Jair Bolsonaro, flamante presidente de Brasil.
Jair Bolsanaro, el hombre
de extrema derecha que el domingo, 28 de octubre era elegido presidente de
Brasil, hace solo unos meses, cuando nadie quería votar por él, amenazó con
matar a 30 mil “izquierdistas” y alabó las dictaduras. Ahora, Jair Bolsonaro en
la presidencia de este Estado, se enfrenta a un enorme retroceso en materia
ambiental. Y ataca el ecologismo, defendiendo a ultranza la agroindustria,
responsable de la deforestación. ¿Qué consecuencias traerá para el pulmón del
mundo? La llegada de Jair Bolsonaro a la presidencia del país con mayor
biodiversidad del planeta ya encendió las alarmas de las organizaciones civiles
y activistas ambientales. El mandatario anunció que iba a fusionar el
Ministerio de Agricultura y el de Ambiente, decisión que puede generar graves
consecuencias para la Amazonia. Para Bolsonaro el medio ambiente no es una
prioridad y así lo dejó claro durante la campaña. En ella, cuestionó el Acuerdo
de París, alegando que ponía en peligro la soberanía nacional, desestimó el
ecologismo y afirmó que no habría “ni un milímetro más de tierras para los
indígenas”. Sus promesas de acabar con la “industria” de las multas para las
grandes multinacionales que comprometen seriamente al medio ambiente y la
detención de la demarcación de nuevas tierras para los pueblos originarios,
representa un enorme riesgo para la selva misma y para el planeta, que padecen
los estragos de la actividad humana. Jair Bolsonaro piensa arrasar la Amazonía
con excavadoras gracias a poderosas compañías que gastaron millones ilegalmente,
inundando WhatsApp de noticias falsas que lo apoyaban. “Somos 200 millones de
habitantes y una de las cosas que está funcionando es la cuestión del
agronegocio y la agricultura familiar. No podemos dificultar el progreso”,
aseguró Bolsonaro en una sesión en vivo a través de sus redes sociales. “El
problema -advierte el profesor de la Escuela Brasileña de Guierra, Fábio
Albergaria de Queiroz, PhD en Amazonia y experto en medio ambiente- es que su
gran referencia en términos de estadística es Donald Trump y Trump ha dicho que
el cambio climático no existe”. Por eso “queda claro que, para él (Bolsonaro),
el medio ambiente es una política de segunda clase” y eso trae graves
consecuencias para la selva, las comunidades que habitan en ella y la flora y
la fauna del lugar.
Brasil cuenta con la mayor parte del Amazonas, el 60%.
El Amazonas se extiende
por más de 7,4 millones de kilómetros cuadrados a través de Brasil, Colombia,
Bolivia, Perú, Venezuela, Ecuador, Guyana y Surinam. De ese grupo de naciones,
Brasil cuenta con la mayor parte, el 60%. De acuerdo con Greenpeace, la
deforestación en los años 70 alcanzaba apenas un 1 % del total de la Amazonia
que hoy alcanza el 18%. Expertos advierten que, si llega al 20 ó 25 %, el
ecosistema comenzaría a entrar en colapso de forma irreversible. El profesor
Fabio Albergaria de Queiroz nos recuerda: “La amazonia es uno de los
reguladores de la temperatura del planeta y, si se altera el sistema de
lluvias, su colapso sería desastroso: cambiaría el clima y la capacidad de
almacenar dióxido de carbono en la atmósfera. Y esto se sentiría en todo el
mundo”. En Brasil existen unas 600 reservas indígenas, que ocupan el 13 % de
todo el territorio nacional. Sin embargo, no todas las zonas para las tribus
están delimitadas legalmente. En campaña, Bolsonaro les ofreció a estas
comunidades vivir de los recursos de “las regalías”, la “minería” y de las de
las hidroeléctricas que quiere construir en esos terrenos, así como de la “explotación
de la biodiversidad”. Para el obispo André de Witte, presidente de la Comisión
Pastoral de la Tierra (CPT), “la posición de Bolsonaro sería realmente
desastrosa” porque daría luz verde al “agronegocio” y a la industria
extractiva, con lo que “el valor de la naturaleza preservada va a ser
totalmente perjudicado”. No solo pone en riesgo a estas ancestrales tribus sino
a toda la nación, pues su falta de experticia y su discurso en contra de la
preservación del medio ambiente detiene el avance de organizaciones en la
protección de las reservas naturales del país. “Mucho de lo que Bolsonaro dice
es retórica y mientras el medio ambiente siga como política de segunda clase,
la situación ambiental se quedará como está”, asegura Albergaria de Queiroz. Recientemente,
el mandatario electo afirmó que estaba pensando en retirarse del Acuerdo de
París, pero luego matizó sus palabras y dijo que el país no iba a desconocerlo.
