En 1944, varios carros de combate de la “La
Nueve” entraron en la capital francesa tras haber derrotado a los alemanes en
el Día D.
El pasado mes de agosto
se cumplieron 80 años de varios acontecimientos que, en España, revisten el
carácter de históricos. Cinco meses antes, el 1 de abril hizo 80 años del
último parte de nuestra Guerra Civil. En España, la paz oficial se vio
acompañada de cientos de ejecuciones que causaron decenas de miles de víctimas
en el siguiente cuarto de siglo. Como las trece jóvenes republicanas conocidas
como las Trece Rosas que, en agosto de 1939, fueron fusiladas por el
franquismo. Igualmente, en agosto de 1939, a partir del envío de una carta de
Albert Einstein al presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt, tuvo su
génesis el Proyecto Manhattan, que conduciría, el 16 de julio de 1945, al
primer ensayo nuclear en Alamogordo, Nuevo México. Un mes más tarde, después de
los bombardeos sobre Hiroshima y Nagasaki, Japón se rendía. Siguieron años de
destrucciones, locuras y crueldades que parecían ya lejos del momento evolutivo
de la humanidad… Todos estos datos precisos eran recordados el pasado domingo
por la web Desmemoriados.org. Hechos que hicieron reaccionar a las dos grandes
democracias occidentales, y que dejaron estupefacto a buena parte del movimiento
comunista internacional que, en buena medida, hizo suyo el orden requerido por
Stalin. El 24 de agosto del 1939, se produjeron desórdenes en la ciudad libre
de Danzig/Gdansk, el pasillo al mar conseguido por Polonia en el final de la I
Guerra Mundial. Los nazis se hicieron con el gobierno de la ciudad. Y, el 26,
Alemania garantizaba la neutralidad de Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo. Una
garantía que resultó absolutamente falsa, como es sabido. Las primeras tropas
británicas llegaban a Francia. Y, en agosto de 1944, los aliados, entre los que
estaban los republicanos españoles exiliados, liberaron París.
El general de Gaulle, desfilando por los Campos Elíseos después de la
liberación de París.
La participación de
españoles en la liberación de Francia fue, durante mucho tiempo, un hecho apenas
reconocido entre los que vivían bajo la dictadura de Franco. Solo se conocía la
verdad, mitificada, en ámbitos militantes de la izquierda. Pero el papel de los
españoles de la “Nueve” en la liberación de París, de la que se acaban de
cumplir 75 años, tras un largo periodo de silencio oficial, ha empezado a ser
divulgado y conocido. Las obras de Mesquida, “La Nueve”, “24 Août 1944 -Ces
républicains espagnols qui ont libéré Paris”, con prefacio de Jorge Semprún y “Cuando
los republicanos liberaron París”, de Monteagudo, documentaron con exactitud esa
participación. En “historia de España”, de Pierre Vilar, libro prohibido por el
franquismo, sólo llegado a nuestro país después de la muerte de Franco, ni se
menciona el papel de los republicanos españoles en el combate contra los nazis
en la Francia ocupada. Y, en el discurso que pronunció el general Charles de
Gaulle desde el Ayuntamiento de la capital al día siguiente de la liberación de
París, no mencionó ni por carambola la intervención de los españoles. Un
discurso basado en la confusión interesada por la que parecía que no había
existido una Francia colaboracionista con los nazis. Difíciles de explicar las
condenas a muerte para tantos colaboracionistas empezando por Pierre Laval,
antiguo dirigente socialista reconvertido y artífice del intento institucional
del Nuevo Estado francés corporativo, que fue ejecutado en octubre de 1945,
después de haber intentado refugiarse en España. Si los franceses tenían su
propia confusión en relación con la guerra, en muchos sentidos también una
guerra civil, no es tan extraño que tardaran en reconocer oficialmente la
participación de españoles en la liberación.
Sólo 16 de los 144 españoles que desembarcaron en Normandía con La Nueve llegaron ilesos al final de la II Guerra Mundial.
