Francisco Quijorna
confiesa sentir “sana envidia y no poca admiración por nuestros vecinos.
Portugal, ‘la Suecia del sur’, se enfrenta a la situación sin poses, alharacas
ni aspavientos. No sólo están siendo eficaces frente a la pandemia –decretaron el estado de alarma también el 13 de marzo,
pero con 112 positivos y ningún fallecido, y sus hospitales están lejos de la
saturación– sino que están dándonos una lección de civismo y cordura.
En las redes sociales
portuguesas es casi imposible encontrar vídeos de ciudadanos rabiosos,
insultando o soltando gracietas, y, en las calles, la policía “sensibiliza”,
“recomienda”, pero apenas multa. (74 detenidos en todo el país por saltarse el
confinamiento, mientras que en España superan los 3.780). Además, los partidos
políticos han acercado posiciones, y el presidente (centro derecha) y el primer
ministro (socialista) tejen alianzas y se guardan las discrepancias en público.
“Siempre me ha molestado –remata
Quijona– ese desdén cateto hacia nuestros vecinos. Ellos, en cambio, siguen
ahí, dando muestras de sosiego, de respeto, de saber estar. Me congratulo de
tenerlos tan cerca”.
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