Juan L. González, periodista de
HispanTV, publica en “Eco Republicano” el artículo: “Barcelona repudia el
terrorismo y el tráfico de armas con el reino Saudita” del que entresacamos: “Después
de luchar contra las tórridas tormentas mediáticas que trataban de borrar las
huellas de un complot urdido hace más de doscientos años al amparo de las
dunas, finalmente, un temporal de simún (viento venenoso) ha acabado por quitar
los ropajes a los reyes y mostrar las verdades que las arenas, con tanto celo,
pretendían esconder. Para unos pocos no será nada nuevo, era un secreto a sotto
voce; para los más, una auténtica revelación. Después del paso de la onda
expansiva provocada por los atentados de Barcelona, ya nada será igual. Quien
ve a un rey desnudo ya nunca más se dejará obnubilar, ni por el boato, ni por
el brillo de piedras y metales preciosos. De la inspiración divina, se camina
sin retorno a la imperfecta humanidad e incluso a la más abyecta existencia”.
“El fundador de la dinastía de
los Saud se convirtió al wahabismo, a mediados del siglo XVIII. Una de sus
características fundamentales es el takfirismo, el no reconocimiento del otro,
ni de los musulmanes de cualquier otra rama del Islam, ni de los practicantes
de otras religiones, todos son impuros, apóstatas, infieles, takfires. En sus
versiones más radicales, ni siquiera les reconocen el derecho a la vida, deben
ser necesariamente esclavizados o eliminados. Primero es necesario acabar con
lo que consideran malos musulmanes para después terminar con los cristianos.
Esa es la visión deformada, es decir wahabismo, que los regímenes de Arabia
Saudí y Qatar están extendiendo por el mundo a golpe de talonario, ante la
pasividad y la connivencia de sátrapas árabes y dirigentes occidentales. Y esa
es la confesión que adoptan los terroristas, tanto los del Daesh (ISIS), como
los de Al Qaeda, las dos internacionales mundiales del terror más poderosas y
conocidas.
“Arabia Saudí es como un gran
grupo terrorista que ha logrado establecer su califato en unas tierras
concretas en el Medio Oriente. Daesh casi lo consigue en la región que
amablemente dejaron que conquistara entre Irak y Siria, pero, afortunadamente,
ya está siendo expulsada de ella por estos gobiernos y sus aliados. Con una
ideología religiosa de esa índole, es normal que Arabia Saudí sea un estado que
esté implicado en múltiples guerras, de tipo convencional y no convencional, a
través de ejércitos regulares o, subsidiariamente, a través de mercenarios y
milicias terroristas. Yemen, Bahrein, Libia, Irak o Siria son ejemplos de ello.
El listado de crímenes de lesa humanidad, crímenes de guerra y violaciones de
los derechos humanos (en su propio territorio) en el haber de Riad es
incalculable. Sin embargo, no está considerado un estado paria, ni sus
dirigentes van a ser juzgados jamás en los tribunales internacionales. Los
motivos son diversos. Desde el punto de vista geoestratégico, Estados Unidos
(junto con la UE e Israel) es aliado de las monarquías del Golfo Pérsico, la
región productora de petróleo y gas por antonomasia del planeta. Tiene
desplegadas varias bases militares en el área para asegurarse el suministro
ininterrumpido de crudo barato en el futuro y para controlar el tránsito hasta
la metrópoli. Por otro lado, cuantas más guerras estallen, más cantidad de
armas se demandarán. Así que, buena parte del dinero pagado por la venta de
hidrocarburos vuelve a EEUU en forma de compras de armamento…
“En cuanto a España los motivos
que explican estas amistades peligrosas no son tan obvios. Tenemos que
retrotraernos a los tiempos de la transición y a la herencia monárquica
planificada por el dictador Franco para nuestro país. La casa real española
estaba por aquel entonces sin blanca, al pairo de empresarios y financieros de
dudosa moralidad que, invariablemente, dieron, más tarde que temprano, con los
huesos en la cárcel. Fueron las monarquías medievales del Golfo Pérsico quienes
financiaron a su homóloga española con préstamos generosos pero, sobre todo, a
través de la posibilidad de comerciar con las importaciones de hidrocarburos.
Los Al Saud sólo hacen negocios con familiares o amigos íntimos y los borbones
están incluidos en esta última categoría. Petróleo y gas, mezquitas, grandes
obras e infraestructuras y armas, muchas armas, están en la lista de
intercambios entre ambos países y ambas casas. Como ejemplo de cercanía, fue Salman
bin Abdulaziz Al Saud, el ‘hermano’ saudí de Juan Carlos de Borbón, quien pagó
el famoso viaje a Botsuana con Corinna y el que logró adjudicar las obras del
AVE Medina-La Meca…
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