Asalto
de Arran a un bus turístico, en Barcelona.
Arran es una organización juvenil
de la izquierda independista catalana que tiene 54 asambleas entre Catalunya,
las Islas Baleares y la Comunidad Valenciana. Nace el 2012, de la confluencia
entre Maulets y la CAJEI –dos organizaciones que llevaban activas 25 y 10 años,
respectivamente, en el momento de la unión– y de algunas asambleas locales de
jóvenes. Sus ejes ideológicos son el independentismo, el feminismo, el
socialismo y el ecologismo, por lo que se declaran anticapitalistas y tienen en
su punto de mira, entre otros, la industria turística. Sus acciones en la calle
no son nuevas, pero este año han conseguido más revuelo mediático con la condena
de parte de la mayoría de los partidos políticos. En marzo, Arran empezó su
campaña para reclamar el referéndum con un escrache en la sede del PP en
Barcelona, hecho por el cual el presidente del PP catalán, Xavier Garcia
Albiol, lo tachó de “fascista”. En junio, varios miembros se encadenaron a las
puertas de la Bolsa de Barcelona, para defender el referéndum “como una
herramienta para el cambio social”. Y durante este verano, promovieron acciones
contra el turismo masivo, acciones que no se limitaron a la capital catalana.
En el puerto de Palma de Mallorca, encendieron botes de humo frente a un
restaurante y, en un piso de Airbnb (marketplace para publicar, descubrir y
reservar viviendas privadas), en Valencia, colgaron pancartas a favor de la
“vivienda para los vecinos”. El portavoz de Arran explica que su “práctica
política va más allá de estas acciones” y reivindica que estas acciones
directas “son importantes por el efecto que generan, porque ahora se está
hablando de la problemática del turismo en los Països Catalans”. Dos
movilizaciones contra el turismo masivo sacudieron la capital catalana durante
los últimos días: la pintada a un autobús turístico “y el pinchazo de las ruedas,
acción que Arran reivindicó a través de un comunicado y un vídeo. Cuatro días
más tarde, más pinchazos. En esta ocasión, en las ruedas de las bicicletas de
alquiler, vehículos principalmente usados por turistas. El tuit de la asamblea
de Arran del barrio del Poblenou, clama: “Ya estamos hartas, de la ocupación
por parte de empresas turísticas, del espacio público del barrio. ¡Actuemos! ¡Únete
al combate!”.
Arran,
'fuerzas de choque' del independentismo
catalán, practica la okupación ante la sede del PP de Catalunya.
El pasado 27 de julio por la
mañana, un autobús repleto de turistas que circulaba por la Ciudad Condal es
asaltado por un grupo de jóvenes en una parada frente al Camp Nou. Pincharon
sus ruedas y escribieren el graffitis “El turismo mata a los barrios”. Los
pasajeros temieron primero haber sido atacados por terroristas pero, conminados
a bajar, finalmente, se dieron cuenta que lo que estaban viviendo era un acto
de vandalismo llevado a cabo por Arran, la organización independentista y de
izquierda alternativa, filial juvenil de la CUP, que reivindicaba el ataque. Desde
el Ayuntamiento de Barcelona, el concejal de Empresa y Turismo, Agustí Colom,
condenó el acto contra el bus turístico, definiéndolo como “un acto vandálico
aislado”. El alcalde accidental de la ciudad, Jaume Collboni, advirtió a Arran
que “se iban a encontrar con el Ayuntamiento, el Govern y con la Justicia, si
seguían por este camino”. La alcaldesa, Ada Colau, criticada por algunos de no
haberse pronunciado con suficiente rapidez, añade, a través de las redes
sociales, que “protestar por el turismo no puede pasar nunca por intimidar a
personas ni dañar equipamientos”. Fuera del Ayuntamiento, la mayoría de los
partidos se muestran contrarios a estos
hechos. El portavoz del Govern, Jordi Turull, condena los actos “sin matices” y
pide que se “replanteen este tipo de acciones”. La CUP, en cambio, no condena
los actos. Su portavoz parlamentaria, Mireia Boya, define las acciones de Arran
como “simbólicas” y pide que “no se dramaticen”. En una entrevista en RAC1,
añade que a ellos se les pide que renuncien a la violencia, pero que “la
violencia la provoca el Govern”. No es la primera vez que parlamentarios
cupaires defienden acciones de Arran. De hecho, la organización juvenil
comparte su marco teórico con la Candidatura d’Unitat Popular (CUP), aunque
alega que no son sus juventudes porque funcionan autónomamente. Ambas se
engloban dentro de la izquierda independentista y la CUP es el frente
institucional. Junto con otras organizaciones de carácter político, laboral o
estudiantil, Arran apoya la candidatura electoral CUP-Crida Constituent (CC) y todos
participan del Grup d’Acció Parlamentària. Las decisiones tomadas en este
órgano se suman a las grandes decisiones de las asambleas territoriales de la
CUP, agrupadas en el Consell Polític, y definen el sentido del voto de los
parlamentarios de la CUP-CC.