“En las tachuelas que salpican el centro de
París –cuenta Desmemoriados.org–
y que recuerdan las víctimas de aquellos días de agosto de 1944, también hay
apellidos inequívocamente españoles. Lo mismo que en muchos pueblos de Francia,
especialmente en los departamentos fronterizos, en las lápidas dedicadas a los
héroes locales de la Resistencia, caídos contra los alemanes, donde también
figuran apellidos españoles”. Las publicaciones anteriormente citadas y la
llegada a la alcaldía de París de Anne Hidalgo resultaron definitivas para
establecer que la guerra de España continuó fuera de la Península después de la
retirada de 1939. En la memoria colectiva de los españoles relativa al
conflicto iniciado en 1936, los combatientes de un bando, los azules que se
encuadraron en la Wehrmacht, tuvieron desde el primer momento su lugar en la
Historia. Sin embargo, a los otros, los conocidos por “rojos”, que
sobrevivieron a la guerra civil y a la Segunda Guerra Mundial, no se les reconoció
oficialmente su papel en la derrota del fascismo en Europa. Sólo en junio del
2015, el rey Felipe y doña Letizia inauguraron en el ayuntamiento de París un
pequeño jardín que recuerda la de los guerrilleros españoles republicanos. El
lugar –aislado del ruido del tráfico y del ajetreo de la capital– es conocido a
partir de entonces como “Jardin des combattants de la Nueve”. Todo un homenaje
a estos soldados que, por órdenes expresas de Leclerc, llegaron hasta la sede
de la alcaldía parisina. Cuatro años más tarde, el presidente socialista del
Gobierno, Pedro Sánchez, asistió a actos conmemorativos en Montauban, ante la
tumba del presidente Azaña, y en Colliure, donde muriera el poeta Antonio
Machado. También el presidente, José Luis Rodríguez Zapatero estuvo presente en
los actos del 60 aniversario de la liberación del campo de exterminio de
Mauthausen, en el que perecieron unos cinco mil republicanos españoles, la
mayoría capturados por los nazis, en Francia. “La 9éme Compagnie, la Nueve, de
la II División Blindada, al mando del general Leclerc, formada mayoritariamente
por republicanos españoles, fue, fuera de duda, el ariete que ha ido abriendo
otras páginas de la participación española en la Guerra. Tan importante
participación tuvo su coste: solo sobrevivió, aproximadamente, un 10%. Únicamente
16 españoles de la Nueve vieron el amanecer del 8 de mayo de 1945”.
Tuñón de Lara sí señaló
que fue el PCE el que empezó a coordinar acciones, ya en el otoño de 1940.
Numerosos españoles se fueron organizando, sobre todo en la zona sur. “Lo más
importante, a nivel de Historia de España, es la participación de millares de
españoles en la Resistencia francesa contra el nazismo, que alcanzará mayor
desarrollo en 1942, en cuyo mes de abril se crea el XIV Cuerpo de Guerrilleros
Españoles. Su acción adquirió pronto importancia, realizándose acciones incluso
en el centro de Toulouse. Al terminar el año1942, los guerrilleros españoles
actuaban en diez departamentos del sur y otros grupos en el Limousin y la Alta
Saboya”. Maneja Tuñón la posibilidad de que Franco ya supiera, por la vía de
una conversación en Berlín, poco después de la derrota de Stalingrado, entre el
almirante Canaris, jefe de la Abwehr, y el general Martínez Campos, asesor de
Franco, que Alemania no iba a poder ganar la guerra. De los cinco departamentos
franceses fronterizos, en los tres no costeros, los españoles se desenvolvieron
con más y mejor organización. En Ariège y Alto Garona, las Fuerzas Francesas
del Interior estaban constituidas en muy buena proporción por españoles. Tuñón
matiza con precisión, al referirse a la liberación del mediodía francés, la
participación del ya citado XIV Cuerpo de Guerrilleros
Españoles en la toma de Toulouse, de Angulema, de Pau… pero diferencia
entre participar y protagonizar, y fueron españoles quienes “liberaron Tarbes,
Aire-sur-Adour, Albi, Montluçon, Laruns…y más allá, en el Ródano, Montélimar,
Valence…”. En concreto, afirma: “Pamiers y todo el departamento del Ariège fue
liberado por el XIV Cuerpo”. El desembarco en Provenza, el 15 de agosto, hizo
temer al mando alemán que sus unidades resultaran aisladas en el sur, lo que hizo
que, en pocos días, la región fuera liberada. Todavía habría numerosas víctimas
en los últimos momentos, llenos de incidentes, pero en general, en la semana
que siguió al desembarco, el sur francés quedó libre de la presencia alemana.
