martes, 17 de marzo de 2020

El emérito Juan Carlos, de soberano y garante de la democracia a rey corrupto, apartado y desheredado.


La crisis de la Corona.

El rey emérito, Juan Carlos I, sospechoso por presunto fraude fiscal y blanqueo.

La crisis provocada por el Coronavirus ha coincidido con otra crisis: la provocada en la Casa Real tras una complicada semana plagada de informaciones sobre las comisiones millonarias cobradas por el rey emérito, Juan Carlos I, por conseguir el AVE de la Meca para España. El mismo sábado se conocía a través de un comunicado oficial de Zarzuela que el rey Felipe VI renunciaba a la herencia de su padre, el emérito Juan Carlos I, al que le retiraba la asignación dineraria que recibe anualmente de las arcas públicas para su agenda. Una renuncia que se hace extensiva a la figura de la princesa Leonor, quien tampoco heredará la fortuna y las pertenencias de su abuelo Juan Carlos de Borbón.

En el comunicado oficial de Zarzuela, el rey Felipe asegura no tener constancia de ser beneficiario en estas sociedades offshore, llamadas Zagatka y Lucum, y obliga a su padre a reconocer que no había informado a su hijo de ello. Don Juan Carlos reconoció que “en ningún momento facilitó información” a su hijo sobre las sociedades ni que apareciera como beneficiario en calidad de heredero. El actual monarca aclaró que tanto él como la Princesa de Asturias pedirían a don Juan Carlos que se deje “sin efecto tal designación”, manifestando que “no aceptaría participación o beneficio alguno en esa entidad, renunciando asimismo a cualquier derecho, expectativa o interés que, aún sin su consentimiento o conocimiento, pudiera corresponderles ahora o en el futuro en relación con la Fundación Lucum”.

Esta noticia se hizo pública después de que el prestigioso diario británico 'The Telegraph' incluyera a Felipe VI en la red de comisiones millonarias cobradas por los servicios de Juan Carlos I para conseguir el AVE saudí. Según este periódico, el actual monarca estaría vinculado a un fondo offshore al figurar como segundo beneficiario. Se trata de una sociedad que recibió 65 millones de euros de Arabia Saudí, pagados a Juan Carlos I cuando todavía estaba en el trono. La Fiscalía Anticorrupción mantiene abiertas unas diligencias por un presunto delito de cohecho internacional relacionado con el posible cobro de comisiones que podrían sustanciar una eventual imputación del rey emérito Juan Carlos I, ya no inviolable, pero sí aforado. Según el diario británico, “las revelaciones amenazan con empañar la imagen impecable del rey, 6 años después de que reemplazara a Juan Carlos, de 82 años, golpeado por el escándalo”.

El rey Felipe hizo público que Juan Carlos dejará de percibir la asignación que tiene fijada en los presupuestos de la Casa de su Majestad el Rey y que mantenía, pese a que el pasado mes de junio ya había decidido retirarse de la actividad oficial. E informó que, al dejar de desarrollar actos oficiales, los recursos humanos y presupuestarios de que disponía podrían modificarse, aunque hasta ahora no se había tomado una decisión al respecto. El comunicado anunciaba la petición de Juan Carlos de que “de las dos Fundaciones anteriormente citadas, en ningún momento se facilitó información” a su hijo.

De esta forma, el actual rey tuvo que lavar la Corona, anunciando que renunciaría a su herencia, eliminando la asignación de su padre como rey emérito, hoy apartado definitivamente de todo honor y retribución pública, tras ser reverenciado durante tantas décadas. Caros Enrique Bayo así lo explica en Público: “El mito de la Transición siempre ha sido que Juan Carlos I fue el soberano garante de la democracia, a la que salvó el 23-F haciendo valer la autoridad de su corona y su convicción constitucional. Pero, recién superados los 82 años y retirado hace unos meses de toda actividad pública, pasará a la Historia como un monarca corrupto, apartado de la familia real por su escandaloso comportamiento y desheredado –a la inversa– por su propio hijo, Felipe VI. La renuncia de Felipe VI a su herencia, procedente de las multimillonarias comisiones embolsadas por Juan Carlos I, y la eliminación de la asignación presupuestaria a su padre como rey emérito, dan la puntilla a la trayectoria de un soberano designado por un dictador, encumbrado por EEUU, alabado por la Transición y reverenciado tras el 23-F, que ha acabado humillado y excluido por sus negocios inconfesables como comisionista de altos vuelos”. No obstante, en el mismo diario Público, J. Urrutia informaba: “Ni Felipe VI ha renunciado a la herencia de su padre, ni tampoco podría hacerlo: lo prohíbe el Código Civil. Pero el comunicado de la casa real difundido este domingo permite al lector llegar a esta falsa conclusión. Dicho comunicado supuso un bombazo informativo y sólo de su lectura detallada se concluye que Felipe VI tiene intención de renunciar a la herencia, que es como no anunciar nada porque aún no ha llegado ese futurible”.

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