Stephen Hawking fue una de las mentes más privilegiadas de nuestra
época. Nació en una familia que apreciaba profundamente el valor del
conocimiento. Se padre era un prestigioso biólogo. Stephen fue el hijo mayor y
tuvo además dos hermanas y un hermano adoptado. Fue un buen estudiante, pero no
de los más brillantes. Terminó estudiando ciencias naturales en Oxford y se
especializó en física.
A los 21 años, Stephen Hawking
fue diagnosticado de esclerosis lateral amiotrófica o ELA, una enfermedad
degenerativa de tipo neuromuscular. Estaba a punto de casarse y los médicos no
le dieron más de 2 ó 3 años de vida. Sin embargo, contra todos los pronósticos,
y pese a haber ido perdiendo cada vez más capacidades motrices, vivió hasta los
76 años. Hawking llevó una vida feliz y productiva. Recibió 24 galardones por
su trabajo. Entre ellos, la Medalla Albert Einstein y el premio Príncipe de
Asturias. Sus principales aportes a la física están relacionados con la
conceptualización y descripción de los agujeros negros.
La vida no fue fácil para él, al
verse obligado a nadar contra la corriente, debido a su enfermedad. Pero, la
progresiva pérdida de sus facultades no le impidió continuar con su trabajo,
con su vida familiar y con labor en el mundo científico y humano. Siempre se le
vio bromeando y mostrándose interesado
por la suerte de los demás. “El mensaje
de esta charla –dijo en una ocasión ante 400 personas– es que los agujeros
negros no son tan negros como los pintan. No son prisiones eternas como alguna
vez se pensó. Las cosas pueden salirse de un agujero negro desde ambos lados y
posiblemente hacia otro universo. Entonces si te sientes en un agujero negro,
no te rindas: hay una salida”. El científico hablaba sobre los logros que ha
alcanzado en su vida y de lo que era padecer esclerosis lateral amiotrófica
desde 1963. “A pesar de la enfermedad que sufro, he sido muy afortunado en casi
todo. He tenido mucha suerte de trabajar teoría física en un época fascinante y
es una de las pocas áreas en donde mi discapacidad no ha sido una desventaja”.
El científico británico no era
una persona enojada, que viviera con rabia. Pese a que, desde su juventud, tuvo
que vivir atado a una silla de ruedas y sin poder llegar una vida como los
demás, invitó a no rendirse “porque siempre hay una salida. No importa cuán
difícil la vida pueda parecer porque pierdes toda esperanza si no puedes reírte
de ti y de la vida en general”. Su gran enseñanza es no haberse enfocado en
todo aquello de lo que la vida le privaba. Todo lo contrario. Lo suyo fue sacar
el máximo partido de lo que sí tenía, de lo que sí podía hacer y disfrutar.
Hawking también habló de la importancia de aceptar la realidad tal y como era.
Indicó que no era inteligente dejarse llevar por las emociones negativas que lo
empeoran todo e impiden ser felices con lo que se tiene.
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