Después afirmó que iba a fusionar el Ministerio del Medio Ambiente y el de
Agricultura, y ahora anuncia oficialmente la creación de una sola cartera. Expertos
como Albergaria de Queiroz lo consideran “catastrófico, porque pretende unir
dos ministerios que son opuestos irreconciliables. Tenemos un gran problema,
pues ecosistemas como la Amazonía corren el riesgo de convertirse en áreas de
agricultura”, aseguró. Lo preocupante es que el tiempo corre y con Bolsonaro,
el gigante suramericano se aleja de un modelo de desarrollo sostenible. Y, en
Brasil, el país donde más asesinan a ambientalistas de todo el mundo, los
activistas siguen luchando por detener la deforestación, el monstruo silencioso
que devora la Amazonia.
Mark Elliot Zuckerberg.
Mark Elliot Zuckerberg
programador y empresario estadounidense, conocido por ser el fundador de
Facebook, no hizo nada mientras poderosas compañías gastaban millones
ilegalmente para inundar la plataforma de mensajería de noticias falsas y
discursos de odio. “Zuckerberg -aseguran Ricken, Christoph, Fadi, Emma, Alice,
Rosa y todo el equipo de Avaaz- pudo haberlo detenido e informar a sus
usuarios. Pero no lo hizo. Ahora, depende de nosotros aprovechar el momento
para señalar a Facebook su responsabilidad sobre las noticias falsas y los
discursos de odio difundidos en sus plataformas y acabar con ellos antes de que
más personas como el presidente de Brasil se adueñen de nuestras democracias y
de nuestro futuro. En Brasil, los periodistas solo empezaron a darse cuenta del
problema después de que engañaran a millones de personas con noticias falsas.
Pero hay una manera de solucionarlo: convenciendo a WhatsApp de que introduzcan
un filtro para noticias falsas que puedan activar los usuarios que les alerte
de posibles mensajes con desinformación. Para que esto funcione la plataforma
podría permitir a los usuarios que el cifrado fuese opcional, una solución que
protegería tanto nuestras democracias como nuestra privacidad. La cantidad de
noticias falsas que actualmente se están difundiendo en todas nuestras redes
sociales está creando una enorme y asombrosa crisis mundial. Facebook sigue
albergando cientos de millones de cuentas falsas activas. Dos mil millones de
personas tienen cuentas de YouTube y consumen hasta una hora al día, pero los
expertos dicen que sus algoritmos empujan a la gente a ver contenido extremista,
racista y calumnioso. Por eso nuestro movimiento está contraatacando
-presionando a las plataformas de redes sociales, WhatsApp incluido- para que
defiendan a los ciudadanos, las democracias y la información real”. Avaaz está peleando contra las noticias falsas
y la desinformación en todo el mundo. En Brasil, el equipo de “duendes” puso al
descubierto una de las redes de desinformación más grandes del país y logró
derribarla. “Pero esta acción llegó tarde y se quedó corta. Los algoritmos de
las redes sociales tienen un gran poder sobre nuestras sociedades, y ahora
mismo están obligándonos a consumir veneno. Por todo aquello que amamos, vamos
a limpiarlas antes de que sea demasiado tarde”.
Wilson
Witzel, gobernador
de Río de Janeiro.