Los españoles republicanos huidos de la España franquista colaboraron con
unidades francesas o encuadrados en ellas, en otros lugares del territorio
metropolitano. También hubo españoles republicanos en combate en territorios
franceses en África. Al final del verano de 1944, alrededor de 20.000 españoles
lucieron armas y uniformes en territorio francés.
La Historia oficial,
durante decenios, solo mencionó la participación en la Segunda Guerra Mundial
de los españoles de la División Azul. Ahora, tras 40 años con un régimen
político regido por una Constitución, y con investigaciones históricas más que
suficientes, parece que ya es hora de fijar la participación de españoles del
bando republicano en la Guerra Civil, en los principales escenarios del
conflicto en Europa y África. En unidades propias, como el
XIV Cuerpo de Guerrilleros, en la Legión Extranjera francesa y en los comandos
británicos, sin olvidar a quienes sirvieron directamente en el ejército
soviético, ya es hora de reclamar la participación de españoles en el bando
vencedor de la Guerra Mundial. El poco ejercicio de memoria colectiva en este
tema y en algunos otros, ha dado paso a simplificaciones que, con peor o mejor
voluntad, dejan la Historia en un juego, o en un negocio, o en ambas cosas a la
vez.
Varios soldados de “La Nueve” se trasladan en un vehículo bautizado como
'Don Quijote'.
La compañía de
antifascistas españoles de la División Acorazada del general Leclerc liberó el
ayuntamiento de París y detuvieron al comandante de los nazis antes de retomar
una participación en la II Guerra Mundial que finalizaría en mayo del año
siguiente. Los soldados de “La Nueve” fueron los primeros en entrar en París
para liberarlo de la ocupación nazi. Y lo hicieron bajo dos banderas
tricolores, la de la Segunda República española, su país, y la de Francia, que,
finalmente, acogió como paisanos a los supervivientes de esta legendaria unidad
del Ejército de Liberación, al acabar la Segunda Guerra Mundial. “Alrededor de
setenta miembros de La Nueve, como se conocía a la Novena Compañía [del Tercer
Batallón del comandante Joseph Putz] de la División Leclerc, fueron los
primeros en llegar, a las nueve de la noche del 24 de agosto de 1944, al
Ayuntamiento de París –recuerda Eduardo Bayona en el reportaje ‘La Nueve,
cuando los republicanos derrocaron al fascismo’, en Público–, donde se
atrincheraron miembros de la resistencia y ciudadanos, para liberarlo. En los
vehículos de las fuerzas aliadas podían leerse rótulos como ‘Guadalajara’, el
primero en llegar, ‘Ebro’, ‘Belchite’, ‘Teruel’, ‘Brunete’ o ‘Jarama’, nombres
de batallas de la guerra civil que los republicanos habían pintado en los
capós. Unas horas antes, esta fuerza de combate, la única de las tropas de
liberación en la que el castellano era la lengua vehicular, tras haber sido
fundada casi exclusivamente con españoles (144 de 160), fue de las primeras en
entrar en la ciudad. El general nazi y su estado mayor fueron capturados por un
extremeño (Antonio Gutiérrez), un aragonés (Antonio Navarro) y un sevillano
(Francisco Sánchez) que lograron romper el cerco defensivo y subir hasta el
primer piso del hotel Meurice, donde estaba instalado el alto mando. Sin
embargo, tuvieron que retenerlos hasta que un oficial francés formalizara el
arresto. Cuenta Evelyn Mesquida, en “La
Nueve”, cómo “antes de salir de su guarida, el general se quitó su reloj y se
lo regaló a Gutiérrez, agradeciéndole haber respetado las leyes de la guerra”. Para
entonces, llevaban tres semanas en Francia (habían zarpado el 31 de julio de
Southampon), a donde habían llegado por la playa de La Madeleine, en Normandía,
dentro del dispositivo iniciado el 6 de junio, el Día D. Pocos días después se
enfrentaron con la Wehrmacht en la batalla de Ecouché, sufriendo las primeras
bajas. A partir de entonces, actuarían como avanzadilla de las tropas.
Las tropas de La Nueve fueron las primeras
en llegar al Ayuntamiento de París el 24 de agosto de 1944.