Transports Metropolitans de
Barcelona (TMB) denuncia en los tribunales el ataque al bus turístico y valora
los daños materiales y de parada de servicio en 1.849,24 €. El Ayuntamiento y
el Govern de la Generalitat anuncian que se personarán en el caso. Varias
agrupaciones de la ciudad relacionadas con el comercio y el turismo consideran
que no es suficiente. “Confiamos que se pondrán en práctica inmediatamente los
recursos y mecanismos necesarios para erradicar estas manifestaciones
vandálicas”, escriben 27 entidades en una carta dirigida a la alcaldesa. “Los
actores económicos pedimos que se garantice el orden”, añade Gabriel Jené,
presidente de Barcelona Oberta, una de las entidades signatarias. “La represión
existe y somos conscientes que por cada acción política que hacemos habrá
consecuencias”, dice un portavoz de Arran quien prefiere no desvelar su nombre.
“Ya tenemos a decenas de personas en casos represivos por otras acciones”,
añade. Debido a estos actos y a otras manifestaciones contra el turismo y la
industria turística muy pronto se extiende, entre empresarios, medios de
comunicación y políticos, el uso de la palabra ‘turismofobia’ –odio y pánico
hacia los turistas–. El presidente del grupo municipal popular en Barcelona,
Alberto Fernández Díaz, asegura en un comunicado que la ciudad “es víctima de
la ‘turismofobia’”, definiendo con este mismo término los actos de Arran. Pero,
desde movimientos vecinales, como los agrupados en la Assemblea de Barris per
un Turisme Sostenible (ABTS), creen que no responde a la realidad de la ciudad.
Àlex Garcia, miembro de la ABTS, considera que este término “ha sido inventado
desde la industria turística para autovictimizarse”. Afirma que ellos no se
identifican con esta palabra, que “no sale de los colectivos vecinales”.
Además, añade que ellos no están “contra los turistas”, sino que luchan contra
una “falta de políticas que ayuden a regular”. Preguntados por este término,
desde Arran coinciden en que no existe: “Es una problemática que se inventan
para no plantar cara a la precarización laboral y la destrucción del
territorio”. El pasado mes de junio se hacía público que esta actividad supera
por primera vez el paro como principal problema para los barceloneses, según
los datos del barómetro municipal. También por primera vez los vecinos que
piden limitar el turismo son más que los que creen que debe aumentar, según
revela el Informe de Actividad Turística 2016, aunque en el mismo informe se
expone que el 87% de los barceloneses creen que el turismo es beneficioso para
la ciudad.
Protesta de Arran en Palma, lo que la
organización llama “acción de visualización”.
Muy pronto, las acciones contra
el turismo masivo se extienden a otras regiones. El 2 de agosto, en Palma de
Mallorca, se encienden botes de humo frente a un restaurante del puerto y se
exponen varias pancartas a favor de la “vivienda para los vecinos”. No es la
primera vez que, en esta isla, se realizan y difunden acciones de este tipo. Un
grupo de jóvenes llega al puerto, despliega unas pancartas, enciende unas
bengalas frente a los yates de lujo y tira confeti a los clientes de un
restaurante. Es otra acción “contra el turismo masivo que destruye Mallorca”
por parte de Arran, que utiliza su cuenta de Twitter para difundir las
imágenes. Pilar Carbonell, la directora general de Turismo de Baleares, manifiesta su rechazo al ataque. Según dice,
“está claro que los ciudadanos tienen todo el derecho del mundo de expresar sus
críticas” ya que es un “hecho perfectamente legítimo dentro de un sistema
democrático”. Sin embargo, señala que lo que “no es legítimo de ninguna manera
es poner en riesgo a las personas y los bienes materiales de otros”. No
obstante, el portavoz de Arran “articula un movimiento juvenil que fortalece
las redes del territorio”. Y reivindica que estas acciones directas “son
importantes por el efecto que generan, porque ahora se está hablando de la
problemática del turismo en los Països Catalans”. Debido a estos actos y a otras
manifestaciones contra el turismo y la industria turística, se extiende el uso
de la palabra ‘turismofobia’. Desde movimientos vecinales, como los agrupados
en la Assemblea de Barris per un Turisme Sostenible (ABTS), creen que este
término no responde a la realidad de la ciudad. Àlex Garcia, miembro de la
ABTS, considera que este término “se lo han inventado desde la industria
turística para autovictimizarse”. Afirma que ellos no se identifican con esta
palabra, que “no sale de los colectivos vecinales”. Además, añade que ellos no
están “contra los turistas”, sino que luchan contra una “falta de políticas que
ayuden a regular”. Desde Arran coinciden en que el término no existe: “Es una
problemática que se inventan para no plantar cara a la precarización laboral y
la destrucción del territorio”.
Gaspar Sabater, en El Mundo de Baleares: “Arran-CUP: nenes, caca”.
