La crisis de la Corona.
El rey emérito, Juan
Carlos I, sospechoso por presunto fraude fiscal y blanqueo.
La crisis provocada por
el Coronavirus ha coincidido con otra crisis: la provocada en la Casa Real tras
una complicada semana plagada de informaciones sobre las comisiones millonarias
cobradas por el rey emérito, Juan Carlos I, por conseguir el AVE de la Meca
para España. El mismo sábado se conocía a través de un comunicado oficial de
Zarzuela que el rey Felipe VI renunciaba a la herencia de su padre, el emérito
Juan Carlos I, al que le retiraba la asignación dineraria que recibe anualmente
de las arcas públicas para su agenda. Una renuncia que se hace extensiva a la
figura de la princesa Leonor, quien tampoco heredará la fortuna y las
pertenencias de su abuelo Juan Carlos de Borbón.
En el comunicado oficial
de Zarzuela, el rey Felipe asegura no tener constancia de ser beneficiario en
estas sociedades offshore, llamadas Zagatka y Lucum, y obliga a su padre a
reconocer que no había informado a su hijo de ello. Don Juan Carlos reconoció
que “en ningún momento facilitó información” a su hijo sobre las sociedades ni
que apareciera como beneficiario en calidad de heredero. El actual monarca aclaró
que tanto él como la Princesa de Asturias pedirían a don Juan Carlos que se
deje “sin efecto tal designación”, manifestando que “no aceptaría participación
o beneficio alguno en esa entidad, renunciando asimismo a cualquier derecho,
expectativa o interés que, aún sin su consentimiento o conocimiento, pudiera
corresponderles ahora o en el futuro en relación con la Fundación Lucum”.
Esta noticia se hizo
pública después de que el prestigioso diario británico 'The Telegraph'
incluyera a Felipe VI en la red de comisiones millonarias cobradas por los
servicios de Juan Carlos I para conseguir el AVE saudí. Según este periódico,
el actual monarca estaría vinculado a un fondo offshore al figurar como segundo
beneficiario. Se trata de una sociedad que recibió 65 millones de euros de
Arabia Saudí, pagados a Juan Carlos I cuando todavía estaba en el trono. La
Fiscalía Anticorrupción mantiene abiertas unas diligencias por un presunto
delito de cohecho internacional relacionado con el posible cobro de comisiones
que podrían sustanciar una eventual imputación del rey emérito Juan Carlos I,
ya no inviolable, pero sí aforado. Según el diario británico, “las revelaciones
amenazan con empañar la imagen impecable del rey, 6 años después de que
reemplazara a Juan Carlos, de 82 años, golpeado por el escándalo”.
El rey Felipe hizo público
que Juan Carlos dejará de percibir la asignación que tiene fijada en los
presupuestos de la Casa de su Majestad el Rey y que mantenía, pese a que el
pasado mes de junio ya había decidido retirarse de la actividad oficial. E
informó que, al dejar de desarrollar actos oficiales, los recursos humanos y
presupuestarios de que disponía podrían modificarse, aunque hasta ahora no se
había tomado una decisión al respecto. El comunicado anunciaba la petición de
Juan Carlos de que “de las dos Fundaciones anteriormente citadas, en ningún
momento se facilitó información” a su hijo.
De esta forma, el actual
rey tuvo que lavar la Corona, anunciando que renunciaría a su herencia,
eliminando la asignación de su padre como rey emérito, hoy apartado
definitivamente de todo honor y retribución pública, tras ser reverenciado
durante tantas décadas. Caros Enrique Bayo así lo explica en Público: “El mito
de la Transición siempre ha sido que Juan Carlos I fue el soberano garante de
la democracia, a la que salvó el 23-F haciendo valer la autoridad de su corona
y su convicción constitucional. Pero, recién superados los 82 años y retirado
hace unos meses de toda actividad pública, pasará a la Historia como un monarca
corrupto, apartado de la familia real por su escandaloso comportamiento y
desheredado –a la inversa– por su propio hijo, Felipe VI. La renuncia de Felipe
VI a su herencia, procedente de las multimillonarias comisiones embolsadas por
Juan Carlos I, y la eliminación de la asignación presupuestaria a su padre como
rey emérito, dan la puntilla a la trayectoria de un soberano designado por un
dictador, encumbrado por EEUU, alabado por la Transición y reverenciado tras el
23-F, que ha acabado humillado y excluido por sus negocios inconfesables como
comisionista de altos vuelos”. No obstante, en el mismo diario Público, J. Urrutia
informaba: “Ni Felipe VI ha renunciado a la herencia de su padre, ni tampoco
podría hacerlo: lo prohíbe el Código Civil. Pero el comunicado de la casa real
difundido este domingo permite al lector llegar a esta falsa conclusión. Dicho
comunicado supuso un bombazo informativo y sólo de su lectura detallada se
concluye que Felipe VI tiene intención de renunciar a la herencia, que es como
no anunciar nada porque aún no ha llegado ese futurible”.
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