-moon, expresaba el pasado
domingo sus condolencias al pueblo cubano. En un comunicado, Ban, entristecido
al enterarse de la muerte de Castro, dijo que, como “una emblemática figura de
la Revolución cubana, Fidel Castro fue notable en Latinoamérica e influyente en
asuntos mundiales. Como primer ministro, presidente, comandante de las Fuerzas
Armadas de Cuba y primer secretario del Partido Comunista de Cuba, su papel en
el mando de Cuba se extendió cerca de 50 años, durante los cuales dejó una
importante huella en su país y en la política mundial”. Y añadió: “El
presidente Fidel Castro será recordado por su liderazgo en la Revolución cubana
y por los avances de Cuba en las áreas de educación, alfabetización y salud. El
secretario general de la ONU espera que Cuba continúe avanzando en un camino de
reforma, mayor prosperidad y derechos humanos”. También la directora general de
la Unesco, Irina Bokova, trató a Fidel Castro comi un símbolo de la solidaridad
mundial. “Gracias a sus esfuerzos –dijo–, Cuba constituye un ejemplo mundial en
materia de solidaridad y cooperación”. Asimismo, lo calificó como un defensor
incansable de los desheredados y de la educación, y como aspecto clave para el
crecimiento cultural, social y humano de los pueblos”.
Incompatibilidad entre Aznar y Castro.
En los años de Felipe González, época
en la que el propio Fidel Castro visitó España y la tierra natal de su padre,
Galicia, donde fue recibido por Manuel Fraga, las relaciones se mantuvieron
fluidas. Luego, con la caída de la URSS, el Gobierno español reclamó reformas
en Cuba y, en 1990, se produce la invasión de la embajada española que acabó
con la buena relación. La incompatibilidad entre Aznar y Castro llegó pronto,
tanto en lo personal como en lo ideológico. La vuelta de los socialistas al
Gobierno acabó con esta vía rupturista por parte de España, pero no así desde
Europa, donde se mantuvo la Posición Común hasta la actualidad. Horas después
de la muerte de Fidel Castro, la portavoz del PP en el Ayuntamiento de Madrid,
Esperanza Aguirre, se expresó en Twitter sobre el legado dejado por el líder
cubano: “Dos millones de exiliados, miles de asesinatos, 58 años de dictadura
criminal, un país arruinado y desmoralizado: balance de Fidel y el comunismo”.
Veinticuatro horas más tarde, el tweet se multiplicó. En otro mensaje lazado
por Pablo Iglesias, el secretario general de “Podemos” decía: “Con sus luces y
sombras se va un referente de la dignidad latinoamericana y de la resistencia
soberana. Adiós Fidel”. Albert Rivera escribió: “Ha fallecido Fidel Castro. Se
abre una oportunidad para que los cubanos avancen a un nuevo tiempo de
reconciliación, libertad y democracia”. Cristina Cifuentes: “Muerto el dictador
#FidelCastro, se abre una oportunidad de democracia y libertad para Cuba.
Nuestra transición es un gran ejemplo”. Y Mariano Rajoy ofreció sus
“condolencias al gobierno y autoridades cubanas por el fallecimiento del
expresidente Fidel Castro, una figura de calado histórico”.
Suárez, el primer presidente de Europa
occidental en visitar Cuba.
La relación de Madrid con el régimen castrista ha vivido muchas crisis, pero no se ha roto. El franquismo y el castrismo nunca rompieron relaciones. Cuba, al contrario que México, no reconoció al Gobierno de la República en el exilio; y Franco no respetó el bloqueo impuesto por EE UU. Los buques españoles siguieron entrando en los puertos cubanos e Iberia fue, durante años, la única línea aérea que unía la isla con Europa Occidental. La revolución castrista generó un conflicto que no se dio tras la independencia: la expropiación de las propiedades de miles de españoles. La negociación de las indemnizaciones se prolongó durante décadas y solo se llegó a un acuerdo con Adolfo Suárez, recuperada ya la democracia. Suárez fue el primer presidente español que visitó La Habana, en 1978. Tras la llegada de los socialistas al poder, en 1982, saltaron chispas en la entrevista que Felipe González y Fidel mantuvieron en Brasilia, en marzo de 1990. El muro de Berlín ya se había derrumbado y González intentó convencer al veterano revolucionario de la necesidad de emprender reformas. La visita de Fidel a Madrid, con motivo de la cumbre iberoamericana de 1992, y su desplazamiento a Galicia, tierra natal de su padre, apaciguaron los ánimos. Pero, la tensión volvió a reproducirse durante el mandato de José María Aznar. Por primera vez, Madrid se alineó con Washington en su política hacia La Habana. Y el Rey sólo pudo visitarla en 1999, al asistir a la Cumbre Iberoamericana, celebrada en La Habana. Zapatero y su ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, se emplearon a fondo para restaurar las relaciones, pero solo lo lograron a medias. La deuda cubana con España (unos 1.500 millones de euros) no se condonó y Zapatero nunca pisó La Habana. El regreso del PP al poder, de la mano de Rajoy y su ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo, vino marcado por el affaire Carromero: el encarcelamiento del militante popular que conducía el coche en el que murió el disidente Oswaldo Payá. Pero ni la condena y posterior repatriación de Carromero ni la retórica anticastrista del PP en la oposición cambiaron sustancialmente la política de Madrid hacia La Habana, que optó por la realpolitik. Margallo visitó dos veces Cuba y el Gobierno de Rajoy eliminó los obstáculos que dificultaban las relaciones bilaterales, con la condonación de la deuda y el desbloqueo del crédito a la exportación, pero las relaciones políticas no llegaron a normalizarse. Mientras otros mandatarios europeos desfilaron por La Habana, la visita de Rajoy y Felipe VI sigue hoy pendiente. Y será sin Fidel. “Los lazos con Cuba, económicos, culturales y de todo tipo, eran muy estrechos antes de Fidel y seguirán siéndolo después”, sostiene Zaldívar, embajador en La Habana (2004-2008). En palabras de Margallo, las disputas y querellas, incluso subidas de tono, son “un asunto estrictamente de familia”.