Tras participar en la
liberación de París, donde escoltaron al general Charles De Gaulle en el
desfile de la victoria, y descansar una semana, el periplo bélico de “La Nueve”
se prolongaría durante otros nueve meses, hasta primeros de mayo de 1945, con
dos hitos: su participación en la campaña de Alsacia, los combates en los que
más bajas sufrió la unidad hasta que cayó Estrasburgo, y la toma del Nido de
Águilas, el refugio de Hitler en los Alpes bávaros, operación en la que varias
secciones de la compañía intervinieron como escolta de la retaguardia en la
‘limpieza’ del desfiladero de Inzell. “La Nueve tiene un punto de Brigada
Internacional. Cuando fue creada, la práctica totalidad de sus 160 miembros
eran españoles, pero, al acabar su participación en la guerra, pasaron por ella
300 soldados de catorce nacionalidades: chilenos, belgas, checoslovacos,
brasileños, húngaros, e incluso italianos y alemanes, como Johan ‘Juanito’
Reiter. Ninguno de los reemplazos era español”, explica Diego Gaspar, profesor
de Historia Contemporánea e investigador de la Universidad de Zaragoza. “Banda
de cosacos’ era cómo llamaba el capital Dronne a sus hombres, una forma
cariñosa de referirse a ellos”, señala Gaspar. La Nueve se creó oficialmente el
24 de agosto de 1943, en África, a donde habían llegado decenas de miles de
españoles exiliados tras la guerra civil, en unos casos directamente, desde
Valencia y Alicante (la mayoría, en el caso de la unidad), y en otros, tras
haber pasado por campos de refugiados en Francia, por Gurs y por Argelès sûr
Mer. No era la única unidad con españoles. También los había, aunque no en
tanta proporción como en “La Nueve” (sí eran un tercio de la tropa), en la
Diez, en la Once y en la compañía de apoyo que completaban el batallón del
coronel Joseph Putz, un sindicalista y comunista francés que había luchado en
Guadalajara, Madrid y Aragón al frente de la brigada internacional conocida
como La Marsellesa, y que resultó clave para la formación.
El ejército británico adoptó a los
españoles que se rebelaron cuando iban a ser repatriados y creó con ellos la
Spanish Company Number One.
Algunas fuentes sostienen
que fue el mismo coronel, en su participación en la defensa del Bilbao, quien
inspiró a Ernst Hemingway el protagonista de “¿Por quién doblan las campanas?”.
Muchos de sus integrantes habían pasado antes por el Tercer Batallón del Cuerpo
Franco de África, una de las unidades a las que habían sido destinados los
soldados españoles después de que, en 1942, Francia les hubiera dado la
oportunidad de alistarse, bajo el mando de Putz. Un ejército sin soldados
negros. En ese batallón se organizarían las cuatro compañías, que, como el
resto de unidades, con antifascistas, cobrarían protagonismo como consecuencia
de una medida xenófoba impuesta por EEUU: vetar a los soldados de color negro
en el ejército francés al que estaban armando, lo que suponía un contratiempo
especialmente para Leclerc, que llevaba tres años reclutando tropas desde
Camerún hacia el norte de África. “La Nueve” fue trasladada a Argelia para
recibir entrenamiento con el equipamiento que suministraba EEUU antes de ser
concentrada en Marruecos y trasladada a Escocia para cerrar su preparación,
antes de salir hacia Normandía. “Al acabar la guerra, sólo 16 de los 144
españoles de la unidad que habían desembarcado en La Madeleine seguían ilesos”,
narra Mesquida. “Su perfil –explica Gaspar–, era el de jóvenes solteros y con
una media de edad de 27 años cuando se alistan, que ya contaban con dos
experiencias militares, una en España bajo la bandera republicana y otra en África
bajo la francesa (130 habían pasado por el Cuerpo Franco), y de ideología
izquierdista o progresista”.
Amado Granel, a la derecha y el torero, Martín Bernal, a la izquierda,
integrantes de “La Nueve” y luchadores antifascistas.
