“¿Tu país tiene un Rey? –se
pregunta Gazzetta del Apocalipsis– ¿Lo
ves como algo natural y lógico? ¿No te incomoda su existencia? ¿Te consideras
su súbdito? Entonces permíteme que te diga una cosa: eres un ser humano
INFERIOR. Debes saberlo; tú eres Inferior. Y no porque quien escribe estas
palabras lo considere así, sino porque TÚ así lo consideras. Ahora quizás digas
que te falto al respeto. Pero al fin y al cabo eres tú quien te faltas al
respeto a ti mismo/a, al considerar que alguien tiene derechos de nacimiento
superiores a los tuyos.
“Debes preguntarte una cosa:
¿Respetas a tus padres? No les tienes ni la más mínima consideración. De hecho
los desprecias profundamente. Porque, al aceptar que alguien tiene derechos de
nacimiento superiores a los tuyos, automáticamente te consideras inferior a esa
persona. Y dado que esos derechos superiores a los tuyos se “justifican” vía
sanguínea y genética, extiendes esa patética y lamentable falta de auto respeto
hacia tus progenitores, a los que, por lo tanto, también consideras seres
inferiores como tú. Así es como deshonras a tus padres, deshonras a tus abuelos
y deshonras a todos tus ancestros hasta el principio de los tiempos. Y
deshonras a tus hijos y a toda tu descendencia futura. Insultas a tu propia
sangre y a tus propios genes, porque tú y solo tú has decidido que son
inferiores a los de otras personas. Por lo tanto, no solo eres un ser inferior,
estimado súbdito del rey. Además eres un ser humano indigno y desagradecido
hacia los que te han dado la vida…
“Tal es tu nivel de bajeza.
Debería darte vergüenza. Este escrito no trata sobre la figura de la Monarquía,
ni sobre el establecimiento de una República. No hablamos de constituciones,
leyes, política, ideologías, ni modelos de estado, pues todos esos son
elementos superfluos, invenciones abstractas, circunstanciales y a veces
incluso absurdas. Esto va mucho más allá. Habla de lo que realmente tiene
sentido e importancia, de lo esencial: nuestra naturaleza como seres humanos,
nuestra dignidad. Nuestro sentido intrínseco como seres vivos y el sentido de
nuestra existencia. Trata sobre ti, sobre cada segundo de tu vida, sobre el
valor que le das a cada latido de tu corazón. ¿Cómo puedes tolerar que alguien
tenga derechos de nacimiento superiores a los tuyos? ¿Cómo puedes mirarte al
espejo cada mañana mientras eso sucede? ¿Cómo puedes aguantar el agravio que
eso representa para ti, el agravio que representa para tus padres, para tus
abuelos y para todos tus antepasados que hollaron la tierra antes que tú? ¿Cómo
puedes soportar que tus propios hijos, nietos y descendientes nazcan con menos
derechos que los hijos de otras personas? ¿Cómo puedes tolerar un ultraje de
tal magnitud hacia la naturaleza del mismísimo universo?...
“Porque, como te decía, esto no
va de Reyes y Monarquía. Poco importa el nombre que les demos. Pueden ser
reyes, potentados, clérigos, gobernantes, políticos, tecnócratas, blancos,
negros, altos o bajos…el problema nace cuando simplemente toleras que alguien
nacido en este planeta tenga más derechos y privilegios que tú. Así, cuando tus
hijos no tengan acceso a una “posición” en la vida, cuando no tengan la
posibilidad ni tan solo de luchar por sus sueños o de realizar sus proyectos
vitales fruto de su talento y su esfuerzo, barrado su camino por mil
obstáculos, mientras otros tienen el camino despejado solo por ser hijos de
quienes son, avergüénzate de ti mismo si lo aceptas sumisamente. ¡Avergüénzate!
Porque entonces eres un mal padre o una mala madre si consientes tal atropello
sin rebelarte. No importa que les otorgues una buena educación a tus hijos, que
les des un techo, comodidades, una buena alimentación o que les compres mil
caprichos. No debes quererles ni respetarles en absoluto si consientes que esto
suceda en TU mundo. No deben importarte lo más mínimo si te parece normal,
lógico y correcto que otros tengan derechos superiores a los suyos desde que
nacen y no te rebelas hasta los más profundo de tus entrañas, si no remueve
hasta la última célula de tu cuerpo, si no sacude hasta el más recóndito de tus
átomos.
“Seguro que por Navidad o por su
cumpleaños, les haces regalos a tus hijos, en forma de objetos de los que tarde
o temprano se olvidarán. Pero, ¿quieres hacerles un auténtico regalo a tus
hijos? ¿Un regalo de verdad, para siempre, del cual jamás se aburrirán ni
guardaran en el fondo de un armario? Regálales dignidad. Dignidad como seres
humanos. La dignidad de saber y sentir cuáles son sus derechos por el simple
hecho de haber nacido en este planeta. La dignidad de no sentirse jamás
inferiores a nadie, sean cuales sean las circunstancias de sus vidas. Aunque
ese sentimiento de profunda dignidad les comporte una indeleble rebeldía hacia
todo “orden” establecido. Ese es el mejor regalo que puedes hacerle a tus
hijos. Un legado de respeto y amor hacia sí mismos, que sabrán extender a sus
padres, a sus abuelos, a sus descendientes y por ende a todas las personas que
les rodean. Un regalo para que tomen plena conciencia de que solo los seres
inferiores y sin dignidad aceptan tener reyes”.
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