“Los imberbes de Arran, para
protestar contra lo que definen como ‘turismo de élite y masivo que destruye
Mallorca y condena a los trabajadores de los Països Catalans a la miseria’,
montaron una gamberrada con confetis y bengalas. Pues ya ven, no pueden decirse
más tonterías en menos palabras. Turismo de élite y masivo son términos
antitéticos. Mallorca no son los Països Catalans y, lo que es más importante,
el turismo no condena a la miseria a los trabajadores, al contrario Baleares ha
alcanzado el máximo histórico de trabajadores, el paro ha caído a un 14% y en
un año se han creado 28.000 empleos”. Así se expresaba Gaspar Sabater en El
Mundo del 5 de agosto. El periodista mallorquín dibujaba, en su artículo
“Arran: nenes, caca”, a unos muchachos de Arran “que ahora se muestran tan
beligerantes, pero que, hasta la fecha, se habían limitado a ensuciar las
paredes de Palma –sin que la policía les hubiera cazado, todo sea dicho– con
pintadas varias que, en ocasiones, merecían cumplida réplica. Porque a las
pintadas de Arran otros les añadían Ma(arran)nos. Y todo quedaba en un
contraste de pareceres de literatura mural. Pero ahora parece que, sea por
imitar que, en Cataluña la CUP –sus mentores– se han puesto a combatir el
turismo y han recibido consignas, sea por las calenturas del verano, han pasado
de las musas al teatro y están jugando ya con las cosas de comer, que es el
turismo y el bienestar que nos proporciona a estas islas. A los niñatos de
Arran hay que decirles aquello de nene, caca. Si no tienen inteligencia
suficiente –y los de la CUP tampoco–
como para ver que atentar contra el turismo es atentar contra nuestra economía
y contra nuestra prosperidad, hay que darles, metafóricamente, en la cocorota.
Es decir, y puesto que actúan a cara descubierta, aplicarles los correctivos
que hagan al caso. ¿A qué esperarán quienes debieran hacerlo para poner las
correspondientes denuncias? Y a quienes se muestran comprensivos –que sin temor
a equivocarnos pueden ser algunos sectores de Més que pierden el culo con los
Països Catalans– y comprenden las reivindicaciones extremistas cuperas y de
Arran, hay que demandarles que, sin ambigüedades, digan en qué parte están de
la línea que separa la racionalidad de la inmadurez. Pero lo dicho, Arran-CUP:
nenes, caca”.
Los
portavoces de Arran-Palma, Àngels M.J. y Pau Oliver.
Los portavoces de Arran-Palma
sostienen que “no atacaron a ningún yate ni fuimos violentos con nadie” durante
la protesta del pasado 22 de julio. Y, tras la difusión del vídeo en el que se
ve a una persona corriendo sobre los barcos, aseguran: “Ese hombre que se ve en
las imágenes no es ningún miembro de Arran, era un trabajador de la zona que se
habría asustado y comenzó a correr. No fuimos violentos con nadie: ni atacamos
los yates ni hicimos daño a nadie ni a nada”, añaden los portavoces en Palma, Àngels M. J. y Pau Oliver. Ambos
reconocen que los jóvenes se acercaron al restaurante, pero que “sólo se tiró
confeti. Nuestra intención es hacer difusión mediática de nuestras
reivindicaciones. Es por eso que solo exhibimos pancartas, encendimos alguna
bengala, tiramos confeti al establecimiento, lo recogimos todo y nos fuimos”,
aclaran los portavoces. “Es más, la mayoría de la protesta tuvo lugar en un
espacio público”, afirman. Desde Arran-Palma, también se quejan de la
manipulación que han realizado diferentes personas. “Por ejemplo, el portavoz
de Ciudadanos en el Parlament, Xavier Pericay, difundió una imagen falsa que
hacía referencia a Arran y decía: ´No somos racistas pero... ¡Fuera turistas!´
para tacharnos de xenófobos”, explican Pau y Àngels.
El debate sobre la 'turismofobia' irrumpe en
Madrid.
Arran-Palma critica las
difamaciones de algunos medios y personas. “Nos tildan de ´terroristas´ –afirman–
para dejarnos mal”. “Lo que queremos es un control y una regulación de esta
actividad económica que sabemos que no va a desaparecer”, explican. “Está claro
que el turismo masivo ha provocado muchos problemas: falta de vivienda,
destrucción del medio ambiente o aumento de la precariedad laboral”, añaden. Lo
que los jóvenes de Arran proponen es que se tomen “medidas para regular el
turismo. Queremos que se prohíba la construcción de más hoteles, así como el
alquiler vacacional, y que se mejoren las condiciones de los trabajadores”. En
la organización están “sorprendidos” por el revuelo que ha creado su protesta.
“No nos esperábamos está difusión, y eso es bueno porque así ponemos el debate
sobre la mesa”, comentan. “Aunque nos critiquen, nos gusta salir en los medios
porque así hacemos que la gente piense sobre el tema”, añaden. En Ciutat, la
formación juvenil independentista también protagoniza los ataques a las sedes
del PP en Mallorca; la protesta proabortista en Sant Miquel, las
reivindicaciones del Día de la Mujer Trabajadora o la quema de imágenes del rey
durante la Diada de Mallorca. Además, debido a su estrecha relación con
Cataluña, Àngels y Pau aseguran que están “preparando acciones a favor del
referéndum que se celebrará el próximo 1 de octubre”. A nivel nacional, Arran
cuenta con unos 500 jóvenes, trece de los cuales se encuentran en Mallorca. Todos
tienen entre 16 y 26 años. Y, en su página web, se autodefinen como “la
organización juvenil independentista más grande y fuerte” del territorio.
