Iglesias y Montero, cuidando a sus hijos en el Gregorio
Marañón.
Con la carta que Pablo
Iglesias e Irene Montero publicaron el pasado lunes en Facebook, en la que cuentan
cómo han sido estos dos meses tras el nacimiento prematuro de sus dos hijos,
Leo y Manuel, demuestran que la política y la vida privada no solo pueden ser
la caray la cruz de la misma moneda, sino que ésta no tiene por qué ser
contradictoria. Ambos destacan el valor de tener una sanidad pública y que “todos”
sus adversarios políticos apoyaron y dieron consejos a la pareja. Incluso un
Rey y una Reina les llamaron para preguntar por sus hijos. La misiva comienza
así:
“Han pasado ya dos meses
-comienza la misiva- desde que nuestros hijos nacieron prematuramente. Desde
aquel 3 de julio en el que llegaron por sorpresa, nos repetimos una y otra vez
la misma palabra: vamos. Se trataba primero de salir adelante y después de ir
superando etapas de recuperación. Cada día les mirábamos y les repetíamos lo
mismo: vamos hijos, vamos. (…) Antes de que pudieran alimentarse sólo de la
leche de Irene, fue la leche de otras madres la que les ayudó a vivir. En
cuanto fue suficiente, la de Irene fue también leche donada para otros niños.
La sanidad pública hizo a nuestros hijos hermanos de leche de muchos niños y
niñas como ellos. Todo ha sido posible gracias a un equipo de profesionales de
la sanidad pública además del cariño y apoyo de nuestra gente. Muchos
prematuros como ellos, en otros lugares del mundo, no tienen la misma suerte.
Nuestros hijos tienen hoy dos meses porque nacieron en un país que cuenta con
algo mucho más importante que cualquier himno o bandera: un sistema sanitario
universal. Les contaremos que nada merece más lealtad que eso. Su vida y su
salud no sólo son el resultado de los avances médicos y científicos, sino
también de una sociedad que todavía asegura los mejores cuidados para cualquier
persona independientemente de su posición social. Muy pocos niños recibirían lo
que necesitan y merecen si la salud estuviera sometida a las leyes de la oferta
y la demanda. Explicaremos a nuestros hijos por qué vamos a ser siempre leales a
lo que les permitió vivir: lo común.
Tras agradecer al Hospital
Gregorio Marañón, y agradecer por sus nombres a los doctores que les atendieron,
ambos personajes cuentan que disfrutaron “de los cuidados de profesionales de
la enfermería que, desde que llegamos al hospital, no nos dejaron ni un segundo
solos. Sólo las madres y padres de los niños que, como los nuestros, han pasado
por una unidad de cuidados intensivos, saben lo que significan los mimos y
caricias que reciben los prematuros. Con esas madres y con esos padres tendremos
siempre un vínculo muy especial. Dicen de los prematuros que son guerreros,
pero las trincheras que nunca recordarán dejaron marcados para siempre a sus
madres y padres, que siempre seremos compañeros”. Y recuerdan que no dejaron de
recibir “el cariño de muchos militantes de nuestro espacio político que han
encontrado unos minutos para mandarnos ánimo, preguntar cómo nos iba y
llenarnos de abrazos. A todos y a todas, gracias”.
Tampoco olvidan que algunas
de las palabras más hermosas, algunos de los abrazos más sinceros, algunos de
los consejos más provechosos, “vienen de nuestros adversarios políticos. Somos
republicanos pero recordaremos que un rey y una reina llamaron para preguntar
por nuestros hijos y que todos nuestros rivales políticos preguntaron con
frecuencia cómo estaban. Somos ateos pero explicaremos a nuestros hijos que
nuestros amigos creyentes rezaron por ellos. Nos consta que la Virgen del
Tránsito, Santa Rosa de Viterbo y Santa Maria Liberatrice fueron interpeladas
(y nunca se sabe...) Hay pocos gestos de amor y amistad más hermosos.
Enseñaremos a nuestros hijos que sean siempre respetuosos con el que piensa
distinto porque la humanidad, la decencia y la amistad no son el patrimonio
exclusivo de ninguna causa”. Finalmente, reconocen que “el nudo que tenemos en
la garganta nos ha empujado a escribir para dar las gracias a quienes nos han
ayudado a llegar hasta aquí. Esta nota es una forma cerrar una etapa, cuidando
la cicatriz que deja para no olvidarla nunca, porque esta cicatriz está llena
de amor por nuestros hijos. Vamos”.
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