El nuevo gobernador del
estado de Río de Janeiro, Wilson Witzel (del Partido
Social Cristiano, PSC), logró su estatus tras acercarse a la familia Bolsonaro
y participar en mítines a favor del nuevo presidente brasileño. Witzel sigue al
pie de la letra la línea dura marcada por el ultraderechista y utiliza
terminología bélica como “abatir” y “eliminación de objetivos” para referirse
al asesinato de delincuentes por parte de la Policía Militar. “Lo correcto es
matar a los delincuentes armados”, responde Wilson Witzel en el diario Estado
de São Paulo, aplicando su estrategia de seguridad pública, relacionada sobre
todo con el narcotráfico. “La policía va a hacer lo correcto: apuntar a la
cabecita y... fuego. Para que no haya errores”. Ni siquiera los nefastos
resultados de la Intervención Federal en la seguridad pública de Río de Janeiro
le hacen pensar en una estrategia alternativa. Está centrado, como primer paso,
en crear una brigada de francotiradores de élite. La innovación de Witzel es
suprimir la secretaría de Seguridad Pública y elevar a ese escalafón a la
Policía Militar y a la Policía Civil. Su ideología, su discurso y sus primeras
decisiones han colocado ya al nuevo gobernador como una nueva amenaza para los
derechos humanos. El Observatório da Intervenção teme incluso que Witzel pueda
llegar a reinstaurar la “gratificación faroeste” [de lejano oeste], empleada en
los noventa por el gobernador Marcello Alencar para premiar los llamados “actos
de valentía de los policías”, que no eran otra cosa que asesinatos de
delincuentes. Durante la campaña electoral, el gobernador electodemostró que el
discurso violento genera rédito electoral, el día en que en uno de sus mítines
presumió haber arrancado y partido en dos una placa homenaje a la concejala
Marielle Franco, asesinada a tiros el pasado 14 de marzo junto a su chófer
Anderson Pedro Gomes. La vejación al recuerdo de la concejala y a lo que
significaba su trabajo social, como mujer negra, lesbiana y de la favela,
acompañó a Witzel, durante su discurso. Desde el Observatório da Intervenção se
preparan para lo que vendrá a partir de ahora: “Una intervención sin
intervención oficial. Más decretos de Garantía de la Ley y el Orden (GLO) –que
permiten la participación militar en operaciones de seguridad pública– y más
generales o comandantes en los principales despachos de la seguridad pública
aquí en Río de Janeiro”. Los últimos movimientos del gobernador, mientras tanto,
están relacionados con la organización de un viaje a Israel junto al senador
electo Flávio Bolsonaro, uno de los hijos del presidente. El objetivo es claro:
ver de cerca cómo funcionan los drones armados del Ejército hebreo.
Jair Bolsonaro, candidato presidencial en
Brasil, aprovechó la desconfianza a la política en Brasil.
Camilo Gómez, escribió el
28 de octubre pasado en El Mundo cómo Jair Bolsanaro se perfilaba como el nuevo
presidente de Brasil. “De pie, sobre una tarima de tres metros en Brasilia,
Jair Bolsonaro agarraba con su mano izquierda un muñeco del expresidente Luiz
Inácio Lula da Silva, vestido como prisionero, y lo golpeaba con su palma
derecha. Era marzo de 2016 y Brasil vivía uno de sus momentos más tensos en la
última década. Los principales símbolos de la izquierda en la región, Lula y
Dilma Rousseff, eran investigados por corrupción. Con cada bofetada, Bolsonaro
sonreía y, tras un último derechazo, arrojó el muñeco al suelo. En seguida bajó
a saludar a sus partidarios, que lo levantaron en brazos y lo aclamaron como a
un ídolo. Pero ¿quién era realmente Jair Bolsonaro? Sus seguidores lo llaman ‘el
mito’. Para algunos de ellos es un ser superior, una ficción, un héroe. Lo
aplauden por su estilo retador, por salirse del libreto usual de los políticos.
Para otros, en cambio, representa el peligro, los extremos, el regreso de una
dictadura. Jair Messias Bolsonaro es un exmilitar de 62 años que, con casi tres
décadas de una discreta carrera en la arena política, surgió hace menos de dos
años como el símbolo de la derecha desmedida. Desde 1991, circula por los
pasillos del Congreso de Brasil. Ese año fue elegido como diputado federal de
Río de Janeiro por el Partido Demócrata Cristiano. Desde entonces ha sido un
camaleón, pues ha vestido las banderas de siete partidos. Con cada pulso
electoral sumó más adeptos, aunque no se lo debe tanto a su carrera, pues ha
impulsado pocas reformas. Su éxito es mérito de sus afirmaciones, sus posturas
personales y su crítica empedernida a los gobiernos de izquierda. Su discurso,
ambicioso y controvertido, no fue usual en una campaña a la presidencia. En el
exterior lo comparan con Donald Trump, Marine Le Pen o Rodrigo Duterte. Lo
llaman la versión tropical de la ultraderecha. Ser políticamente incorrecto,
como Trump, un antisistema, se volvió una fórmula popular entre algunos
políticos tras el éxito del magnate en Estados Unidos”.