Martín
Bernal vivió un periplo bélico de nueve años que inició al escapar de los
sublevados en Zaragoza para unirse a la Columna Ascaso. Luego, continuó,
alistándose en la Legión Extranjera para combatir a los alemanes en África y,
desde éste, al Ejército de Liberación Nacional francés. “Martín Bernal –escribía Eduardo Bayona el pasado domingo, en Público– luchó tres veces contra el fascismo. A los 24 años,
cuando los militares franquistas se sublevaron en 1936, se ganaba la vida como
instalador de calderas, ocupación que compaginaba con la de novillero bajo el
pseudónimo de Larita II. Vecino del barrio de Torrero, aunque había nacido en
Garrapinillos, y miembro del sindicato anarquista CNT, como su hermano
Francisco, tras el golpe militar optó por escapar de Zaragoza, donde los
sublevados desatarían una feroz represión con más de 3.500 fusilados y
desaparecidos, para unirse a una de las milicias libertarias que salieron de
Barcelona en los primeros días de la guerra para intentar liberar la capital
aragonesa. Ya no dejaría las armas hasta once años después, cuando, a mediados
de 1945, fue licenciado tras terminar la Segunda Guerra Mundial en Europa”. La
periodista Evelyn Mesquida, en su libro ‘La Nueve’ así lo describe: “Era un
coloso de mirada clara y gesto tranquilo”. Tras la disolución y militarización
de las milicias anarquistas, Martín Bernal participó como soldado regular en
varias batallas de la guerra civil, como la de Teruel. “Hecho prisionero por
los franquistas al final de la guerra, se había evadido y había atravesado toda
España a pie, caminando por la noche y ocultándose durante el día”, narra
Mesquida. Sin embargo, nada más cruzar los Pirineos, a los que había llegado
desde Llíria (Valencia) en septiembre de 1939, fue arrestado por la
Gendarmería, lo que le situaba ante tres opciones: ser deportado a España, ir a
un campo de refugiados (o de prisioneros) o enrolarse en la Legión Extranjera.
Optó por la tercera. Poco después, tras formalizar los papeles en Tarbes, viajó
a África. Bernal se hacía llamar Manuel Garcés, en una especie de homenaje a su
amigo y cuñado de ese nombre, al que conoció cuando ambos actuaban como
novilleros. Aunque la elección también tenía algo de protección: “trataba de
evitar que su familia, que se había quedado en España, pudiera sufrir algún
tipo de represalias”. Integrado en el Ejército de Liberación Nacional francés,
Martín Bernal fue uno de los 144 españoles (de 160 miembros) que fundaron La
Nueve, adscrita al Tercer Regimiento del comandante Joseph Putz dentro de la
Segunda División Blindada del general Leclerc. Bernal fue uno de los
integrantes de la tercera sección de “La Nueve” que, el 24 de agosto de 1944,
liberó el Ayuntamiento de París. Y, por último, participó en la campaña de
liberación de Francia y Alemania como alférez en la legendaria compañía de
republicanos españoles que el 24 de agosto de 1944 liberó el Ayuntamiento de
Paris y, unas horas más tarde, detuvo al general Dietrich con Choltitz, el
comandante de las tropas nazis de ocupación, con todo su Estado Mayor.
'Winnipeg', el barco con el que Neruda
salvó a dos mil supervivientes de la Guerra Civil española.
El poeta Pablo Neruda siguió
de cerca los acontecimientos del otro lado del Atlántico. La guerra le había
arrebatado a su amigo Federico García Lorca y lo distanció de los escritores e
intelectuales de la Generación del 27, con los que había coincidido pocos años
antes, durante su período como diplomático en Barcelona y Madrid. En Chile, las
consecuencias de la Guerra Civil y la situación de los refugiados en Francia se
convirtieron en un tema de debate para la opinión pública, hasta el punto de
que los sectores más a la izquierda de la coalición de gobierno del Frente
Popular presionaron a su presidente para que colaborara con la acogida de los
refugiados. Pedro Aguirre Cerda aceptó designar a Neruda como cónsul especial
para la inmigración española y fue destinado a París para coordinar el traslado
de los españoles a Chile. “Que la crítica borre toda mi poesía, si le parece.
Pero este poema, que hoy recuerdo, no podrá borrarlo nadie” (Pablo Neruda). Así
se refería Pablo Neruda a lo que él considero uno de sus mayores logros, fletar
un barco desde Francia, el Winnipeg, para que 2.200 refugiados de la Guerra
Civil Española pudieran irse a Chile en busca de una nueva vida. Laura Martel
resume así el argumento: “Al final de la guerra civil española, medio millón de
españoles huyeron hacia la frontera con Francia donde fueron recluidos en
campos de internamiento. Las condiciones en esos campos eran tan precarias que
diariamente morían cientos de personas sobre todo entre la población infantil
que era muy numerosa. Winnipeg cuenta la historia de aquellos que tuvieron la
suerte de embarcar en la nave que el poeta Pablo Neruda fletó para llevarlos a
Chile”. El barco llegó a Chile el 3 de septiembre de 1939, el mismo día que
comenzaba la Segunda Guerra Mundial. “Los que tuvieron la suerte de ser
acogidos en Chile –continúa la guionista– se
encontraron un panorama bien distinto. Incluso las voces que en un principio
eran contrarias a la llegada de los españoles, en cuanto éstos llegaron se
mostraron muy solidarios”.