Una
furgoneta de 'rent a car' con pegatinas en contra del turismo.
Los ataques contra el turismo van
en aumento. Ya no es solo Barcelona. El pasado miércoles Arran-Palma, Endavant
Mallorca y Joves del GOB, pegaron más de mil adhesivos en coches de alquiler
aparcados en diferentes puntos de Mallorca –Santanyí, Artá y Palma– y la sede
de la Agencia Vasca de Turismo (Basquetour) fue atacada con el lanzamiento de
pintura roja. No fueron casos aislados. La lista de frases se repite por
doquier: “Este coche sobra”, “El turismo mata Mallorca”, “Turist, go home”
(turistas, vayan a casa), “La masificación turística nos explota”, “No son
bienvenidos”. Los coches de
alquiler, aparcados en diferentes puntos
de la isla, reciben este castigo en protesta contra el turismo de masas, con
una acción que buscaba señalar cómo la masificación turística “explota”. De
esta manera la organización reivindica, en su perfil de la red social Twitter,
la actuación “contra la masificación turística” y “la saturación de coches de
alquiler”, con la etiqueta “#AquestCotxeSobra”. Los jóvenes de Arran insisten en que “no es
turismofobia; es lucha de clases”. Y aseguran que el desmesurado número de
vehículos de alquiler –más de 100.000 rodando por Mallorca– satura las
comunicaciones y contribuye a la masificación y a la contaminación. Asimismo,
anuncian que, en las próximas semanas, continuarán pegando adhesivos en coches
de alquiler para “plantar cara a la masificación”. Ese mismo miércoles, la sede
de la Agencia Vasca de Turismo (Basquetour) también es atacada con el
lanzamiento de pintura roja y con pintadas en el exterior del edificio. En el
ataque, se ha hecho referencia a la manifestación convocada para el 17 de
agosto en San Sebastián por Ernai, la organización juvenil de Sortu, contra el
modelo turístico. Los mensajes contrarios al turismo se suman a la protesta
llevada a cabo a finales de julio por la organización juvenil de izquierda
independentista vinculada a la CUP Arran Jovent, en el muelle viejo de Palma,
con pancartas frente a varios yates, bengalas y lanzamiento de confeti a los
turistas en la terraza de un restaurante. Por su parte, el presidente de la
Federación Española de Asociaciones de Agencias de Viajes (FEAAV), Rafael
Gallego, reconoce que el sector vive con “mucha preocupación” la imagen que
trasladan al exterior los episodios de “turismofobia” y advierte de que existe el
peligro de que haya un incidente grave. Algunos medios de comunicación no dudan
en relacionar esta acción aislada con el proceso independentista. Mientras
tanto, la Generalitat y todos los partidos catalanes, también los independentistas,
salvo la CUP, la condenan o se desmarcan de ella.
Fernando
Martínez-Maíllo, del PP.
Pero la derecha no desaprovecha
la ocasión para arremeter contra los radicales catalanes. El coordinador
general del Partido Popular, Fernando Martínez-Maillo, asegura que “no podemos
permitir que estos niñatos descerebrados y malcriados, que es lo que son,
planteen un ataque permanente hacia el turismo”. Dice que, desde el PP y desde
el Gobierno, “estamos aquí para defender no solo al turismo, sino a los
empresarios y a los trabajadores vinculados a ese sector”. Y, en declaraciones
a los medios de comunicación, en una visita a Alicante, explica que se “puede
discutir si lo podemos mejorar o no, pero no son admisibles los actos
violentos. Hay que ser insensatos para tratar de destrozar una de nuestras
principales industrias. El problema no son los niñatos, el problema es aquellos
que no condenan esos actos vandálicos, porque comienzan tirando confetis, como
en Baleares, y se acaba quemando autobuses como la kale borroka en el País Vasco,
como pasó en su momento. Tomémonos este tema con la importancia que tiene
–insiste–. Hay que condenarlo de manera clara y rotunda y poner medidas. El
Gobierno de España está dispuesto y, espero que los ayuntamientos y las
comunidades autónomas también, a poner medidas, sancionarlo si es necesario
pero, sobre todo, poner medidas para evitarlo”. Por su parte, Rajoy considera
la 'turismofobia' como “un sinsentido y un disparate” El presidente del
Gobierno considera “inaudito” tener que salir en defensa del turismo, un sector
que crea “riqueza, empleo y prosperidad dentro de España”, Rajoy hace estas
afirmaciones durante intervención en el acto del 40º aniversario de la empresa
HOTUSA, cadena catalana de hoteles que tiene sede en la localidad lucense de
Chantada. Y el jefe del Ejecutivo asegura que, para él, quien ataca al turismo
“no ofrece ninguna alternativa sensata” y que “eso sólo puede quererlo gente
muy radicalizada”.
