Hierro asumió el cargo
por decencia. El mismo lo reconoció: “Yo no tengo currículum para esto”.
Ni Luis Rubiales ni el
mismo Rey nada pudieron hacer para que España no perdiera contra Rusia.
El pasado domingo, el
otrora invencible equipo español tuvo en frente a Rusia como anfitrión, y, como
los anteriores rivales en la fase de grupos, no supo vencer ni convencer de su
superioridad técnica. Cierto que el despido de Lopetegui, como presidente de la
federación española, horas antes del Mundial de Fútbol, había desmoralizado a la
concentración. Sobre todo, al ignorar qué es lo que motivó que el presidente,
Luis Rubiales, rompiera el equipo formado. Y, con su estilo de juego gris y
anodino, nada pudo hacer frente a un equipo de menor categoría que acertó en
los penaltis. Ignoramos si, con Lopetegui al frente, este fracaso hubiera
llegado igualmente con tan mala imagen en cada uno de los partidos anteriores
con Portugal, Irán y Marruecos. El mal planteamiento que llevó a estos
resultados fue dudar si el cargo de seleccionador era compatible con el de ser
técnico del Real Madrid después de la cita mundialista y la falta de diálogo,
negociación, tacto y posturas intermedias entre todas las partes para buscar lo
mejor para la Selección.
Hasta este momento, la
Selección supo ejecutar un plan de juego defensivo y ofensivo e incluso demostró
estar por encima de Italia en la clasificación y con buenas actuaciones en
amistosos de primer nivel —Alemania y Argentina—. Pero, el despido de Lopetegui
enrareció e intoxicó el ambiente interno de la concentración y el del juego.
Fernando Hierro quiso, según Ulises Sánchez Flor, “poner ilusión a un velatorio
y paciencia a un polvorín, provocado por un presidente insensato y alocado que
ha tenido un momento de gloria muy efímero”. Y el paso siguiente fue cargarse
todo el proyecto que se construyó en dos años.
Aparte de los directivos,
también los jugadores tuvieron su culpa por su bajo nivel futbolístico y los
despistes que provocaron que España estuviese eliminada cuando tenía la fortuna
de ir por el mejor cuadro del campeonato. Sin Lopetegui, el talento y la
calidad individual debieron sobreponerse a las dificultades que ponían los
rivales y olvidarse de las tensiones extradeportivas. Sin embargo, España no supo
hacerlo y, de sus cualidades, solo quedaron las sombras. Su juego fue aburrido
por la falta de profundidad. No supo desbordar por las bandas y el juego
interior. Tampoco Busquets ni Iniesta supieron presionar lo suficiente para
hacer un hueco. Y los fallos defensivos se repitieron constantemente con la
falta de atención, concentración, comenzando por un De Gea, con las manos
flojas y su inseguridad, pasando por la falta de contundencia de Piqué y Sergio
Ramos. La falta de soluciones desde el banquillo de Hierro, demasiado nervioso
y preocupado por una España triste y decepcionante, completaron el fracaso…
Cierto que, en la
Eurocopa de 2008 y del 2011, y en el Mundial 2010, fuimos tal vez los mejores,
pero hoy, el equipo, que no dispuso ni siquiera del ánimo de Manolo con su
bombo, estuvo secuestrado por su propia nostalgia y terminó su ciclo decadente.
Personalmente, pienso que el primero que debería cambiar para volver a levantar
a España es Rubiales quien declarara “No me arrepiento de la decisión sobre
Lopetegui”. Otra cosa es que presente su dimisión. Pero, veremos el tiempo que
pasa antes de que esto ocurra.
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