El
ultraderechista Jair Bolsonaro capitalizó el malestar de los brasileños. Sin
Lula, era el favorito.
Bolsonaro dijo que las
mujeres “deben ganar menos porque se quedan embarazadas”, que “los artistas
deben ser fusilados”, que “las minorías tienen que inclinarse a las mayorías”,
que “los negros no sirven ni para reproducirse” y que “sería incapaz de amar a
un hijo homosexual”. Apoyó la venta libre de armas (en un país con elevados
índices de violencia), la tortura de delincuentes, pues para él “el mejor
delincuente es el delincuente muerto”, y minimizó la importancia de las
ejecuciones durante la dictadura, que además revindica. “El error de la
dictadura fue torturar y no matar”, declaró, nostálgico del periodo militar. Este prontuario de declaraciones misóginas,
homófobas y racistas tuvo gran aceptación entre los brasileños. Bolsonaro se
aprovechó de un electorado que ya no cree en la política tradicional y que
busca una solución radical frente a la crisis económica y social que vive el
país. Encontró la fórmula del éxito en capitalizar el odio del pueblo hacia la
corrupción de la izquierda. Emuló los ataques a la prensa como lo hizo Trump “No
serán la prensa ni el Tribunal Supremo los que me dirán cuáles son mis
límites”, dijo. “Responderé lo que yo quiera”, sentenció en su primer debate.
Se presentó a sí mismo como la única salvación, como el “Messias” que necesitaba
el país. “Solo hay uno que puede cambiar el destino de Brasil, ese es Jair
Bolsonaro”, sentenció. No obstante, en su primer debate, planteó un discurso
más moderado, con intenciones de mostrar una imagen reflexiva, una postura
equilibrada. En su contra estaban los empresarios, que lo veían como una moneda
al aire, pues creían que no sabría tomar el rumbo del país. Además, la relación
de muchos de sus familiares con empresas estatales inquieta al electorado, que
está hasta el cuello de la corrupción. Sin embargo, un sector de los jóvenes
comenzó una fuerte campaña a su favor en internet, el mismo grupo que pidió a
gritos la prisión para Lula.
Fernando Haddad, el candidato del Partido de los Trabajadores.
Fernando Haddad,
candidato a la Presidencia de Brasil por el Partido de los Trabajadores (PT) en
las recientes elecciones, anunciaba el pasado miércoles que su formación
estudiaría denunciar ante los tribunales a WhatsApp por la difusión de noticias
falsas durante las elecciones. Según Haddad, el PT presentaría la acción
judicial en Estados Unidos, país donde WhatsApp tiene su sede, para que “allá
rinda cuentas de lo que hizo aquí”. “Nosotros pretendemos explorar la
posibilidad de entrar con una acción judicial contra WhatsApp en la sede de la
empresa, para que allí rinda cuentas de lo que hizo aquí, desconociendo la
jurisdicción de las autoridades brasileñas” afirmó Haddad. El objetivo, según el
excandidato presidencial, es forzar a la empresa a aclarar cómo la aplicación
fue utilizada en Brasil para la propagación masiva de noticias falsas durante
el período electoral. Según Haddad, los dirigentes de la empresa en Brasil se
han negado a abrir los datos para explicar la propagación de mensajes falsos en
la última semana de la primera vuelta. “Queremos saber quién ha contratado,
cuántos mensajes se han propagado y para engañar a quién”, precisó. Haddad
perdió las elecciones para la Presidencia de Brasil durante la segunda vuelta
en la que salió victorioso el ultraderechista Jair Bolsonaro con el 55% de los
sufragios, once puntos más que el progresista.
Operación retrete.
