En mi larga y ajetreada vida que
hoy cumple 74 años, he gozado, soportado, disfrutado, padecido, de 74
primaveras, 74 veranos, 74 otoños y 74 inviernos. Todo ellos, con sus
correspondientes tandas de días y de noches.
Confieso que hoy miro con más
perspectiva hacia atrás que hacia adelante. Tengo más años vividos que los que
aún me quedan por descubrir. He tratado con más gente que con la que me queda
por conocer…. Y, aunque la vida, a estas
alturas, me empuja a mirar más hacia atrás que hacia adelante, intento hacerlo más
hacia afuera que hacia adentro, a confiar más en los que sufren injusticia que
en los que se sirven de la misma para engorar sus cuentas, a solidarizarme más
con los que sufren que en los que gozan de la vida…
La experiencia de esos casi 15
lustros me ha pasado en un abrir y cerrar de ojos, pese a que, uno tras otro,
hayan marcado mi temperamento y formado mi carácter. Reconozco que la carga que llevo conmigo se ha
hecho cada vez más pesada pero mis vivencias más enriquecedoras. Por eso
aprovecho para dar gracias a la vida y a todos los que ese día aprovechan para
felicitarme. Tantos que agradecerlo
personalmente me llevaría largas horas.
No quiero, a estas alturas, renunciar a mis
sueños ni quiero cerrar definitivamente los ojos. Pero, llegue lo que llegue en
adelante, servirá para a ampliar mis gestos de apertura con mis semejantes, y
para estrechar mis manos con ellos. Porque la vida es tan corta y breve que
encerrarse con ella sería un despilfarro negativo y absurdo. O, como dice “El
Principito”, esa obra maestrea francesa de Antoine de Saint-Exupéry que fue
publicada por primera vez, en inglés y francés, hace, también hoy, 74 años: “Es
una locura odiar a todas las rosas porque una te picó; renunciar a todos tus
sueños sólo porque uno no se cumplió”.
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