Niños pasajeros del Winnipeg, en 1939.
Fotomontajes, imágenes y frases sorprendentes de esta última semana:
Lansacfilms.
Eldiario.es resume diez
años en cinco viñetas sobre Esperanza Aguirre. En 2009, dice en El Rastreador,
parecía no salpicarle el barro del caso Gürtel. Una década más tarde, ha sido
imputada por la financiación ilegal del PP de Madrid en el caso Púnica. Así lo
ha retratado Manel Fontdevila:
Así retrató Fontdevila a Aguirre, cuando se destapó la Güertel.
En 2015, el barro empezaba a tapar a la expresidenta madrileña.
Aguirre tras la detención de Ignacio González, en 2017.
Cinco días más tarde, Aguirre dimitía como concejal del Ayuntamiento de Madrid tras el ingreso en prisión de González.
Diez años más tarde de la primera viñeta, Fontdevila retrata la imputación de Aguirre y Cifuentes en el caso Púnica.
El rey emérito ya anda de nuevo con dos 'mulatas'. Lansacfilms.
Dos imágenes, separadas
por cinco meses, nos llaman la atención de Tremending. En la primera,
contemplamos el mayor reto de ingeniería al que se puede enfrentar un
valenciano. Es en el instante justo en el que el arroz de la paella cede
inexorablemente a la ley de la gravedad, con el peor resultado esperado: acabar
por el suelo. La fotografía es auténtica poesía visual que retrata el “instante
decisivo” del que hablaba Henri Cartier-Bresson. “Es el momento en que todo se
derrumba. Pero también oculta muchos secretos más: un posible tanga escondido,
una cara oculta y la misma vida entera. Los tuiteros lo han visto y lo explican
en un hilo que todo el mundo debería contemplar.” En la segunda imagen, se ha
vuelto a recrear la foto, en el mismo lugar (Villar del Arzobispo, Valencia),
pero esta vez con final feliz, aunque la paella tiene menos inclinación, todo
sea dicho. La ha publicado uno de los protagonistas, Juan José Zanon (Uno de
los dos hombres que sujeta la paella: el que hace el gesto con la mano) en su
cuenta de Twitter. Seguro que esta vez no le pusieron chorizo a la paella.
Ambas tuvieron en su momento, gran éxito en la red social.
Imágenes del Universo. Los increíbles campos de tulipanes, en Holanda
Imágenes del Universo. Cuando la luna besa el mar.
En humor en la prensa de
esta semana: El Roto, Peridis, Eneko, Vergara, Enrique, Pat, Atxe, Malagón,
Manel F. Javirroyo, Pedripol…
Amores que mandan.
De cómo un verso suelto llegó a ser la reina de la charca.
Orden de clausura y precinto.
Vuelta a la negociación.
Y mientras tanto, Rivera..
.
Negociación.
Ranas.
Pep Roig, desde Mallorca:
No es tan políticamente simple, Bamboleo, Justicia, “Ranificación” congénita,
Privilegios políticos, Duran y duran…
Revive la historia de los combatientes republicanos españoles que liberaron París de la ocupación Nazi.
LA NUEVE: los españoles que liberaron Paris de los nazis.
Los civiles que salieron a la calle cantando La Marsellesa, constataron con sorpresa que los primeros soldados liberadores eran todos españoles. El jefe francés de la 9.ª Compañía, Raymond Dronne, se dirigió hacia la comandancia del general alemán Dietrich von Choltitz para requerir la rendición. Manel Fernández y Luis Rayo Ibáñez nos lo cuentan.
La Nueve, los españoles que liberaron Paris. Español.
Tráiler: "Aragoneses en el infierno de los campos de concentración" .
La posición de Pablo Neruda durante la Guerra Civil Española.
Albert Pla sorprende de nuevo con la publicación el pasado viernes viernes a todas las plataformas digitales de “Juerga catalana 2”, una nueva canción y videoclip inspirados en el Procés y en los hechos del 20 de septiembre de 2017 delante de la sede de Economía.
JUERGA CATALANA 2 YouTube
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