Pero, volvamos a España, en
donde otras amenazas políticas nauseabundas nos siguen invadiendo. “Era casi fatal -escribía el pasado miércoles
David Torres en Público- empezar el Día Mundial del Retrete con novedades sobre
la financiación ilegal del PP, en concreto, sobre la Operación Kitchen, un
operativo policial controlado por el inefable Villarejo y destinado a hacerse
con la documentación que Bárcenas tenía en contra del partido. Como todas las
operaciones que implican a Villarejo, ésta también contaba con espoleta
retardada. El estallido ha supuesto la publicación por parte del diario El
Mundo de unos papeles donde hay apuntes de pagos en dinero negro para el sastre
de Mariano, para la boda de la hijísima de Jose Mari y para el marido de María
Dolores, entre otros muchos delitos. Es decir, nada que no supiéramos. Lo que
no se entiende muy bien es por qué a esta operación en concreto la llamaron
kitchen, cocina en inglés, cuando está claro que se refiere a las cloacas, al
WC, al retrete de Génova. Probablemente porque el PP es un partido tan poco
versado en prácticas mafiosas que cagan donde comen, en lugar de mantener ambos
recintos en compartimentos estancos…. Mariano Rajoy, en el caluroso verano de
2013, protagonizó una comparecencia estelar ante las cámaras donde dijo una de
sus memorables sentencias: ‘Todo es falso, salvo alguna cosa’. En efecto, ahora
acabamos de descubrir que también podía haber dicho: “Todo es falso, excepto
todo”, porque los papeles de la Operación Kitchen documentan la corrupción del
PP a todos los niveles y por todo el territorio español y buena parte del
suizo. El ministerio del Interior, dirigido en aquellos tiempos por un
radioaficionado de la Virgen de Fátima, ocultó durante años estas pruebas al
poder judicial, desmintiendo aquel sabio consejo de La jungla de asfalto: ‘No
puedes fiarte de la policía porque nunca sabes cuándo va a ponerse de parte de
la ley’. En la España del PP, en cambio, te puedes fiar de la policía al cien
por cien. El mismo día que esta oleada de podre ascendía a las portadas de los
periódicos se publicaba un mensaje del senador Ignacio Cosidó explicando,
mediante un sencillo cálculo numérico, la manera de controlar los hilos del
poder judicial y del Tribunal Supremo entre el PP y el PSOE. Esto no lo
sabíamos tampoco, salvo alguna cosa. Cosidó, por cierto, era el director
general de la Policía cuando Villarejo hacía de las suyas, pero no se enteraba
ni del Nodo. Para terminar de arreglarlo, la movida criminal ha pillado a Pablo
Casado, Secretario Cuñado General, en Lepe, haciendo chistes justo una semana
después del primer aniversario de la muerte del inolvidable Chiquito de la
Calzada. Casado -que tiene un estilo de dar mitines muy de monólogo cómico,
riendo sus propias gracias -ha dictaminado que toda esta inmundicia es cosa del
pasado. También es verdad que el pasado cada vez le pilla más cerca, ayer mismo
para ser exactos, y que Casado, que tiene siempre en la cabeza las grandes
gestas históricas, para la corrupción padece lo que técnicamente se conoce como
memoria de pez. Con lo fácil que era tirar de la cadena, aunque entonces se
quedan sin PP”.
La monarquía española necesita un referéndum.
The New York Times
publicaba el pasado miércoles un artículo de David Jiménez, ex director de El
Mundo, en su versión en español: “La monarquía española necesita un
referéndum”. El autor del mismo defiende la convocatoria de una consulta e
invita al rey Felipe VI a “aceptar el envite” lanzado desde una veintena de
universidades públicas y desde al menos siete distritos y cinco municipios de
Madrid. Recuerda que, “aunque Felipe VI no se ha visto implicado de forma
directa en ninguna irregularidad a pesar de los escándalos que han rodeado a la
Casa Real, resulta difícil saber qué apoyo tiene el rey entre los españoles.