España y Cuba, cinco décadas de tensas relaciones entre países hermanos.
La evolución de la relación en
los últimos años, desde que Raúl tomó las riendas de Cuba tras la enfermedad de
su hermano Fidel, revela un claro abandono de la tensión entre los dos
gobiernos, sobre todo durante la primera época de José María Aznar (1996-2004).
El gobierno español aprende que la contundencia de los mensajes solamente sirve
para que el gobierno cubano rebote con mayor agresividad y personalismo las
arremetidas de Madrid. José Luis Rodríguez Zapatero insiste en la conveniencia
de la suspensión de las llamadas “medidas” contra el gobierno de La Habana por
el encarcelamiento de disidentes y la ejecución de secuestradores de un ferry
en el puerto de La Habana. El régimen cubano contesta con el congelamiento de
las relaciones diplomáticas. El resultado es calificado por el nuevo gobierno
del PSOE como “contraproducente”. E insiste en la corrección instalada por el
gobierno del PSOE y mantenida por la nueva administración de Mariano Rajoy. La
relación económica hispano-cubana sigue estando dominada por sectores
turístico-hoteleros. España sigue liderando la administración de hoteles en
Cuba, en la senda de algunas empresas como Meliá. El monto del intercambio
hispano-cubano, en 2015, supera los mil millones de euros. Toda esta actividad
queda enmarcada en la reciente firma del acuerdo para reestructurar la deuda a
medio y largo plazo, calculada en 2.444 millones de euros. Acompañado de la
entonces ministra española de Fomento, Ana Pastor, Margallo anuncia que, entre
los proyectos que se firmarán, destaca una ambiciosa cooperación en transporte
por carretera, marítimo, el mantenimiento de trenes, y servicios
aeroportuarios. Entre otras áreas de cooperación figuran la estructuración
financiera de proyectos, capacitación de ingenieros y la promoción del
desarrollo tecnológico. La total normalización de la relación, sin embargo, no
podrá sublimarse notablemente hasta que el panorama político de España no se
aclare definitivamente.
Izquierdas, sin complejos.
Datos, en Cuba.
Fotomontajes del momento: El Jueves, Fidel y multinacionales, Los temores de Girauta en Ciudadanos, hablando con Rivera.
Humor en la prensa de esta semana: Pedripol, Faro, Pinilla, Chappatté, en The New Times, J. R. Mora, Forges, El Roto, PAT (Escorados a la derecha, Fórmula contra la crisis y Las disculpas del alcalde de Alcorcón), Peridis, Manuel F.
Pep Roig dibuja en “Última Hora”
de Mallorca: Pobreza desconectada, Si el cinismo fuera deporte, estos serían
los campeones. De ilusión no se vive. Es lo que es, Subida de impuestos
especiales, Presión a la represión, Tiempo de rebajas al alza y Son como el PP y el PSOE.
Vídeo de la Habana 1960, con música de Carlos Puebla, realizado por kracomarco para jjcc.cl Llego el comandante y mando a parar resmanet
638 maneras de matar a Castro documental online fabian morales
Uno de los tantos cuentos de Fidel. Fragmento del excelente documental "Cuba la Bella" del realizador Ricardo Vega.
LAS VACAS ROJAS DE FIDEL EN AIRE ACONDICIONADO
LAS VACAS ROJAS DE FIDEL EN AIRE ACONDICIONADO
Oscar Suarez
Fidel Castro - Entrevista en 1976 Diego Dias
Fidel Castro - Entrevista en 1976 Diego Dias
Publicado el 24 ago. 2013
Obra de Ricardo Vega con numerosas referencias a eventos y dinámicas ocurridos entre los 1950s y los 1990, en Cuba, en muchos de los cuales resulta evidente algunas de las maneras en que materialidad y política se enlazan.
Cuba la bella, documental, 1997
Cuba Material
En junio del 2014 se unieron músicos cubanos que residían en el extranjero con otros que viven en Cuba para cantar la más internacional de las canciones cubanas.
CUBANA LA GUANTANAMERA. Nueva versión.
pedro perezc
El memorial a José Martí de la Plaza de la Revolución abrió sus puertas para que los cubanos pudieran despedirse del expresidente Fidel Castro, fallecido el pasado día 25 y cuyas cenizas han sido instaladas en ese emblemático lugar de La Habana. Cientos de personas hicieron cola) para rendir tributo al líder cubano en el mismo emblemático escenario en el que pronunció la mayor parte de sus largas arengas.
Cubanos llegan a Plaza de la Revolución para despedirse de Fidel
AGENCIA EFE
Las cenizas de Fidel Castro inician el recorrido desde La Habana
PublicoInternet
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