Anna Zamorano, doctora del grupo de investigación en Neurociencia Cognitivoafectiva y Psicología Clínica de la UIB.
Rubén, bombardino y trombonista de la banda de Colemar.
Investigadores de la Universitat
de les Illes Balears (UIB) han descubierto, según Europa Press, que tocar un instrumento musical, como el
piano o la guitarra, así como cantar a nivel profesional, conlleva una serie de
estímulos sensoriales y motores que generan un incremento de la actividad
cerebral en áreas como la corteza auditiva, la corteza somatosensorial y la
motora, todas ellas fundamentales para la percepción musical y la ejecución
instrumental. De hecho, un estudio previo realizado en la Universidad de
Tübingen, Alemania, en el que colaboró la doctora del grupo de investigación en
Neurociencia Cognitivoafectiva y Psicología Clínica de la UIB, Anna Zamorano,
demostró que los músicos profesionales tienen aumentada la percepción de la
información corporal, técnicamente llamada interocepción, en comparación con
personas sin ningún tipo de entrenamiento musical. En otro estudio realizado
por el grupo de la UIB se descubrió que los músicos también tienen aumentada la
percepción a los estímulos dolorosos en comparación con la población en
general. Ambos resultados sugieren, de manera indirecta, que las regiones del
cerebro implicadas en la detección e integración sensorial podrían estar
también experimentando cambios plásticos debido a la práctica continúa con el
instrumento musical.
En otro estudio publicado
recientemente en la revista 'Human Brain Mapping' y recogido por la plataforma
Sinc, los investigadores de la UIB, en colaboración con investigadores de la
Universidad Ramon Llull y de la Universidad de Aarhus (Dinamarca), han
explorado la organización de las redes neuronales de la ínsula, una de las regiones
más importantes en la integración y la percepción sensorial. Para ello, los
expertos han estudiado la conectividad de esta región con otras áreas del
cerebro mediante el uso de la resonancia magnética funcional, una técnica de
imagen que permite medir los cambios metabólicos que ocurren en el cerebro. Además,
han comparado el cerebro de los músicos y de los no músicos, observando que los
primeros tenían un incremento de la conectividad funcional de la ínsula con
regiones relacionadas con la detección y el procesamiento de estímulos (corteza
cingulada anterior), procesamiento de información y el control (cortex
prefrontal), así como con el sistema de recompensa y procesamiento emocionales
(corteza orbitofrontal). Del mismo modo, los científicos han descubierto que
los músicos con más experiencia tienen una mayor conectividad con regiones del
cerebro básicas para la práctica musical como, por ejemplo, las regiones del
procesamiento sensitivo-motor (corteza motora y somatosensorial primaria), así
como las del procesamiento auditivo y visual (corteza auditiva primaria y
occipital).
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