“El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), el organismo público
encargado de medir el pulso social del país, dejó de preguntar sobre la monarquía
en 2015, después de que los escándalos de Juan Carlos I hundieran su
popularidad”, apunta Jiménez. “Lejos quedan los días en los que la monarquía
española vivía un idilio casi perfecto con la ciudadanía, la familia real tenía
una imagen impoluta y el debate sobre el modelo de Estado permanecía en la
marginalidad política”, subraya el artículo. Jiménez culpa de ello a que
durante demasiado tiempo la imagen de Juan Carlos I “estuvo sostenida en una
fantasía. La prensa ocultó sus excesos, los políticos miraron para el otro lado
y la élite económica le agasajó en busca de privilegios e influencia, creando
un muro de protección tan cortesano como ficticio”. Ante ello, Jiménez defiende
que lo que necesita Felipe VI es justo lo contrario: “Abrir la institución a la
calle, huir del hermetismo que promueve su entorno más conservador y reanudar
el impulso reformista de sus comienzos, abrazando incluso la idea de que al
final su futuro sea decidido en un referéndum”. En el mes de julio, ante la
falta de datos sobre la monarquía después de tres años sin que el CIS pregunte
sobre ella, Podemos realizó una encuesta interna a nivel nacional sobre un
posible referéndum. Sólo un 16% de los participantes en el estudio asociaba
monarquía con democracia. Todos estos datos coinciden con la proliferación de
los actos de desafección a la Corona entre los ciudadanos y las instituciones.
“La Casa de Papel” se ha
convertido en la primera serie española en recibir un Emmy Internacional. La
ficción, creada por Álex Pina, recibió el galardón, en la categoría de Mejor
Drama, en la 46º ceremonia de Los Premios Emmy Internacional, celebrada en
Nueva York. La serie original de Atresmedia, que actualmente emite Netflix, se
enfrentaba a la aclamada serie de Amazon India, Inside Edge. Sus otros dos
competidores eran la ficción británica “Urban Myths” y la brasileña “Uno contra
todos”, cuyo actor principal, Júlio Andrade, fue nominado a los Premios
Platino. “La casa de papel” tiene entre sus fans al mismísimo Stephen King. “Si
te gustan [las historias de] atracos, te va a encantar esto. Es una bomba. En
español, con subtítulos en inglés o doblada”, ha tuiteado el célebre escritor
de terror para sus más de 5 millones de seguidores. La serie recibió el pasado
mes de junio el premio a mejor serie dramática en el Festival de Televisión de
Montecarlo y el premio Fénix a Mejor Serie. “La Casa de Papel” también fue
elegida Mejor Serie Española y Premio Especial del Público en el Festival
Internacional de Luchón (Francia). Recibió el Premio Iris a Mejor Guión, el
premio Fotogramas de Plata como Mejor Serie Española y el premio del Festival
MiM Series a la Mejor Dirección. El partido de Pablo Iglesias celebró el Emmy
Internacional, pero también el “rescate del cántico antifascista Bella Ciao”
Las fotomontajes y las
imágenes más sorprendentes de esta semana:
May acepta ceder Gibraltar a cambio de Magaluf. (De El Jueves)
Sesión de control en el Congreso. @Aquel Coche
Lo de Borrell está siendo sometido al VAR...
Gabriel, el travieso. @Elmundolibre.
Rokambol News publica que
el PP y Ciudadanos aceptan condenar el Franquismo si también se condena el
Racionalismo, la Hermenéutica, el Platonismo y el jazz. “Además del Comunismo y
el Realismo volitivo”, han recordado al unísono Rivera y Casado.
¿Por qué Albert Rivera no se atreve a decir que Vox es extrema derecha? Twitter analiza los motivos httpswww.publico.estremending
El humor, en la prensa de
esta semana: J.R. Mora, El Roto, Peridis, Pat, Manel F., Vergara, Javirroyo, Acacio,
Pedripol, Vergara…
20N.
Izquierda... o cómo empeorar las cosas
Pablo Casado, el gracioso.
Pep Roig, desde Mallorca:
Por encargo y a medida, Hecho el descuento, hecha la trampa, Conduzca por la derecha, El país de “para mí
y los míos”, Pero ¿esto qué es?, No se rían, por favor…
Los vídeos de esta semana:
Rifirrafe entre Borrell y Rufián que provoca la expulsión del portavoz de ERC
Este es un cortometraje basado en el histórico anuncio de compresas que decía “soy tu menstruación”, y que forma parte de la campaña del Gobierno de Cantabria para el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la mujer, que se celebra el 25 de noviembre. Yolanda Domínguez, autora del proyecto audiovisual, señala que su objetivo es “recordar que eliminando nuestros comportamientos machistas podremos tener relaciones más sanas con nosotros mismos y con los demás”.
Hola, soy tu machismo .
Polònia - Polònia - 22/11/2018
LATE MOTIV - Monólogo de Andreu Buenafuente. “20 N” | #LateMotiv463
SINFONIA (Simon Brethé) – UFMG
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