José Ángel Hidalgo, funcionario
de prisiones, escritor y periodista, así comienza el artículo aparecido en Público.
“La carcajada en los cien talegos de España ha sido monumental: se confisca a
Raúl Romeva un ejemplar de El Jueves en Soto del Real. No puede haber noticia
que incite más a la risa, o quizás sí: ‘habrá un juicio justo a los inculpados
del procés’. No sabría decir cuál me deja con el jadeo más tonto, y que conste
que mi reacción a la segunda es tan solo un reflejo político (inconsciente),
jamás una crítica al poder judicial, naturalmente. Es que es para troncharse:
al Romeva le quitan de las manos la revista por ‘políticamente incorrecta’:
pero si la lectura de El Jueves es lo único que se puede uno meter saludable en
el patio de una cárcel… después del porrito y los chistes del funcionario (que
los hacemos, y muy buenos): preguntadle si es verdad o no a Ignacio González.
Hidalgo confiesa que
suele leer esta revista junto a los penitenciados en el aula del módulo, “aunque
para que a ese humor (hoy confiscado) no le falte el expresionismo cainita del
pintor Solana, la intensidad del ajo y su chorrito de vinagre, solemos
enriquecer el encuentro leyendo a continuación, y en voz alta, los titulares de
La Razón y ABC: en mi club de lectura delincuencial estamos convencidos de que
son realmente estos periódicos, y no Mongolia, los que están poniendo en un
brete de ventas a El Jueves… por la feroz competencia que le hacen en el
kiosko; además hay que tener en cuenta que están por ahí circulando El Mundo y
El País (otras dos publicaciones con un acusado sentido del humor) y que los
cuatro periódicos de papel muchas veces coinciden con El Jueves en el gran
chiste de portada: así no hay quien compita en el exigente terreno del ingenio
políticamente incorrecto”. Esta depredación feroz que hay entre los cinco
medios por un mismo ecosistema cómico, me la resume muy bien un penitenciado,
amigo de dar siempre un toque escatológico a sus aventuras contrarias a la ley:
Antonio el Araña, del que ya he hablado alguna vez, ladrón incruento aunque
bocazas, guiña para aparentar maldades bajo la visera de una gorra hecha con
bocados de tres o cuatro… ¡si la vieran los modistos de Desigual! pero ya os lo
aseguro yo que es más bueno que el pan… de cárcel”.
“Con cualquiera de esos
papeles me apaño en el tigre, pero nada como El Jueves para dar un buen remate…
es suave, se va finamente, es el mejor”: Antonio resuelve así el empate con un
claro ganador, enviscando los ojos de travesuras. Celebramos con alegría en ese
club de cemento las peripecias de Martínez el facha, las salidas del Obispo
Morales, la precisión en el trazo, o los chispeantes diálogos, esa España de
entomología que hubiera hecho las delicias del Nabokov no escritor; también nos
reímos con el reflejo del mandato laboral de nuestros reyes y princesas…
eméritos o no. También se quedan mis internos ensimismados con Clara, la prostituta
de voluptuosas formas, natural… o las chocantes historias del Puticlub, ah,
¡ese trajín español, retrato feliz de situaciones muy nuestras, tan de Vox! Yo
entendería que el ejemplar de El Jueves se hubiera confiscado por lo guarro que
suele estar, muy manoseado, seguro, (nunca en mis años de profesión he visto
uno que brille limpio y nuevo en un módulo, signo inequívoco de su éxito) leído
y releído, pasado de mano en mano, como las porno que por allí circulan: ¡jamás
se requisan, hombre! Hay que darles a los penitenciados un pase de vez en
cuando, dejar el portillo de una gatera caído, ofrecerles un no sé qué de
compasión en el desempeño de nuestra gravísima tarea de tratamiento, requisa y
vigilancia… señores. Pero, yo me solidarizo a muerte con El Jueves, porque
forma parte de lo mejor de la cultura carcelaria (la hay, como en todo lo
humano), y no puedo entender esta nueva salida de nuestros particulares Abbott
y Costello, el ministro Marlaska y su secretario de cárceles, talegos y otras
ergástulas, el refinado Ortiz. Es más, estoy convencido de que en cuanto lean
el nuevo número de El Jueves, (que ya se están apresurando a editar) y se vean
retratados como lo que son, un dúo cómico que afronta atemorizado el reto de su
particular película (una lucha incesante, siempre infructífera, contra Drácula,
el Hombre Lobo y Frankenstein) se retractarán de inmediato. Por orden directa
del ministro, estoy seguro de que Romeva dispondrá desde hoy mismo de la
clarividente revista El Jueves en su celda, la mejor guía política y judicial
para diseñar una estrategia feliz junto a su abogado ante el proceso al que se
le va a someter a partir del día 12: un juicio con el que todos los españoles
nos vamos a partir de la risa, ya veréis”.
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