La presidenta del PSOE, Cristina Narbona,
condena los asaltos pero piensa que es necesario “reordenar el turismo”.
Por su parte, la presidenta del PSOE, Cristina Narbona, se
posiciona a favor de poner coto a los excesos de la primera industria de
España, Y, en una entrevista concedida a ‘El Mundo’, se suma a las
reclamaciones de poner incluso límites cuantitativos. Preguntada por los
ataques protagonizados por jóvenes de Arran, Narbona condena los asaltos pero
opina, al mismo tiempo, que es necesario “reordenar el turismo” y que, incluso,
se deben “establecer límites cuantitativos” de alojamientos turísticos, dada la
saturación de determinadas ciudades, especialmente en Cataluña y Baleares. Según
datos de la EPA, analizados por el organismo público Tourespaña, el turismo
genera 1 de cada 4 empleos, desde 2013, y aporta alrededor de 110.000 millones
de euros a la economía, más del 11% del PIB. Sin embargo, en la otra cara de la
moneda se encuentra la temporalidad y precariedad de la mayoría de los puestos
de trabajo unidos al notable encarecimiento del sector inmobiliario en las
grandes ciudades. La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, emprende una campaña
contra el turismo exacerbado y presiona con multas a las conocidas plataformas
Airbnb y Homeaway para que retiren la publicidad de apartamentos ilegales. Cada
año, pasan por la ciudad condal 8 millones de turistas y hay barrios donde los
pisos de residentes son absolutamente residuales. Además, el consistorio
barcelonés aumentó hace ya varios años la tasa turística en comparación con el
resto de Cataluña y ahora está ultimando una tasa para excursionistas que no
pernoctan y que se cobraría a los turoperadores. En la capital, la regidora,
Manuela Carmena, protagoniza un encontronazo con la presidenta de la Comunidad
de Madrid, Cristina Cifuentes, a cuenta del debate de la tasa turística al que
se opone la popular. No obstante, el Ayuntamiento estaría trabajando desde hace
meses en un acuerdo de entendimiento con Airbnb y otras plataformas para
establecer una recaudación impositiva y limitar los tiempos de alquiler.
Ada Colau
condena las acciones contra el turismo y pide no magnificarlas.
En plena polémica por la llamada
'turismofobia', la organización juvenil anticapitalista Arran sale en defensa de
sus acciones y niega en un comunicado que esté en contra del turismo, sino del
modelo turístico. “No estamos en contra de los turistas ni del turismo,
nosotros también lo somos y sabemos que es una actividad humana que puede ser
muy enriquecedora”. En un comunicado recogido por Europa Press, matiza que sus
acciones –pintadas, ruedas pinchadas de buses turísticos y manifestaciones–
responden al tipo de turismo marcado por “un modelo capitalista que está
concentrando los beneficios en muy pocas manos y está provocando la destrucción
del territorio. Está haciendo aumentar los precios del alquiler hasta el punto
de que nos expulsa de nuestros barrios, alejando a las personas de sus redes
familiares y de apoyo”. Ada Colau señala lo que considera otro problema
derivado del modelo turístico: la creación de trabajos precarios. La alcaldesa
de Barcelona condena “firmemente” las acciones contra el turismo, advirtiendo
de que “no hay que magnificar hechos aislados”, pues “lo que es normalidad en
la ciudad es la convivencia entre ciudadanos y visitantes. Ha habido unos
hechos graves que se han denunciado, que se investigarán judicialmente y los
responsables tendrán que responder ante la justicia, pero, afortunadamente, eso
no es la realidad cotidiana de Barcelona, que es una ciudad que le gusta ser
visitada por turistas”. La alcaldesa destaca que el Ayuntamiento actúa ahora
por primera vez para regular esa actividad turística y disminuir al máximo posible
los efectos negativos. Indica que los colectivos Arran y Endavant de la CUP, que
reivindicaron las acciones, “no representan al conjunto de la ciudadanía”. E invita
a estos grupos a “vehicular sus críticas de manera dialogante, democrática y
positiva, y a que abandonen completamente ese tipo de acciones”. El colectivo
juvenil independentista critica que se haya extendido el uso del término
'turismofobia' para describir sus acciones, tachándolo de “concepto inventado
que intenta desvirtuar una lucha completamente legítima”. En plena polémica por
la llamada 'turismofobia', Arran sale en defensa de sus acciones y niega en un
comunicado que esté en contra del turismo, sino del modelo turístico. “No
estamos en contra de los turistas ni del turismo, nosotros también lo somos y
sabemos que es una actividad humana que puede ser muy enriquecedora”.
Arran
dice estar en contra del modelo turístico, no de los turistas.
