Pedro Sánchez, el presidente del Gobierno en
funciones, a su llegada a la reunión de la ejecutiva en Ferraz.
La noche del pasado
domingo, cientos de ciudadanos se acercaron a la sede del PSOE para celebrar
los resultados electorales, gritando un mensaje claro al flamante ganador de
las elecciones: “Con Rivera no”. La calle de Ferraz habló a Pedro Sánchez, como
ya lo hizo en 2004, cuando a José Luis Rodríguez Zapatero le espetó el
recordado “no nos falles”. El lunes 29 supuso un día de reflexión tanto para el
propio PSOE como para el resto de la sociedad. Muchos ya han hecho sus
peticiones poselectorales. Así lo explicaba Cuartopoder el pasado martes.
“El PSOE ya ha dejado
claro que intentará configurar un gobierno monocolor con acuerdos variables en
las cámaras, a pesar de que Unidas Podemos ya se ha ofrecido a entrar en un
gobierno de coalición. Mientras, Ciudadanos cierra la puerta de manera tajante
a un pacto con los socialistas a través de Inés Arrimadas. Aunque en las
crónicas periodísticas la configuración del gobierno aparezca como una simple
suma de escaños, lo cierto es que algunas cuestiones que el nuevo ejecutivo
tendrá que abordar van a requerir pactos entre fuerzas ideológicamente muy
diferentes. Nada tienen que ver las propuestas en materia laboral de
Ciudadanos, que prioriza el contrato único, con las de Unidos Podemos, que
propone acabar con las reformas laborales y caminar hacia una jornada de 34
horas de trabajo.
“Ante esta coyuntura, los
agentes se posicionan. Uno de los primeros ha sido el Banco Santander. Según el
diario digital El Independiente, Ana Botín preferiría un gobierno entre
naranjas y socialistas. Algunos de las opiniones de los principales medios
también apuestan por esta opción, como el de El Mundo o el ABC. Al otro lado,
la corriente Izquierda Socialista de Madrid, que se suma al ‘Con Rivera, no’
que se oyó en la sede socialista. Para este grupo de militantes, un pacto con
la derecha liberal de los naranjas dificultaría ‘las políticas sociales,
fiscales y laborales que el país necesita’ y que, a su juicio, solo puede
llevar a cabo un gobierno de izquierdas”.
Los sindicatos
mayoritarios también hicieron sus valoraciones, pero sin entrar a hablar sobre
pactos poselectorales ni la composición de partidos concretos. En los actos del
1 de mayo, Día de los Trabajadores, el secretario general de UGT, Pepe Álvarez,
creyó que, con esta nueva mayoría, “no hay excusas para poder avanzar hacia un
programa político de izquierdas”, que permita recuperar los “derechos y
libertades” perdidos en la última década.
Por su parte, la Comisión Ejecutiva Confederal de CCOO valoró los
resultados electorales, celebrando la alta participación y destacando que “la
ciudadanía dio la espalda a un gobierno de la derecha”, condicionado por su
componente más ultra, y entendiendo que las urnas abren las puertas a “un
gobierno progresista y estable” que apueste por la redistribución. Y, aunque no
mencionan a ningún partido, sí le ponen deberes al nuevo ejecutivo: derogar “las
reformas impuestas en la gestión de la crisis”, derogar la reforma de las
pensiones del año 2013 y “recuperar los consensos del Pacto de Toledo o
reforzar los servicios públicos”, además de abordar una política fiscal que
combata la desigualdad.
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