El pasado domingo, Marius
Carol escribió un artículo en La Vanguardia en el que decía: “Más tarde o más
temprano alguien deberá gritar como John Bercow, el speaker de la Cámara de los
Comunes: ‘Order’. No se construye nada a partir del desorden, como no sea más
desorden. Alguien ha decidido convertir Barcelona en un videojuego violento sin
pedir permiso, y eso es una canallada. Ciertamente, si quienes mandan en el
país denuncian a su policía y defienden a los incendiarios, mal vamos. Si la
televisión pública señala a los Mossos como una amenaza, lo que acaba siendo
una amenaza es la televisión pública. Costará lo suyo poner a Catalunya en su
sitio. El mundo nos mira desconcertado, pero, lo que es peor, nos contempla con
temor. Y a Abascal se le pone cara de Salvini, mientras su partido de extrema
derecha asciende en las encuestas al mismo tiempo que la temperatura sube en
las calles de Barcelona (…)
Marius Carol dice que nunca
habían estado tan difuminados los políticos catalanes. “Es comprensible el
enfado del independentismo con la sentencia del Tribunal Supremo, pero la
manera de buscar un mejor escenario para los presos no es repitiendo errores e
incendiando las calles. Como dice Vila, hay que ir a la gestión política con el
extintor y no con el lanzallamas. Y habrá que dialogar con el Gobierno de
España, pero, para que eso sea posible, no vale decir como los universitarios
del Mayo del 68, ‘Seamos realistas, pidamos lo imposible’. Lo sensato es hacer
propuestas transversales que puedan ser asumidas por los interlocutores y por
una mitad de los catalanes, que no son independentistas. Y mientras, un poco de
orden. El desorden sólo nos lleva a la ruina económica y moral. Y, por cierto,
Joker es un psicópata”.
Dos días más tarde, el
mismo director de La Vanguardia reconoce que un mal día lo tiene cualquiera y que
Elisenda Paluzie, presidenta de la ANC, no estuvo fina cuando el lunes dijo en
unas declaraciones a TV3 que los altercados y disturbios “hacen visible el
conflicto” catalán y que “son estos incidentes los que hacen que estemos en la
prensa internacional de una manera continuada”. Pero también puede ser que
simplemente nos esté adelantando que el contencioso haya entrado en una nueva
frase menos lírica y más drástica. “Cuando habíamos interiorizado que las
manifestaciones catalanas se caracterizaban por no tirar un papel al suelo, de
repente se incendian las calles y resulta que es una manera de que el mundo nos
mire. Sinceramente, constituye una forma desconcertante de difundir la marca de
país, que se había singularizado por su tolerancia, dignidad y cosmopolitismo.
No quiero pensar que la líder de la ANC haya pretendido blanquear la violencia.
Sería una insensatez, aunque todavía debe aclarar lo que considera que son ‘los
aspectos positivos’ de las algaradas.
“La violencia -concluye
Carol- es el miedo a las ideas de los otros y la falta de fe en las propias.
Siempre es un mal negocio para una sociedad que aspira a ser un modelo de
respeto de los derechos y las libertades. La suerte fue que ayer, al lado de
Paluzie, en TV3 apareció Marcel Mauri, vicepresidente de Òmnium, que fue
rotundo ante las cámaras: ‘Somos pacíficos y la violencia no nos representa’.
Seguro que ella tuvo un mal día”.
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