La Federación Española de
Periodistas y Escritores de Turismo (FEPET) condena los incidentes contra el
turismo protagonizados en varias ciudades, entre ellas Palma, por una minoría
“extremista” que, a su juicio, podrían suponer un “importante freno” o incluso
“rechazo” a la oferta turística española. La FEPET se manifiesta de este modo ante los recientes
incidentes ocurridos en Palma y Barcelona, que, según apuntan, “contagiaron” al
País Vasco. Los periodistas especializados recuerdan el histórico carácter hospitalario
de España y la condición del turismo como una industria “limpia” que significa
“su mayor fuente de ingresos”. Inciden en que las directrices de la
Organización Mundial del Turismo se encaminan a la gestión de un turismo más
sostenible y respetuoso con el medioambiente. Pero Arran Països Catalans
apunta con más precisión, y propone la
expropiación de hoteles, centros comerciales y parques temáticos con el
objetivo de “reformar el modelo turístico”, de manera que sirvan “para paliar
las consecuencias críticas que está recibiendo la población”. La organización
ha publicado un comunicado en su blog en el que desgrana otras medidas que
aplicarían, como la paralización inmediata de licencias de actividad para
hoteles y empresas vinculadas al turismo, mejorar las condiciones laborales,
aumentar los impuestos a las empresas del sector turístico para avanzar hacia
la soberanía económica, prohibir de forma inmediata la actividad de las
empresas relacionadas con los pisos turísticos y regular el precio inmobiliario
para asegurar el derecho a una vivienda digna. La organización juvenil sugiere
“expropiar las principales empresas y activos turísticos del país, como puede
ser los diversos puertos deportivos, hoteles como el Vela, establecimiento de
Starwood ubicado en Barcelona; centros comerciales o parques temáticos como
Port Aventura, poniendo así los beneficios económicos que generan al servicio
de toda la población”.
“Alexandra y Antonio –escribe David
Torres en Público, bajo el título ‘Turistas go home’– son turistas de interior,
turistas del siglo XXI que se han ido de visita a la prehistoria para cagarse
en ella. Antes, para destrozar un monumento de esa manera, había que invadir
primero el país, igual que cuando las tropas napoleónicas se fueron llevando
Egipto por parcelas, cuando los ingleses saquearon los templos griegos, asirios
y babilónicos o cuando los cristianos plantaron una catedral en medio de la
Mezquita de Córdoba. Hoy para ejercer de vándalo ya no hace falta reclutar un ejército
o llamar a unos cuantos arquitectos: basta con darse un garbeo por la calle o
salir al campo a merendar y dejar una pintada en un pedrolo como si el pedrolo
fuese la puerta de un retrete. Muchos lugareños (en el sentido estrictamente
etimológico del término) se sienten amenazados por la presencia de extranjeros
en sus ciudades y han decidido movilizarse para demostrar que los únicos que
pueden joder sus ciudades son ellos. Es un movimiento centrípeto que vuelve a
alertar sobre un viejo terror básico del género humano: el odio al vecino. Se
trata, además, del vecino más peligroso que existe, el que viste igual que
nosotros, engulle parecido y veranea por los mismos parajes. La turismofobia es
una especie de xenofobia con corbata, un clasismo inverso donde lo que da miedo
no son los extranjeros que vienen a quedarse sino los que echan un vistazo y se
piran. Hay lugareños que odian a la gente que viene en patera y hay lugareños
que odian a la gente que viene en avión. Sin embargo, del mismo modo que es más
fácil quemar un autobús que conducirlo, parece más fácil echarle la culpa de
diversos desastres a la industria del turismo que solucionar unos simples
problemas de orden público, civismo y educación. Ignoro cómo será la cosa en
Barcelona o en Donosti, pero en Madrid la horda turística ha hecho mucho menos
daño que Botella, Aguirre o Gallardón, los cuales han dejado la capital hecha
pasto de arqueólogos y su nombre inscrito a cuchillo por los restos”.
Acción contra el turismo masivo en Barcelona.
“Turismofobia, tu padre” es el
artículo de Raúl Solís, publicado en Iniciativa Debate, que así comienza: “Si
denuncias que hay camareros cobrando 700 euros al mes por 12 horas de trabajo
diarias, de las que sólo están dados de alta cuatro, es que odias el turismo;
si denuncias que hay camareras de piso que acuden empastilladas a trabajar para
poder limpiar 20 habitaciones diarias a 1,5 euros cada una, es que odias el
turismo. Si denuncias que los guiris borrachos se alojan en apartamentos
ilegales y te vomitan tu patio, es que odias el turismo; si denuncias que tu
alquiler ha pasado de 500 euros al mes a 900, porque al casero le es más
rentable alquilar la vivienda ilegalmente por días que por meses de manera legal,
es que odias el turismo. Si denuncias que estudiaste Turismo y estuviste
viviendo en dos países varios años para perfeccionar tu nivel de idiomas y que
ahora el hotel donde trabajas de recepcionista te paga 900 euros al mes, es que
odias el turismo; si denuncias que estás harto de no poder salir de tu casa
porque las manadas de turistas en fila india tienen bloqueado el portal de tu
casa, es que odias el turismo. Si denuncias que hay una burbuja turística que
ha sustituido a la burbuja inmobiliaria, sostenida en bajos sueldos y expulsión
de la población local de la ciudad, es que odias el turismo. Si denuncias que
los beneficios del turismo, sector que no ha conocido la crisis y que aumenta
anualmente sus beneficios en más de dos dígitos, se tienen que repartir de manera
equilibrada entre trabajadores, empresarios y ciudades turísticas, es que odias
el turismo. Si denuncias que el patrimonio histórico-artístico de nuestras
ciudades no soporta la presión turística actual y que es posible que en unos
años no podamos seguir viviendo del turismo porque nos lo habremos cargado por
la avaricia capitalista, es que odias el turismo. Si denuncias que el turismo
debe ser un sector de futuro y no sólo de presente, que los turistas merecen
visitar sitios auténticos, con vida real, y no parques temáticos y que los
habitantes locales merecen poder conjugar vivir en su ciudad con el turismo, es
que odias el turismo… Los que lo odian todo, menos su deseo de acumular
beneficios a costa de explotar recursos naturales, históricos y humanos, han
encontrado en la “turismofobia” su palabra clave para no abrir un debate sereno
y serio del que no podrán salir bien parados y que podría poner freno a su
ansia desmedida por la acumulación de beneficios a costa de la salud de mujeres
que acuden a trabajar drogadas para poder soportar los dolores que les producen
mover carros de ropa sucia y limpiar 20 habitaciones en cuatro horas.
Turismofobia, tu padre”.
Benidorm,
en agosto.
“Las suecas que descubrió José
Luis Vázquez –escribe Igor Marín Ochoa, bajo el título ‘Atacad a los turistas
antes de iros de vacaciones’, en Vozpópuli– no solo trajeron 'atrevidos'
bikinis a España. También venían con ideas y discursos de democracia. Y aquello
al franquismo, aunque fuese retardado, no le hizo mucha gracia. Pero, a falta
de petróleo, España necesitaba divisas para crecer y pensaron, Dios mediante,
que por un ombligo y dos panfletos bien merecía la pena dejar a los españoles
de Abanderado que se hiciesen los suecos durante el agosto de Benidorm. En
aquella España 'uninacional', quienes vivían en el pueblo, dentro del valle,
pensaban que su pueblo y su valle eran lo máximo a pesar de las penurias de la
posguerra y la represión. Pero, llegó el autobús. Y con él, los visitantes. Y
aquellos primeros turistas contaban que, en otros pueblos y en otros valles,
había algunas cosas distintas y otras muy parecidas. Unas mejores y otras
peores, pero que juntas demuestran que al final todos somos de la misma cepa,
del mismo homínido. Y con aquello desapareció el sentimiento patrio y se anheló
con más fuerza, si cabe, un cambio. Y así transcurrieron los años, en apacible
y ebria convivencia, con los turistas que han ido cambiando el autobús por el
avión. Al mismo tiempo, los lugareños ya hemos dado tantas vueltas por otros pueblos
y otros valles que bien sabemos que lo nuestro es lo más querido pero que no es
exclusivo ni necesariamente mejor. Pero han llegado dos cosas que han puesto
todo patas arriba.
Señales en Barcelona, repletas de etiquetas
contra el turismo.
“Por un lado –continúa Marín
Ochoa–, los turistas low cost que vienen a España (como van a otros sitios) a
beber, romper y desmadrar. De su mano, lo que llaman economía colaborativa y
que es de todo menos colaborativa, pues la mejor formar de contribuir entre todos
es pagando bien los impuestos y estos amigos de las apps hacen precisamente lo
contrario. La caída de precios y la multiplicación de la oferta sin control
(vaya por Dios, necesitamos que el Estado regule esto) han provocado una
masificación insoportable para los vecinos y una escalada de precios de los
alquileres que expulsa de los barrios a quienes los han mantenido con vida
hasta hoy. Esto, guste a quien es guste, sucede. Por otro lado, la alegre
muchachada abertzale, anticapitalista, secesionista y rompedora. Los primeros,
los vascos, llevaban tiempo sin saber qué hacer con los aerosoles de pintura
que les sobraron de su época de amenazas y extorsiones. Los segundos, los
catalanes, envalentonados por un procés que no procede, han encontrado una
pancarta para ponerse detrás y quedarse con la reivindicación. Ambos,
pareciendo casi que se hayan puesto de acuerdo, han emprendido una batalla
contra el turismo (…) Pero en el fondo, como siempre, no buscan el bien para la
comunidad sino levantar muros que impidan ver que fuera del valle hay vida tan
buena o mejor. En abrir brechas que separen a las personas. Porque la
globalización es la peor noticia para los nacionalistas radicales. Si se
descubre que el ombligo patriótico no es muy diferente al extranjero el miedo a
lo de fuera desaparece y el amor a la patria se diluye. Eso sí, esta muchachada
que hoy quema, pinta y rompe contra los turistas, mañana se subirá a un Uber
para ir al aeropuerto y volar a Cádiz o a Ibiza a actuar como lo que son.
Turistas que van a otro sitio a divertirse. Tanta paz lleven como descanso
dejen”.
Turismo de borrachera en Magalluf (Mallorca)
Jordi Bayona titula, en
ElPlural.com: ‘El año en que el turismo balear perdió su inocencia’. Un artículo
sobre el debate social de la turismofobia, con exceso de emociones y falta de
cifras contratadas. “El verano de 2017, en Baleares, será recordado como aquel
en que el turismo perdió la inocencia, aquel en que la población percibió que
el rey estaba desnudo y le perdió el respeto, aquel en que se puso en duda la
bondad del actual modelo turístico por considerar que la balanza entre
beneficios y perjuicios presentaba fuertes oscilaciones hacia un lado y a otro.
El malestar se ha puesto de relieve en medios de comunicación y redes sociales
con encendidas participaciones y denuncias cuya mayoría afectaba a sucesos
patrocinados por el llamado ‘turismo de borrachera’. Pero ha funcionado el
efecto alud y la pequeña bolita de nieve comunicadora se ha convertido en pocos
días en una bola inmensa que arrasa por donde pasa. Con la saturación, la
turismofobia, el agobio por los cruceros, el alquiler vacacional, las peleas entre
‘hooligans’ en las zonas más duras de Magalluf y otros elementos, se ha batido
un cocktail explosivo con el que la viralidad sitúa a Balears al borde del
precipicio turístico (...). La turismofobia ha patrocinado algunas
manifestaciones callejeras que en ningún caso ha superado los 30 participantes
pero que han tenido un desconcertante reflejo de titular y foto de portada en
los medios. Incluso el grupo catalán Arran, vinculado a la CUP, se ha permitido
algunos bolos de protesta callejera en Palma, con su consiguiente impacto
mediático de alta gama. Al margen de todo ello, en los últimos días se ha
producido una manifestación improvisada de unos 30 (precisamente) turistas
españoles alojados en el Hotel Vista Blava Elegance, de Cala Millor, en la
costa del levante mallorquín. Denunciaban las condiciones tercermundistas del
establecimiento: temperaturas constantes de 34 grados en el comedor, desmayos
por golpes de calor, ausencia de responsables… y solo dos trabajadores en
contrato de prácticas atendían como podían a los clientes. Este suceso, que
apenas, ha tenido eco en otros medios, debería haber sido el más relevante de
la temporada. Es el único que no se presta a interpretaciones ni ha estado
inducido por los startwuitters. En él está contenido el verdadero peligro para
Balears: servicio deficiente, malas instalaciones y personal mal contratado y,
por supuesto, mal pagado. Desgraciadamente nadie ha movido un dedo para estos
turistas y trabajadores. La turismofobia sigue su curso”.
Llorenç Capellà escribe en "Ultima Hora" del pasado jueves un artículo que vale la pena leer. Su título es Turismefòbia.
Las diputadas de la CUP, Anna Gabriel, y Mireia
Vehí, durante la presentación de su campaña para el referéndum del 1
de octubre.
La izquierda independentista
catalana, integrada por la CUP, Arran y Endavant, entre otras organizaciones,
presentaba el pasado jueves su campaña para el referéndum independentista del
1-O. Una oportunidad de “barrer el capitalismo, el patriarcado, la corrupción y
la monarquía”, consideradas como las principales estructuras del poder. La
campaña, con el lema “¡Barrámoslos! Desobediencia, autodeterminación, Països
Catalans”, está ilustrada con un cartel en el que aparece una mujer barriendo
al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy; al rey Felipe VI; al expresidente
del Gobierno José María Aznar; a los expresidentes de la Generalitat Jordi
Pujol y Artur Mas, y al cardenal Rouco Varela, entre otros, “símbolo del
régimen que queremos romper”. También aparecen la hermana del Rey, Cristina de
Borbón; la exalcaldesa de Valencia, Rita Barberá; el presidente del Real
Madrid, Florentino Pérez; el expresidente de la Diputación de Castellón, Carlos
Fabra; el expresidente del Govern balear José Ramón Bauzà, y el torero Juan
José Padilla. La campaña se llevará a cabo de manera paralela a la que inició
la CUP en junio para el “Sí” al referéndum, bajo el lema “Vivir quiere decir
tomar partido”, y a la que realiza Arran en contra del turismo masivo.
Twitter saca las escobas después de que la CUP
llame a 'barrer' el capitalismo y la corrupción el 1-O.
La escoba de la Cup no es nueva. Otros carteles
políticos que barran al enemigo del mapa.
Esta es la campaña de la CUP para el l de
octubre 'Barrámoslos'.
La costumbre de arrobar España.
Tremending Topic
El humor en la prensa de esta
semana: Peridis, Forges, Manel F., Puebla, Pat, Atxe, Eneko…
Nuevo partido de Llamazares y Garzón.
Barra libre vs. turismofobia
Nada es lo que era. Verano
A imagen y semejanza.
Atxe. Trabaciones.
Pep Roig, desde Mallorca: Blanqueando
a patadas, En todas partes, Los males del otro, Saturación local, Bajo costo, Tradiciosanguinarius,
Buenísimos…
Barcelona, ¿tantos turistas acabarán con el turismo? - reporter euronews (en español)
Barcelona denuncia consecuencias nefastas del turismo de masas HispanTV
Protesta contra un hotel en malas condiciones El Plural
Marc Ferrer Trio "The House of Rising Sun" Temps Record 2017 Marc Ferrer
Cuando un idiota entrevista al maestro Alejandro Jodorowsky akirabeck
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